La editorial Libros del Asteroide publica la segunda parte de la trilogía de Deptford, del canadiense Robertson Davies. Su inmensa primera parte, "el quinto en discordia", tejía una compleja tela de araña alrededor de la vida de dos personajes, amigos de la infancia en un diminuto pueblo de Canadá, entrelazados entre sí mediante un complejo juego de sombras y espejos en los que el azar y el destino se asomaban alternativamente a lo largo de sus páginas. Esta primera parte resultaba tan redonda, tan exageradamente perfecta, que uno se quedaba con la sospecha de que sólo podría haber un bajón en las páginas de su continuación. Sin embargo, este "mantícora", que continúa la trama del anterior pero dando un espectacular cambio de registro, se eleva sobre los logros precedentes y teje un relato extraordinariamente brillante alrededor de uno de los personajes secundarios de "el quinto en discordia". Dedicado casi exclusivamente al viaje interior que éste emprende de la mano de una psicoanalista, el libro es una exhibición de todo aquello que convierte a la escritura en uno de los alimentos básicos de la existencia, un compendio de revelaciones extraordinarias sobre la complejidad y la dificultad de atreverse a saber quién es uno mismo. Y ese sentido de la narración, esa claridad de la escritura, esa mezcla de belleza y misterio que se desprende de la atmósfera del relato, hacen que uno sólo lamente una cosa: llegar a su última página y quedar como un tonto leyendo el agradecimiento del editor: "desde Libros del Asteroide queremos agradecerle el tiempo que ha dedicado a la lectura de Mantícora. Esperamos que el libro le haya gustado y le animamos a que, si así ha sido, lo recomiende a otros lectores". Así lo haré!!!! (pero por favor, publicad cuanto antes la tercera parte!!!!)
"Sé cuan pesada es la carga de los asuntos inconfesables que sobrelleva cualquier hombre y que a veces parece ser realmente indecible. Muy a menudo, todo eso no es ni deshonroso ni criminal. Es tan sólo una sensación de no haberse comportado como es debido, o de haber hecho algo que sea contrario al bien de otra persona, o de haberse escabullido cuando uno debiera haber esperado siguiendo los dictados de la decencia, o de haber doblado bruscamente una esquina cuando alguien se encontraba en una situación difícil, o de haber hablado de algo de primerísima calidad cuando tenía en mente hace algo más bien de segunda, o de haber caído por debajo de los criterios que uno se hubiera propuesto cumplir, fueran cuales fuesen."
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