24 de ago. de 2005

unas risas con kant
Por motivos que no tienen demasiada importancia estoy leyendo introducción a la metafísica de las costumbres de Kant. Un libro que, bajo semejante título de película de terror, esconde una rigurosa, exactísima y brutal fundamentación de la ética. Constatado -una vez más- que los grandes filósofos son en primer lugar escritores inmensos y que Kant no es tan fiero como lo pintan en los libros de filosofía del bachillerato -ay, ese imperativo categórico, qué de recuerdos- me ha llamado la atención cierto humorcillo sardónico que se oculta en algunos párrafos, en especial cuando mr. Kant tiene que poner ejemplos de ese imperativo categórico (para quien no se acuerde: "obra sólo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal") aplicado a casos de la vida real:

Una tercera persona encuentra cierto talento en su interior, lo que, con la ayuda de alguna cultura, podría hacer de él un hombre útil en ciertos aspectos. Sin embargo, se encuentra en circunstancias cómodas y prefiere ir en búsqueda de placeres a esforzarse por ampliar y mejorar sus afortunadas capacidades naturales. Pero se pregunta si su máxima de dejar sin cultivar su talento natural, aparte de coincidir con su tendencia a la pereza, se ajusta además a lo que se entiende por deber. Y entonces se ve que muy bien puede substituir una naturaleza que se rija por tal ley universal , aunque el hombre (como hacen los habitantes de los mares del Sur) deje que se enmohezcan sus talentos y entregue su vida a la ociosidad, el regocijo y la reproducción, o sea, en una palabra, al disfrute. Pero no puede querer que ésta sea una ley natural, pues en cuanto ser racional, necesariamente quiere que se desarrollen todas las facultades en él, ya que le han sido dadas y le sirven para todo género de propósitos posibles.

(Que levanten la mano todos los "seres racionales" de "cierto talento" que "prefieren esforzarse por ampliar y mejorar sus afortunadas capacidades naturales" en vez de "entregar su vida a la ociosidad, el regocijo y la reproducción, o sea, en una palabra, al disfrute".)

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