Así es cómo funciona actualmente la oposición entre la izquierda y la derecha: la nueva izquierda de tercera vía representa los intereses del capital como tal, en su totalidad (esto es, con relativa independencia de sus condiciones particulares), mientras que la derecha actual, por lo general, defiende los intereses de un estrato concreto del capital frente a otros sectores: es por esto, que, paradójicamente, para obtener la mayoría, necesita aumentar su base electoral apelando directamente también a partes escogidas de la clase trabajadora.
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Si la "post-política" actual es un pragmatismo político sin principios, entonces la reacción predominante de la izquierda puede ser acertadamente denominada "oportunismo con principios": uno simplemente continúa con las viejas fórmulas (defensa del bienestar, etc.) y las llama "principios" ahorrándose el análisis detallado de cómo ha cambiado la situación, y conservando así su posición de Buena Persona. La estupidez inherente de la izquierda "con principios" se puede ver claramente en su crítica habitual de cualquier análisis que proponga una visión más compleja de la situación, renunciando a cualquier forma simple sobre cómo actuar: "no hay una postura clara en su teoría" (y esto viene de gente sin postura alguna excepto su "oportunismo con principios"). Frente a tal postura, se debería tener el valor de afirmar que en una situación como la actual la única manera de permanecer abierto a una oportunidad revolucionaria es renunciar a las llamadas simplistas a la acción directa que necesariamente nos involucra en una actividad en la que las cosas cambian para que la totalidad siga igual.
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La única manera de colocar los cimientos de un cambio radical verdadero es apartarse de la compulsión de actuar, "no hacer nada", haciendo así espacio para un tipo de actividad diferente.
Slavoj Zizek, Irak. La tetera prestada.
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