22 de ago. de 2005

la vida de los demás
El sábado por la noche me paré brevemente en la gasolinera de Repsol que queda cerca de mi casa. El chico de la gasolinera me conoce desde hace tiempo. Tenemos una educada relación en la que la palabra más repetida es "gracias". Después de poner los treinta y cinco euros de rigor me acerqué a esa mezcla de despacho y tienda de ultramarinos-bazar para todo que son las gasolineras de hoy en día. En el interior una pareja charlaba animadamente con el empleado que me había atendido. Ella era bajita y estaba sonriente, él, algo gordo, comía compulsivamente de una bolsa de patatas fritas mientras paseaba con pasos cortos la diminuta tienda. Mientras hablaban miraba por el rabillo del ojo las carátulas de las películas porno.
- Así que estaréis nerviosos por lo de la boda.- El chico de la gasolinera sonreía con una franqueza bastante singular.
- Buf, a mí me preocupa el pelo.- La chica bajita hacía tirabuzones con las manos enredadas en una melena rubia casi tan larga como ella misma.
- Un amigo me dijo que teníamos que tener una última conversación antes de la boda.- Con la boca llena, el futuro novio hablaba mirando para el segundo estante, donde se acumulaban las revistas porno.
- Sí, porque me va a peinar mi prima y ya sabeis que está un poco venada. Puede hacerlo muy bien o dejarme hecha un asco.
- Porque claro, una vez que me case ya no vamos a poder hablar de cosas interesantes, por eso quiere que tengamos una charla antes de la despedida de soltero.
- Que guay.- El empleado me miró mientras le pagaba y, sonriendo, pero con una modulación distinta en la boca que contenía una leve disonancia de fastidio añadió: gracias.

La gasolinera olía a esa mezcla de hidrocarburos saturados que, las noches de verano, entrecruzada con el olor a madera quemada de los incendios, dispara todas las señales de alarma en la cabeza de uno. Quizá por eso tenía cierta sensación molesta de espanto. Al encender el coche seguían los tres hablando.

Ningún comentario:

Publicar un comentario

Deixa o teu comentario