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símiles cuasi-deportivos
Hubo una época en la cual los debates entre líderes políticos como el del pasado lunes se narraban en términos cercanos a los empleados en las crónicas de eventos deportivos. Sin embargo, a la vista de los -supuestos- debates celebrados hasta ahora, parece evidente que, si a algo se parecen estos espectáculos televisivos es al programa de lucha libre acrobática que se llama actualmente smack down. En dicho show, los protagonistas fingen zurrarse mientras sobreactúan de manera paródica. Juegan con el hecho de que el espectador sabe que todo es fingido, de que todo es una pantomima inmensa en la que, sin embargo, se arriesgan realmente en alguna de las enrevesadas acrobacias que realizan. Es decir, el interés no está en los supuestos golpes falsos que se reparten, sino en si fallarán en alguna de las acrobacias que realizan. El daño, por lo tanto, dificilmente surgirá de los puños del adversario sino de algún fallo de concentración en la realización de las coreografías.

Viendo a Rajoy y a Zapatero el otro día no paraba de pensar en los interminables combates que -por motivos que no vienen a cuento- presencié el verano pasado en la cadena televisiva cuatro. Mis favoritos, además del logorreico presentador Héctor del Mar, eran "El Enterrador" y "John Sena", cúlmenes de la atrofia hipermuscular por ingesta de anabolizantes y espectaculares danzarines capaces de saltos y volteretas totalmente imposibles. El Enterrador era, dentro del catálogo de luchadores, el personaje más carismático del programa. John Sena, eterno aspirante a alguno de los miles de títulos que ofrece el campeonato -todos los luchadores son reyes de alguna disciplina de nombre enrevesado- era una especie de demonio de Tasmania permanentemente enfurecido, un manojo de músculos en estado de máxima ansiedad. Cada cuál establecerá los paralelismos que crea convenientes, pero lo más interesante es que el espectador sabe desde el principio que, siendo todo fingido y los golpes deliberadamente falsos -Jesús García Requena diría que todos "fingen que fingen"-, existe un núcleo de verdad en el show, un centro irreductible de riesgo real que sobrevuela todo el tiempo las peleas impregnando de una especie de incertidumbre de fondo lo que debería ser un mecanismo de relojería.

A lo que quería ir. Los debates entre Rajoy y Zp beben de este sentido del espectáculo. No se golpean de veras con las cosas que duelen, no se pasan por la cara los males realmente hirientes que sostienen el sistema y que, en última instancia erosionarían irreversiblemente los papeles de ambos cuestionando sus posiciones. Al contrario, los golpes son medidos, coreografiados. Fingen que fingen que se enfadan, que se irritan o que se divierten. El golpe real, en todo este entramado en el que todo está calculado de forma obsesiva y paranoica sólo puede proceder de que alguno de ellos resbale y se de un golpe considerable ante el público que contempla el show. Los espectadores morbosos -como yo- estuvimos aguardando con paciencia el resbalón, el tortazo de veras que introdujera de alguna manera la dimensión de lo real en este monólogo a dos voces. En vano. El Enterrador y John Sena son dos simples aficionados. Que se pongan los vídeos de estos debates y que aprendan. Estos sí que saben.

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