la nochevieja de boris
Mientras algunos tarados como yo echan chispas por motivos tan "graves" como la aberrante decoración navideña de su ciudad, gente como boris matijas tiene que hacer colas de varias horas para conseguir un papelote (solicitado hace siete meses) que le permita volver a España cuando vuelva de pasar unos días en su tierra natal. Hoy sábado le tocará, a él y a varios cientos de personas, hacer la misma vigilia a las puertas de un edificio en el que el funcionario previsor de turno ha dejado a tres personas atendiendo el chiringuito. Mientras algunos estaremos dedicando el día a vivir despreocupadamente (tal y como corresponde a un 31 de diciembre), otros muchos, ciudadanos españoles (y europeos, por tanto) con los papeles en regla que pagan sus impuestos, tienen sus contratos laborales, contribuyen a la seguridad social, etc etc, estarán perdiendo horas y horas expuestos al frío por la incompetencia de una administración que, en sus múltiples vicios y desigualdades de trato, retrata con exactitud a la triste sociedad de la que ha surgido.
En fin. Boris, si es posible, feliz 2006.
31 de dec. de 2005
29 de dec. de 2005
tópicos climatológicos
Hoy por la tarde, una gruesa capa de niebla se ha depositado sobre la Avenida del Aeropuerto. Siempre que ocurre algo así, esta vía, escaparate de algunos de los crímenes urbanísticos más crueles de una ciudad ya de por sí bastante propensa a ellos, adquiere una extraña nueva dimensión. Su fealdad habitual es sustituida por una especie de fantasmagórica ausencia. A duras penas se ve algo más allá de las aceras y las farolas. Los muros se adivinan con dificultad. Las siluetas de las casas se difuminan, y más allá de la segunda línea de construcción, todo se confunde con el telón grisáceo. La pérdida de perspectiva se traduce en un descanso para los ojos. La carretera adquiere un insospechado dramatismo balsámico. Al llegar a casa, aspiro ese aire húmedo capaz de traer brevemente algunos instantes de belleza a esta avenida. Camuflado en medio de la masa nubosa soy consciente de que, pese a todo lo que disfruto de los tiempos soleados, no podría soportar una vida en la que no hubiera días como éstos, brumosos, melodramáticos, cargados artificialmente de misterio. Tópicos.
Hoy por la tarde, una gruesa capa de niebla se ha depositado sobre la Avenida del Aeropuerto. Siempre que ocurre algo así, esta vía, escaparate de algunos de los crímenes urbanísticos más crueles de una ciudad ya de por sí bastante propensa a ellos, adquiere una extraña nueva dimensión. Su fealdad habitual es sustituida por una especie de fantasmagórica ausencia. A duras penas se ve algo más allá de las aceras y las farolas. Los muros se adivinan con dificultad. Las siluetas de las casas se difuminan, y más allá de la segunda línea de construcción, todo se confunde con el telón grisáceo. La pérdida de perspectiva se traduce en un descanso para los ojos. La carretera adquiere un insospechado dramatismo balsámico. Al llegar a casa, aspiro ese aire húmedo capaz de traer brevemente algunos instantes de belleza a esta avenida. Camuflado en medio de la masa nubosa soy consciente de que, pese a todo lo que disfruto de los tiempos soleados, no podría soportar una vida en la que no hubiera días como éstos, brumosos, melodramáticos, cargados artificialmente de misterio. Tópicos.
paul hornschemeier, madre, vuelve a casa
Thomas tiene siete años. Cuando su madre muere asiste al lento pero imparable proceso de descomposición emocional de su padre, Steve, un reputado lógico que, de pronto, debe hacer frente al sinsentido más absoluto. Toda la historia se narra con una frialdad algo extraña. La paleta de colores que emplea el autor, pálidos, sin vida, que convierten las páginas en algo parecido a telas decoloradas por muchos lavados, acentúa la sensación de distancia. Nadie grita, nadie llora, nadie monta escenas. No hay concesiones a los gestos melodrámaticos. El padre, retratado en un estado de inmovilidad reflejo del caos interior que lo paraliza por completo, va dejando la realidad suave pero tenazmente mientras Thomas, entregado a conservar la memoria de su madre, se esfuerza por volver a trazar el mapa de su propia normalidad. Hay algunos personajes secundarios que vemos también como de lejos, como líneas tangentes al círculo inmenso que forman las soledades de padre e hijo. La contentión narrativa, desarrollada en una meticulosa planificación de cada página (que, inevitablemente, recuerda a chris ware), la asepsia emocional que se desprende de sus parcos diálogos, la eliminación de cualquier gesto superfluo, crean una atmósfera doliente en la que el dramatismo se adivina en todo lo que se obvia, en la que el sufrimiento, a base de no ser expresado produce una tensión absoluta que se resuelve con una escalofriante brillantez en sus últimas páginas. Con la precisión matemática de un cirujano del alma, Hornschemeier hunde su bisturí en conceptos como la pérdida, la soledad o la locura, aunque su incisión está muy lejos de proporcionar cualquier clase de aproximación a una cura. Más bien, todo lo contrario.
Thomas tiene siete años. Cuando su madre muere asiste al lento pero imparable proceso de descomposición emocional de su padre, Steve, un reputado lógico que, de pronto, debe hacer frente al sinsentido más absoluto. Toda la historia se narra con una frialdad algo extraña. La paleta de colores que emplea el autor, pálidos, sin vida, que convierten las páginas en algo parecido a telas decoloradas por muchos lavados, acentúa la sensación de distancia. Nadie grita, nadie llora, nadie monta escenas. No hay concesiones a los gestos melodrámaticos. El padre, retratado en un estado de inmovilidad reflejo del caos interior que lo paraliza por completo, va dejando la realidad suave pero tenazmente mientras Thomas, entregado a conservar la memoria de su madre, se esfuerza por volver a trazar el mapa de su propia normalidad. Hay algunos personajes secundarios que vemos también como de lejos, como líneas tangentes al círculo inmenso que forman las soledades de padre e hijo. La contentión narrativa, desarrollada en una meticulosa planificación de cada página (que, inevitablemente, recuerda a chris ware), la asepsia emocional que se desprende de sus parcos diálogos, la eliminación de cualquier gesto superfluo, crean una atmósfera doliente en la que el dramatismo se adivina en todo lo que se obvia, en la que el sufrimiento, a base de no ser expresado produce una tensión absoluta que se resuelve con una escalofriante brillantez en sus últimas páginas. Con la precisión matemática de un cirujano del alma, Hornschemeier hunde su bisturí en conceptos como la pérdida, la soledad o la locura, aunque su incisión está muy lejos de proporcionar cualquier clase de aproximación a una cura. Más bien, todo lo contrario.
28 de dec. de 2005
henri roorda, mi suicidio
Con la excusa de su próximo suicidio, el escritor francés Henri Roorda dejó escrito poco antes de su muerte voluntaria un pequeño opúsculo en el que expone brevemente su visión sobre la vida, la especie humana, el mundo, la moral, el trabajo, la sociedad, el sexo y, por supuesto, la muerte. El libro, que a ratos quiere ser una especie de tratado básico sobre la existencia, y a ratos una justificación -que no justifica nada, por otro lado- del suicidio, se lee con una mezcla de fascinación y escepticismo. Los motivos para dicho suicidio -que finalmente llevó a cabo en Noviembre de 1925, al poco de escibir el libro- resultan poco convincentes, y conducen, inevitablemente a sonreírse cada vez que son enumerados. Sin embargo, su ácida mirada sobre los fundamentos de la sociedad humana a partir de la muy freudiana idea de la represión de los instintos (el libro recuerda en varias ocasiones al magistral ensayo "el malestar en la cultura") y sus tóxicas observaciones sobre binomios como juventud-vejez, contención-goce, ahorro-despilfarro o trabajo-ocio entre otros, convierten su lectura en una experiencia absorbente y gratificante. Desigual pero brillante, con la punta de su escritura algo roma en ocasiones pero extraordinariamente punzante en otras, este libro (librito: 59 páginas) es un bonito regalo para quien quiera animar a todos aquellos que, como yo, están saturados de estas fiestas desde que el quince de Octubre algunas tiendas colgaron el cartel de "feliz Navidad" en sus vitrinas.
Con la excusa de su próximo suicidio, el escritor francés Henri Roorda dejó escrito poco antes de su muerte voluntaria un pequeño opúsculo en el que expone brevemente su visión sobre la vida, la especie humana, el mundo, la moral, el trabajo, la sociedad, el sexo y, por supuesto, la muerte. El libro, que a ratos quiere ser una especie de tratado básico sobre la existencia, y a ratos una justificación -que no justifica nada, por otro lado- del suicidio, se lee con una mezcla de fascinación y escepticismo. Los motivos para dicho suicidio -que finalmente llevó a cabo en Noviembre de 1925, al poco de escibir el libro- resultan poco convincentes, y conducen, inevitablemente a sonreírse cada vez que son enumerados. Sin embargo, su ácida mirada sobre los fundamentos de la sociedad humana a partir de la muy freudiana idea de la represión de los instintos (el libro recuerda en varias ocasiones al magistral ensayo "el malestar en la cultura") y sus tóxicas observaciones sobre binomios como juventud-vejez, contención-goce, ahorro-despilfarro o trabajo-ocio entre otros, convierten su lectura en una experiencia absorbente y gratificante. Desigual pero brillante, con la punta de su escritura algo roma en ocasiones pero extraordinariamente punzante en otras, este libro (librito: 59 páginas) es un bonito regalo para quien quiera animar a todos aquellos que, como yo, están saturados de estas fiestas desde que el quince de Octubre algunas tiendas colgaron el cartel de "feliz Navidad" en sus vitrinas.
la imposibilidad de una ciudad
La ciudad en la que vivo es, habitualmente, fea, ruidosa, caótica, nerviosa y con frecuencia algo desquiciante. De un tiempo a esta parte, nuestra alcaldesa se ha empeñado en convertirla además en un símbolo de sus propios complejos, en una franquicia de un determinado gusto que combina lo peor del estilo "gente bien" clásico con ciertos toques de supuesta "modernidad". Después de llenar la ciudad de un tropel de plantas y flores sin orden ni concierto y de rematar las tareas de peatonalización iniciadas por el gobierno anterior incluyendo maceteros, recercados, peanas, palmeras y mobiliario urbano del estilo "poner-los-pelos-de-punta", ha encontrado en la Navidad la excusa perfecta para convertir las calles en un delirio que da cuenta, fundamentalmente, de sus taras mentales y, sospecho, de sus traumas de infancia. A las chorradas luminosas de años anteriores (velas, botas, estrellas, abetos) ha añadido un catálogo de majaderías que no tiene desperdicio: renos, trineos, muñecos de nieve, palmeras fluorescentes, mantos luminosos por doquier y, por supuesto, esa manía que heredan unos alcaldes de otros: poner música a todo volumen en las calles consideradas de primera división (en el extrarradio nos salvamos). El resultado es que si uno se da una vuelta corre el riesgo de cogerse un cabreo de esos que conducen a cometer una barbaridad (hace dos días la policía detuvo a tres chicos por robar uno de los renos navideños) o a ponerse malo como consecuencia de la transformación de la propia sange en vinagre.
(En breve, un par de fotos del desaguisado)
La ciudad en la que vivo es, habitualmente, fea, ruidosa, caótica, nerviosa y con frecuencia algo desquiciante. De un tiempo a esta parte, nuestra alcaldesa se ha empeñado en convertirla además en un símbolo de sus propios complejos, en una franquicia de un determinado gusto que combina lo peor del estilo "gente bien" clásico con ciertos toques de supuesta "modernidad". Después de llenar la ciudad de un tropel de plantas y flores sin orden ni concierto y de rematar las tareas de peatonalización iniciadas por el gobierno anterior incluyendo maceteros, recercados, peanas, palmeras y mobiliario urbano del estilo "poner-los-pelos-de-punta", ha encontrado en la Navidad la excusa perfecta para convertir las calles en un delirio que da cuenta, fundamentalmente, de sus taras mentales y, sospecho, de sus traumas de infancia. A las chorradas luminosas de años anteriores (velas, botas, estrellas, abetos) ha añadido un catálogo de majaderías que no tiene desperdicio: renos, trineos, muñecos de nieve, palmeras fluorescentes, mantos luminosos por doquier y, por supuesto, esa manía que heredan unos alcaldes de otros: poner música a todo volumen en las calles consideradas de primera división (en el extrarradio nos salvamos). El resultado es que si uno se da una vuelta corre el riesgo de cogerse un cabreo de esos que conducen a cometer una barbaridad (hace dos días la policía detuvo a tres chicos por robar uno de los renos navideños) o a ponerse malo como consecuencia de la transformación de la propia sange en vinagre.
(En breve, un par de fotos del desaguisado)
resumen del año que termina
Envejezco... envejezco...
Tengo que llevar vueltas en los bajos de los pantalones
¿Me saco raya en el pelo por detrás? ¿Me atrevo a
comerme un melocotón?
Me pondré pantalones blancos de franela, y pasearé por
la playa.
He oído a las sirenas cantándose unas a otras.
No creo que me canten a mí.
Las he visto cabalgar en las olas mar adentro
peinando el blanco pelo de las olas echando atrás
cuando el viento sopla el agua hasta ponerla blanca y
negra.
Nos hemos demorado en las cámaras del mar
junto a ondinas enguirnaldadas de algas, en rojo y pardo,
hasta que nos despierten voces humanas y nos ahoguemos.
[T. S. Eliot, párrafo final de la canción de amor de Alfred J. Prufock, en versión de J.M. Valverde]
Envejezco... envejezco...
Tengo que llevar vueltas en los bajos de los pantalones
¿Me saco raya en el pelo por detrás? ¿Me atrevo a
comerme un melocotón?
Me pondré pantalones blancos de franela, y pasearé por
la playa.
He oído a las sirenas cantándose unas a otras.
No creo que me canten a mí.
Las he visto cabalgar en las olas mar adentro
peinando el blanco pelo de las olas echando atrás
cuando el viento sopla el agua hasta ponerla blanca y
negra.
Nos hemos demorado en las cámaras del mar
junto a ondinas enguirnaldadas de algas, en rojo y pardo,
hasta que nos despierten voces humanas y nos ahoguemos.
[T. S. Eliot, párrafo final de la canción de amor de Alfred J. Prufock, en versión de J.M. Valverde]
22 de nov. de 2005
irrealidad
Algunos días me despisto un poco y saco algo tarde a mis perros a cumplir con sus necesidades. Las noches en la Avenida del Aeropuerto tienen una luz algo extraña. Las lámparas de sodio de las farolas producen una luz amarillenta, pero no del tono que, bordeando el ocre da sensación de calidez, sino una variante que vira ligeramente al verde. Esta luz, filtrada ligeramente por las hojas de los árboles, rebotada en el negro profundo del asfalto, y, a veces, entremezclada con la luminosidad deslumbrante de la luna llena produce un efecto extraño sobre las cosas, privándolas en cierta manera de volumen, conviertiéndolas en mera superficie, en un conjunto de objetos planos iluminados por una luz espectral. El silencio inmenso a esa horas refuerza aún más la sensación. Uno puede oír su propia respiración, los pequeños roces de la vegetación bajo el efecto de un suave brisa nocturna. Todo parece un decorado. Un escenario inquietante en el que uno siente intensamente algo turbador, relacionado subterráneamente con sentimientos como la soledad, el abandono, o una especie de vacío difícil de describir. Cuando los perros terminan y vuelvo a entrar en casa, no consigo despegarme de todo de las sensaciones que esa nada concentrada producen en mí. Al acostarme y apagar la luz, puedo ver en la oscuridad de la habitación la cinta negra de asfalto, y, en mis ojos, noto la impronta de esa Avenida del Aeropuerto convertida en una carretera absurda hacia una nada que sólo existe en mi imaginación. Luego duermo, creo.
Algunos días me despisto un poco y saco algo tarde a mis perros a cumplir con sus necesidades. Las noches en la Avenida del Aeropuerto tienen una luz algo extraña. Las lámparas de sodio de las farolas producen una luz amarillenta, pero no del tono que, bordeando el ocre da sensación de calidez, sino una variante que vira ligeramente al verde. Esta luz, filtrada ligeramente por las hojas de los árboles, rebotada en el negro profundo del asfalto, y, a veces, entremezclada con la luminosidad deslumbrante de la luna llena produce un efecto extraño sobre las cosas, privándolas en cierta manera de volumen, conviertiéndolas en mera superficie, en un conjunto de objetos planos iluminados por una luz espectral. El silencio inmenso a esa horas refuerza aún más la sensación. Uno puede oír su propia respiración, los pequeños roces de la vegetación bajo el efecto de un suave brisa nocturna. Todo parece un decorado. Un escenario inquietante en el que uno siente intensamente algo turbador, relacionado subterráneamente con sentimientos como la soledad, el abandono, o una especie de vacío difícil de describir. Cuando los perros terminan y vuelvo a entrar en casa, no consigo despegarme de todo de las sensaciones que esa nada concentrada producen en mí. Al acostarme y apagar la luz, puedo ver en la oscuridad de la habitación la cinta negra de asfalto, y, en mis ojos, noto la impronta de esa Avenida del Aeropuerto convertida en una carretera absurda hacia una nada que sólo existe en mi imaginación. Luego duermo, creo.
16 de nov. de 2005
relación microscópica de disgustos ínfimos
disgusto nº 1
Le quito el móvil a un alumno por andar jugando con él en el aula (depués de llevar un mes avisando sobre el "material escolar" que no admito en el aula: 1) teléfono móvil, 2) consolas portátiles, 3)reproductores de mp3, 4) discmans, 5) cualquier avance tecnológico del que no tenga noticia). Me suplica que se lo devuelva, pues hay una salida escolar a Salamanca y lo necesita "para que sus padres sepan en todo momento donde está". Le digo que nanay. Que como castigo se lo retengo una semana. Eso ayer. Hoy me aparece la madre, junto a una hermana, que le devuelva el móvil, que se va de viaje y lo necesita "para poder comunicarse con sus padres en todo momento", que no tengo derecho a sacárselo, que viene en buen plan, que si no se lo devuelvo hablará con su marido para que tome las "medidas pertinentes". Le digo: a) no le tengo manía a su hijo, buen chaval, por otra parte, b) es una norma que repito incansable al menos dos o tres veces cada semana, c) si se lo devuelvo a él, el valor de la norma es cero: todo el mundo exigirá el mismo trato, d) puede llamar a los profesores que van con él, o él mismo puede llamar desde una cabina, desde el de un compañero, etc etc. Baja la cabeza. Comprende que no se lo voy a devolver y me pide disculpas algo abochornada. Me sereno, me reblandezco, me asombro a mí mismo proponiendo una salida intermedia: se lo lleva al viaje, pero la próxima semana me lo quedo yo para que aprenda a no traer el móvil a la escuela. Me mira incrédula y en su mirada descubro que he metido la pata. Le devuelvo el móvil. Se despide de buen rollito. Me quedo solo. Soy gilipollas. Me vas a copiar mil veces: eres g-i-l-i-p-o-l-l-a-s.
disgusto nº 2
Bajo en bus al centro. Me encuentro con un ex-alumno. Uno de los que vegetaban en clase y que ponían todo su empeño en pasar desapercibido. Nos sentamos juntos. Lo noto extraordinariamente cambiado: otro tono vital, otra manera de estar muy diferente a la que yo conocía. Me habla de su vida, de lo que está haciendo, de que es árbitro de fútbol, de sus excompañeros, de los que ve, de los que no ve, de los que quisiera seguir viendo. Me sonríe. Es natural. No recuerdo su nombre, pienso angustiado mientras el bus recorre a toda velocidad la Avenida del Aeropuerto. Cuando llegamos a su parada, y está saliendo del bus se despide con una sonrisa: adios willy. Yo digo adios sin más (maldita memoria). Se cierra la puerta de golpe, y, súbitamente me levanto y digo: ¡adios, Pablo!. Arranca el bus. Me quedo solo. Soy gilipollas. Me vas a copiar mil veces: eres g-i-l-i-p-o-l-l-a-s.
disgusto nº 1
Le quito el móvil a un alumno por andar jugando con él en el aula (depués de llevar un mes avisando sobre el "material escolar" que no admito en el aula: 1) teléfono móvil, 2) consolas portátiles, 3)reproductores de mp3, 4) discmans, 5) cualquier avance tecnológico del que no tenga noticia). Me suplica que se lo devuelva, pues hay una salida escolar a Salamanca y lo necesita "para que sus padres sepan en todo momento donde está". Le digo que nanay. Que como castigo se lo retengo una semana. Eso ayer. Hoy me aparece la madre, junto a una hermana, que le devuelva el móvil, que se va de viaje y lo necesita "para poder comunicarse con sus padres en todo momento", que no tengo derecho a sacárselo, que viene en buen plan, que si no se lo devuelvo hablará con su marido para que tome las "medidas pertinentes". Le digo: a) no le tengo manía a su hijo, buen chaval, por otra parte, b) es una norma que repito incansable al menos dos o tres veces cada semana, c) si se lo devuelvo a él, el valor de la norma es cero: todo el mundo exigirá el mismo trato, d) puede llamar a los profesores que van con él, o él mismo puede llamar desde una cabina, desde el de un compañero, etc etc. Baja la cabeza. Comprende que no se lo voy a devolver y me pide disculpas algo abochornada. Me sereno, me reblandezco, me asombro a mí mismo proponiendo una salida intermedia: se lo lleva al viaje, pero la próxima semana me lo quedo yo para que aprenda a no traer el móvil a la escuela. Me mira incrédula y en su mirada descubro que he metido la pata. Le devuelvo el móvil. Se despide de buen rollito. Me quedo solo. Soy gilipollas. Me vas a copiar mil veces: eres g-i-l-i-p-o-l-l-a-s.
disgusto nº 2
Bajo en bus al centro. Me encuentro con un ex-alumno. Uno de los que vegetaban en clase y que ponían todo su empeño en pasar desapercibido. Nos sentamos juntos. Lo noto extraordinariamente cambiado: otro tono vital, otra manera de estar muy diferente a la que yo conocía. Me habla de su vida, de lo que está haciendo, de que es árbitro de fútbol, de sus excompañeros, de los que ve, de los que no ve, de los que quisiera seguir viendo. Me sonríe. Es natural. No recuerdo su nombre, pienso angustiado mientras el bus recorre a toda velocidad la Avenida del Aeropuerto. Cuando llegamos a su parada, y está saliendo del bus se despide con una sonrisa: adios willy. Yo digo adios sin más (maldita memoria). Se cierra la puerta de golpe, y, súbitamente me levanto y digo: ¡adios, Pablo!. Arranca el bus. Me quedo solo. Soy gilipollas. Me vas a copiar mil veces: eres g-i-l-i-p-o-l-l-a-s.
13 de nov. de 2005
la manifestación del sábado
Según la organización, dos millones, según el gobierno de Madrid, un millón y medio, según el gobierno civil unos cuatrocientos mil, y, según el manifestódromo 248.500 asistentes. De todas estas cifras, a mi entender, la más verosímil es la última: en este post hay una descripción detallada de como han hecho el recuento, cosa que los otros informantes no añaden. El resto del blog es una crónica muy completa de como se desarrolló la manifestación. (Curiosamente, ciertos políticos han dejado de hablar de "los manifestantes que ladran su rencor por las esquinas" o de esa cosa tan denigrantre que llamaban "la política de pancarta". Raro, raro, raro)
Según la organización, dos millones, según el gobierno de Madrid, un millón y medio, según el gobierno civil unos cuatrocientos mil, y, según el manifestódromo 248.500 asistentes. De todas estas cifras, a mi entender, la más verosímil es la última: en este post hay una descripción detallada de como han hecho el recuento, cosa que los otros informantes no añaden. El resto del blog es una crónica muy completa de como se desarrolló la manifestación. (Curiosamente, ciertos políticos han dejado de hablar de "los manifestantes que ladran su rencor por las esquinas" o de esa cosa tan denigrantre que llamaban "la política de pancarta". Raro, raro, raro)
11 de nov. de 2005
Francia, un diagnóstico
Amor líquido, Zygmunt Bauman:
Si las tensiones generadas por la economía de mercado no alcanzan niveles explosivos es sólo gracias a la válvula de seguridad de la "economía moral" [el intercambio tradicional de bienes y servicios, ayuda vecinal y cooperación entre amigos: todas aquellas razones, impulsos y acciones con los que están entretejidos los lazos humanos y los compromisos duraderos].
Si los sobrantes humanos producidos por la economía de mercado no se vuelven inmanejables es sólo gracias al colchón de esa "economía moral". De no ser por la intervención correctiva, mitigadora, moderadora y compensatoria de la economía moral, la economía de mercado dejaría al descubierto su instinto autodestructivo. El milagro diario de salvación/resurrección de la economía de mercado es fruto de su fracaso en seguir este instinto hasta sus últimas consecuencias.
Si el homo aeconomicus y el homo consumens son los únicos admitidos en el mundo regido por la economía de mercado, un número considerable de seres humanos queda excluido de la lista de candidatos que reúnen los requisitos necesarios para acceder a un permiso de residencia permanente, y pocos o ninguno tienen derecho a gozar del estatus de residentes legítimos en todo momento y en toda ocasión. Pocos o ninguno logran escapar de esa zona gris que el mercado desdeña y que gustosamente desterraría o extirparía de raíz del mundo que gobierna.
(me he acordado del típico refrán que tanto se ha dicho últimamente: "cuando las barbas de tu vecino veas pelar...")
Amor líquido, Zygmunt Bauman:
Si las tensiones generadas por la economía de mercado no alcanzan niveles explosivos es sólo gracias a la válvula de seguridad de la "economía moral" [el intercambio tradicional de bienes y servicios, ayuda vecinal y cooperación entre amigos: todas aquellas razones, impulsos y acciones con los que están entretejidos los lazos humanos y los compromisos duraderos].
Si los sobrantes humanos producidos por la economía de mercado no se vuelven inmanejables es sólo gracias al colchón de esa "economía moral". De no ser por la intervención correctiva, mitigadora, moderadora y compensatoria de la economía moral, la economía de mercado dejaría al descubierto su instinto autodestructivo. El milagro diario de salvación/resurrección de la economía de mercado es fruto de su fracaso en seguir este instinto hasta sus últimas consecuencias.
Si el homo aeconomicus y el homo consumens son los únicos admitidos en el mundo regido por la economía de mercado, un número considerable de seres humanos queda excluido de la lista de candidatos que reúnen los requisitos necesarios para acceder a un permiso de residencia permanente, y pocos o ninguno tienen derecho a gozar del estatus de residentes legítimos en todo momento y en toda ocasión. Pocos o ninguno logran escapar de esa zona gris que el mercado desdeña y que gustosamente desterraría o extirparía de raíz del mundo que gobierna.
(me he acordado del típico refrán que tanto se ha dicho últimamente: "cuando las barbas de tu vecino veas pelar...")
el parchís, un suponer
Siempre he pensado que el parchís es algo más que un juego. Se trata de una actividad en la que se encuentran implicados algunos de los elementos fundamentales de la personalidad humana y que sirve de entrenamiento para el ejercicio de complejas capacidades racionales y emotivas. Podemos destacar:
- fomenta, por un lado, el espíritu de equipo, y, simultáneamente, predispone a la sana competición en un entorno exigente pero no amenazador;
- pone a prueba la capacidad de tomar decisiones complejas en múltiples circunstancias, introduciendo con frecuencia apasionados debates entre ética y moral, o incluso entre ética de la necesidad y ética del deber; por ejemplo, pongo una barrera, o ¿es mejor que adelante casillas en mi camino hacia la meta?
- desarrolla capacidades básicas como la concentración y la atención;
- supone una introducción a la educación estética y artística: gracias a él uno comprende mejor corrientes artísticas como el constructivismo, el neoplasticismo, la abstracción geométrica, el op-art, o los fauves;
- puede ayudar a superar problemas de orientación en dos y tres dimensiones gracias a su configuración laberintíca sobre un plano;
- exige una comprensión profunda del papel que juega el azar en la vida cotidiana y de como uno debe estar listo para enfrentarse a las contingencias que puede deparar la adversidad: ¿quién no ha esperado pacientemente a que le saliera un cinco, meditando con calma, mientras veía a los competidores pero sin embargo amigos recorrer velozmente las casillas?
- promueve un espíritu lúdico en el que encajan perfectamente las celebraciones victoriosas de moderada euforia con el sano fair play que acompaña al jugador derrotado;
- invita a desarrollar la perseverancia y la capacidad de superar adversidades, jugando una y otra vez para entender la mecánica profunda del juego, en la que se entremezcla el azar, las elecciones personales adecuadas y la observación atenta de los movimientos de los rivales.
Por estas razones y por otras que no pongo aquí para no resultar pesado, solicité en su momento que el parchís fuera una asignatura evaluable en todo el trayecto escolar obligatorio -desde los tres hasta los dieciseis años- obteniendo como respuesta una fría carta del Ministerio de Educación en la que se me decía que con la nueva ley (la maldita LOE) que sí, que el parchís será una asignatura en el currículum escolar, pero que no será evaluable ni tendrá asignaturas optativas. Ante la injusticia que supone para los amantes del parchís semejante iniciativa, que limita la libertad educativa de aquellas familias deseosas de que sus hijos complementen con esta asignatura los valores básicos de una vida digna, yo les replico a los autores de la reforma educativa que no tiene sentido ofrecer mi asignatura de parchís si los alumnos no tienen que elegir una alternativa (está claro con qué se van a quedar) y, si además, ésta no cuenta para el currículum (lo que supone devaluarla por completo y restringirla de facto a su enseñanaza privada o fuera de la escuela).
Por todo ello, mañana sábado 12 de Noviembre estaré con mi pancarta ("ZP escucha, el parchís está en lucha"), protestando en Madrid contra esta ley perversa que recorta el derecho básico de los parchiseros a recibir una educación conforme a sus valores (he oído que hay más descontentos, como los amantes del macramé, de los bordados, del punto de cruz y de la construcción de iglesias con cerillas) y que rebaja sustancialmente la calidad de la enseñanza en España.
Siempre he pensado que el parchís es algo más que un juego. Se trata de una actividad en la que se encuentran implicados algunos de los elementos fundamentales de la personalidad humana y que sirve de entrenamiento para el ejercicio de complejas capacidades racionales y emotivas. Podemos destacar:
- fomenta, por un lado, el espíritu de equipo, y, simultáneamente, predispone a la sana competición en un entorno exigente pero no amenazador;
- pone a prueba la capacidad de tomar decisiones complejas en múltiples circunstancias, introduciendo con frecuencia apasionados debates entre ética y moral, o incluso entre ética de la necesidad y ética del deber; por ejemplo, pongo una barrera, o ¿es mejor que adelante casillas en mi camino hacia la meta?
- desarrolla capacidades básicas como la concentración y la atención;
- supone una introducción a la educación estética y artística: gracias a él uno comprende mejor corrientes artísticas como el constructivismo, el neoplasticismo, la abstracción geométrica, el op-art, o los fauves;
- puede ayudar a superar problemas de orientación en dos y tres dimensiones gracias a su configuración laberintíca sobre un plano;
- exige una comprensión profunda del papel que juega el azar en la vida cotidiana y de como uno debe estar listo para enfrentarse a las contingencias que puede deparar la adversidad: ¿quién no ha esperado pacientemente a que le saliera un cinco, meditando con calma, mientras veía a los competidores pero sin embargo amigos recorrer velozmente las casillas?
- promueve un espíritu lúdico en el que encajan perfectamente las celebraciones victoriosas de moderada euforia con el sano fair play que acompaña al jugador derrotado;
- invita a desarrollar la perseverancia y la capacidad de superar adversidades, jugando una y otra vez para entender la mecánica profunda del juego, en la que se entremezcla el azar, las elecciones personales adecuadas y la observación atenta de los movimientos de los rivales.
Por estas razones y por otras que no pongo aquí para no resultar pesado, solicité en su momento que el parchís fuera una asignatura evaluable en todo el trayecto escolar obligatorio -desde los tres hasta los dieciseis años- obteniendo como respuesta una fría carta del Ministerio de Educación en la que se me decía que con la nueva ley (la maldita LOE) que sí, que el parchís será una asignatura en el currículum escolar, pero que no será evaluable ni tendrá asignaturas optativas. Ante la injusticia que supone para los amantes del parchís semejante iniciativa, que limita la libertad educativa de aquellas familias deseosas de que sus hijos complementen con esta asignatura los valores básicos de una vida digna, yo les replico a los autores de la reforma educativa que no tiene sentido ofrecer mi asignatura de parchís si los alumnos no tienen que elegir una alternativa (está claro con qué se van a quedar) y, si además, ésta no cuenta para el currículum (lo que supone devaluarla por completo y restringirla de facto a su enseñanaza privada o fuera de la escuela).
Por todo ello, mañana sábado 12 de Noviembre estaré con mi pancarta ("ZP escucha, el parchís está en lucha"), protestando en Madrid contra esta ley perversa que recorta el derecho básico de los parchiseros a recibir una educación conforme a sus valores (he oído que hay más descontentos, como los amantes del macramé, de los bordados, del punto de cruz y de la construcción de iglesias con cerillas) y que rebaja sustancialmente la calidad de la enseñanza en España.
7 de nov. de 2005
un nuevo blog
Santiago y yo hemos decidido lanzarnos al mundo del deporte. No como participantes activos, sino como cronistas. Nuestro equipo admite colaboradores. El periodista deportivo (en fase de pruebas).
Santiago y yo hemos decidido lanzarnos al mundo del deporte. No como participantes activos, sino como cronistas. Nuestro equipo admite colaboradores. El periodista deportivo (en fase de pruebas).
6 de nov. de 2005
un comentario
Jorge Lanata, periodista argentino, tertuliano del programa "la ventana" de la cadena SER todos los martes entre las 18.15 y las 19.00, dijo el pasado Martes 31, con cierta melancolía en la voz, con respecto a las manifestaciones que tienen lugar en Argentina para protestar por la firma del ALCA y por la presencia de Bush en el país:
Hubo una época en la que las manifestaciones las encabezaba gente como Jean Paul Sarte.
(cuesta creerlo, pero parece ser que sí)
(gugleando un poco, encuentro una interesante historia en rebelion.org sobre el despido, en Mayo de este año, de Jorge Lanata del canal de televisión uruguayo Canal 12 por investigar a empresarios y políticos de este país acusados de delitos como evasión de capitales o enriquecimientos ilícitos: la realidad funciona igual de mal en todas partes)
Jorge Lanata, periodista argentino, tertuliano del programa "la ventana" de la cadena SER todos los martes entre las 18.15 y las 19.00, dijo el pasado Martes 31, con cierta melancolía en la voz, con respecto a las manifestaciones que tienen lugar en Argentina para protestar por la firma del ALCA y por la presencia de Bush en el país:
Hubo una época en la que las manifestaciones las encabezaba gente como Jean Paul Sarte.
(cuesta creerlo, pero parece ser que sí)
(gugleando un poco, encuentro una interesante historia en rebelion.org sobre el despido, en Mayo de este año, de Jorge Lanata del canal de televisión uruguayo Canal 12 por investigar a empresarios y políticos de este país acusados de delitos como evasión de capitales o enriquecimientos ilícitos: la realidad funciona igual de mal en todas partes)
5 de nov. de 2005
extrañas asociaciones de ideas
Dándole vueltas a los comentarios del post anterior me ha venido a la cabeza el discurso que en la novela de Ray Bradbury Farenheit 451 el jefe de bomberos le suelta al ya indeciso protagonista Montag:
Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma cuestión, para perocuparle; enséñale sólo uno. O mejor, no le des ninguno. Haz que olvide que existe una cosa que se llama guerra. Si el gobierno es poco eficiente, excesivamente intelectual o aficionado a aumentar los impuestos, mejor es que sea todo eso que no que la gente se preocupe por todo ello. Tranquilidad Montag. Dale a la gente concursos que pueda ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales del Estado o cuanto maíz produjo Iowa el año pasado. Atibórralo de datos no combustibles, lánzales encima tantos "hechos" que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esa naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o la Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese camino se encuentra la melancolía.
[También, leyendo el magnífico post de Ceryle sobre Pasolini, me prometo a mí mismo que intentaré hacer mía una máxima del propio cineasta sobre el compromiso político: primero pasión, después ideología.]
Dándole vueltas a los comentarios del post anterior me ha venido a la cabeza el discurso que en la novela de Ray Bradbury Farenheit 451 el jefe de bomberos le suelta al ya indeciso protagonista Montag:
Si no quieres que un hombre se sienta políticamente desgraciado, no le enseñes dos aspectos de una misma cuestión, para perocuparle; enséñale sólo uno. O mejor, no le des ninguno. Haz que olvide que existe una cosa que se llama guerra. Si el gobierno es poco eficiente, excesivamente intelectual o aficionado a aumentar los impuestos, mejor es que sea todo eso que no que la gente se preocupe por todo ello. Tranquilidad Montag. Dale a la gente concursos que pueda ganar recordando la letra de las canciones más populares, o los nombres de las capitales del Estado o cuanto maíz produjo Iowa el año pasado. Atibórralo de datos no combustibles, lánzales encima tantos "hechos" que se sientan abrumados, pero totalmente al día en cuanto a información. Entonces tendrán la sensación de que piensan, tendrán la impresión de que se mueven sin moverse. Y serán felices, porque los hechos de esa naturaleza no cambian. No les des ninguna materia delicada como Filosofía o la Sociología para que empiecen a atar cabos. Por ese camino se encuentra la melancolía.
[También, leyendo el magnífico post de Ceryle sobre Pasolini, me prometo a mí mismo que intentaré hacer mía una máxima del propio cineasta sobre el compromiso político: primero pasión, después ideología.]
3 de nov. de 2005
a su imagen y semejanza
Recuerdo cuando, hace dos años, las discrepancias entre socialistas y nacionalistas dieron la alcaldía de Vigo a la popular Corina Porro. El clima de enfrentamiento continuado entre socios de aquellos días hizo que, muchos de nosotros, hastiados de ver pelear entre sí a aquellos a quienes habíamos dado nuestros votos, acogiéramos con desencantado distanciamiento el relevo en la alcaldía: "después de todo, peor no puede hacerlo", pensábamos los ingenuos que, saturados de embrollos incomprensibles, aspirábamos simplemente a no tener que hacerle más caso al asunto.
Dos años después admito mi error: era posible hacerlo peor. No es sólo que la señora alcaldesa decida personalmente los tipos de flores y plantas con los que ha inundado las calles en un derroche de a) euros y b) pésimo gusto. O que haya levantado media ciudad para tenerla lista (¡sin éxito!) para ese acontecimiento paletil a mayor gloria de la hostelería de Sanxenxo que es la salida de la Volvo Ocean Race. Ni que se haya embarcado en un proyecto retro-kitch de "adecentamiento" de las zonas vips de la ciudad. O que haya convertido la acción política en una especie de obsesión decorativista de alcance imprevisible. O que haya abandonado a su suerte a las zonas más deprimidas del casco histórico y a los barrios del rural. No es sólo eso. Lo peor es la sensación de que el grupo de gobierno se comporta como si ésto fuera la ciudad de la señorita Pepis: mucho maquillaje mal colocado y ausencia de iniciativas vigorosas que aumenten la calidad de vida de sus habitantes. Mientras, la ciudad asiste ante la apatía generalizada a una transformación subterránea que no se sabe hasta donde va a llegar. La política se ha convertido en cosmética (entre el clamoroso silencio de una oposición fantasmal, atada por sus propios intereses en temas como el Plan General de Ordenación Urbana y los sustanciosos cambios que se derivarán de su aprobación) mientras la ciudad languidece en un clima cultural ya no chato, sino directamente eunuquil (sólo salvado por las iniciativas de algunos héroes suicidas de los que ya he hablado mil veces), en medio de un letargo social en el que una mezcla absurda de autocomplacencia y apatía nos ha llevado de ser una ciudad más o menos combativa a ser un cadáver al que le han puesto unas flores horrorosas en su tumba. Ay.
Recuerdo cuando, hace dos años, las discrepancias entre socialistas y nacionalistas dieron la alcaldía de Vigo a la popular Corina Porro. El clima de enfrentamiento continuado entre socios de aquellos días hizo que, muchos de nosotros, hastiados de ver pelear entre sí a aquellos a quienes habíamos dado nuestros votos, acogiéramos con desencantado distanciamiento el relevo en la alcaldía: "después de todo, peor no puede hacerlo", pensábamos los ingenuos que, saturados de embrollos incomprensibles, aspirábamos simplemente a no tener que hacerle más caso al asunto.
Dos años después admito mi error: era posible hacerlo peor. No es sólo que la señora alcaldesa decida personalmente los tipos de flores y plantas con los que ha inundado las calles en un derroche de a) euros y b) pésimo gusto. O que haya levantado media ciudad para tenerla lista (¡sin éxito!) para ese acontecimiento paletil a mayor gloria de la hostelería de Sanxenxo que es la salida de la Volvo Ocean Race. Ni que se haya embarcado en un proyecto retro-kitch de "adecentamiento" de las zonas vips de la ciudad. O que haya convertido la acción política en una especie de obsesión decorativista de alcance imprevisible. O que haya abandonado a su suerte a las zonas más deprimidas del casco histórico y a los barrios del rural. No es sólo eso. Lo peor es la sensación de que el grupo de gobierno se comporta como si ésto fuera la ciudad de la señorita Pepis: mucho maquillaje mal colocado y ausencia de iniciativas vigorosas que aumenten la calidad de vida de sus habitantes. Mientras, la ciudad asiste ante la apatía generalizada a una transformación subterránea que no se sabe hasta donde va a llegar. La política se ha convertido en cosmética (entre el clamoroso silencio de una oposición fantasmal, atada por sus propios intereses en temas como el Plan General de Ordenación Urbana y los sustanciosos cambios que se derivarán de su aprobación) mientras la ciudad languidece en un clima cultural ya no chato, sino directamente eunuquil (sólo salvado por las iniciativas de algunos héroes suicidas de los que ya he hablado mil veces), en medio de un letargo social en el que una mezcla absurda de autocomplacencia y apatía nos ha llevado de ser una ciudad más o menos combativa a ser un cadáver al que le han puesto unas flores horrorosas en su tumba. Ay.
magia
Leo en el suplemento de los jueves que acompaña al diario el país, en la versión -reducida- en castellano del new york times, que un investigador del MIT (posiblemente la institución educativa más prestigiosa del planeta, la misma que hace dos años puso en internet a disposición de todo el mundo los apuntes de todas las asignaturas de las licenciaturas que allí se imparten) ha repetido la famosa experiencia de Arquímedes en la cual éste defendió la ciudad de Siracusa del ataque de los barcos romanos (año 212 a.C.) utilizando un gigantesco espejo convexo para prender fuego a distancia a dichas naves.
La motivación de dicho experimento fue un episodio del programa de televisión MythBusters en el cual, tras intentar hacer arder sin éxito un barco a distancia con la ayuda de unos espejos, llegaban a la conclusión de que la famosa historia era pura leyenda. David Wallace, course instructor del programa 2009 propuso a sus alumnos llevar adelante la experiencia para ver si era posible o no hacer algo semejante. Tras un primer intento fallido a causa de la nubosidad, el cuatro de octubre de este año, reuniendo 127 espejos de forma cuadrada y de un m2 de área cada uno formando un semicírculo alrededor de una réplica en miniatura de una nave romana, consiguió prender fuego al barco.
Me pregunto qué habría pasado si en alguna de nuestras universidades un profesor hubiera propuesto semejante experimento a sus colegas de facultad. Posiblemente, y como mínimo, le habrían llamado chiflado, para, posteriormente, dar mil argumentos sobre la necesidad de ceñirse al programa de la asignatura y bla bla bla.
[Reflexión final: desde hace muchos años siento una fascinación inmensa por los Estados Unidos, tanto en lo que se refiere a su "alta" como a su "baja" cultura. Un lugar especial tiene para mí su enfoque de la enseñanza de la ciencia y su capacidad para captar a los alumnos más brillantes de todo el planeta para sus universidades (aunque parece ser que la competencia de las universidades chinas y sobre todo indias empieza a preocuparles seriamente). Algo como el MIT es impensable en España. La mezcla dinero+atrevimiento+imaginación+rigor+investigación es inimaginable por estos lares, donde escasea lo primero y todo lo demás es meramente residual.]
Leo en el suplemento de los jueves que acompaña al diario el país, en la versión -reducida- en castellano del new york times, que un investigador del MIT (posiblemente la institución educativa más prestigiosa del planeta, la misma que hace dos años puso en internet a disposición de todo el mundo los apuntes de todas las asignaturas de las licenciaturas que allí se imparten) ha repetido la famosa experiencia de Arquímedes en la cual éste defendió la ciudad de Siracusa del ataque de los barcos romanos (año 212 a.C.) utilizando un gigantesco espejo convexo para prender fuego a distancia a dichas naves.
La motivación de dicho experimento fue un episodio del programa de televisión MythBusters en el cual, tras intentar hacer arder sin éxito un barco a distancia con la ayuda de unos espejos, llegaban a la conclusión de que la famosa historia era pura leyenda. David Wallace, course instructor del programa 2009 propuso a sus alumnos llevar adelante la experiencia para ver si era posible o no hacer algo semejante. Tras un primer intento fallido a causa de la nubosidad, el cuatro de octubre de este año, reuniendo 127 espejos de forma cuadrada y de un m2 de área cada uno formando un semicírculo alrededor de una réplica en miniatura de una nave romana, consiguió prender fuego al barco.
Me pregunto qué habría pasado si en alguna de nuestras universidades un profesor hubiera propuesto semejante experimento a sus colegas de facultad. Posiblemente, y como mínimo, le habrían llamado chiflado, para, posteriormente, dar mil argumentos sobre la necesidad de ceñirse al programa de la asignatura y bla bla bla.
[Reflexión final: desde hace muchos años siento una fascinación inmensa por los Estados Unidos, tanto en lo que se refiere a su "alta" como a su "baja" cultura. Un lugar especial tiene para mí su enfoque de la enseñanza de la ciencia y su capacidad para captar a los alumnos más brillantes de todo el planeta para sus universidades (aunque parece ser que la competencia de las universidades chinas y sobre todo indias empieza a preocuparles seriamente). Algo como el MIT es impensable en España. La mezcla dinero+atrevimiento+imaginación+rigor+investigación es inimaginable por estos lares, donde escasea lo primero y todo lo demás es meramente residual.]
30 de out. de 2005
frivolidad, divino tesoro
Gracias al blog la fábrica de las cosas pequeñas, descubro el típico concurso interneteril con el que echarse unas risas durante unos minutos: los phallic logo awards. Recomiendo encarecidamente ir viéndolos todos detalladamente hasta llegar al triunfador: el Brazilian Institute for Oriental Studies. Aunque yo le hubiera dado el premio a Atherton Car Center. Aguardo expectante las opiniones al respecto.
Gracias al blog la fábrica de las cosas pequeñas, descubro el típico concurso interneteril con el que echarse unas risas durante unos minutos: los phallic logo awards. Recomiendo encarecidamente ir viéndolos todos detalladamente hasta llegar al triunfador: el Brazilian Institute for Oriental Studies. Aunque yo le hubiera dado el premio a Atherton Car Center. Aguardo expectante las opiniones al respecto.
29 de out. de 2005
zygmunt bauman, amor líquido
Estoy leyendo amor líquido, libro en el que se pueden encontrar párrafos como éstos:
Hace más de dos siglos, en 1784, Kant observó que el planeta que habitamos es esférico, y consideró con detenimiento las consecuencias de ese hecho banal: como todos estamos y nos movemos sobre la superficie de esa esfera, señaló Kant, no tenemos otro lugar donde ir y estamos por lo tanto obligados a vivir para siempre en proximidad y compañía de otros. Mantener distancia entre uno y los otros, y más aún ampliarla, es a la larga imposible: al movernos alrededor de una superficie esférica terminaríamos por acortar la distancia que en un principio pretendíamos agrandar. Y por lo tanto die volkommene bürgerliche Vereiningung in der Menschengattung (la unificación perfecta de la especie humana en una ciudadanía común) es el destino que la naturaleza eligió para nosotros al ponernos sobre la superficie de un planeta esférico. La unidad de la raza humana es el horizonte absoluto de nuestra historia universal, un horizonte que nosotros, seres humanos movidos por la razón y el instinto de supervivencia, estamos obligados a perseguir y, en la plenitud de los tiempos, a alcanzar.
(hace tiempo que quería escribir algo sobre lo de las vallas de Ceuta y Melilla: estas líneas trazan con exactitud el dibujo de lo que siento)
Estoy leyendo amor líquido, libro en el que se pueden encontrar párrafos como éstos:
Hace más de dos siglos, en 1784, Kant observó que el planeta que habitamos es esférico, y consideró con detenimiento las consecuencias de ese hecho banal: como todos estamos y nos movemos sobre la superficie de esa esfera, señaló Kant, no tenemos otro lugar donde ir y estamos por lo tanto obligados a vivir para siempre en proximidad y compañía de otros. Mantener distancia entre uno y los otros, y más aún ampliarla, es a la larga imposible: al movernos alrededor de una superficie esférica terminaríamos por acortar la distancia que en un principio pretendíamos agrandar. Y por lo tanto die volkommene bürgerliche Vereiningung in der Menschengattung (la unificación perfecta de la especie humana en una ciudadanía común) es el destino que la naturaleza eligió para nosotros al ponernos sobre la superficie de un planeta esférico. La unidad de la raza humana es el horizonte absoluto de nuestra historia universal, un horizonte que nosotros, seres humanos movidos por la razón y el instinto de supervivencia, estamos obligados a perseguir y, en la plenitud de los tiempos, a alcanzar.
(hace tiempo que quería escribir algo sobre lo de las vallas de Ceuta y Melilla: estas líneas trazan con exactitud el dibujo de lo que siento)
el pozo otoñal (II)
Tras el post anterior, google me regala en sus anuncios de la derecha la dirección de la clínica bonanova para el tratamiento de la depresión. Movido por la curiosidad, hago clic en ella, entro en la sección de tests y éstos son los resultados que obtengo:
Cuestionario sobre depresión
Posible distimia. Los resultados que ha obtenido indican que no hay sospecha de que sufra una depresión clínicamente significativa, aunque sí pueden existir síntomas depresivos. Éstos pueden dificultar el disfrutar de las actividades cotidianas, así como el motivarse e interesarse con nuevas tareas. Asimismo, estos síntomas pueden degenerar en una depresión, por lo que se hace recomendable la realización de una evaluación y seguimiento, por parte de un profesional, de los sentimientos negativos existentes y que reducen la calidad de vida.
Cuestionario sobre habilidades sociales
Refleja la existencia de dificultades para interactuar con los demás, trabajar en grupo, tolerar situaciones difíciles y de conflicto, fortalecer vínculos afectivos, establecer una empatía social, controlar los impulsos y mantener niveles adecuados de humor. Ello, probablemente, cree una situación de descontento consigo mismo/a, motivo por el cual, estas habilidades sociales limitadas pueden ser analizadas y revisadas a fin de modificar esos comportamientos. Se pretende, así, alcanzar una satisfactoria interrelación con los demás, a través de aptitudes sociales, de autocontrol emocional y de planificación, así como generando habilidades alternativas a la agresión y de tolerancia a la ansiedad.
(los siguientes cuestionarios ya no los hice, claro: tras éstos estimulantes resultados me metí en cama con la taza de colacao, una montaña de cómics y el hola! para intentar hacer frente a todos mis problemas anímicos; informaré de los avances, a no ser que mis dificultades para interactuar con los demás me lo impidan)
Tras el post anterior, google me regala en sus anuncios de la derecha la dirección de la clínica bonanova para el tratamiento de la depresión. Movido por la curiosidad, hago clic en ella, entro en la sección de tests y éstos son los resultados que obtengo:
Cuestionario sobre depresión
Posible distimia. Los resultados que ha obtenido indican que no hay sospecha de que sufra una depresión clínicamente significativa, aunque sí pueden existir síntomas depresivos. Éstos pueden dificultar el disfrutar de las actividades cotidianas, así como el motivarse e interesarse con nuevas tareas. Asimismo, estos síntomas pueden degenerar en una depresión, por lo que se hace recomendable la realización de una evaluación y seguimiento, por parte de un profesional, de los sentimientos negativos existentes y que reducen la calidad de vida.
Cuestionario sobre habilidades sociales
Refleja la existencia de dificultades para interactuar con los demás, trabajar en grupo, tolerar situaciones difíciles y de conflicto, fortalecer vínculos afectivos, establecer una empatía social, controlar los impulsos y mantener niveles adecuados de humor. Ello, probablemente, cree una situación de descontento consigo mismo/a, motivo por el cual, estas habilidades sociales limitadas pueden ser analizadas y revisadas a fin de modificar esos comportamientos. Se pretende, así, alcanzar una satisfactoria interrelación con los demás, a través de aptitudes sociales, de autocontrol emocional y de planificación, así como generando habilidades alternativas a la agresión y de tolerancia a la ansiedad.
(los siguientes cuestionarios ya no los hice, claro: tras éstos estimulantes resultados me metí en cama con la taza de colacao, una montaña de cómics y el hola! para intentar hacer frente a todos mis problemas anímicos; informaré de los avances, a no ser que mis dificultades para interactuar con los demás me lo impidan)
27 de out. de 2005
el pozo otoñal
Como todos los años, puntualmente, la transición climática que supone el paso del medio-octubre al pre-noviembre, trae consigo un decaimiento anímico y una fatiga emocional de dimensiones absurdas. Miro por la ventana, veo el horizonte poblado de nubes y los árboles del paisaje inmediato medio pelados o amarilleando vertiginosamente y noto algo cayendo al suelo rompiendo en mil pedazos aunque después al mirar no vea ni rastro de nada. No puede ser que, debido a que los días sean algo más cortos y haya menos luz solar, esté todo el rato pensando en tirarme en el sofá con un libro y una mantita a cuadros, teniendo como momento más emocionante del día ése en el que medito intensamente acerca de si cenar un sandwich o dos (la línea, que en mi caso aumenta implacable día a día su curvatura).
La semana pasada, a estas alturas, asistí en el vade al concierto de Marzk Eitzel y The Clientele. Fui porque me obligué a salir de casa, necesitado de oxigenar un poco la cabeza y de inyectarme alguna clase de estímulo positivo no-químico. Nada más llegar me senté en una de las sillas que tienen a disposición de gente como yo, predispuesta a ponerse cómoda con facilidad. Mark Eitzel estuvo algo borde en su relación con el público (por culpa de un par de flashes a bocajarro), pero inmenso en su mortífera enunciación musical de un estado de ánimo con el que sintonicé inmediatamente. Tocó como la otra vez hace ya dos años, enlazando canciones de forma compulsiva, agitándose en el escenario como poseído por el espíritu de la tristeza absoluta, desgranando su colección de absurdos vitales en forma de canciones desgarradas. Qué decir: si estaba al borde de un pozo semidepresivo, después de la actuación ya me había caído de cabeza. Posteriormente The Clientele exhibieron su muestrario de pop dulzón con cierto regusto amargo. Algo Velvets, algo Galaxie 500, un poco Byrds: una buena colección de referentes para un buen puñado de canciones. Conocía su primer disco "suburbian lights", pero no tocaron nada de él. Su directo, como es costumbre, diluyó su parte más refinada, su lado más delicado, poniendo en primer plano unas hermosas líneas de bajo, una parte rítmica que me había llamado menos la atención que sus hermosas melodías.
(Salí contento del concierto. Claro que, a cambio, a ver cómo salgo ahora del pozo otoñal. La primera tanda del festival sinsal 3.0 -edición de otoño- el dos de noviembre parece un buen sitio para sobrellevar estos días tan tontos)
Como todos los años, puntualmente, la transición climática que supone el paso del medio-octubre al pre-noviembre, trae consigo un decaimiento anímico y una fatiga emocional de dimensiones absurdas. Miro por la ventana, veo el horizonte poblado de nubes y los árboles del paisaje inmediato medio pelados o amarilleando vertiginosamente y noto algo cayendo al suelo rompiendo en mil pedazos aunque después al mirar no vea ni rastro de nada. No puede ser que, debido a que los días sean algo más cortos y haya menos luz solar, esté todo el rato pensando en tirarme en el sofá con un libro y una mantita a cuadros, teniendo como momento más emocionante del día ése en el que medito intensamente acerca de si cenar un sandwich o dos (la línea, que en mi caso aumenta implacable día a día su curvatura).
La semana pasada, a estas alturas, asistí en el vade al concierto de Marzk Eitzel y The Clientele. Fui porque me obligué a salir de casa, necesitado de oxigenar un poco la cabeza y de inyectarme alguna clase de estímulo positivo no-químico. Nada más llegar me senté en una de las sillas que tienen a disposición de gente como yo, predispuesta a ponerse cómoda con facilidad. Mark Eitzel estuvo algo borde en su relación con el público (por culpa de un par de flashes a bocajarro), pero inmenso en su mortífera enunciación musical de un estado de ánimo con el que sintonicé inmediatamente. Tocó como la otra vez hace ya dos años, enlazando canciones de forma compulsiva, agitándose en el escenario como poseído por el espíritu de la tristeza absoluta, desgranando su colección de absurdos vitales en forma de canciones desgarradas. Qué decir: si estaba al borde de un pozo semidepresivo, después de la actuación ya me había caído de cabeza. Posteriormente The Clientele exhibieron su muestrario de pop dulzón con cierto regusto amargo. Algo Velvets, algo Galaxie 500, un poco Byrds: una buena colección de referentes para un buen puñado de canciones. Conocía su primer disco "suburbian lights", pero no tocaron nada de él. Su directo, como es costumbre, diluyó su parte más refinada, su lado más delicado, poniendo en primer plano unas hermosas líneas de bajo, una parte rítmica que me había llamado menos la atención que sus hermosas melodías.
(Salí contento del concierto. Claro que, a cambio, a ver cómo salgo ahora del pozo otoñal. La primera tanda del festival sinsal 3.0 -edición de otoño- el dos de noviembre parece un buen sitio para sobrellevar estos días tan tontos)
25 de out. de 2005
la vida íntima de los supermercados
Las terceras semanas de cada mes da gusto ir a hacer la compra sobre las ocho-nueve de la noche en el Carrefour: cajas desiertas, ausencia de colas en la charcutería, poquísima gente recorriendo los pasillos. Hoy, mientras pensaba en todo ésto mientras me cortaban un poco de jamón cocido, pasó por delante de mí una señora de esas que cuando salen de casa uno no es capaz de distinguir si van de madrinas a una boda, si inauguran una tienda de moda o si simplemente van a hacer la compra de la semana. Dicha señora se paró un rato delante de mí y al poco siguió su camino. Aproveché para moverme un metro y, de pronto, me encontré inmerso en una atmósfera de perfume caro intenso. Fue como si de pronto me hubiera puesto su ropa, sus collares, sus pulseras doradas, su crema antiarrugas con retinol pro-A. Me sentí como si, súbitamente, se hubiera abierto una puerta que me conectaba directamente con su vestidor. Un mareo tremendo, vamos. La señora continuó su camino. A poca distancia, un hombre algo cabizbajo arrastraba un carro lleno hasta los topes. El también dejaba tras de sí un olor peculiar: el del hastío absoluto.
(En la caja con sólo dos clientes, la chica que estaba cobrando me dio las buenas noches marcando exageradamenta la distancia tonal entre el "buenasno" y el "ches". Tenía los ojos muy abiertos y la típica sonrisa consciente de su propia falsedad. Me pareció que tampoco es cuestión de mostrarse tan abiertamente hostil y pensé en cómo se comportará cuando llegue la primera semana de noviembre y haya 30 personas de forma continuada delante de su caja.)
Las terceras semanas de cada mes da gusto ir a hacer la compra sobre las ocho-nueve de la noche en el Carrefour: cajas desiertas, ausencia de colas en la charcutería, poquísima gente recorriendo los pasillos. Hoy, mientras pensaba en todo ésto mientras me cortaban un poco de jamón cocido, pasó por delante de mí una señora de esas que cuando salen de casa uno no es capaz de distinguir si van de madrinas a una boda, si inauguran una tienda de moda o si simplemente van a hacer la compra de la semana. Dicha señora se paró un rato delante de mí y al poco siguió su camino. Aproveché para moverme un metro y, de pronto, me encontré inmerso en una atmósfera de perfume caro intenso. Fue como si de pronto me hubiera puesto su ropa, sus collares, sus pulseras doradas, su crema antiarrugas con retinol pro-A. Me sentí como si, súbitamente, se hubiera abierto una puerta que me conectaba directamente con su vestidor. Un mareo tremendo, vamos. La señora continuó su camino. A poca distancia, un hombre algo cabizbajo arrastraba un carro lleno hasta los topes. El también dejaba tras de sí un olor peculiar: el del hastío absoluto.
(En la caja con sólo dos clientes, la chica que estaba cobrando me dio las buenas noches marcando exageradamenta la distancia tonal entre el "buenasno" y el "ches". Tenía los ojos muy abiertos y la típica sonrisa consciente de su propia falsedad. Me pareció que tampoco es cuestión de mostrarse tan abiertamente hostil y pensé en cómo se comportará cuando llegue la primera semana de noviembre y haya 30 personas de forma continuada delante de su caja.)
24 de out. de 2005
de razones y razas
Una amable lectora me envía un correo avisándome de una grave metedura de pata por mi parte en el post del lunes 17 de octubre:
También la mezcla de razas era llamativa: asiáticos, africanos, europeos y sudamericanos.
La verdad es que ya cuando lo escribí tenía la sospecha de que la cosa no estaba muy bien expresada. El término raza, actualmente, creo que no se utiliza apenas por su considerable falta de precisión. Pero lo de hablar de raza asiática, africana, europea o sudamericana trasciende el mero error gramatical para caer en la burrada absoluta. Mea culpa.
Lo que quería decir en esa línea era que había un mezcla de gente de países muy distintos, aunque era imposible -evidentemente- de un vistazo determinar la procedencia de cada uno de ellos. Claro, así escrito me sonaba bastante gilipollas. Por aquello de la economía expresiva opté por usar la palabra raza, confieso, posiblemente influido por series de televisión como CSI Miami ("sujeto de raza caucasiana, 35 años, muerto por síndrome de trágame-tierra-que-burro-soy") o por la lectura de libros de mi infancia como "razas del mundo". La próxima vez, lo juro, seré más cuidadoso antes de escribir barbaridades como "raza asiática", "raza europea", "raza sudamericana" o "raza africana". Glups. Cuanto más lo leo, más vergüenza siento de mí mismo.
(Gracias a ml por su comentario: prometo aprobar en Septiembre)
La wikipedia dice al respecto:
En biología, se entiende por raza a cada uno de los grupos en que se subdividen las especies y que representan a individuos que comparten un grupo de caracteres, geográficamente aislados y con poco o ningún intercambio de genes con otras poblaciones de la misma especie durante un largo período. Algunos antropólogos postulan que la especie humana está compuesta por una única raza aunque ésta se divide en diferentes orígenes étnicos que a su vez se dividen en pueblos. Los cuatro orígenes étnicos principales, que retoman en parte la clasificación original de Johann Friedrich Blumenbach, son el caucasoide, negroide, mongoloide y australoide. Este tipo de teorías antropológicas aparecieron en los años 1960 como reacción frente a las teorías científicas relativas al predeterminismo biológico y a los fenómenos de segregacionismo y discriminación racial presentes en la época en el contexto de los países occidentales. En la antropología moderna, y como consecuencia de los nuevos enfoques multidisciplinarios presentes en las ciencias sociales contemporáneas, está mucho más definida la distinción entre factores biológicos y factores propiamente étnicos o culturales.
Una amable lectora me envía un correo avisándome de una grave metedura de pata por mi parte en el post del lunes 17 de octubre:
También la mezcla de razas era llamativa: asiáticos, africanos, europeos y sudamericanos.
La verdad es que ya cuando lo escribí tenía la sospecha de que la cosa no estaba muy bien expresada. El término raza, actualmente, creo que no se utiliza apenas por su considerable falta de precisión. Pero lo de hablar de raza asiática, africana, europea o sudamericana trasciende el mero error gramatical para caer en la burrada absoluta. Mea culpa.
Lo que quería decir en esa línea era que había un mezcla de gente de países muy distintos, aunque era imposible -evidentemente- de un vistazo determinar la procedencia de cada uno de ellos. Claro, así escrito me sonaba bastante gilipollas. Por aquello de la economía expresiva opté por usar la palabra raza, confieso, posiblemente influido por series de televisión como CSI Miami ("sujeto de raza caucasiana, 35 años, muerto por síndrome de trágame-tierra-que-burro-soy") o por la lectura de libros de mi infancia como "razas del mundo". La próxima vez, lo juro, seré más cuidadoso antes de escribir barbaridades como "raza asiática", "raza europea", "raza sudamericana" o "raza africana". Glups. Cuanto más lo leo, más vergüenza siento de mí mismo.
(Gracias a ml por su comentario: prometo aprobar en Septiembre)
La wikipedia dice al respecto:
En biología, se entiende por raza a cada uno de los grupos en que se subdividen las especies y que representan a individuos que comparten un grupo de caracteres, geográficamente aislados y con poco o ningún intercambio de genes con otras poblaciones de la misma especie durante un largo período. Algunos antropólogos postulan que la especie humana está compuesta por una única raza aunque ésta se divide en diferentes orígenes étnicos que a su vez se dividen en pueblos. Los cuatro orígenes étnicos principales, que retoman en parte la clasificación original de Johann Friedrich Blumenbach, son el caucasoide, negroide, mongoloide y australoide. Este tipo de teorías antropológicas aparecieron en los años 1960 como reacción frente a las teorías científicas relativas al predeterminismo biológico y a los fenómenos de segregacionismo y discriminación racial presentes en la época en el contexto de los países occidentales. En la antropología moderna, y como consecuencia de los nuevos enfoques multidisciplinarios presentes en las ciencias sociales contemporáneas, está mucho más definida la distinción entre factores biológicos y factores propiamente étnicos o culturales.
20 de out. de 2005
haro, carrillo, getafe
Ayer se murió Eduardo Haro Tecglen. No era mi escritor favorito de el país, pero su coherencia, lucidez y transparente desgarro vital lo convertían para mí en una especie de referente, tanto moral como político. En su blog, las tres últimas entradas corresponden a Concha Barral, su mujer. Casi dos mil comentarios en un par de días expresando la desolación de muchos lectores dan una idea de lo importante que era para un montón de gente.
Sin embargo, entre esta marea de mensajes de despedida al escritor se han colado algunas barbaridades y estupideces que producen una sensación desagradable, parecida a la que se le queda a uno tras sentir cerca el olor ácido del vómito. Algunos de estos mensajes celebran en clave neofascista la desaparación del escritor, argumentando para ello con insultos de todo tipo y poniendo por delante un polémico obituario que el propio Haro dedicó a la figura del periodista (y promotor inmobiliario) Antonio Herrero. No pasan de ser anécdotas, pensarán algunos. Sin embargo, tras leer la noticia de la batalla campal en el ayuntamiento de Getafe tras el pleno dedicado a debatir sobre el Estatuto catalán, los incidentes que han tenido lugar durante la investidura de Santiago Carrillo como doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense, la última trifulca que ha tenido lugar en la Asamblea de Madrid entre parlamentarios del PP, PSOE e IU, o las últimas declaraciones de Mariano Rajoy sobre Aznar y Zapatero, siento una inquietud que, creo, no es gratuita.
Esperemos que los políticos -en especial algunos- se serenen un poco.
(Si uno se pone a hojear las webs dedicadas a estos temas, entonces ya le entran ganas de coger las maletas y salir disparado. En una de ellas (no voy a decir cual), el cuatro de octubre pasado, se comentaba con alborozo una frase del "historiador" Pío Moa en la COPE, en el programa del "escritor" César Vidal, referida al tema del Estatuto catalán que venía diciendo algo así como "todavía estamos a punto de frenar esto de manera legal y democrática...antes de que lo frenemos con sangre".)
Ayer se murió Eduardo Haro Tecglen. No era mi escritor favorito de el país, pero su coherencia, lucidez y transparente desgarro vital lo convertían para mí en una especie de referente, tanto moral como político. En su blog, las tres últimas entradas corresponden a Concha Barral, su mujer. Casi dos mil comentarios en un par de días expresando la desolación de muchos lectores dan una idea de lo importante que era para un montón de gente.
Sin embargo, entre esta marea de mensajes de despedida al escritor se han colado algunas barbaridades y estupideces que producen una sensación desagradable, parecida a la que se le queda a uno tras sentir cerca el olor ácido del vómito. Algunos de estos mensajes celebran en clave neofascista la desaparación del escritor, argumentando para ello con insultos de todo tipo y poniendo por delante un polémico obituario que el propio Haro dedicó a la figura del periodista (y promotor inmobiliario) Antonio Herrero. No pasan de ser anécdotas, pensarán algunos. Sin embargo, tras leer la noticia de la batalla campal en el ayuntamiento de Getafe tras el pleno dedicado a debatir sobre el Estatuto catalán, los incidentes que han tenido lugar durante la investidura de Santiago Carrillo como doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense, la última trifulca que ha tenido lugar en la Asamblea de Madrid entre parlamentarios del PP, PSOE e IU, o las últimas declaraciones de Mariano Rajoy sobre Aznar y Zapatero, siento una inquietud que, creo, no es gratuita.
Esperemos que los políticos -en especial algunos- se serenen un poco.
(Si uno se pone a hojear las webs dedicadas a estos temas, entonces ya le entran ganas de coger las maletas y salir disparado. En una de ellas (no voy a decir cual), el cuatro de octubre pasado, se comentaba con alborozo una frase del "historiador" Pío Moa en la COPE, en el programa del "escritor" César Vidal, referida al tema del Estatuto catalán que venía diciendo algo así como "todavía estamos a punto de frenar esto de manera legal y democrática...antes de que lo frenemos con sangre".)
un blog
Curioseando por internet descubro un blog de esos que me entusiasman al primer vistazo: sardinas con chocolate. Uno de sus posts recoge un párrafo del libro A Mathematician's Apology del matemático inglés GH Hardy que me ha dejado impresionado:
Algún egoismo de este tipo es inevitable y no pienso que realmente necesite disculpa. El trabajo bien hecho no es obra de personas "humildes". (...) Una persona que se pregunta continuamente "¿merece la pena lo que hago?" y "¿soy la persona adecuada para hacerlo?" será siempre ineficaz para sí y desmotivadora para los demás. debe cerrar un poco los ojos a la realidad y valorarse a sí mismo y a su asignatura un poco más de lo que merecen. Esto no es demasiado difícil: más duro es no parecer rídiculo por cerrar completamente los ojos.
(Traducción: Jesús Fernández)
(De pronto me he sentido como si hubiera encontrado la respuesta a una pregunta que nunca había sido capaz de formular)
Curioseando por internet descubro un blog de esos que me entusiasman al primer vistazo: sardinas con chocolate. Uno de sus posts recoge un párrafo del libro A Mathematician's Apology del matemático inglés GH Hardy que me ha dejado impresionado:
Algún egoismo de este tipo es inevitable y no pienso que realmente necesite disculpa. El trabajo bien hecho no es obra de personas "humildes". (...) Una persona que se pregunta continuamente "¿merece la pena lo que hago?" y "¿soy la persona adecuada para hacerlo?" será siempre ineficaz para sí y desmotivadora para los demás. debe cerrar un poco los ojos a la realidad y valorarse a sí mismo y a su asignatura un poco más de lo que merecen. Esto no es demasiado difícil: más duro es no parecer rídiculo por cerrar completamente los ojos.
(Traducción: Jesús Fernández)
(De pronto me he sentido como si hubiera encontrado la respuesta a una pregunta que nunca había sido capaz de formular)
17 de out. de 2005
agujeros
Hoy comí en casa de mi amigo M. Al lado de su edificio, en el barrio de Casablanca -un nombre curioso-, se ha instalado desde hace un tiempo una iglesia evangelista que responde al nombre de "iglesia evangelista pentecostal" o algo por el estilo. Frente a su puerta se reúne, en las horas de culto, una curiosa mezcla de razas y nacionalidades. Resulta sorprendente el contraste entre las ropas "de fiesta" de los africanos y los europeos o los sudamericanos. Cada uno vestido a su manera y todos unidos por ese hilo inquietante que es el culto religioso.
Hoy, a eso de las cinco, delante de la puerta, había una aglomeración diferente a las que veo habitualmente. Una pequeña muchedumbre algo crispada se arremolinaba frente a un chico que pedía, por este orden, silencio, calma y paciencia. M me dijo, "hoy es el día en que reparten comida". Me fijé discretamente: nada de ropas de fiesta, nada de gente charlando amigablemente, nada de gestos amables y conversaciones distendidas. La gente que estaba allí se estaba jugando un número para tener comida durante la semana. También la mezcla de razas era llamativa: asiáticos, africanos, europeos y sudamericanos. Una especie de ONU microscópica donde sólo faltaban los pobres locales. Una cosa un poco extraña.
Recordé un artículo en algún periódico de este fin de semana sobre la introducción de las sectas evangelistas ultraconservadoras en América Latina y su penetración fulgurante en el territorio apoyados por las generosas subvenciones de la CIA y, sobre todo, por la inmensa necesidad de una población que, sometida a la presión brutal de la miseria, abraza a cualquiera que le ayude a sacar la cabeza mínimamente del pozo (como haría cualquiera de nosotros, por otra parte). Allí donde el Estado no acude para tirar hacia arriba de aquellos que se juegan la supervivencia cada día, aparece un agujero que se agranda con el paso del tiempo. Allí donde las identidades personales son sometidas a las tensiones brutales de la pobreza, el hambre o la marginación absoluta, aparecen las identidades colectivas de tipo religioso o étnico para ofrecer un abrigo. Y este fenómeno, un síntoma de esa enfermedad más grave que lleva a miles de centroafricanos a jugarse la vida intentando pasar las fronteras de Ceuta o Melilla, es altamente preocupante, porque pone en evidencia las grietas de nuestro sistema de bienestar y agranda su tamaño cada día que una persona en apuros es socorrida por una congregación religiosa en vez de por el sistema de protección del Estado.
En el libro "El respeto" de Richard Sennet se habla de este tema y se ofrece un diagnóstico que pone los pelos de punta: no basta con ayudas materiales puntuales. La clave para salir de la pobreza es ofrecer un sistema de relaciones, una red social que evite las caídas en el abismo de la miseria y la marginación. Y el fallo del sistema de protección social occidental es que, si bien actúa con alguna eficacia para cubrir necesidades materiales mínimas y puntuales, no va más allá. Las iglesias evangélicas, o musulmanas, o católicas ofrecen esa red, ese abrigo, esa protección total a cambio de entregarse a la causa. Y cada vez que una persona de las que malviven a nuesto alrededor se tira de cabeza en brazos del predicador o el iman de turno, sabemos que en el seno de nuestra sociedad, en el interior de nuestro sistema de valores y libertades que suponemos firme y sólido, se está abriendo un agujero cuyo tamaño va aumentando exponencialmente con el paso del tiempo.
Dice en un comentario al post anterior mi amiga C, a propósito de un tema algo diferente: "hay que hacer algo". Yo creo además que hay que hacerlo ya y en varios frentes a la vez.
Hoy comí en casa de mi amigo M. Al lado de su edificio, en el barrio de Casablanca -un nombre curioso-, se ha instalado desde hace un tiempo una iglesia evangelista que responde al nombre de "iglesia evangelista pentecostal" o algo por el estilo. Frente a su puerta se reúne, en las horas de culto, una curiosa mezcla de razas y nacionalidades. Resulta sorprendente el contraste entre las ropas "de fiesta" de los africanos y los europeos o los sudamericanos. Cada uno vestido a su manera y todos unidos por ese hilo inquietante que es el culto religioso.
Hoy, a eso de las cinco, delante de la puerta, había una aglomeración diferente a las que veo habitualmente. Una pequeña muchedumbre algo crispada se arremolinaba frente a un chico que pedía, por este orden, silencio, calma y paciencia. M me dijo, "hoy es el día en que reparten comida". Me fijé discretamente: nada de ropas de fiesta, nada de gente charlando amigablemente, nada de gestos amables y conversaciones distendidas. La gente que estaba allí se estaba jugando un número para tener comida durante la semana. También la mezcla de razas era llamativa: asiáticos, africanos, europeos y sudamericanos. Una especie de ONU microscópica donde sólo faltaban los pobres locales. Una cosa un poco extraña.
Recordé un artículo en algún periódico de este fin de semana sobre la introducción de las sectas evangelistas ultraconservadoras en América Latina y su penetración fulgurante en el territorio apoyados por las generosas subvenciones de la CIA y, sobre todo, por la inmensa necesidad de una población que, sometida a la presión brutal de la miseria, abraza a cualquiera que le ayude a sacar la cabeza mínimamente del pozo (como haría cualquiera de nosotros, por otra parte). Allí donde el Estado no acude para tirar hacia arriba de aquellos que se juegan la supervivencia cada día, aparece un agujero que se agranda con el paso del tiempo. Allí donde las identidades personales son sometidas a las tensiones brutales de la pobreza, el hambre o la marginación absoluta, aparecen las identidades colectivas de tipo religioso o étnico para ofrecer un abrigo. Y este fenómeno, un síntoma de esa enfermedad más grave que lleva a miles de centroafricanos a jugarse la vida intentando pasar las fronteras de Ceuta o Melilla, es altamente preocupante, porque pone en evidencia las grietas de nuestro sistema de bienestar y agranda su tamaño cada día que una persona en apuros es socorrida por una congregación religiosa en vez de por el sistema de protección del Estado.
En el libro "El respeto" de Richard Sennet se habla de este tema y se ofrece un diagnóstico que pone los pelos de punta: no basta con ayudas materiales puntuales. La clave para salir de la pobreza es ofrecer un sistema de relaciones, una red social que evite las caídas en el abismo de la miseria y la marginación. Y el fallo del sistema de protección social occidental es que, si bien actúa con alguna eficacia para cubrir necesidades materiales mínimas y puntuales, no va más allá. Las iglesias evangélicas, o musulmanas, o católicas ofrecen esa red, ese abrigo, esa protección total a cambio de entregarse a la causa. Y cada vez que una persona de las que malviven a nuesto alrededor se tira de cabeza en brazos del predicador o el iman de turno, sabemos que en el seno de nuestra sociedad, en el interior de nuestro sistema de valores y libertades que suponemos firme y sólido, se está abriendo un agujero cuyo tamaño va aumentando exponencialmente con el paso del tiempo.
Dice en un comentario al post anterior mi amiga C, a propósito de un tema algo diferente: "hay que hacer algo". Yo creo además que hay que hacerlo ya y en varios frentes a la vez.
15 de out. de 2005
la ciudad más deprimente del mundo
Hace ya décadas que los sucesivos alcaldes de la ciudad en donde vivo (Vigo, provincia de Pontevedra) compiten de forma alocada para ocupar al menos un par de páginas en la "historia universal de la aberración urbanística", o, cuando menos en la "historia universal del kitsch urbano". Vean algunas perlas, para que no crean que exagero:
Está claro que el gusto por los horrores es parecido en todos los partidos políticos y no respeta ideologías. Sin embargo, la última actuación municipal ha supuesto el nada despreciable hecho de superar con creces todas las intervenciones anteriores: una estatua de julio verne sentado sobre cuatro tentáculos -más bien parece el malvadísimo doctor octopus que le hace la vida imposible al pobre spiderman- que será colocada en la entrada al náutico:
Ay.
[Todas las fotos que aparecen aquí están tomadas de vigo en fotos, documentada web que, en diez mil fotografías, da una idea del espanto urbanístico y estético que es esta ciudad.]
Hace ya décadas que los sucesivos alcaldes de la ciudad en donde vivo (Vigo, provincia de Pontevedra) compiten de forma alocada para ocupar al menos un par de páginas en la "historia universal de la aberración urbanística", o, cuando menos en la "historia universal del kitsch urbano". Vean algunas perlas, para que no crean que exagero:
Está claro que el gusto por los horrores es parecido en todos los partidos políticos y no respeta ideologías. Sin embargo, la última actuación municipal ha supuesto el nada despreciable hecho de superar con creces todas las intervenciones anteriores: una estatua de julio verne sentado sobre cuatro tentáculos -más bien parece el malvadísimo doctor octopus que le hace la vida imposible al pobre spiderman- que será colocada en la entrada al náutico:
Ay.
[Todas las fotos que aparecen aquí están tomadas de vigo en fotos, documentada web que, en diez mil fotografías, da una idea del espanto urbanístico y estético que es esta ciudad.]
14 de out. de 2005
13 de out. de 2005
(un post al estilo contra)
el profesor gilipollas
Juzga a sus alumnos.
Llama instinto a todo lo que hace o dice sin pararse a pensarlo un minuto.
Llama experiencia a sus prejuicios.
Cree haber visto, sino todo, sí bastante en su profesión.
Se cree muy listo.
Tiene una visión entre paternalista y mesiánica de su ridículo trabajo.
Cuando reconoce todo lo anterior quiere que se lo trague la tierra.
Pero luego vuelve a empezar.
Subestima las posibilidades que tiene un adolescente de ser todo lo que él no ha sido.
Cree que puede ponerse a salvo de las personas con las que trata a base de practicar una ironía patética.
Cree que la enseñanza es el arte de la planificación, pero practica continuamente la ciencia de la improvisación.
Escribe en un blog para no olvidar lo que debe dejar de ser.
Sabe que no podrá cambiar.
el profesor gilipollas
Juzga a sus alumnos.
Llama instinto a todo lo que hace o dice sin pararse a pensarlo un minuto.
Llama experiencia a sus prejuicios.
Cree haber visto, sino todo, sí bastante en su profesión.
Se cree muy listo.
Tiene una visión entre paternalista y mesiánica de su ridículo trabajo.
Cuando reconoce todo lo anterior quiere que se lo trague la tierra.
Pero luego vuelve a empezar.
Subestima las posibilidades que tiene un adolescente de ser todo lo que él no ha sido.
Cree que puede ponerse a salvo de las personas con las que trata a base de practicar una ironía patética.
Cree que la enseñanza es el arte de la planificación, pero practica continuamente la ciencia de la improvisación.
Escribe en un blog para no olvidar lo que debe dejar de ser.
Sabe que no podrá cambiar.
11 de out. de 2005
zambúllete en busca de sueños
pues de lo contrario una consigna puede derribarte
(los árboles son sus raíces
y el viento es viento)
confía en tu corazón
si se incendian los mares
(y vive por amor
aunque las estrellas caminen de espaldas)
honra el pasado
pero saluda al futuro
(y sacúdete la muerte
bailando en esta unión nupcial)
no te inquiete un mundo
con sus héroes y villanos
(pues a dios le gustan las chicas
el mañana y la tierra)
(e. e. cummings 60, extraído de 95 poemas en Buffalo Bill ha muerto)
[Se me ocurrió poner este poema mientras buscaba el verso exacto que puse ayer. Aún no sé muy bien qué me ha movido a ello. O sí.]
(la edad me vuelve, por este orden, a) sentimental y b) torpe)
10 de out. de 2005
una frase
Con toda esta historia del Estatuto de Cataluña he intentado hacer un post diciendo lo que pienso. Era todo tan tópico y previsible que lo he borrado. Tras leer el post que Boris Matijas dedica a la cuestión, recordé un verso -algo duro- de e. e. cummings que me parece de lo más adecuado para esta situación:
un político es un culo
en el que se ha sentado todo el mundo salvo un hombre
Con toda esta historia del Estatuto de Cataluña he intentado hacer un post diciendo lo que pienso. Era todo tan tópico y previsible que lo he borrado. Tras leer el post que Boris Matijas dedica a la cuestión, recordé un verso -algo duro- de e. e. cummings que me parece de lo más adecuado para esta situación:
un político es un culo
en el que se ha sentado todo el mundo salvo un hombre
unos cómics
Este fin de semana he estado en la estupenda tienda BD Banda Deseñada comprando unos tebeos y hablando un rato (unas horas) con sus responsables. De entre lo que llevé para casa, hay dos publicaciones que me han gustado especialmente:
El primero de los tebeos, a cargo de Hervé Bourhis y Rudy Spiessert (lo sé: imposible quedarse con esos nombres) recoge en clave de humor la historia de Guy, un respetado musicólogo especialista en jazz y en vinos caros que, en plena crisis vital -un matrimonio postizo, una hija adoptiva que lo odia, una vida centrada en la acumulación de discos de jazz a la que no encuentra sentido alguno-, se hace fan absoluto de Britney Spears persiguiéndola de concierto en concierto con la intención de conseguir hablar con ella. Lo que podría ser una sátira muy ácida de una cierta forma de entender la vida en la que los gustos propios son un pedestal inamovible desde el que establecer juicios definitivos sobre la especie humana, se queda en una parodia tirando a blanda -con final feliz incluido- con momentos divertidos y otros algo más amargos que resulta agradable de leer, pero que deja la sensación de haber frenado las intenciones iniciales de los autores. Hay un par de viñetas que me han parecido muy simpáticas:
El segundo de los cómics es el número dos de la serie de Hiram Lowatt & Plácido, a cargo de los magníficos David B y Christophe Blain, ambientada en un nebuloso e imaginario oeste americano de finales del siglo XIX. Si el primer número era una especie de fantasía amable en la que los objetos se rebelaban contra los colonos apoyando una revuelta india, este segundo presenta un giro imprevisto en el que la geografía brutal de los territorios conquistados convierte a sus nuevos y "civilizados" habitantes en unos seres terribles. Metáfora crudísima de cualquier proceso de colonización, el tebeo toma unos tintes oscuros -gráfica y narrativamente- que, de forma progresiva, convierten la inicial historia de "aventuras en el oeste" en otra cosa, intensa, violenta, salvaje y demoledora. El propio personaje protagonista, el civilizado investigador y biológo Hiram Lowatt, se convierte en una fiera desatada mientras su acompañante indio -Plácido- asiste a todo ello imperturbable, observando la terrible transformación de su compañero en una espiral que recuerda inevitablemente a el corazón de las tinieblas. Una sorpresa extraordinaria.
Este fin de semana he estado en la estupenda tienda BD Banda Deseñada comprando unos tebeos y hablando un rato (unas horas) con sus responsables. De entre lo que llevé para casa, hay dos publicaciones que me han gustado especialmente:
El primero de los tebeos, a cargo de Hervé Bourhis y Rudy Spiessert (lo sé: imposible quedarse con esos nombres) recoge en clave de humor la historia de Guy, un respetado musicólogo especialista en jazz y en vinos caros que, en plena crisis vital -un matrimonio postizo, una hija adoptiva que lo odia, una vida centrada en la acumulación de discos de jazz a la que no encuentra sentido alguno-, se hace fan absoluto de Britney Spears persiguiéndola de concierto en concierto con la intención de conseguir hablar con ella. Lo que podría ser una sátira muy ácida de una cierta forma de entender la vida en la que los gustos propios son un pedestal inamovible desde el que establecer juicios definitivos sobre la especie humana, se queda en una parodia tirando a blanda -con final feliz incluido- con momentos divertidos y otros algo más amargos que resulta agradable de leer, pero que deja la sensación de haber frenado las intenciones iniciales de los autores. Hay un par de viñetas que me han parecido muy simpáticas:
El segundo de los cómics es el número dos de la serie de Hiram Lowatt & Plácido, a cargo de los magníficos David B y Christophe Blain, ambientada en un nebuloso e imaginario oeste americano de finales del siglo XIX. Si el primer número era una especie de fantasía amable en la que los objetos se rebelaban contra los colonos apoyando una revuelta india, este segundo presenta un giro imprevisto en el que la geografía brutal de los territorios conquistados convierte a sus nuevos y "civilizados" habitantes en unos seres terribles. Metáfora crudísima de cualquier proceso de colonización, el tebeo toma unos tintes oscuros -gráfica y narrativamente- que, de forma progresiva, convierten la inicial historia de "aventuras en el oeste" en otra cosa, intensa, violenta, salvaje y demoledora. El propio personaje protagonista, el civilizado investigador y biológo Hiram Lowatt, se convierte en una fiera desatada mientras su acompañante indio -Plácido- asiste a todo ello imperturbable, observando la terrible transformación de su compañero en una espiral que recuerda inevitablemente a el corazón de las tinieblas. Una sorpresa extraordinaria.
9 de out. de 2005
otra vida
Hoy por la tarde he estado en A Coruña -en medio de un considerable bochorno que ya acompañaba desde Vigo- ayudando en la mudanza de piso a mi cuñado, estudiante de Arquitectura en la ciudad de Paco Vázquez. Cambiaba su piso de/por/para estudiantes por otro piso de/por/para estudiantes. No llegué a conocer el primero pero sí pude echarle un ojo a este segundo. Al entrar en él me sentí como transportado a otra época, aquella en la cual una habitación de 8 metros cuadrados con un cacho de madera soportado por dos tableros se denominaba "mesa de trabajo", un somier destrozado con un colchón con los muelles en proceso de descomposición se conocía como "cama", y una mesilla de acabados plasticosos y una estantería que se caía por su propio peso podían publicitarse como "con todas las comodidades". Miré de reojo las otras habitaciones, el salón, la cocina. Nunca me había sentido tan a gusto viendo tan lejanos algunos de mis años de estudiante en Santiago (hubo otros, ya con A. por el medio en el que "piso de estudiantes" no era un eufemismo de "cuchitril en proceso de demolición"). Todo ese movimiento de cajas, apuntes, bolsas de ropa y otros objetos inclasificables, me hizo sentir -extrañamente- afortunado por haber dejado atrás esos años, esa vida, aquella forma de ver el mundo, las cosas y las personas, entre la ingenuidad y la soberbia del imbécil, entre la necesidad de querer transformarse en otra persona y la ansiedad permanente por no conseguir serlo. Entre ir a algún sitio y quedarse parado para siempre.
Al volver a Vigo, fui, raro en mí, bastante deprisa por la autopista. Creo que no estaba huyendo de nada en concreto, pero tampoco podría asegurarlo.
Hoy por la tarde he estado en A Coruña -en medio de un considerable bochorno que ya acompañaba desde Vigo- ayudando en la mudanza de piso a mi cuñado, estudiante de Arquitectura en la ciudad de Paco Vázquez. Cambiaba su piso de/por/para estudiantes por otro piso de/por/para estudiantes. No llegué a conocer el primero pero sí pude echarle un ojo a este segundo. Al entrar en él me sentí como transportado a otra época, aquella en la cual una habitación de 8 metros cuadrados con un cacho de madera soportado por dos tableros se denominaba "mesa de trabajo", un somier destrozado con un colchón con los muelles en proceso de descomposición se conocía como "cama", y una mesilla de acabados plasticosos y una estantería que se caía por su propio peso podían publicitarse como "con todas las comodidades". Miré de reojo las otras habitaciones, el salón, la cocina. Nunca me había sentido tan a gusto viendo tan lejanos algunos de mis años de estudiante en Santiago (hubo otros, ya con A. por el medio en el que "piso de estudiantes" no era un eufemismo de "cuchitril en proceso de demolición"). Todo ese movimiento de cajas, apuntes, bolsas de ropa y otros objetos inclasificables, me hizo sentir -extrañamente- afortunado por haber dejado atrás esos años, esa vida, aquella forma de ver el mundo, las cosas y las personas, entre la ingenuidad y la soberbia del imbécil, entre la necesidad de querer transformarse en otra persona y la ansiedad permanente por no conseguir serlo. Entre ir a algún sitio y quedarse parado para siempre.
Al volver a Vigo, fui, raro en mí, bastante deprisa por la autopista. Creo que no estaba huyendo de nada en concreto, pero tampoco podría asegurarlo.
6 de out. de 2005
david sedaris, un vestido de domingo
Hace un par de días comencé a leer este libro con cierto escepticismo (una unanimidad sospechosa con respecto a su calidad en varios medios diametralmente opuestos). La opinión de mi librera de guardia me quitó las dudas: "léelo: ya". Y la verdad es que de momento no tengo queja. El retrato más corrosivo y despiadado que he leído en bastante tiempo sobre la típica familia de clase media americana ligeramente disfuncional, desde la óptica de un adolescente gordito, homosexual, lúcido, cabroncete y consciente de las múltiples rarezas de su familia y de la atrofiada vida en sociedad que emana desde los suburbios norteamericanos donde residen sus alienadas clases medias (ojo, igual de alienadas que las del resto del planeta, y en ese lote me incluyo).
Se lee con esa sonrisa de medio lado que produce la crueldad inteligente, esa que saca a la luz el lado malo de las personas y retrata con brillantez todos esos rasgos que creemos exclusivos de los otros pero que forman parte indisoluble de nuestras propias personalidades: la estupidez, la mezquindad, el egoísmo, el miedo a parecer diferente, la necesidad de adaptarse al ambiente para sobrevivir y la tendencia a ensañarse con los débiles, a ser servil con los poderosos y a no pensar en otra cosa que en uno mismo.
[Tras hablar de comprar un casa en la playa, el protagonista -el propio Sedaris-, al ver la alegría de sus padres hace estas reflexiones]
Se le acercó por detrás y le pellizcó el culo. Ella se rió y le pegó con una toalla, y los demás presenciamos lo que más tarde aprenderíamos a reconocer como el poder rejuvenecedor de las compras inmobiliarias. Es el recurso del que echan mano las parejas afortunadas cuando su vida sexual se ha esfumado y son demasiado compasivos para tener una aventura. Un segundo coche acerca a la gente durante un par de semanas, pero un segundo hogar puede revitalizar un matrimonio durante nueve meses a partir de la firma de la escritura.
[A propósito de unos vecinos que no tenían televisión]
Decir que no creías en la televisión no era lo mismo que decir que te importaba un bledo. Esa creencia implicaba que detrás de la televisión se ocultaba un plan maestro al que te oponías. También sugería que pensabas demasiado. Cuando mi madre transmitió que el señor Tomkey no creía en la televisión, mi padre dijo: "Vale, pues qué bien. Por lo que sé, tampoco yo."
-Esa es exactamente mi opinión- dijo mi madre, y luego ambos se tragaron las noticias y todo lo que echaron después.
Hace un par de días comencé a leer este libro con cierto escepticismo (una unanimidad sospechosa con respecto a su calidad en varios medios diametralmente opuestos). La opinión de mi librera de guardia me quitó las dudas: "léelo: ya". Y la verdad es que de momento no tengo queja. El retrato más corrosivo y despiadado que he leído en bastante tiempo sobre la típica familia de clase media americana ligeramente disfuncional, desde la óptica de un adolescente gordito, homosexual, lúcido, cabroncete y consciente de las múltiples rarezas de su familia y de la atrofiada vida en sociedad que emana desde los suburbios norteamericanos donde residen sus alienadas clases medias (ojo, igual de alienadas que las del resto del planeta, y en ese lote me incluyo).
Se lee con esa sonrisa de medio lado que produce la crueldad inteligente, esa que saca a la luz el lado malo de las personas y retrata con brillantez todos esos rasgos que creemos exclusivos de los otros pero que forman parte indisoluble de nuestras propias personalidades: la estupidez, la mezquindad, el egoísmo, el miedo a parecer diferente, la necesidad de adaptarse al ambiente para sobrevivir y la tendencia a ensañarse con los débiles, a ser servil con los poderosos y a no pensar en otra cosa que en uno mismo.
[Tras hablar de comprar un casa en la playa, el protagonista -el propio Sedaris-, al ver la alegría de sus padres hace estas reflexiones]
Se le acercó por detrás y le pellizcó el culo. Ella se rió y le pegó con una toalla, y los demás presenciamos lo que más tarde aprenderíamos a reconocer como el poder rejuvenecedor de las compras inmobiliarias. Es el recurso del que echan mano las parejas afortunadas cuando su vida sexual se ha esfumado y son demasiado compasivos para tener una aventura. Un segundo coche acerca a la gente durante un par de semanas, pero un segundo hogar puede revitalizar un matrimonio durante nueve meses a partir de la firma de la escritura.
[A propósito de unos vecinos que no tenían televisión]
Decir que no creías en la televisión no era lo mismo que decir que te importaba un bledo. Esa creencia implicaba que detrás de la televisión se ocultaba un plan maestro al que te oponías. También sugería que pensabas demasiado. Cuando mi madre transmitió que el señor Tomkey no creía en la televisión, mi padre dijo: "Vale, pues qué bien. Por lo que sé, tampoco yo."
-Esa es exactamente mi opinión- dijo mi madre, y luego ambos se tragaron las noticias y todo lo que echaron después.
el planetario portátil
Este verano, gracias al padre de un alumno, una entidad bancaria ofreció al colegio la posibilidad de instalar durante una semana en el centro un planetario portátil. El acuerdo, tomado en Agosto, se traspapeló y el planetario, para sorpresa de casi todo el mundo apareció instalado por las buenas en el gimnasio el pasado martes. Se trata de una especie de iglú hinchable -una semiesfera, vamos- de unos 3 metros de altura por 4 de diámetro que gracias a un motor se va llenando de aire al ritmo que uno elija. En su interior un juego de dos semiesferas sobre cuya superficie se han perforado las principales constelaciones, los planetas y la luna, al desplazarse imita el movimiento de rotación de la Tierra pudiendo observarse el aspecto de una noche estrellada cualquier día del año en cualquier lugar del hemisferio Norte del planeta.
Sobre el papel, todo muy hermoso. Sin embargo, al examinar detenidamente el artefacto encontramos que los juegos de espejos que sirven para situar los planetas sobre la bóveda estaban bastante estropeados, con la consecuencia de que, con el giro de la tierra, éstos variaban repentinamente su posición, por no hablar del desastre que se originaba al ajustar las fases de la Luna o el propio Sol, el más perjudicado de los elementos. Trabajando un poco a contrarreloj conseguimos hacer un pequeño guión para que al menos los alumnos de primaria pudieran disfrutar un poco del invento. A mí me tocaron hoy dos grupos de sexto. Tras una breve introducción teórica y con la ayuda de un planisferio y unas fotocopias tamaño gigante procedimos a situar la Estrella Polar, la Osa Mayor, la Menor, Casiopea, el Águila, el Cisne y la Lira. Tras este proceso y tras algunas explicaciones más (unos veinte minutos todo), pusimos el dispositivo a girar (la equivalencia aproximada era: 1 minuto en el planetario corresponde a una hora en la realidad) para contemplar el movimiento aparente de las estrellas alrededor de la Polar. Durante esta parte, con Michael Nyman ("wonderland") como fondo musical (también me llevé un cd de Hauschka "substantial" y otro de Max Richter "horizon variations" que al final no me atreví a poner), pude escuchar durante casi tres minutos algunos comentarios de asombro auténtico y algunas palabras de desprecio o aburrimiento en medio de un respetuoso silencio que, esto sí, fue lo que me convenció de que realmente la actividad mereció la pena. La fascinación por la naturaleza, en el fondo, es una pura fascinación por la condición del hombre y su lugar en el mundo.
[Aprovechando el tema coloco aquí un par de fotografías tomadas durante el eclipse del pasado día 3.]
Este verano, gracias al padre de un alumno, una entidad bancaria ofreció al colegio la posibilidad de instalar durante una semana en el centro un planetario portátil. El acuerdo, tomado en Agosto, se traspapeló y el planetario, para sorpresa de casi todo el mundo apareció instalado por las buenas en el gimnasio el pasado martes. Se trata de una especie de iglú hinchable -una semiesfera, vamos- de unos 3 metros de altura por 4 de diámetro que gracias a un motor se va llenando de aire al ritmo que uno elija. En su interior un juego de dos semiesferas sobre cuya superficie se han perforado las principales constelaciones, los planetas y la luna, al desplazarse imita el movimiento de rotación de la Tierra pudiendo observarse el aspecto de una noche estrellada cualquier día del año en cualquier lugar del hemisferio Norte del planeta.
Sobre el papel, todo muy hermoso. Sin embargo, al examinar detenidamente el artefacto encontramos que los juegos de espejos que sirven para situar los planetas sobre la bóveda estaban bastante estropeados, con la consecuencia de que, con el giro de la tierra, éstos variaban repentinamente su posición, por no hablar del desastre que se originaba al ajustar las fases de la Luna o el propio Sol, el más perjudicado de los elementos. Trabajando un poco a contrarreloj conseguimos hacer un pequeño guión para que al menos los alumnos de primaria pudieran disfrutar un poco del invento. A mí me tocaron hoy dos grupos de sexto. Tras una breve introducción teórica y con la ayuda de un planisferio y unas fotocopias tamaño gigante procedimos a situar la Estrella Polar, la Osa Mayor, la Menor, Casiopea, el Águila, el Cisne y la Lira. Tras este proceso y tras algunas explicaciones más (unos veinte minutos todo), pusimos el dispositivo a girar (la equivalencia aproximada era: 1 minuto en el planetario corresponde a una hora en la realidad) para contemplar el movimiento aparente de las estrellas alrededor de la Polar. Durante esta parte, con Michael Nyman ("wonderland") como fondo musical (también me llevé un cd de Hauschka "substantial" y otro de Max Richter "horizon variations" que al final no me atreví a poner), pude escuchar durante casi tres minutos algunos comentarios de asombro auténtico y algunas palabras de desprecio o aburrimiento en medio de un respetuoso silencio que, esto sí, fue lo que me convenció de que realmente la actividad mereció la pena. La fascinación por la naturaleza, en el fondo, es una pura fascinación por la condición del hombre y su lugar en el mundo.
[Aprovechando el tema coloco aquí un par de fotografías tomadas durante el eclipse del pasado día 3.]
3 de out. de 2005
un apunte idiota sobre el eclipse
Hoy por la mañana, en el patio del colegio, con el cielo completamente despejado y salpicado a ratos por la estela de algún avión que despegaba del aeropuerto, un bullicioso enjambre de niños y adultos observamos -con la preceptiva protección de gafas de soldador del 14 o filtros solares homologados- como el disco lunar se interponía entre la tierra y el sol, consiguiendo el efecto mágico de teñir de gris la luz brillante de las once de la mañana y rebajar en unos cuantos grados la temperatura del patio.
Sumergido en un barullo a la vez mezcla de excitación y reverencia, observando los discos multiplicados del sol y la luna entre las sombras de las hojas de los árboles, atento a toda aquella marabunta emocionada, me vino a la cabeza una frase que he oído recientemente en un anuncio televisivo (ni siquiera recuerdo de qué): lalibertad felicidad sabe a chocolate.
Tras el alejamiento definitivo de la luna, mientras todo el mundo volvía a sus aulas a continuar con la rutina escolar, fui consciente del sabor de boca que me dejó la experiencia.
Hoy por la mañana, en el patio del colegio, con el cielo completamente despejado y salpicado a ratos por la estela de algún avión que despegaba del aeropuerto, un bullicioso enjambre de niños y adultos observamos -con la preceptiva protección de gafas de soldador del 14 o filtros solares homologados- como el disco lunar se interponía entre la tierra y el sol, consiguiendo el efecto mágico de teñir de gris la luz brillante de las once de la mañana y rebajar en unos cuantos grados la temperatura del patio.
Sumergido en un barullo a la vez mezcla de excitación y reverencia, observando los discos multiplicados del sol y la luna entre las sombras de las hojas de los árboles, atento a toda aquella marabunta emocionada, me vino a la cabeza una frase que he oído recientemente en un anuncio televisivo (ni siquiera recuerdo de qué): la
Tras el alejamiento definitivo de la luna, mientras todo el mundo volvía a sus aulas a continuar con la rutina escolar, fui consciente del sabor de boca que me dejó la experiencia.
29 de set. de 2005
papeles para messi
El jugador de fútbol del F.C. Barcelona Lionel Messi ha jurado la constitución española, con lo cual, tras una estancia de dos meses en nuestro país ya tiene la nacionalidad y con ello tiene derecho a acceder al papeleo que hay oculto tras esa punta del iceberg burocrática que conocemos como "una persona normal": Messi puede tener contratos de trabajo, puede pagar sus impuestos, puede ir a la seguridad social si se pone enfermo, puede sacar un pasaporte español con el que viajar por todo el planeta, puede moverse por Europa sin problemas, si lo echan del Barça tendrá derecho a cobrar el seguro de desempleo, puede alquilar un piso legalmente, solicitar una hipoteca, un crédito personal, pedir la tarjete de cliente de Carrefour, apuntarse a los cursos de formación laboral que ofertan los sindicatos, presentar denuncias, votar, etc, etc.
Curiosamente en el país de hoy, en una carta al director, otro argentino afincado en España -Enrique Martínez- desde hace tres años se lamenta de que a él, tras haber solicitado los papeles hace dos años, todavía no le hayan concedido la nacionalidad. De lo mismo habla Boris Matijas en su blog. Mientras, en las afueras de Ceuta y Melilla, cientos de subsaharianos tienden escaleras destartaladas para saltar la valla que separa su infierno de un "algo mejor para vivir". Algunos se rompen los huesos y otros mueren -o son asesinados- en el intento. En la forma de tratar el "asalto" a la sociedad del bienestar que están llevando a cabo estos subsaharianos, y en las maneras de la administración que hace distinciones entre futbolistas y otras personas como Boris o Enrique podemos intuir parte del futuro que se nos viene encima: los occidentales privilegiados asistiendo con la boca abierta y los ojos mirando para otro lado a la sangría humana que sufren los países empobrecidos, mientras los emigrantes no-famosos se dejan la piel en el camino para trabajar en condiciones precarias y sin papeles en todas esas labores que ya no queremos hacer. Nociones como la dignidad o la solidaridad han desaparecido de nuestro mundo, y todos los que han nacido en el lugar equivocado o han sido volteados por la vida están casi completamente abandonados a su suerte.
Ayer en el mismo periódico, en un artículo de opinión de Moisés Naím leo:
Usted no es normal. Si está leyendo estas páginas , seguramente pertenece a la minoría de la humanidad que tiene un empleo estable, adecuado acceso a la seguridad social y que además disfruta de una considerable libertad política. Además, a diferencia de 860 millones de personas, usted sabe leer. Y gasta más de dos euros al día. El porcentaje de la población mundial que combina todos esos atributos es menos del 4% [240 millones de personas sobre 6.000 millones].
Ay.
(Una vez más, me viene a la cabeza un párrafo del libro el respeto: sobre la dignidad del hombre en un mundo de desigualdad de Richard Sennet. Posiblemente el libro al que más vueltas he dado en los últimos tiempos:
La "fatiga de la compasión" representa el agotamiento de nuestras simpatías ante realidades persistentemente dolorosas. Son tantas las exigencias que las víctimas de las torturas, las masas aniquiladas por la peste o la terrible escalada del Holocausto plantean a nuestras emociones, que finalmente dejamos de sentir. Como el fuego, la compasión se extingue.
[...]
La expresión "fatiga de la compasión" incita a formularse un interrogante tal vez más universal: ¿qué volumen de consideración es debida a los demás?
)
El jugador de fútbol del F.C. Barcelona Lionel Messi ha jurado la constitución española, con lo cual, tras una estancia de dos meses en nuestro país ya tiene la nacionalidad y con ello tiene derecho a acceder al papeleo que hay oculto tras esa punta del iceberg burocrática que conocemos como "una persona normal": Messi puede tener contratos de trabajo, puede pagar sus impuestos, puede ir a la seguridad social si se pone enfermo, puede sacar un pasaporte español con el que viajar por todo el planeta, puede moverse por Europa sin problemas, si lo echan del Barça tendrá derecho a cobrar el seguro de desempleo, puede alquilar un piso legalmente, solicitar una hipoteca, un crédito personal, pedir la tarjete de cliente de Carrefour, apuntarse a los cursos de formación laboral que ofertan los sindicatos, presentar denuncias, votar, etc, etc.
Curiosamente en el país de hoy, en una carta al director, otro argentino afincado en España -Enrique Martínez- desde hace tres años se lamenta de que a él, tras haber solicitado los papeles hace dos años, todavía no le hayan concedido la nacionalidad. De lo mismo habla Boris Matijas en su blog. Mientras, en las afueras de Ceuta y Melilla, cientos de subsaharianos tienden escaleras destartaladas para saltar la valla que separa su infierno de un "algo mejor para vivir". Algunos se rompen los huesos y otros mueren -o son asesinados- en el intento. En la forma de tratar el "asalto" a la sociedad del bienestar que están llevando a cabo estos subsaharianos, y en las maneras de la administración que hace distinciones entre futbolistas y otras personas como Boris o Enrique podemos intuir parte del futuro que se nos viene encima: los occidentales privilegiados asistiendo con la boca abierta y los ojos mirando para otro lado a la sangría humana que sufren los países empobrecidos, mientras los emigrantes no-famosos se dejan la piel en el camino para trabajar en condiciones precarias y sin papeles en todas esas labores que ya no queremos hacer. Nociones como la dignidad o la solidaridad han desaparecido de nuestro mundo, y todos los que han nacido en el lugar equivocado o han sido volteados por la vida están casi completamente abandonados a su suerte.
Ayer en el mismo periódico, en un artículo de opinión de Moisés Naím leo:
Usted no es normal. Si está leyendo estas páginas , seguramente pertenece a la minoría de la humanidad que tiene un empleo estable, adecuado acceso a la seguridad social y que además disfruta de una considerable libertad política. Además, a diferencia de 860 millones de personas, usted sabe leer. Y gasta más de dos euros al día. El porcentaje de la población mundial que combina todos esos atributos es menos del 4% [240 millones de personas sobre 6.000 millones].
Ay.
(Una vez más, me viene a la cabeza un párrafo del libro el respeto: sobre la dignidad del hombre en un mundo de desigualdad de Richard Sennet. Posiblemente el libro al que más vueltas he dado en los últimos tiempos:
La "fatiga de la compasión" representa el agotamiento de nuestras simpatías ante realidades persistentemente dolorosas. Son tantas las exigencias que las víctimas de las torturas, las masas aniquiladas por la peste o la terrible escalada del Holocausto plantean a nuestras emociones, que finalmente dejamos de sentir. Como el fuego, la compasión se extingue.
[...]
La expresión "fatiga de la compasión" incita a formularse un interrogante tal vez más universal: ¿qué volumen de consideración es debida a los demás?
)
27 de set. de 2005
de viaje por el norte
de viaje por el norte
Estos últimos cuatro días he hecho una pequeña excursión por la costa de Asturias. Me han encantado las ciudades y el paisaje. En Gijón he comprobado lo que es tener calidad de vida en una ciudad postindustrial: espacios verdes, plazas públicas, un casco viejo formado por viviendas de pescadores mantenido con dignidad, alguna escultura emblemática como "elogio del horizonte de Chillida", un interminable paseo a lo largo de una playa preciosa (6 km!!) en pleno centro, carriles bici, bicicletas para moverse gratuitamente por la ciudad simplemente sacándose una tarjeta municipal, una sólida red de equipamientos culturales (hasta vimos una exposición de la gallega María Ruido), un par de zonas discretas para las clases acomodadas, edificios racionalistas y modernistas perfectamente conservados, montones de sitios con buena pinta para comer o para salir, una zona portuaria que invita a ser paseada... me declaro desde ya mismo gijonés de adopción!!!
Estos últimos cuatro días he hecho una pequeña excursión por la costa de Asturias. Me han encantado las ciudades y el paisaje. En Gijón he comprobado lo que es tener calidad de vida en una ciudad postindustrial: espacios verdes, plazas públicas, un casco viejo formado por viviendas de pescadores mantenido con dignidad, alguna escultura emblemática como "elogio del horizonte de Chillida", un interminable paseo a lo largo de una playa preciosa (6 km!!) en pleno centro, carriles bici, bicicletas para moverse gratuitamente por la ciudad simplemente sacándose una tarjeta municipal, una sólida red de equipamientos culturales (hasta vimos una exposición de la gallega María Ruido), un par de zonas discretas para las clases acomodadas, edificios racionalistas y modernistas perfectamente conservados, montones de sitios con buena pinta para comer o para salir, una zona portuaria que invita a ser paseada... me declaro desde ya mismo gijonés de adopción!!!
[La sequía que venimos padeciendo estos meses ya se hace notar hasta en Asturias: el río Sella llega convertido en un pequeño arroyo a la localidad de Ribadesella. El río que desemboca en Luarca, -cuyo nombre no recuerdo- se para unos cien metros antes de la desembocadura convertido en apenas un hilo de agua.]
22 de set. de 2005
animación
Gracias a un amigo descubro los estudios de animación gobelins y blur. Los primeros son los autores del corto le building, visualmente un poco en la línea de les triplettes deParis Belleville, y los segundos, tras varias piezas breves multipremiadas han pasado a hacer los efectos especiales para videoclips diversos y secuencias de algunas películas que no conozco (supongo que habrán ido de cabeza al mercado de dvd sin pasar por el cine: aliens of the deep, deep rising o the bulletproof monk). Con sus cortos me he reído un montón, especialmente gracias a las aventuras de brog el cavernícola en in the roguh. Para verlos basta ir a la sección "animation" y entrar en "shorts".
Gracias a un amigo descubro los estudios de animación gobelins y blur. Los primeros son los autores del corto le building, visualmente un poco en la línea de les triplettes de
21 de set. de 2005
terror en el hipermercado
Haciendo la compra en el Carrefour. Una familia completa a mis espaldas, en la sección de frutería, mientras espero en la cola de la charcutería. Hablan alto. Me giro discretamente y veo a un niño de unos ocho-nueve años que conduce un minicarroo evidentemente sobrecargado, que se detiene y se pone a manosear la fruta y a jugar con unas manzanas. La madre le da un aviso para que pare y el niño no le hace ni caso. La madre se acerca algo más y le da un manotazo en el hombro mientras repite la orden. La caravana familiar se detiene y el niño se gira, eleva el dedo índice de la mano derecha y sentencia: "que sea la última vez que me tocas". La madre se queda clavada mirando para el inesperado discípulo de, pongamos, Zaplana -con cierto considerable sobrepeso- y sin saber que decir. Por detrás de ella, la figura espigada de una niña de unos trece años que le saca una cuarta a la madre, coge a ésta por el hombro, y, muy seria, le reprende: "no vuelvas a pegarle!". Suficiente para mí. Me giro. Al cabo de un par de minutos, por el rabillo del ojo veo la procesión volviendo en sentido contrario: en primer lugar, el niño, muy digno, empujando su minicarro rebosante de paquetes de colorines; a su lado, la hermana justiciera; en el medio del grupo, la madre, cabizbaja, y, cerrando, una -creo- hermana de unos veinte años con síntomas de anorexia y un padre con aspecto de haber desertado hace tiempo de algunas competencias de su cargo. En el contador electrónico de la charcutería los tres que esperamos podemos leer con toda claridad en letras rojas el pensamiento de la madre: "qué-he-hecho-mal".
Haciendo la compra en el Carrefour. Una familia completa a mis espaldas, en la sección de frutería, mientras espero en la cola de la charcutería. Hablan alto. Me giro discretamente y veo a un niño de unos ocho-nueve años que conduce un minicarroo evidentemente sobrecargado, que se detiene y se pone a manosear la fruta y a jugar con unas manzanas. La madre le da un aviso para que pare y el niño no le hace ni caso. La madre se acerca algo más y le da un manotazo en el hombro mientras repite la orden. La caravana familiar se detiene y el niño se gira, eleva el dedo índice de la mano derecha y sentencia: "que sea la última vez que me tocas". La madre se queda clavada mirando para el inesperado discípulo de, pongamos, Zaplana -con cierto considerable sobrepeso- y sin saber que decir. Por detrás de ella, la figura espigada de una niña de unos trece años que le saca una cuarta a la madre, coge a ésta por el hombro, y, muy seria, le reprende: "no vuelvas a pegarle!". Suficiente para mí. Me giro. Al cabo de un par de minutos, por el rabillo del ojo veo la procesión volviendo en sentido contrario: en primer lugar, el niño, muy digno, empujando su minicarro rebosante de paquetes de colorines; a su lado, la hermana justiciera; en el medio del grupo, la madre, cabizbaja, y, cerrando, una -creo- hermana de unos veinte años con síntomas de anorexia y un padre con aspecto de haber desertado hace tiempo de algunas competencias de su cargo. En el contador electrónico de la charcutería los tres que esperamos podemos leer con toda claridad en letras rojas el pensamiento de la madre: "qué-he-hecho-mal".
19 de set. de 2005
buenas intenciones
Para este comienzo de curso me gustaría hacer mías unas palabras del prólogo del libro "12 textos fundamentales de ética del siglo XX", en el que Carlos Gómez, hablando de Ernst Bloch y su socialismo utópico basado en la actividad del sujeto revolucionario, dice:
Cuando el deseo de superación de un presente no cumplido accede a la razón, se produce la esperanza; cuando la esperanza se conjuga con las posibilidades reales objetivas que atraviesan la realidad, florece la utopía. Utopía, así, no se identifica con la simple ensoñación, que construye castillos en el aire porque no soporta la realidad, sino que, en su sentido eminente, con aspiración a una vida lograda, en la que se expresa la dignidad de la andadura vertical y del paso erguido.
[...]
En estas condiciones, la esperanza no ha de entenderse como un simple afecto (con su correlato el temor) ni como una mera categoría, sino como un principio rector del pensamiento y de la acción del hombre, que puede y debe ser aprendido."
(Añado yo: y enseñado.)
Para este comienzo de curso me gustaría hacer mías unas palabras del prólogo del libro "12 textos fundamentales de ética del siglo XX", en el que Carlos Gómez, hablando de Ernst Bloch y su socialismo utópico basado en la actividad del sujeto revolucionario, dice:
Cuando el deseo de superación de un presente no cumplido accede a la razón, se produce la esperanza; cuando la esperanza se conjuga con las posibilidades reales objetivas que atraviesan la realidad, florece la utopía. Utopía, así, no se identifica con la simple ensoñación, que construye castillos en el aire porque no soporta la realidad, sino que, en su sentido eminente, con aspiración a una vida lograda, en la que se expresa la dignidad de la andadura vertical y del paso erguido.
[...]
En estas condiciones, la esperanza no ha de entenderse como un simple afecto (con su correlato el temor) ni como una mera categoría, sino como un principio rector del pensamiento y de la acción del hombre, que puede y debe ser aprendido."
(Añado yo: y enseñado.)
soy una persona, neng
Hoy comencé las clases, de nuevo: el eterno retorno de lo mismo. Después de dos semanas de reuniones frenéticas, por fin ha despegado la nave. Esperemos que el contacto a toda velocidad con la atmósfera adolescente no nos chamusque antes de tiempo. Algunos de los nuevos miran con inquietud el sitio en el que se han metido. Uno de ellos se apodera enseguida del espacio que lo rodea, coloniza sin problemas el territorio de todos y busca con rapidez los sitios seguros, las esquinas en las que no llega la mirada de los guardianes, nosotros, los profesores que saludamos a nuestros alumnos del año anterior, entre risas, como si fuéramos a ponernos a jugar a algo divertido en vez de a comenzar un duelo agotador de voluntades salpicado por un afecto que sólo se revela cuando la cinta transportadora del tiempo nos ha puesto a la distancia suficiente. Hablaba del nuevo. En tres minutos me hago un perfil mental sobre él. Sus gestos, cómo nos mira, cómo escudriña a su alrededor. Ay, la experiencia, que putada, chaval, que te he visto cinco minutos y ya sé de qué vas. Hablo con el jefe de estudios sobre él. Me confirma lo que ya intuyo . Viene a repetir 3º de ESO. En el insituto en el que estuvo le abrieron un expediente. Por vender costo en el colegio. A leguas. Pero siempre creen que no se nota. Que basta con poner cara de buen chico. Si fuera éso. Me viene a la cabeza la noticia de la patera que llamó la atención de la guardia civil costera gritando "qué pasa neeeng". Un columnista en algún periódico dice que ya puestos podrían haber gritado la otra frase del personaje de Buenafuente: "soy una persona, neeeeng". En algún momento, pasando lista en 3º C de la ESO, parándome un poco más de la cuenta en los ojos del nuevo, puedo leer su pensamiento con una claridad asombrosa: "soy una persona, neeeeng".
Viva.
Hoy comencé las clases, de nuevo: el eterno retorno de lo mismo. Después de dos semanas de reuniones frenéticas, por fin ha despegado la nave. Esperemos que el contacto a toda velocidad con la atmósfera adolescente no nos chamusque antes de tiempo. Algunos de los nuevos miran con inquietud el sitio en el que se han metido. Uno de ellos se apodera enseguida del espacio que lo rodea, coloniza sin problemas el territorio de todos y busca con rapidez los sitios seguros, las esquinas en las que no llega la mirada de los guardianes, nosotros, los profesores que saludamos a nuestros alumnos del año anterior, entre risas, como si fuéramos a ponernos a jugar a algo divertido en vez de a comenzar un duelo agotador de voluntades salpicado por un afecto que sólo se revela cuando la cinta transportadora del tiempo nos ha puesto a la distancia suficiente. Hablaba del nuevo. En tres minutos me hago un perfil mental sobre él. Sus gestos, cómo nos mira, cómo escudriña a su alrededor. Ay, la experiencia, que putada, chaval, que te he visto cinco minutos y ya sé de qué vas. Hablo con el jefe de estudios sobre él. Me confirma lo que ya intuyo . Viene a repetir 3º de ESO. En el insituto en el que estuvo le abrieron un expediente. Por vender costo en el colegio. A leguas. Pero siempre creen que no se nota. Que basta con poner cara de buen chico. Si fuera éso. Me viene a la cabeza la noticia de la patera que llamó la atención de la guardia civil costera gritando "qué pasa neeeng". Un columnista en algún periódico dice que ya puestos podrían haber gritado la otra frase del personaje de Buenafuente: "soy una persona, neeeeng". En algún momento, pasando lista en 3º C de la ESO, parándome un poco más de la cuenta en los ojos del nuevo, puedo leer su pensamiento con una claridad asombrosa: "soy una persona, neeeeng".
Viva.
2 de set. de 2005
el huracán y el horror
En página de uspolitics se puede encontrar un enlace a los vídeos de msnbc sobre la tragedia que ha convertido una ciudad de millón y medio de habitantes en un lugar fantasmal enterrado bajo las aguas. En uno de ellos (sólo explorer 6), un periodista (que tiene un nombre curioso: Tony Zumbado, o Zambado, que salen los dos apellidos), le cuenta a la conductora del informativo de la nbc con quien está hablando -a ratos al borde las lágrimas- el horror de las miles de personas que llevan cuatro días sin comida, sin agua, rodeadas de cadáveres, viendo morir y enfermar a la gente y ya últimamente aterrorizadas por las bandas armadas que se han adueñado de lo que queda de la ciudad, mientras repite inconsolable: "i´ll never never never have seen something like this".
Joder.
[Una anécdota extraña: en la misma página, la periodista Kathy Gill se pregunta cómo es posible que las quince mil personas que permanecen atrapadas en las inmediaciones del Centro de Convenciones de New Orleans tengan que solicitar un permiso a la policía para salir de esa zona cruzando un puente y acceder a la parte inundada de la ciudad, mientras los turistas tienen acceso libre a cualquier lugar al que quieran ir (!!!). ]
[Actualización: una televisión local de New Orleans, la WWLTV emite (¿en directo?) por Internet las imágenes aéreas de lo que queda de la ciudad.]
En página de uspolitics se puede encontrar un enlace a los vídeos de msnbc sobre la tragedia que ha convertido una ciudad de millón y medio de habitantes en un lugar fantasmal enterrado bajo las aguas. En uno de ellos (sólo explorer 6), un periodista (que tiene un nombre curioso: Tony Zumbado, o Zambado, que salen los dos apellidos), le cuenta a la conductora del informativo de la nbc con quien está hablando -a ratos al borde las lágrimas- el horror de las miles de personas que llevan cuatro días sin comida, sin agua, rodeadas de cadáveres, viendo morir y enfermar a la gente y ya últimamente aterrorizadas por las bandas armadas que se han adueñado de lo que queda de la ciudad, mientras repite inconsolable: "i´ll never never never have seen something like this".
Joder.
[Una anécdota extraña: en la misma página, la periodista Kathy Gill se pregunta cómo es posible que las quince mil personas que permanecen atrapadas en las inmediaciones del Centro de Convenciones de New Orleans tengan que solicitar un permiso a la policía para salir de esa zona cruzando un puente y acceder a la parte inundada de la ciudad, mientras los turistas tienen acceso libre a cualquier lugar al que quieran ir (!!!). ]
[Actualización: una televisión local de New Orleans, la WWLTV emite (¿en directo?) por Internet las imágenes aéreas de lo que queda de la ciudad.]
1 de set. de 2005
la vida de Boris
A través del blog de Magda descubro el de Boris, un chico serbocroata que durante la guerra de los Balcanes se vio obligado a dejar su Croacia natal para instalarse en Serbia (ya que como su padre es serbio, técnicamente eran serbios, aunque su madre era croata: de locos). En su último post cuenta su regreso a su ciudad natal después de muchos años de ausencia. Tras su lectura, me he quedado mudo.
De espanto.
A través del blog de Magda descubro el de Boris, un chico serbocroata que durante la guerra de los Balcanes se vio obligado a dejar su Croacia natal para instalarse en Serbia (ya que como su padre es serbio, técnicamente eran serbios, aunque su madre era croata: de locos). En su último post cuenta su regreso a su ciudad natal después de muchos años de ausencia. Tras su lectura, me he quedado mudo.
De espanto.
vuelta al cole
Hoy tuve un breve reencuentro con algunos de mis alumnos de 4º de ESO. Les tocaba el examen de Septiembre de Física y Matemáticas. El ambiente era un poco de "como nos vamos al instituto todos y no nos vamos a volver a ver, no nos cargarás, esperamos". En fin. Al acabar los exámenes, ya más tranquilos, hemos estado de charla un rato: nos hemos reído un poco, me han hablado de las academias a las que han ido durante el verano y alguno, con la boca pequeña, me ha reconocido que si hubiera estudiado un poco durante el curso no estaría ahora aquí. Lo típico. Hasta que una compañera me cogió por banda con esa cara que, sin decir palabra alguna, está expresando "agárrate": una alumna suya, de 2º de ESO (algo mayor -15- para dicho curso) no venía a hacer un examen porque tenía un juicio contra su ex-novio al que acusaba de malos tratos. Dicho elemento tenía una orden de alejamiento que incumplía sistemáticamente, por lo que no podía salir sola a la calle. Recordé que la chica era "famosa" entre el profesorado porque cuando era objeto de alguna bronca aprovechaba la primera ocasión para llamar por teléfono al elemento que enseguida se personaba en el colegio -sin llegar a entrar- como diciendo, eh, ojito conmigo. Espero que le caiga una buena al ex-novio, y que ésto no sea el preludio de un curso tormentoso (al anterior ya le llegó bastante en lo que se refiere a conductas totalmente desordenadas).
Hoy tuve un breve reencuentro con algunos de mis alumnos de 4º de ESO. Les tocaba el examen de Septiembre de Física y Matemáticas. El ambiente era un poco de "como nos vamos al instituto todos y no nos vamos a volver a ver, no nos cargarás, esperamos". En fin. Al acabar los exámenes, ya más tranquilos, hemos estado de charla un rato: nos hemos reído un poco, me han hablado de las academias a las que han ido durante el verano y alguno, con la boca pequeña, me ha reconocido que si hubiera estudiado un poco durante el curso no estaría ahora aquí. Lo típico. Hasta que una compañera me cogió por banda con esa cara que, sin decir palabra alguna, está expresando "agárrate": una alumna suya, de 2º de ESO (algo mayor -15- para dicho curso) no venía a hacer un examen porque tenía un juicio contra su ex-novio al que acusaba de malos tratos. Dicho elemento tenía una orden de alejamiento que incumplía sistemáticamente, por lo que no podía salir sola a la calle. Recordé que la chica era "famosa" entre el profesorado porque cuando era objeto de alguna bronca aprovechaba la primera ocasión para llamar por teléfono al elemento que enseguida se personaba en el colegio -sin llegar a entrar- como diciendo, eh, ojito conmigo. Espero que le caiga una buena al ex-novio, y que ésto no sea el preludio de un curso tormentoso (al anterior ya le llegó bastante en lo que se refiere a conductas totalmente desordenadas).
30 de ago. de 2005
pauline en la playa
El pasado domingo cogí en dvd "Pauline en la playa", de Eric Rohmer.
La película cuenta -recurriendo principalmente al uso de la cámara fija en tres o cuatro escenarios- el tramo final de las vacaciones de una quinceañera francesa -Pauline, una maravillosa Amande Langlet (cuento de verano; las enfermedades del doctor Sachs)- a quien sus padres dejan al cuidado de una prima mayor -Marion, la actriz Ariel Dombasle-, una mujer prototipo de lo que se entiende por estar buena y carecer al mismo tiempo de cualquier clase de atractivo.
Dos hombres concitan la atención de Marion: Pierre -Pascal Gregory-, un hiperceloso antiguo pretendiente suyo que a fuerza de insistirle acaba por sacarla de quicio, y Henri -el siempre inquietante Feodor Atkine- un donjuan ligeramente amoral al que Marion no le interesa demasiado, pero que no deja pasar la oportunidad de tirársela cuando ésta cree haber encontrado en él al amor de su vida. Los tres representan actitudes muy claras en sus reacciones ante el hecho amoroso o la atracción sexual, marcadas todas ellas por una suerte de egoísmo infantil y una falta considerable de escrúpulos para conseguir sus objetivos que hace que resulten abiertamente antipáticos y desagradables. Frente a ellos, la adolescente Pauline es la única que demuestra un poco de sensatez en su aventura veraniega con otro adolescente que conoce en la playa. Las trampas y las mentiras en las que se enredan su prima y sus dos pretendientes adultos contrastan con la actitud sincera, honesta y generosa de Pauline. La moraleja es clara: después de la adolescencia hay pocas probabilidades de tener relaciones sentimentales "limpias", a menos que uno sepa lo que quiere, y sea capaz de ser coherente con sus propios deseos y honesto en lo que se refiere a los de los demás. La escena más fuerte de la película, en la que Feodor Atkine besuquea de forma algo babosa la pierna de Pauline mientras esta duerme, es resuelta con una elegancia magistral por parte del director (no quiero ni pensar en que quedaría una escena semejante en manos de otro).
Me llamaron la atención un par de frases dentro de un guión magnífico en el que la adolescente y los adultos se nos presentan realmente como tales -y no meros estereotipos acartonados- principalmente a través de unos diálogos cuya principal virtud la frescura que desprenden. Al comienzo de la película, Marion y Pauline hablan de sus vacaciones. Marion le pregunta por qué no ha seguido de viaje con sus padres en vez de quedarse con ella: "mis padres son encantadores, pero nada divertidos". Al final, una frase de Drieu de la Rochelle martillea los títulos de crédito de forma lapidaria: "el que habla en exceso, se cava su propia tumba".
El pasado domingo cogí en dvd "Pauline en la playa", de Eric Rohmer.
La película cuenta -recurriendo principalmente al uso de la cámara fija en tres o cuatro escenarios- el tramo final de las vacaciones de una quinceañera francesa -Pauline, una maravillosa Amande Langlet (cuento de verano; las enfermedades del doctor Sachs)- a quien sus padres dejan al cuidado de una prima mayor -Marion, la actriz Ariel Dombasle-, una mujer prototipo de lo que se entiende por estar buena y carecer al mismo tiempo de cualquier clase de atractivo.
Dos hombres concitan la atención de Marion: Pierre -Pascal Gregory-, un hiperceloso antiguo pretendiente suyo que a fuerza de insistirle acaba por sacarla de quicio, y Henri -el siempre inquietante Feodor Atkine- un donjuan ligeramente amoral al que Marion no le interesa demasiado, pero que no deja pasar la oportunidad de tirársela cuando ésta cree haber encontrado en él al amor de su vida. Los tres representan actitudes muy claras en sus reacciones ante el hecho amoroso o la atracción sexual, marcadas todas ellas por una suerte de egoísmo infantil y una falta considerable de escrúpulos para conseguir sus objetivos que hace que resulten abiertamente antipáticos y desagradables. Frente a ellos, la adolescente Pauline es la única que demuestra un poco de sensatez en su aventura veraniega con otro adolescente que conoce en la playa. Las trampas y las mentiras en las que se enredan su prima y sus dos pretendientes adultos contrastan con la actitud sincera, honesta y generosa de Pauline. La moraleja es clara: después de la adolescencia hay pocas probabilidades de tener relaciones sentimentales "limpias", a menos que uno sepa lo que quiere, y sea capaz de ser coherente con sus propios deseos y honesto en lo que se refiere a los de los demás. La escena más fuerte de la película, en la que Feodor Atkine besuquea de forma algo babosa la pierna de Pauline mientras esta duerme, es resuelta con una elegancia magistral por parte del director (no quiero ni pensar en que quedaría una escena semejante en manos de otro).
Me llamaron la atención un par de frases dentro de un guión magnífico en el que la adolescente y los adultos se nos presentan realmente como tales -y no meros estereotipos acartonados- principalmente a través de unos diálogos cuya principal virtud la frescura que desprenden. Al comienzo de la película, Marion y Pauline hablan de sus vacaciones. Marion le pregunta por qué no ha seguido de viaje con sus padres en vez de quedarse con ella: "mis padres son encantadores, pero nada divertidos". Al final, una frase de Drieu de la Rochelle martillea los títulos de crédito de forma lapidaria: "el que habla en exceso, se cava su propia tumba".
katrina&flickr
Katrina&Flickr
A través del palimpsesto descubro una utilidad de flickr que no se me había ocurrido: la de ofrecer la mayor cantidad de información posible sobre una noticia de gran calibre -en este caso el paso del huracán katrina sobre el sur de los Estados Unidos-. Obviamente para que se formen grupos en flickr como este katrina pool, hace falta que haya mucha gente dada de alta en el invento. Pero por lo que se ve el planeta flickr tiene cada vez más habitantes.
29 de ago. de 2005
tim burton
El viernes pasado fui al cine a ver "Charlie y la fábrica de chocolate". Me gustó tanto (como me suele suceder habitualmente con las películas de Tim Burton) que me fui disparado al videoclub para -aprovechando el impulso debido a la euforia del momento- una suya que se me había colado en su momento, "big fish".
Creo que "big fish" me gustó mas que "Charlie y la fábrica de chocolate".
La historia de Charlie es divertida y tiene unos números musicales realmente buenos (por cierto que el actor keniata que hace de Oompa Loompa sale en "big fish": es el jefe de los payasos del circo Calloway, se llama Deep Roy y es una de las voces de la próxima película de Burton, "the corpse bride"), los niños que salen como estereotipos de ciertos pecados (la gula, la avaricia, la ira y la soberbia) son buenísimos, y el viaje por la fábrica es simplemente maravilloso. Uno se ríe y aplaude secretamente la imbatible rectitud de Charlie, que sabe perfectamente quien es y a quien se debe, frente a la estupidez de sus compañeros de viaje, convertidos en unos perfectos monstruos de la mano de unos padres más estúpidos que ellos. La película contiene, bajo su manto surrealista y onírico, un alegato a favor del sentido común y la cordura en nuestras relaciones con los demás, un canto a la fantasía infantil y a la bondad natural, en fin, una apología colorista de eso que Kant llamaba el imperativo categórico, tan poco de moda en estos tiempos que corren de culto hiperbólico al yo y a la seducción perpetua como manera de estar en el mundo.
"Big fish" propone otra clase de historia, que, sin embargo, comparte el mismo armazón "moral" que la historia de Charlie. Un hijo que ha crecido escuchando embobado las fantásticas historias de su padre, y que posteriormente se ha peleado con él por creer que simplemente se ha dedicado a engañarle toda la vida, se encuentra, a pocas horas de la muerte de este, frente al dilema de entregarse de nuevo a la magia de sus cuentos o seguir manteniendo el enfrentamiento. En días sucesivos, durante la enfermedad del padre, asistimos a la narración de la maravillosa historia de su vida, así como al cambio en la actitud del hijo frente a él que va cayendo en la cuenta de que la vida de su padre era efectivamente lo que él creía cuando era un niño. Toda la historia es un exceso que, sin embargo, resulta verosímil. Sus mecanismos de seducción están perfectamente engrasados: historias de brujas, de seres fantásticos, unas siamesas chinas metidas en el mundo del espectáculo, un gigante de cuatro metros, un pez inmenso que nadie da pescado, un pueblo ideal oculto tras un bosque repleto de peligros,.. un mundo paralelo al mundo real en el que la realidad y la fantasía se entremezclan de manera compleja, alimentando la vida del protagonista, proporcionándole material para unas historias que son la sustancia de su existencia.
Hay un par de líneas de diálogo en "big fish" que se me han quedado grabadas. En una de ellas, el hijo habla con gran desencanto de la relación con su padre: "éramos dos desconocidos que se conocían perfectamente". En la otra, a la pregunta de su hijo, acerca de quien es realmente, el padre responde:"¿que quién soy? coge el diccionario y busca por la "g" de guapo, allí verás una foto mía!".
[Añadamos algo más a "big fish": Albert Finney, Ewan McGregor, Danny de Vito, Allison Lohman (suspiro), Helena Bonham Carter (doble suspiro), Jessica Lange (triple suspiro), y un largo etc en el que estarían los habituales secundarios de las películas de Burton (entre ellos, el singular -y ya para siempre Oompa Loompa- Deep Roy)]
El viernes pasado fui al cine a ver "Charlie y la fábrica de chocolate". Me gustó tanto (como me suele suceder habitualmente con las películas de Tim Burton) que me fui disparado al videoclub para -aprovechando el impulso debido a la euforia del momento- una suya que se me había colado en su momento, "big fish".
Creo que "big fish" me gustó mas que "Charlie y la fábrica de chocolate".
La historia de Charlie es divertida y tiene unos números musicales realmente buenos (por cierto que el actor keniata que hace de Oompa Loompa sale en "big fish": es el jefe de los payasos del circo Calloway, se llama Deep Roy y es una de las voces de la próxima película de Burton, "the corpse bride"), los niños que salen como estereotipos de ciertos pecados (la gula, la avaricia, la ira y la soberbia) son buenísimos, y el viaje por la fábrica es simplemente maravilloso. Uno se ríe y aplaude secretamente la imbatible rectitud de Charlie, que sabe perfectamente quien es y a quien se debe, frente a la estupidez de sus compañeros de viaje, convertidos en unos perfectos monstruos de la mano de unos padres más estúpidos que ellos. La película contiene, bajo su manto surrealista y onírico, un alegato a favor del sentido común y la cordura en nuestras relaciones con los demás, un canto a la fantasía infantil y a la bondad natural, en fin, una apología colorista de eso que Kant llamaba el imperativo categórico, tan poco de moda en estos tiempos que corren de culto hiperbólico al yo y a la seducción perpetua como manera de estar en el mundo.
"Big fish" propone otra clase de historia, que, sin embargo, comparte el mismo armazón "moral" que la historia de Charlie. Un hijo que ha crecido escuchando embobado las fantásticas historias de su padre, y que posteriormente se ha peleado con él por creer que simplemente se ha dedicado a engañarle toda la vida, se encuentra, a pocas horas de la muerte de este, frente al dilema de entregarse de nuevo a la magia de sus cuentos o seguir manteniendo el enfrentamiento. En días sucesivos, durante la enfermedad del padre, asistimos a la narración de la maravillosa historia de su vida, así como al cambio en la actitud del hijo frente a él que va cayendo en la cuenta de que la vida de su padre era efectivamente lo que él creía cuando era un niño. Toda la historia es un exceso que, sin embargo, resulta verosímil. Sus mecanismos de seducción están perfectamente engrasados: historias de brujas, de seres fantásticos, unas siamesas chinas metidas en el mundo del espectáculo, un gigante de cuatro metros, un pez inmenso que nadie da pescado, un pueblo ideal oculto tras un bosque repleto de peligros,.. un mundo paralelo al mundo real en el que la realidad y la fantasía se entremezclan de manera compleja, alimentando la vida del protagonista, proporcionándole material para unas historias que son la sustancia de su existencia.
Hay un par de líneas de diálogo en "big fish" que se me han quedado grabadas. En una de ellas, el hijo habla con gran desencanto de la relación con su padre: "éramos dos desconocidos que se conocían perfectamente". En la otra, a la pregunta de su hijo, acerca de quien es realmente, el padre responde:"¿que quién soy? coge el diccionario y busca por la "g" de guapo, allí verás una foto mía!".
[Añadamos algo más a "big fish": Albert Finney, Ewan McGregor, Danny de Vito, Allison Lohman (suspiro), Helena Bonham Carter (doble suspiro), Jessica Lange (triple suspiro), y un largo etc en el que estarían los habituales secundarios de las películas de Burton (entre ellos, el singular -y ya para siempre Oompa Loompa- Deep Roy)]
28 de ago. de 2005
los beastie boys a capella
A través de la magnífica página bruto descubro que los beastie boys tienen una sección en su sitio web desde la cual es posible descargarse la versión a capella de algunas de sus canciones. La intención es que cada uno haga remezclas con ellas y se las mande de vuelta. En mi caso carezco de las ideas y de la tecnología necesaria para hacer algo así, pero oír canciones como "rootdown" o "ch-check it out" a palo seco sin ninguna clase de instrumentos es una experiencia muy divertida que recomiendo vivamente!!!
[Entre las aportaciones de los visitantes de la página encuentro una remezcla del "rootdown" con "summer in the city" (¡deJoe Cocker Lovin´ Spoonful!) realmente graciosa y otra de "rhyme the rhyme well" a cargo de los country boys que parece sacada de la banda sonora de "o brother"]
A través de la magnífica página bruto descubro que los beastie boys tienen una sección en su sitio web desde la cual es posible descargarse la versión a capella de algunas de sus canciones. La intención es que cada uno haga remezclas con ellas y se las mande de vuelta. En mi caso carezco de las ideas y de la tecnología necesaria para hacer algo así, pero oír canciones como "rootdown" o "ch-check it out" a palo seco sin ninguna clase de instrumentos es una experiencia muy divertida que recomiendo vivamente!!!
[Entre las aportaciones de los visitantes de la página encuentro una remezcla del "rootdown" con "summer in the city" (¡de
25 de ago. de 2005
un poco más de kant
Y, en algún momento, esa "máquina pavorosa de fabricar conceptos" (así define Deleuze al filósofo alemán en "cuatro lecciones sobre Kant") consigue emocionarnos:
En el reino de los fines todo tiene un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de todo precio, y, por tanto no admite nada equivalente, eso tiene una dignidad.
Lo que se refiere a las inclinaciones y necesidades del hombre tiene un precio comercial; lo que, sin suponer una necesidad, se adecúa a cierto gusto, es decir, a una satisfacción producida por el simple juego de nuestras facultades sin fin alguno, tiene un precio de afecto; pero aquello que constituye la condición para que algo sea un fin en sí mismo no tiene un valor meramente relativo o precio, sino que tiene un valor interno, es decir, dignidad.
Y, en algún momento, esa "máquina pavorosa de fabricar conceptos" (así define Deleuze al filósofo alemán en "cuatro lecciones sobre Kant") consigue emocionarnos:
En el reino de los fines todo tiene un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de todo precio, y, por tanto no admite nada equivalente, eso tiene una dignidad.
Lo que se refiere a las inclinaciones y necesidades del hombre tiene un precio comercial; lo que, sin suponer una necesidad, se adecúa a cierto gusto, es decir, a una satisfacción producida por el simple juego de nuestras facultades sin fin alguno, tiene un precio de afecto; pero aquello que constituye la condición para que algo sea un fin en sí mismo no tiene un valor meramente relativo o precio, sino que tiene un valor interno, es decir, dignidad.
24 de ago. de 2005
unas risas con kant
Por motivos que no tienen demasiada importancia estoy leyendo introducción a la metafísica de las costumbres de Kant. Un libro que, bajo semejante título de película de terror, esconde una rigurosa, exactísima y brutal fundamentación de la ética. Constatado -una vez más- que los grandes filósofos son en primer lugar escritores inmensos y que Kant no es tan fiero como lo pintan en los libros de filosofía del bachillerato -ay, ese imperativo categórico, qué de recuerdos- me ha llamado la atención cierto humorcillo sardónico que se oculta en algunos párrafos, en especial cuando mr. Kant tiene que poner ejemplos de ese imperativo categórico (para quien no se acuerde: "obra sólo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal") aplicado a casos de la vida real:
Una tercera persona encuentra cierto talento en su interior, lo que, con la ayuda de alguna cultura, podría hacer de él un hombre útil en ciertos aspectos. Sin embargo, se encuentra en circunstancias cómodas y prefiere ir en búsqueda de placeres a esforzarse por ampliar y mejorar sus afortunadas capacidades naturales. Pero se pregunta si su máxima de dejar sin cultivar su talento natural, aparte de coincidir con su tendencia a la pereza, se ajusta además a lo que se entiende por deber. Y entonces se ve que muy bien puede substituir una naturaleza que se rija por tal ley universal , aunque el hombre (como hacen los habitantes de los mares del Sur) deje que se enmohezcan sus talentos y entregue su vida a la ociosidad, el regocijo y la reproducción, o sea, en una palabra, al disfrute. Pero no puede querer que ésta sea una ley natural, pues en cuanto ser racional, necesariamente quiere que se desarrollen todas las facultades en él, ya que le han sido dadas y le sirven para todo género de propósitos posibles.
(Que levanten la mano todos los "seres racionales" de "cierto talento" que "prefieren esforzarse por ampliar y mejorar sus afortunadas capacidades naturales" en vez de "entregar su vida a la ociosidad, el regocijo y la reproducción, o sea, en una palabra, al disfrute".)
Por motivos que no tienen demasiada importancia estoy leyendo introducción a la metafísica de las costumbres de Kant. Un libro que, bajo semejante título de película de terror, esconde una rigurosa, exactísima y brutal fundamentación de la ética. Constatado -una vez más- que los grandes filósofos son en primer lugar escritores inmensos y que Kant no es tan fiero como lo pintan en los libros de filosofía del bachillerato -ay, ese imperativo categórico, qué de recuerdos- me ha llamado la atención cierto humorcillo sardónico que se oculta en algunos párrafos, en especial cuando mr. Kant tiene que poner ejemplos de ese imperativo categórico (para quien no se acuerde: "obra sólo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal") aplicado a casos de la vida real:
Una tercera persona encuentra cierto talento en su interior, lo que, con la ayuda de alguna cultura, podría hacer de él un hombre útil en ciertos aspectos. Sin embargo, se encuentra en circunstancias cómodas y prefiere ir en búsqueda de placeres a esforzarse por ampliar y mejorar sus afortunadas capacidades naturales. Pero se pregunta si su máxima de dejar sin cultivar su talento natural, aparte de coincidir con su tendencia a la pereza, se ajusta además a lo que se entiende por deber. Y entonces se ve que muy bien puede substituir una naturaleza que se rija por tal ley universal , aunque el hombre (como hacen los habitantes de los mares del Sur) deje que se enmohezcan sus talentos y entregue su vida a la ociosidad, el regocijo y la reproducción, o sea, en una palabra, al disfrute. Pero no puede querer que ésta sea una ley natural, pues en cuanto ser racional, necesariamente quiere que se desarrollen todas las facultades en él, ya que le han sido dadas y le sirven para todo género de propósitos posibles.
(Que levanten la mano todos los "seres racionales" de "cierto talento" que "prefieren esforzarse por ampliar y mejorar sus afortunadas capacidades naturales" en vez de "entregar su vida a la ociosidad, el regocijo y la reproducción, o sea, en una palabra, al disfrute".)
23 de ago. de 2005
mapa aproximado del infierno
[Imagen extraída del diario el pais, correspondiente al 22 de Agosto de 2005; las llamas en negro corresponden a fuegos activos, las llamas en gris a incendios controlados. La superficie quemada entre el 1 y el 21 de agosto ha sido de 20.000 hectáreas. En lo que va de año, unas 28.000, aunque según la Consellería de Medio Rural la cifra anda ya por las 35.000]
[Imagen extraída del diario el pais, correspondiente al 22 de Agosto de 2005; las llamas en negro corresponden a fuegos activos, las llamas en gris a incendios controlados. La superficie quemada entre el 1 y el 21 de agosto ha sido de 20.000 hectáreas. En lo que va de año, unas 28.000, aunque según la Consellería de Medio Rural la cifra anda ya por las 35.000]
22 de ago. de 2005
la vida de los demás
El sábado por la noche me paré brevemente en la gasolinera de Repsol que queda cerca de mi casa. El chico de la gasolinera me conoce desde hace tiempo. Tenemos una educada relación en la que la palabra más repetida es "gracias". Después de poner los treinta y cinco euros de rigor me acerqué a esa mezcla de despacho y tienda de ultramarinos-bazar para todo que son las gasolineras de hoy en día. En el interior una pareja charlaba animadamente con el empleado que me había atendido. Ella era bajita y estaba sonriente, él, algo gordo, comía compulsivamente de una bolsa de patatas fritas mientras paseaba con pasos cortos la diminuta tienda. Mientras hablaban miraba por el rabillo del ojo las carátulas de las películas porno.
- Así que estaréis nerviosos por lo de la boda.- El chico de la gasolinera sonreía con una franqueza bastante singular.
- Buf, a mí me preocupa el pelo.- La chica bajita hacía tirabuzones con las manos enredadas en una melena rubia casi tan larga como ella misma.
- Un amigo me dijo que teníamos que tener una última conversación antes de la boda.- Con la boca llena, el futuro novio hablaba mirando para el segundo estante, donde se acumulaban las revistas porno.
- Sí, porque me va a peinar mi prima y ya sabeis que está un poco venada. Puede hacerlo muy bien o dejarme hecha un asco.
- Porque claro, una vez que me case ya no vamos a poder hablar de cosas interesantes, por eso quiere que tengamos una charla antes de la despedida de soltero.
- Que guay.- El empleado me miró mientras le pagaba y, sonriendo, pero con una modulación distinta en la boca que contenía una leve disonancia de fastidio añadió: gracias.
La gasolinera olía a esa mezcla de hidrocarburos saturados que, las noches de verano, entrecruzada con el olor a madera quemada de los incendios, dispara todas las señales de alarma en la cabeza de uno. Quizá por eso tenía cierta sensación molesta de espanto. Al encender el coche seguían los tres hablando.
El sábado por la noche me paré brevemente en la gasolinera de Repsol que queda cerca de mi casa. El chico de la gasolinera me conoce desde hace tiempo. Tenemos una educada relación en la que la palabra más repetida es "gracias". Después de poner los treinta y cinco euros de rigor me acerqué a esa mezcla de despacho y tienda de ultramarinos-bazar para todo que son las gasolineras de hoy en día. En el interior una pareja charlaba animadamente con el empleado que me había atendido. Ella era bajita y estaba sonriente, él, algo gordo, comía compulsivamente de una bolsa de patatas fritas mientras paseaba con pasos cortos la diminuta tienda. Mientras hablaban miraba por el rabillo del ojo las carátulas de las películas porno.
- Así que estaréis nerviosos por lo de la boda.- El chico de la gasolinera sonreía con una franqueza bastante singular.
- Buf, a mí me preocupa el pelo.- La chica bajita hacía tirabuzones con las manos enredadas en una melena rubia casi tan larga como ella misma.
- Un amigo me dijo que teníamos que tener una última conversación antes de la boda.- Con la boca llena, el futuro novio hablaba mirando para el segundo estante, donde se acumulaban las revistas porno.
- Sí, porque me va a peinar mi prima y ya sabeis que está un poco venada. Puede hacerlo muy bien o dejarme hecha un asco.
- Porque claro, una vez que me case ya no vamos a poder hablar de cosas interesantes, por eso quiere que tengamos una charla antes de la despedida de soltero.
- Que guay.- El empleado me miró mientras le pagaba y, sonriendo, pero con una modulación distinta en la boca que contenía una leve disonancia de fastidio añadió: gracias.
La gasolinera olía a esa mezcla de hidrocarburos saturados que, las noches de verano, entrecruzada con el olor a madera quemada de los incendios, dispara todas las señales de alarma en la cabeza de uno. Quizá por eso tenía cierta sensación molesta de espanto. Al encender el coche seguían los tres hablando.
19 de ago. de 2005
un día en paredes de coura
El pasado miércoles estuvimos en Paredes de Coura (Portugal, a unos 20 km de la frontera con Tuy) para asistir a los conciertos de: Alisdair Roberts, the futureheads, hot hot heat, the arcade fire, the roots, queens of stone age, y los pixies.
Alisdair estuvo muy muy bien, en un escenario pequeñito, muy recogido, con árboles que daban una sombra muy de agradecer a las 17.30 que empezó su concierto. Una guitarra, una voz extraordinaria y un cancionero "murder ballads" que recoge la tradición escocesa sobre el tema de los asesinatos desde hace siglos: un curioso contraste entre la música -cristalinos arpegiados de guitarra con tímidas líneas de bajo- y las letras, lo que pude entender de ellas, ligeramente siniestras.
Los futureheads, hipervitaminados y supermineralizados, tocaron cuarenta minutos de electrizante power-pop¿-punk?, con un conjunto de canciones divertidas, saltarinas, con el punto justo de rabia y diversión. Alguien mucho más versado que yo sentenció: "una mezcla de la actitud de los clash y el repertorio musical de los jam". Vigorizantes.
Hot hot heat un coñazo, salvando un par de canciones. No sé que decir de ellos porque me pasé su concierto leyendo el folleto del festival.
Tras ellos, el motivo principal para acercarnos al festival: the arcade fire defendiendo en directo las diez canciones perfectas de "funeral". Extraordinarios. Magnéticos, épicos, desarrollando todas las posibilidades de su cancionero y poniendo un saludable punto de locura sobre el escenario. Disfruté todo lo disfrutable y algo más. Quiero volver a verlos!!!
Al acabar éstos nos fuimos a cenar -muy bien organizado el tema de la comida y la bebida: todo muy decente y asequible económicamente- mientras sonaban the roots; según las voces autorizadas, hip hop hecho sólo con instrumentos analógicos: guitarra, bajo y batería. Interés a priori: cero.
Al terminar de alimentarnos nos acercamos a ver que pasaba con queens of stone age. Interés a priori: menos que cero. Para nuestra sorpresa se había acumulado tal cantidad de gente que en el escenario principal tocábamos a unos 40 cm cuadrados de terreno por cabeza. Todos apiñados como si hubieran aplicado una especie de prensa hidráulica hasta quitar todo el aire entre la gente. Al sonar la primera nota de la primera canción -y casi empezar a sangrar por los oídos por la presión sonora- ya me di cuenta de que aquello no me interesaba nada. Una mirada rápida a mi alrededor y vi mi cara reflejada en varios de mis acompañanantes. Haciendo un poco de fuerza comenzamos a salir de allí con el segundo tema mientras, al pie del escenario, una polvareda considerable nos decía que había gente que 1) estaba disfrutando del concierto y 2) pronto pasaría por el servicio de urgencias del festival. Sentados en la zona de comidas tomando un cafecito, oíamos el concierto con considerable nitidez. Muy pesados, muy coñazos.
Finalmente, los pixies. Los allí presentes hacíamos cábalas sobre el grado de acabamiento de Black Francis y Kim Deal, sobre los indies que no iban a repetir los errores de los grupos-dinosaurios e iban a saber retirarse a tiempo, y sobre las bandas que hace quince años parecían firmemente dispuestas a no hacer concesiones a la comercialidad más bastarda ni a parecerse a u2. Tonterías. El público presente era menor que con las reinas del coñazo metálico de la edad de piedra, pero aún así la sensación era de estar atascado en un ascensor con 20 tipos leyendo el cartelito de "max. 4 personas". Empezaron bastante tranquilos, encandenando varios de sus hits más melódicos -el delirio con "here comes your man"- para ir subiendo de vueltas conforme pasaban las canciones. Tocaron una buena cantidad de temas de todos sus discos. Entre el griterío de una multitud que se sabía TODOS ellos creí reconocer "debaser", "wave of mutilation", "monkey gone to heaven", "vamos" (el delirio de nuevo), "gouge away", "allison", "la la love you", "is she weird", "down to the well", "subbacultcha", "space (I Believe in)", "Alec Eiffel" o "motorway to Rosswell". No sé cuantas canciones llegaron a tocar (¿40? ¿50?), pero recordédos tres cosas: 1) cuánto me gustaban los pixies, 2) cuanto tiempo sin escuchar sus discos!!! y 3) semejante discografía es inatacable: aunque estuvieran sacados del geriátrico y conectados a un gotero y a una máquina de respiración asistida (ay la voz de Kim, cómo se fue deshinchando) todo el mundo empezaría a dar botes al comenzar "debaser" o "wave of mutilation" o "vamos". A veces la nostalgia no es un fraude.
(De vuelta del concierto alguien me dijo: "Black Francis es el Brian Wilson de los 90", y, justo en ese momento, lo creí. A la mañana siguiente me sobrevino un poco de escepticismo.)
El pasado miércoles estuvimos en Paredes de Coura (Portugal, a unos 20 km de la frontera con Tuy) para asistir a los conciertos de: Alisdair Roberts, the futureheads, hot hot heat, the arcade fire, the roots, queens of stone age, y los pixies.
Alisdair estuvo muy muy bien, en un escenario pequeñito, muy recogido, con árboles que daban una sombra muy de agradecer a las 17.30 que empezó su concierto. Una guitarra, una voz extraordinaria y un cancionero "murder ballads" que recoge la tradición escocesa sobre el tema de los asesinatos desde hace siglos: un curioso contraste entre la música -cristalinos arpegiados de guitarra con tímidas líneas de bajo- y las letras, lo que pude entender de ellas, ligeramente siniestras.
Los futureheads, hipervitaminados y supermineralizados, tocaron cuarenta minutos de electrizante power-pop¿-punk?, con un conjunto de canciones divertidas, saltarinas, con el punto justo de rabia y diversión. Alguien mucho más versado que yo sentenció: "una mezcla de la actitud de los clash y el repertorio musical de los jam". Vigorizantes.
Hot hot heat un coñazo, salvando un par de canciones. No sé que decir de ellos porque me pasé su concierto leyendo el folleto del festival.
Tras ellos, el motivo principal para acercarnos al festival: the arcade fire defendiendo en directo las diez canciones perfectas de "funeral". Extraordinarios. Magnéticos, épicos, desarrollando todas las posibilidades de su cancionero y poniendo un saludable punto de locura sobre el escenario. Disfruté todo lo disfrutable y algo más. Quiero volver a verlos!!!
Al acabar éstos nos fuimos a cenar -muy bien organizado el tema de la comida y la bebida: todo muy decente y asequible económicamente- mientras sonaban the roots; según las voces autorizadas, hip hop hecho sólo con instrumentos analógicos: guitarra, bajo y batería. Interés a priori: cero.
Al terminar de alimentarnos nos acercamos a ver que pasaba con queens of stone age. Interés a priori: menos que cero. Para nuestra sorpresa se había acumulado tal cantidad de gente que en el escenario principal tocábamos a unos 40 cm cuadrados de terreno por cabeza. Todos apiñados como si hubieran aplicado una especie de prensa hidráulica hasta quitar todo el aire entre la gente. Al sonar la primera nota de la primera canción -y casi empezar a sangrar por los oídos por la presión sonora- ya me di cuenta de que aquello no me interesaba nada. Una mirada rápida a mi alrededor y vi mi cara reflejada en varios de mis acompañanantes. Haciendo un poco de fuerza comenzamos a salir de allí con el segundo tema mientras, al pie del escenario, una polvareda considerable nos decía que había gente que 1) estaba disfrutando del concierto y 2) pronto pasaría por el servicio de urgencias del festival. Sentados en la zona de comidas tomando un cafecito, oíamos el concierto con considerable nitidez. Muy pesados, muy coñazos.
Finalmente, los pixies. Los allí presentes hacíamos cábalas sobre el grado de acabamiento de Black Francis y Kim Deal, sobre los indies que no iban a repetir los errores de los grupos-dinosaurios e iban a saber retirarse a tiempo, y sobre las bandas que hace quince años parecían firmemente dispuestas a no hacer concesiones a la comercialidad más bastarda ni a parecerse a u2. Tonterías. El público presente era menor que con las reinas del coñazo metálico de la edad de piedra, pero aún así la sensación era de estar atascado en un ascensor con 20 tipos leyendo el cartelito de "max. 4 personas". Empezaron bastante tranquilos, encandenando varios de sus hits más melódicos -el delirio con "here comes your man"- para ir subiendo de vueltas conforme pasaban las canciones. Tocaron una buena cantidad de temas de todos sus discos. Entre el griterío de una multitud que se sabía TODOS ellos creí reconocer "debaser", "wave of mutilation", "monkey gone to heaven", "vamos" (el delirio de nuevo), "gouge away", "allison", "la la love you", "is she weird", "down to the well", "subbacultcha", "space (I Believe in)", "Alec Eiffel" o "motorway to Rosswell". No sé cuantas canciones llegaron a tocar (¿40? ¿50?), pero recordé
(De vuelta del concierto alguien me dijo: "Black Francis es el Brian Wilson de los 90", y, justo en ese momento, lo creí. A la mañana siguiente me sobrevino un poco de escepticismo.)
17 de ago. de 2005
algunos cómics
Ahora que ha comenzado el salón del cómic de A Coruña viñetas desde el atlantico aprovecho para recomendar algunos tebeos que he comprado últimamente (no son novedades recientísimas, ojo):
1) Buen tiempo. Joe Matt
El cómic de Joe Matt es otra de sus despiadadas crónicas autobiográficas centrada esta vez en su poco edificante preadolescencia. El autor nos muestra su ya temprana iniciación en el complicado arte de ser un completo egoísta, un desvergonzado cobarde y un retorcido mercachifle sin escrúpulos. Una divertida pero también lacerante historia de desmitificación del periodo de paso entre la infancia y la adolescencia en la que los rasgos básicos del carácter se van quedando irremisiblemente fijados.
2) Lupus. Frederik Peeters.
La segunda -creo- obra publicada en España de Frederik Peeters (no cofundir con el Peeters que acompaña a Boilet en la estimable Tokyo es mi jardín) presenta una apuesta arriesgada en un a priori complicado cruce de géneros: la road movie (¿road cómic?) ambientada en un futuro galáctico de naves espaciales a la fuga, mezclada con un extraña historia de amor y persecución. Número de planteamiento con la consabida presentación de personajes y un bosquejo de lo que deparará el argumento, presenta todavía algunas irregularidades en su desarrollo pero apunta momentos futuros intensos y dosis elevadas de emoción.
3) Isaac el pirata: Olga. Christophe Blain.
Christophe Blain demuestra el porqué de su premio en Angouleme 2004: la serie de Isaac el pirata es una de los mejores que se han publicado últimamente en el mundillo del tebeo europeo. Una historia vibrante en la que resuenan todos los clásicos de la literatura de aventuras, desde la isla del tesoro de Stevenson hasta el Moby Dick de Melville, desarrollada de la mano de un poderosísimo y personal grafismo en el que línea clara y expresionismo conviven en un fascinante choque visual que seduce desde la primera viñeta. ¿El mejor autor europeo de cómics de ahora mismo?
4) El señor Jean: vivamos felices sin parecerlo. Dupuy y Berberian.
El número cuatro de la maravillosa serie de Dupuy y Berberian muestra la evolución sentimental del treintañero con vocación de eterno adolescente mr. Jean. Atrapado entre la espada de su amor por Cathy y la pared de asumir un compromiso del que no quiere ni oír hablar, mientras a su alrededor sus amigos cargan con hijos, separaciones y desgracias laborales de toda índole, mr. Jean se plantea en clave de humor el destino al que le conducen las decisiones que debe tomar y aquellas que no tomará nunca. Tierno, divertido y conmovedor, mr. Jean es una de esas series a las que el calificativo de "adorable" se le queda corta.
5) Hiram Lowatt y Plácido: la rebelión de hop-frog. David B y Christophe Blain.
La conjunción de dos monstruos de la historieta -el David B de la ascensión del gran mal y el ya mencionado Christophe Blain (a quien, opino, se deben los mejores episodios de la irregular serie la mazmorra
)- ha dado lugar a un cómic absolutamente marciano: dos investigadores en el oeste norteamericano de finales del siglo XIX estudian la extraña rebelión de todos los objetos de un pueblo contra sus amos humanos para apoyar el levantamiento de una tribu india. Algo flojo, pero curioso y a ratos soprendente, aunque, según opiniones autorizadas, su segundo número es mucho mejor. Veremos.
Ahora que ha comenzado el salón del cómic de A Coruña viñetas desde el atlantico aprovecho para recomendar algunos tebeos que he comprado últimamente (no son novedades recientísimas, ojo):
1) Buen tiempo. Joe Matt
El cómic de Joe Matt es otra de sus despiadadas crónicas autobiográficas centrada esta vez en su poco edificante preadolescencia. El autor nos muestra su ya temprana iniciación en el complicado arte de ser un completo egoísta, un desvergonzado cobarde y un retorcido mercachifle sin escrúpulos. Una divertida pero también lacerante historia de desmitificación del periodo de paso entre la infancia y la adolescencia en la que los rasgos básicos del carácter se van quedando irremisiblemente fijados.
2) Lupus. Frederik Peeters.
La segunda -creo- obra publicada en España de Frederik Peeters (no cofundir con el Peeters que acompaña a Boilet en la estimable Tokyo es mi jardín) presenta una apuesta arriesgada en un a priori complicado cruce de géneros: la road movie (¿road cómic?) ambientada en un futuro galáctico de naves espaciales a la fuga, mezclada con un extraña historia de amor y persecución. Número de planteamiento con la consabida presentación de personajes y un bosquejo de lo que deparará el argumento, presenta todavía algunas irregularidades en su desarrollo pero apunta momentos futuros intensos y dosis elevadas de emoción.
3) Isaac el pirata: Olga. Christophe Blain.
Christophe Blain demuestra el porqué de su premio en Angouleme 2004: la serie de Isaac el pirata es una de los mejores que se han publicado últimamente en el mundillo del tebeo europeo. Una historia vibrante en la que resuenan todos los clásicos de la literatura de aventuras, desde la isla del tesoro de Stevenson hasta el Moby Dick de Melville, desarrollada de la mano de un poderosísimo y personal grafismo en el que línea clara y expresionismo conviven en un fascinante choque visual que seduce desde la primera viñeta. ¿El mejor autor europeo de cómics de ahora mismo?
4) El señor Jean: vivamos felices sin parecerlo. Dupuy y Berberian.
El número cuatro de la maravillosa serie de Dupuy y Berberian muestra la evolución sentimental del treintañero con vocación de eterno adolescente mr. Jean. Atrapado entre la espada de su amor por Cathy y la pared de asumir un compromiso del que no quiere ni oír hablar, mientras a su alrededor sus amigos cargan con hijos, separaciones y desgracias laborales de toda índole, mr. Jean se plantea en clave de humor el destino al que le conducen las decisiones que debe tomar y aquellas que no tomará nunca. Tierno, divertido y conmovedor, mr. Jean es una de esas series a las que el calificativo de "adorable" se le queda corta.
5) Hiram Lowatt y Plácido: la rebelión de hop-frog. David B y Christophe Blain.
La conjunción de dos monstruos de la historieta -el David B de la ascensión del gran mal y el ya mencionado Christophe Blain (a quien, opino, se deben los mejores episodios de la irregular serie la mazmorra
)- ha dado lugar a un cómic absolutamente marciano: dos investigadores en el oeste norteamericano de finales del siglo XIX estudian la extraña rebelión de todos los objetos de un pueblo contra sus amos humanos para apoyar el levantamiento de una tribu india. Algo flojo, pero curioso y a ratos soprendente, aunque, según opiniones autorizadas, su segundo número es mucho mejor. Veremos.