29 de dec. de 2010
cantando baixo a chuvia
Un fermoso artigo de Claude Chabrol (Que mi alegría perdure, 1953, reeditado no Cahiers de Cinema español o outubro pasado) fíxome voltar a ver cantando baixo a chuvia, a película de Gene Kelly (axudado na dirección -sospeito que moito- por Stanley Donen) que recrea en clave de comedia musical a rodaxe dunha película no Hollywood de 1927 en plena transición do cinema mudo ao sonoro. Nun dos párrafos dese artigo Chabrol afirma:
Bajo la lluvia, un hombre canta y baila. Con el mismo agua de la que normalmente se temen las trombas, un hombre inicia un gracioso ballet. El espectador, su cómplice, canta y baila con él, bajo la mirada atónita de un policía. Y cuando el hombre de la pantalla, en su impulso, con el paraguas apuntando al cielo, salta a una farola, su cómplice, en la oscuridad de la sala, tiende a imitarle. Eso sólo se explica por la introducción de un artista con una maravillosa generosidad de espíritu, cuya cámara, tan ágil y ligera como él, sabe hacernos sentir la delicada pureza de las cosas y la emoción profunda que conlleva toda felicidad.
A chuvia como expresión da felicidade: existe algún argumento máis inverosímil que este? Para alguén que naceu e vive na Galiza do millón de días de chuvia anuais, do verán ultracurto (15 de xullo a 15 de agosto), na terra dos vendedores de bikinis arruinados, como é posíbel emocionarse con este canto ao diluvio universal? O milagre acontece, porque como di Chabrol, Gene Kelly fainos ver "a delicada pureza das cousas e a emoción profunda que conleva toda felicidade". E esa capacidade non é precisamente insignificante nin menor. Asomarse ao abismo é tan incribelmente sinxelo que un non pode evitar pensar con Lacan que "a normalidade é unha forma especial de psicose". O difícil, o estravagante, o que pode devorarnos no intento é alonxarse da negrura que se adiviña tralas fendas da realidade é expresar ese goce de vivir que puntualmente nos atravesa en momentos concretos. Para min, os mellores son aqueles que non respostan a un factor externo. Espertas unha mañá e tes ganas de saír a rúa a cantar e bailar coma un tolo. Só porque si, porque o teu corpo experimenta a vida como un feixe de estímulos e sensacións que te atravesan e necesitas explotar dalgún modo que celebre o feito de estar vivo. Boto de menos esas mañás, en especial nestes días coñazo de fin de ano. Boto de menos non ter sido Gene Kelly para celebrar a chuvia todas as mañás dos invernos. E boto de menos dar saltos nos charcos, mollarme até afogar, sentir a mirada dun policía e dicirlle, "estou danzando e cantando na chuvia!"
28 de dec. de 2010
a propósito de Fraga e Oubiña
Esta nova do Xornal ("ayudé a financiar a Fraga con dinero del contrabando") fixo que me lembrara dun párrafo de Lacrimae Rerum (Zizek, again) no cal, a partir dunha lectura en clave de "teoloxía materialista" da obra cinematográfica de Kiewlovsky, o autor esloveno facía a seguinte lectura sobre o estatus da ética nos nosos días a partir de certos filmes de David Lynch:
¿No podría ser, entonces, que fuera ESTE el mensaje último de la película de Lynch [the straight story]: que la ética es "la más oscura y atrevida de las conspiraciones" [Chesterton], que el sujeto ético es precisamente aquel que más amenaza el orden existente, y no la larga serie de pervertidos lyncheanos (el baron Harkonen en Dune, Frank en Terciopelo azul, Bobby Perú en Corazón salvaje...), los cuales en último término no hacen más que sostenerlo?
[...]
Podría decirse que la oposición entre la "rectitud" del héroe de Lynch y la "normalidad" del héroe de Highsmith [Ripley] marcan las coordenadas extremas de la experiencia ética del capitalismo tardío actual, con la siniestra inversión de que es Ripley quien resulta "normal", mientras que el hombre "recto" de Lynch resulta extraño, incluso pervertido. Llegamos de este modo a una inesperada contraposición entre la extrañeza del compromiso ético absoluto y la monstruosa "normalidad" de la completa indiferencia hacia lo ético. ¿Cómo podemos escapar a esta alternativa?
Esa última pregunta...
¿No podría ser, entonces, que fuera ESTE el mensaje último de la película de Lynch [the straight story]: que la ética es "la más oscura y atrevida de las conspiraciones" [Chesterton], que el sujeto ético es precisamente aquel que más amenaza el orden existente, y no la larga serie de pervertidos lyncheanos (el baron Harkonen en Dune, Frank en Terciopelo azul, Bobby Perú en Corazón salvaje...), los cuales en último término no hacen más que sostenerlo?
[...]
Podría decirse que la oposición entre la "rectitud" del héroe de Lynch y la "normalidad" del héroe de Highsmith [Ripley] marcan las coordenadas extremas de la experiencia ética del capitalismo tardío actual, con la siniestra inversión de que es Ripley quien resulta "normal", mientras que el hombre "recto" de Lynch resulta extraño, incluso pervertido. Llegamos de este modo a una inesperada contraposición entre la extrañeza del compromiso ético absoluto y la monstruosa "normalidad" de la completa indiferencia hacia lo ético. ¿Cómo podemos escapar a esta alternativa?
Esa última pregunta...
22 de dec. de 2010
Ode to a Nightingale
Via open culture (facebook tiña que servir para algo, finalmente), no 70 cabodano de Francis Scott Fitzgerald:
Me duele el corazón y un pesado letargo
aflige a mis sentidos, tal si hubiera bebido
cicuta o apurado un opiato hace sólo
un instante y me hubiera sumido en el Leteo:
y esto no es porque tenga envidia de tu suerte,
sino porque feliz me siento con tu dicha
cuando, ligera dríade alada de los árboles,
en algún melodioso lugar de verdes hayas
e innumerables sombras
brota en el estío tu canto enajenado.
¡Oh, si un trago de vino largo tiempo enfriado
en las profundas cuevas de la tierra
que supiera a Flora y a la verde campiña,
canciones provenzales, sol, danza y regocijo;
oh, si una copa de caliente sur,
llena de la mismísima, ruborosa Hipocrene,
ensartadas burbujas titilando en los bordes,
purpúrea la boca: si pudiera beber
y abandonar el mundo inadvertido
y junto a ti perderme por el oscuro bosque!
Perderme a lo lejos, deshacerme, olvidar
que entre las hojas tú nunca has conocido
la inquietud, el cansancio y la fiebre
aquí, donde los hombres tan sólo se lamentan
y tiemblan de parálisis postreras, tristes canas,
donde crecen los jóvenes como espectros y mueren,
donde aun el pensamiento se llena de tristeza
y de desesperanzas, donde ni la Belleza
puede salvaguardar sus luminosos ojos
por los que el nuevo amor perece sin mañana.
¡Lejos! ¡Muy lejos! He de volar hacia ti.
No me conducirán leopardos de Baco
sino unas invisibles y poéticas alas;
aunque torpe y confusa se retrase mi mente:
¡ya estoy contigo! Suave es la noche
y tal vez en su trono aparezca la luna
circundada de mágicas estrellas.
Pero aquí no hay luz, salvo la que acompaña
desde el cielo el soplo de la brisa cruzando
el oscuro verdor y veredas de musgo.
No puedo ver qué flores hay a mis pies
ni el blando incienso suspendido en las ramas,
pero en la embalsamada oscuridad presiento
cada uno de los dones con los que la estación
dota a la hierba, los árboles silvestres, la espesura:
pastoril eglantina y blanco espino,
violetas marcesibles recubiertas de hojas
y el primer nuevo brote de mediados de mayo,
la rosa del almizcle rociada de vino,
morada rumorosa de moscas en verano.
A oscuras escucho. Y en más de una ocasión
he amado el alivio que depara la muerte
invocándola con ternura en versos meditados
para que disipara en el aire mi aliento.
Ahora más que nunca morir parece dulce,
dejar de existir sin pena a medianoche
¡mientras se te derrama afuera el alma
en semejante éxtasis! Seguiría tu canto
y te habría escuchado yo en vano:
a tu requiem conviene un pedazo de tierra.
¡No conoces la muerte, Pájaro inmortal!
No te hollará caído generación hambrienta.
La voz que ahora escucho mientras pasa la noche
fue oída en otros tiempos por reyes y bufones;
tal vez fuera este mismo canto el que una senda
encontró en el triste corazón de Ruth, cuando
enferma de añoranza, se sumía en el llanto
rodeada de trigos extranjeros,
la misma que otras veces ha encantado mágicas
ventanas que se abren a peligrosos mares
en prodigiosas tierras ya olvidadas.
¡Olvidadas! El mismo tañer de esta palabra
me devuelve, ya lejos de ti, a mi soledad.
¡Adiós! La Fantasía no consigue engañarnos
tanto, duende falaz, como dice la fama.
¡Adiós! Tu lastimero himno se desvanece
al pasar por los prados vecinos, el tranquilo
arroyo y la colina; ahora es enterrado
en los calveros del cercano valle.
¿He soñado despierto o ha sido una visión?
Ha volado la música. ¿Estoy despierto o duermo?
(Vía Luisa Miñana)
(Está a obra de John Keats traducida ao galego? non din atopado nada nunha pesquisa rápida por internet)
Me duele el corazón y un pesado letargo
aflige a mis sentidos, tal si hubiera bebido
cicuta o apurado un opiato hace sólo
un instante y me hubiera sumido en el Leteo:
y esto no es porque tenga envidia de tu suerte,
sino porque feliz me siento con tu dicha
cuando, ligera dríade alada de los árboles,
en algún melodioso lugar de verdes hayas
e innumerables sombras
brota en el estío tu canto enajenado.
¡Oh, si un trago de vino largo tiempo enfriado
en las profundas cuevas de la tierra
que supiera a Flora y a la verde campiña,
canciones provenzales, sol, danza y regocijo;
oh, si una copa de caliente sur,
llena de la mismísima, ruborosa Hipocrene,
ensartadas burbujas titilando en los bordes,
purpúrea la boca: si pudiera beber
y abandonar el mundo inadvertido
y junto a ti perderme por el oscuro bosque!
Perderme a lo lejos, deshacerme, olvidar
que entre las hojas tú nunca has conocido
la inquietud, el cansancio y la fiebre
aquí, donde los hombres tan sólo se lamentan
y tiemblan de parálisis postreras, tristes canas,
donde crecen los jóvenes como espectros y mueren,
donde aun el pensamiento se llena de tristeza
y de desesperanzas, donde ni la Belleza
puede salvaguardar sus luminosos ojos
por los que el nuevo amor perece sin mañana.
¡Lejos! ¡Muy lejos! He de volar hacia ti.
No me conducirán leopardos de Baco
sino unas invisibles y poéticas alas;
aunque torpe y confusa se retrase mi mente:
¡ya estoy contigo! Suave es la noche
y tal vez en su trono aparezca la luna
circundada de mágicas estrellas.
Pero aquí no hay luz, salvo la que acompaña
desde el cielo el soplo de la brisa cruzando
el oscuro verdor y veredas de musgo.
No puedo ver qué flores hay a mis pies
ni el blando incienso suspendido en las ramas,
pero en la embalsamada oscuridad presiento
cada uno de los dones con los que la estación
dota a la hierba, los árboles silvestres, la espesura:
pastoril eglantina y blanco espino,
violetas marcesibles recubiertas de hojas
y el primer nuevo brote de mediados de mayo,
la rosa del almizcle rociada de vino,
morada rumorosa de moscas en verano.
A oscuras escucho. Y en más de una ocasión
he amado el alivio que depara la muerte
invocándola con ternura en versos meditados
para que disipara en el aire mi aliento.
Ahora más que nunca morir parece dulce,
dejar de existir sin pena a medianoche
¡mientras se te derrama afuera el alma
en semejante éxtasis! Seguiría tu canto
y te habría escuchado yo en vano:
a tu requiem conviene un pedazo de tierra.
¡No conoces la muerte, Pájaro inmortal!
No te hollará caído generación hambrienta.
La voz que ahora escucho mientras pasa la noche
fue oída en otros tiempos por reyes y bufones;
tal vez fuera este mismo canto el que una senda
encontró en el triste corazón de Ruth, cuando
enferma de añoranza, se sumía en el llanto
rodeada de trigos extranjeros,
la misma que otras veces ha encantado mágicas
ventanas que se abren a peligrosos mares
en prodigiosas tierras ya olvidadas.
¡Olvidadas! El mismo tañer de esta palabra
me devuelve, ya lejos de ti, a mi soledad.
¡Adiós! La Fantasía no consigue engañarnos
tanto, duende falaz, como dice la fama.
¡Adiós! Tu lastimero himno se desvanece
al pasar por los prados vecinos, el tranquilo
arroyo y la colina; ahora es enterrado
en los calveros del cercano valle.
¿He soñado despierto o ha sido una visión?
Ha volado la música. ¿Estoy despierto o duermo?
(Vía Luisa Miñana)
(Está a obra de John Keats traducida ao galego? non din atopado nada nunha pesquisa rápida por internet)
19 de dec. de 2010
insondable
Isabelle Huppert falando de Claude Chabrol nunha entrevista no Cahiers du Cinema de outubro (en español, of course):
Nunca he conocido a nadie tan impermeable a la crítica. Cuando maltrataron Madame Bovary en su estreno, Claude dijo: "¡No sabía que hubiera tantos especialistas en Flaubert en Francia!". Tenía algo de insondable que daba mucha fuerza. Si en realidad guardaba algo escondido en su trasfondo más oculto, eso no lo sé, pero la superficie estaba tan preservada que eso me daba una fuerza enorme. Lo ordenaba todo según una perspectiva que excluía los arrepentimientos, los complejos, las dudas. Claude creía en lo que hacía, en lo que era, en la gente que le rodeaba y con la que trabajaba. Era una sensación muy positiva para los que estábamos cerca. Siempre había más razones para alegrarse que para lamentarse.
Nunca he conocido a nadie tan impermeable a la crítica. Cuando maltrataron Madame Bovary en su estreno, Claude dijo: "¡No sabía que hubiera tantos especialistas en Flaubert en Francia!". Tenía algo de insondable que daba mucha fuerza. Si en realidad guardaba algo escondido en su trasfondo más oculto, eso no lo sé, pero la superficie estaba tan preservada que eso me daba una fuerza enorme. Lo ordenaba todo según una perspectiva que excluía los arrepentimientos, los complejos, las dudas. Claude creía en lo que hacía, en lo que era, en la gente que le rodeaba y con la que trabajaba. Era una sensación muy positiva para los que estábamos cerca. Siempre había más razones para alegrarse que para lamentarse.
16 de dec. de 2010
o asalto das imaxes
Estou vendo o telediario coma sempre, con esa sensación de que todo o que pasa no mundo resúltame alleo e inexplicablemente próximo ao tempo. Estou mirando a tele, pensando en todas as cousas do día que me ocorreron e polo tanto en nada de importancia. E de súpeto, sen aviso, un lume incendia a pantalla: o funeral de Enrique Morente, e a súa filla, cantando a pelo diante do cadaleito, diante de non sei canta xente, unha canción desas supostamente poética e lírica. A escea, desbordante de contradicións superadas pola enerxía que emana do propio marco, déixame en estado de shock. O flamenco é un tipo de música que non me interesa nada. Aos prexuizos tópicos -unha forma encuberta de racismo que me teño moi coñecida- engado o desprezo á hiperdramatización. O fastío ante tanto berro e tanto quejío e tanto duende e tanta hostia. Toda a pretensión de veracidade que leva implícito o xénero paréceme basicamente mentira. Sei que non o é, pero o prexuizo, instalado con firmeza dende fai mil anos é inamovíbel. Mesmo as propias cancións de Enrique Morente con Lagartija Nick nesa obra maestra consagrada pola prensa musical que é "Omega" resúltame dunha pesadez considerábel. Un artificio que non me dí nada (eu son d´outro tipo de artificios). Porén, na escea de Estrella Morente -outra cantante que me interesa menos que cero- diante do corpo do seu pai morto hai algo estarrecedor que si me chega, como algo que arde atravesándome a pel. Hai que ter algo máis que moito valor para poñerse a cantar diante do pai morto. Hai que estar en posesión de algo que eu sei que nunca tereir para reventar todos os límites do que se considera correcto nos momentos de máxima dor, nos momentos nos que un está esnaquizado e fóra por completo da súa realidade habitual. E ese xesto imposíbel de levar adiante para case todo o mundo supérame. Desfai prexuizos de décadas e deixa un interrogante de certo peso nalgunha parte de min. Esa posta en escea, na cal o calculado é unha forma de espontaneidade ou o espontáneo o resultado dun cálculo minucioso, dunha mecánica obsesiva, dunha iteración interminábel, é demoledora.
Os xestos semellan selo todo. O que un pon en xogo é a única definición de si mesmo válida. O mundo interior, o que un garda para si, as cousas que corren en segundo plano supostamente alimentando e facendo crecer a propia persoa só son un monte de merda. O resto dun fume no que ardiu fai tempo unha crenza na nosa natureza. O substancial, agora o sei, tan tarde xa, é o que se pon en xogo contra calquera convención previa. A miña vida é unha farsa completa dende o minuto cero. É o meu único pensamento mentras Estrella Morente, de negro absoluto, berra coma se lle tiveran arrincado o corazón alí mesmo. Aplaudo interiormente, dende a inexistencia de alguén que di ser eu, mentras envexo todo o que vexo. Hai algo profundamente falso en todo isto. Pero está escrito dende a intuición de que baixo o lixo destas verbas hai agochado un rastro de verdade.
4 de dec. de 2010
- - - - (II)
Está a cuestión do tempo. Se sempre foi unha obsesión, agora mesmo, cos corenta como símbolo de algo inexplicábel, como síntoma de algo que produce certo arrepío, xa é o único tema. As horas, que de súpeto teñen un espesor mínimo, os días, que esvaran tan depresa que non dá nin para levar a conta deles, as semáns, que son como frases incompletas cortadas a altura do verbo. E os meses, que levan algo consigo e deixan unha tristura indefinida cando rematan. O tempo é o único tema, e, por derivación, todo o que vai asociado a el. Na miña lista de preferencias ocupa un posto destacado a decadencia. Non a obvia, a física, a que trae o engorde progresivo ou a deserción dos cabelos ou a inelasticidade da pel e todos eses síntomas de fatiga que asulagan os contornos dos ollos. Falo doutro tipo de decadencia que se manifesta en falar con frases feitas, en sentir unha nube nos miolos cando hai que tomar decisións de certa complexidade ou en deixarse levar pola impaciencia, en sucumbir ás facilidades da mala baba cando as situacións precisan doses de xenerosidade e calma. Esa decadencia asústame. Anuncia cousas horribeis nos anos vindeiros. Anuncia unha involución do "eu" cara a etapas pre-todo, sen a inocencia dos primeiros tempos e con todos os malos costumes dunha vida vivida a medio gas, agardando en van polas cousas que un non tivo o valor de saíres a buscar aí fóra.
Teño frío, supoño.
Teño frío, supoño.
30 de nov. de 2010
- - - -
Vivo de frases alleas. Non me interesan os discursos. As frases como granadas de man estoupando de súpeto e levando a cabo unha doble tarefa: arrasar co terreo e iluminar durante uns segundos o contorno. E no deslumbramento trato de memorizar cada letra da frase que me caiu nas mans. Despois a repito para min mesmo durante un bó rato. Se vou no coche a frase que vive na miña cabeza pode abrir unha autoestrada paralela á que vou. Coma un mantra repito e saboreo as sílabas.
Así, fai un par de semáns escoiteille dicir a un psicoanalista moi no seu papel unha frase de Lacan, "a serie é o serio". As frases cheas de homofonías ata estoupar vóltanme tolo, e esta, en particular leva varios días sobrevoando o ceo da miña cabeza, proxectando sombras e deixando caer interrogantes sobre cada cousa que fago. Estou falando con alguén. A serie é o serio. Cantas veces falei con ese alguén? Unha? Dúas? Cinco? Cando empezou a serie? A serie das conversas cunha persoa. A das conversas con varias persoas. A serie dos encontros cos amigos. O momento en que un perde a seriedade. A serie dos dentes lavados tres veces ao día. A dos tres días de deporte á semana. Cando interrumpiches a serie? Cando deixaches de lado o coidado de ti? A serie das medidas de autocontrol para non aparentar máis estúpido do que semellas nen menos listo do que pensas. Esa serie, cando se interrumpeu? Cando quedei libre da miña tendencia a medir cada sílaba que saía da miña boca? Cando unhas series rematan outras ocupan o seu lugar. A serie de horarios de espertarse cada vez máis apurados. A serie de días que chegas tarde ao traballo. A serie das excusas inverosímiles e a das medidas que pensas tomar. A serie dos días seguidos sen comer outra cousa que graxas saturadas trans e hidratos de carbono rápidos. Haberá unha serie de series? A serie é o serio. Eu quero ser serio. Quero perseverar nalgunha tarefa que non sexa a inconstancia en si mesma. Repetir o mesmo dúas, cinco, quince, mil, noventa e dous millóns de veces. Deixar xa esa outra serie, a dos principios das cousas. Subir ao tren, tirarse pola costa, coller a ola, abrirse en canal, viaxar en bus. Deixo para outro post a outra frase que me martillea ultimamente: o novo só pode xurdir na repetición do mesmo. É dicir, non hai outra liberdade que non sexa a de facer o que xa se fixo antes. A serie, a serie, a serie.
6 de nov. de 2010
Insomnio
- ¿Ves a ese de ahí?
- ¿Sí?
- Ese, el de las gafas de pasta marrones cuadradas. El de la chaqueta de tweed con coderas de falsa piel de color marrón.
- Qué le pasa.
- Es una triple F: Feo, Fofo, Frágil.
-...
- Y esa de ahí, con esas botas de caña y los leggins.
-...
- También es una triple F. Pero en femenino: Fugaz, Fría, Fascinante.
- Ella te gusta, él no. Es evidente.
- Es peor que eso. Él no le gustará a nadie. La primera F es superable. Incluso la segunda. Pero la tercera es un aviso. Una señal de alarma.
- Ella es Fría. ¿Eso es otra señal?
- Puede ser una trampa para una triple B.
- ¿Triple B?
- Bobo, Bueno, Básico.
- Básico. Suena horrible, como un insulto que no se dice del todo por compasión.
- Los triples B sueñan con las triples F.
- ¿Y que pasa con ellas?
- ¿Ellas?
- ¿Hay triples B?
- Claro: Bruta, Besucona, Bilingüe.
- Vete a la mierda.
- Puedes intentarlo tú mismo. Yo diría que eres un triple A.
- Déjame adivinar: Astuto, Asqueado, Ausente.
- No hombre, yo diría: Amargo, Atónito, Acojonado.
- Busco una triple A entonces.
- Triple A?
- Audaz, Alegre, Alucinada.
- No funciona.
- ¿Qué es lo que no funciona?
- Alegre y alucinada al mismo tiempo. No hay gente así.
- Sí la hay. Tu problema es que eres una triple F variante.
- A ver.
- Falso, Fantasma, Frígido.
- Frígido.
- Pues sí. Sólo un frígido clasifica a la gente utilizando tres letras. La mayoría necesitamos varios párrafos. Tú lo solucionas todo en tres letras.
- Claro, yo soy una triple I.
- Ya. Claro. Cómo no.
- Ya.
- ¿Sí?
- Ese, el de las gafas de pasta marrones cuadradas. El de la chaqueta de tweed con coderas de falsa piel de color marrón.
- Qué le pasa.
- Es una triple F: Feo, Fofo, Frágil.
-...
- Y esa de ahí, con esas botas de caña y los leggins.
-...
- También es una triple F. Pero en femenino: Fugaz, Fría, Fascinante.
- Ella te gusta, él no. Es evidente.
- Es peor que eso. Él no le gustará a nadie. La primera F es superable. Incluso la segunda. Pero la tercera es un aviso. Una señal de alarma.
- Ella es Fría. ¿Eso es otra señal?
- Puede ser una trampa para una triple B.
- ¿Triple B?
- Bobo, Bueno, Básico.
- Básico. Suena horrible, como un insulto que no se dice del todo por compasión.
- Los triples B sueñan con las triples F.
- ¿Y que pasa con ellas?
- ¿Ellas?
- ¿Hay triples B?
- Claro: Bruta, Besucona, Bilingüe.
- Vete a la mierda.
- Puedes intentarlo tú mismo. Yo diría que eres un triple A.
- Déjame adivinar: Astuto, Asqueado, Ausente.
- No hombre, yo diría: Amargo, Atónito, Acojonado.
- Busco una triple A entonces.
- Triple A?
- Audaz, Alegre, Alucinada.
- No funciona.
- ¿Qué es lo que no funciona?
- Alegre y alucinada al mismo tiempo. No hay gente así.
- Sí la hay. Tu problema es que eres una triple F variante.
- A ver.
- Falso, Fantasma, Frígido.
- Frígido.
- Pues sí. Sólo un frígido clasifica a la gente utilizando tres letras. La mayoría necesitamos varios párrafos. Tú lo solucionas todo en tres letras.
- Claro, yo soy una triple I.
- Ya. Claro. Cómo no.
- Ya.
Unha cita de Camus
Leo na páxina dun dos meus contactos de Flickr:
E xa se me alegrou o día. Simpleza de carácter, chámase a cousa. A cita acompaña a esta imaxe:
Que é a típica imaxe que calquera pode facer coa súa cámara do móbil. É o bó de internet, nun sentido elemental: hai moitas cousas que pode facer calquera. Mesmo ser optimista sobre o outono. Simpleza de carácter. Mola. Vale, pero sen pasarse.
"Autumn is a second spring where every leaf is a flower."
--Albert Camus
E xa se me alegrou o día. Simpleza de carácter, chámase a cousa. A cita acompaña a esta imaxe:
Que é a típica imaxe que calquera pode facer coa súa cámara do móbil. É o bó de internet, nun sentido elemental: hai moitas cousas que pode facer calquera. Mesmo ser optimista sobre o outono. Simpleza de carácter. Mola. Vale, pero sen pasarse.
31 de out. de 2010
Unha nota sobre "the wire"
Ciertamente, The Wire no versa sobre lo que ha sido rescatado o ensalzado en Estados Unidos. Versa, antes bien, sobre esa porción de nuestro país que hemos desechado, y sobre el coste que ha tenido para nuestra psique nacional el hacer eso. Es, en sus temáticas más amplias, una serie de televisión sobre la política y la sociología, y, a costa de aburrir a los telespectadores con esta noción, sobre la macroeconomía. Y es, francamente, una serie cabreada, pero con un cabreo completamente sincero.
(David Simon, na introdución de "The Wire. 10 dosis de la mejor serie de la televisión")
Encántame o concepto: the wire é unha serie cabreada con un cabreo completamente sinceiro. Moitos dos cabreos que percibo ao arredor son bastante de pose. Algúns case de deseño. Os cabreos verdadeiros andan agochados, recocéndose nun lume lento e baixo, difundindo a súa onda expansiva nos ámbitos da intimidade e do familiar. Eses cabreos privados deberían dar o salto ao ámbito do público, articularse a través dalgunha estrutura existente ou ben crear as condicións para alumear unha nova (poñámonos deleuzianos: o novo só pode xurdir da repetición do mesmo).
Estrañamente, os cabreos sinceiros son invisibeis frente aos cabreos de pose. Estes ultimos, de forma intencionada, marcan a axenda da actualidade. Son o falso fume co que se trata de agochar os verdaderos lumes.
Cabrearse e facer algo con ese cabreo. A cousa vai diso. Case nada.
28 de out. de 2010
Cuestións morais
A revista "retranca", dirixida por Kiko da Silva é a única revista satírica galega que existe na actualidade. Froito do esforzo de varios amigos, sae con certa periodicidade facendo burla dos "grandes temas" da actualidade galega. No seu último número elixen como excusa para a portada a visita do Papa-nazi-na-súa-mocidade (aka Bieto XVI) para tratar de facer que os seus lectores boten unhas risas. Cal é a súa sorpresa cando a imprenta de Murcia -Jiménez Godoy- coa que tiñan contratada a edición négase a entregarlles os exemplares acordados baixo contrato e xa impresos por "motivos morais". A nova non tarda en chegar á prensa "seria". Nalgúns sitios fálase de censura e secuestro, noutros de incumprimento de contrato e cousas polo estilo. Máis aló das cuestións comerciais, sorprende o fondo do asunto: o impresor, que se proclama católico na entrevista que lle fan no diario Público, xustifica que a súa moral impídelle a difusión da revista.
E claro, un non pode evitar preguntarse: publicar uns chistes contra o Papa é inmoral, pero secuestrar unha publicación, é un acto de afirmación de superioridade moral? O humor, é entón terreo propicio para a inmoralidade? Deberían prohibirse as revistas de humor ou só as que se rin do Papa?
Ai, que vivimos un país que cada día mola mogollón de máis.
E claro, un non pode evitar preguntarse: publicar uns chistes contra o Papa é inmoral, pero secuestrar unha publicación, é un acto de afirmación de superioridade moral? O humor, é entón terreo propicio para a inmoralidade? Deberían prohibirse as revistas de humor ou só as que se rin do Papa?
Ai, que vivimos un país que cada día mola mogollón de máis.
22 de out. de 2010
Dende a resignación
Resignación é unha palabra fea. Remite aos mártires cristiáns morrendo na area do circo romano mirando para o ceo, aos estudantes pouco aplicados ante exames imposibles, ou aos asalariados con nómina observando a desactualización das súas rendas do traballo.
Buscando por internet algo de información sobre ela, atopo, nunha desas páxinas que louvan a figura de xente coma o papa-nazi-cando-era-novo esta sorprendente (para un lego) revelación:
"Romper el sello que cierra algo"
Un non pode romper sellos que pechan algo dende o sofá da súa casa cun portatil enriba das pernas (e a tele posta). Tampouco o pode facer dende o ordenador do seu traballo navegando por internet na busca de causas clicables. Nin siquera -esforzo supremo- enviando centos de mails con powerpoints sobre a deforestación da selva amazónica, a explotación infantil no sudeste asiático ou a evolución das temperaturas na superficie terrestre nos últimos 150 anos. Por suposto, menos aún escribindo nun blog, claro, iso sobreenténdese no apartado un.
Hai unha relación directa entre a navegación por internet e a resignación na súa acepción contemporánea. O mundo real -sexa o que sexa iso, pero principalmente todo o que non está mediado por algunha clase de interfaz-, prefigurado por estruturas que nos resultan inasequibles na súa totalidade, vé con bós ollos a nosa resignación e as súas ciber-consecuencias: cando un acaba esgotado de tanto clicar sinte que se liberou de algo que lle estaba proendo por dentro. Os restos da carraxe que un leva aínda consigo esvaecen despois dunha xornada de ciberactivismo intensivo. Mesmo escrbindo unhas liñas botando raios un séntese máis lixeiro, menos pringado coa merda que desprenden as súas contradicións vitais. Por iso os que deseñan o mundo real ven con bós ollos internet. É unha ferramenta estupenda para chamarlle: comunicación ao autismo compartido, coñecemento ás interminabeis series de datos e de opinións sen coherencia ningunha, relacións ao intercambio de cadeas de texto intrascendente e socialización ao acto de finxir que nos interesan as emocións e sentimentos dos demais cando só nos preocupan realmente as nosas propias cuitas. Dalgunha forma, nada que non houbera xa na era pre-internet, só que agora elevado á enésima potencia de forma abraiante.
Eu, que vivo resignado dende fai tempo -na acepción contemporánea da palabra-, quixera resignarme no sentido clásico. Romper o sello que pecha algo. Sei cal é o sello e teño unha intuición sobre o algo. Só preciso achar as forzas para enfocalas no punto axeitado. Tamén teño fantasías nas que borro a miña conta do facebook, a do twitter, o meu tumblr, o flickr e non sei cantas mamonadas máis coas que perdía o tempo activamente no momento de rexistrarme nelas para despois ir deixándoas de lado por simple aburrimento. O problema é que toda esa trangallada -xunto con este blog- distráeme do feito de pensar en serio sobre que son e que fago coa miña vida. E eu son moito de distraerse. Quizais demasiado. Pero á miña idade, e sabendo en carne propia que si, que a vida ía en serio, pode ser un bó momento para dicirse, xa me distraín de máis.
En fin, coma sempre, xa non sei de que estaba falando. Ah, si. De min. Que novidade.
Buscando por internet algo de información sobre ela, atopo, nunha desas páxinas que louvan a figura de xente coma o papa-nazi-cando-era-novo esta sorprendente (para un lego) revelación:
En su origen etimológico resignación tenía un sentido contrario al que se le asigna hoy. Proviene del latín resignare: romper el sello que cierra algo. Volver a signar. Desde aquí fue evolucionando, o mejor, tergiversándose hasta la connotación actual de impotencia, abandono y sometimiento ante la adversidad que se vive.
"Romper el sello que cierra algo"
Un non pode romper sellos que pechan algo dende o sofá da súa casa cun portatil enriba das pernas (e a tele posta). Tampouco o pode facer dende o ordenador do seu traballo navegando por internet na busca de causas clicables. Nin siquera -esforzo supremo- enviando centos de mails con powerpoints sobre a deforestación da selva amazónica, a explotación infantil no sudeste asiático ou a evolución das temperaturas na superficie terrestre nos últimos 150 anos. Por suposto, menos aún escribindo nun blog, claro, iso sobreenténdese no apartado un.
Hai unha relación directa entre a navegación por internet e a resignación na súa acepción contemporánea. O mundo real -sexa o que sexa iso, pero principalmente todo o que non está mediado por algunha clase de interfaz-, prefigurado por estruturas que nos resultan inasequibles na súa totalidade, vé con bós ollos a nosa resignación e as súas ciber-consecuencias: cando un acaba esgotado de tanto clicar sinte que se liberou de algo que lle estaba proendo por dentro. Os restos da carraxe que un leva aínda consigo esvaecen despois dunha xornada de ciberactivismo intensivo. Mesmo escrbindo unhas liñas botando raios un séntese máis lixeiro, menos pringado coa merda que desprenden as súas contradicións vitais. Por iso os que deseñan o mundo real ven con bós ollos internet. É unha ferramenta estupenda para chamarlle: comunicación ao autismo compartido, coñecemento ás interminabeis series de datos e de opinións sen coherencia ningunha, relacións ao intercambio de cadeas de texto intrascendente e socialización ao acto de finxir que nos interesan as emocións e sentimentos dos demais cando só nos preocupan realmente as nosas propias cuitas. Dalgunha forma, nada que non houbera xa na era pre-internet, só que agora elevado á enésima potencia de forma abraiante.
Eu, que vivo resignado dende fai tempo -na acepción contemporánea da palabra-, quixera resignarme no sentido clásico. Romper o sello que pecha algo. Sei cal é o sello e teño unha intuición sobre o algo. Só preciso achar as forzas para enfocalas no punto axeitado. Tamén teño fantasías nas que borro a miña conta do facebook, a do twitter, o meu tumblr, o flickr e non sei cantas mamonadas máis coas que perdía o tempo activamente no momento de rexistrarme nelas para despois ir deixándoas de lado por simple aburrimento. O problema é que toda esa trangallada -xunto con este blog- distráeme do feito de pensar en serio sobre que son e que fago coa miña vida. E eu son moito de distraerse. Quizais demasiado. Pero á miña idade, e sabendo en carne propia que si, que a vida ía en serio, pode ser un bó momento para dicirse, xa me distraín de máis.
En fin, coma sempre, xa non sei de que estaba falando. Ah, si. De min. Que novidade.
14 de out. de 2010
Síntomas
(Ademáis de anormal, competindo cos simios superiores en estratexia)
Así é a nosa querida Europa.
Mentres Sarkozy deporta xitanos rumanos fóra de Francia, nun episodio que lembra vellos momentos máis escuros da nosa historia recente -e recibindo por elo simplemente algunha palabra de disconformidade no parlamento europeo-, 400
As autoridades serbias e italianas discuten sobre quen ten a culpa. Obviamente, ambas. O que non se entende é porqué esa policía italiana que cargaba con alegría e motivación alá polo 2001 nas manifestacións antiglobalización que tiveron lugar durante o cumio de G8 e que remataron coa morte dun rapaz de 23 anos, permanecía agochada esperando a que os
Ah si. Exparamilitares descerebrados con tatús ata na punta do pijo. Estes son dos nosos, non coma os xitanos, que son lixo. Que máis dá que un día desfasen un pouquiño. Teñen que divertirse, os pobriños.
Europa, Europa.
Non é "o planeta dos simios, viaxe ao campo de fútbol", pero ten un aire:
13 de out. de 2010
No direction home
Hai unha estrañeza fundamental en cumprir anos: parece algo que lle está a pasar a outro. Esa discordancia entre que é un e como se ve a si mesmo tería gracia se non fora un pesadelo de cando en vez. Ás veces penso que todo vai de acostumbrarse a vivir coma se un fóra varios. Ou mellor, coma se un non fora ninguén, ou coma se fora alguén e ese alguén fora unha construcción fantasmagórica. Estou a ler algunhas cousas de psicoanálise e só o dialecto dos tipos é moi gracioso. Claro, xa sabía algunhas cousas grazas a Zizek e esa insistencia súa na tríada Real-Simbólico-Imaxinario e o gran Outro e o discurso do amo e o petit-object-a e o suplemento obsceno da realidade.
Ultimamente síntome a gusto coas miñas lecturas de J.A. Miller, en especial cando di cousas como:
ou como:
Boh, eu que sei, outro intento de ir a ningures, supoño.
Ultimamente síntome a gusto coas miñas lecturas de J.A. Miller, en especial cando di cousas como:
La idea de Lacan era que uno se vuelve analista porque no puede hacer otra cosa, que eso vale cuando es una elección forzada, es decir cuando se ha dado la vuelta por otros discursos y se ha vuelto a él, se ha vuelto a ese punto donde todos los otros discursos aparecen como desfallecientes, y que uno solo se arroja en el discurso del analista porque no puede hacer otra cosa. Es algo muy diferente de un cursus honorum, es muy diferente que franquear etapas de un gradus. Es: a falta de algo mejor. Es: a falta de tener las ilusiones de otros discursos.
ou como:
De esta experiencia que tenemos inferimos que no hay nadie que pueda estar en armonía con su naturaleza, sino que en cada uno se cava esta falla, de cualquier modo que se la designe, la falla por ser pensante, y que por esto, nada de lo que haga es natural, porque reflexiona, reflexivo. Es un modo de decirle, de decir que está a distancia de sí mismo, que eso le produce problemas para coincidir consigo mismo, que su esencia es no coincidir con su ser, que su para sí, se aleja de su en sí. El psicoanálisis dice algo de este en sí, que este en sí es su gozar, es su plus de gozar, y que alcanzarlo solo puede ser el resultado de una ascesis severa.
Boh, eu que sei, outro intento de ir a ningures, supoño.
12 de out. de 2010
Non olet
Cal é o termo que se emprega para describir a aquel que sabe que lle van a pagar máis canto máis enxeniosa sexa a forma de chamar fillo de puta escravista aos seus xefes?
Ah, si. Cínico. Iso era.
Ah, si. Cínico. Iso era.
11 de out. de 2010
Machete, de Robert Rodríguez
Ten que vir un tipo como Robert Rodríguez a lembrarnos as catro obviedades que todos sabemos: a) que os fascistas lévanse ben cos traficantes de drogas, b) que o comercio de substancias ilegais alimenta aos paramilitares que gardan a frontera tex-mex, c) que os inmigrantes ilegais son unha fonte de riqueza para os países de acollida, e d) que a distancia entre o sistema capitalista actual e a sociedade mafiosa que está por vir nun futuro próximo é cada día un pouco máis pequena.
Todo isto contado en clave mexploitation, con centos de polis corruptos, políticos aínda máis corruptos que os polis, heroínas do pobo suficientemente violentas e armadas, miles de membros (humanos) amputados e unha caligrafía visual debedora da serie Z e do cine de tiros máis arrastrado que un poida imaxinar. Mola.
Todo isto contado en clave mexploitation, con centos de polis corruptos, políticos aínda máis corruptos que os polis, heroínas do pobo suficientemente violentas e armadas, miles de membros (humanos) amputados e unha caligrafía visual debedora da serie Z e do cine de tiros máis arrastrado que un poida imaxinar. Mola.
40
Pensaba que, polo menos, doería un pouco.
Outra decepción máis. Cagontó.
Ah. "Os 40 son os novos 20!", que dicía Steve Carell en "the 40 year old virgin". Ao mellor non, pero como idea faime moita gracia!
Outra decepción máis. Cagontó.
Ah. "Os 40 son os novos 20!", que dicía Steve Carell en "the 40 year old virgin". Ao mellor non, pero como idea faime moita gracia!
5 de out. de 2010
Un fragmento dunha conversa escoitada na mesa do lado na cafetería hoxe pola tarde.
- Yo llevo un ritmo distinto al tuyo, cada día mío equivale a dos de los tuyos
3 de out. de 2010
Parenthood
Ando medio enganchado a series novas que prometen máis do que dan (como case todo nesta vida, por certo) e que, no fondo, dados os seus puntos de partida bastante fan dando o que dan.
Unha delas é Parenthood. Producida pola NBC é un (outro) exemplo da busca dese punto mitolóxico que supostamente existe entre o que é arriscado e o que é seguro, entre o que un sabe que funciona e o que non se sabe se funcionará. Un produto que pretende ser moitas cousas e que insiste nesa outra sofisticada ficción que chamamos naturalidade (que por estes pagos identifícase sempre co costumbrismo), insinuándonos que nas súas esceas non hai xuizos morais nen patróns predifinidos de conductas aceptabeis cando en realidade toda a estrutura dramática -polo que levo visto- consiste na posta en escea dun xigantesco xuizo ao que vai anexado un catálogo de conductas "normais" ou en vías de normalización.
Protagonizando esta falsa indagación nos dilemas e contradicións da paternidade está Peter Krause, o Nate Fisher daquela marabilla chamada "six feet under". Parella de mediana idade con filla adolescente e amigos e familiares en situacións semellantes. Nai relativamente comprensiva e pai considerablemente histérico ante os descubrimentos da súa creatura: noivos, substancias estupefacientes, festas, a vida lonxe do fogar en definitiva. O deseño de produción, como é costumbre nas series norteamericanas, é realmente magnífico: os fogares da rica clase media norteamericana, os barrios dos suburbios, o uso da iluminación como elemento definitorio de momentos de diferente intensidade dramática ou os vestiarios dos protagonistas poñen en pé un mundo que case coñecemos mellor que o noso e que, sen dúbida, está presente en certo imaxinario colectivo como o escenario no que levar a mellor das vidas posibles.
Pero, malia a seducción visual, algo non funciona correctamente nesta serie. Os conflictos entre pais e fillos ou entre membros da mesma familia, os enfrontamentos entre amigos ou mesmo os malentendidos ou disputas están estereotipados excesivamente. Os desenlaces poden preverse con unha antelación escandalosa. As supostas fendas na estrutura familiar ás que presumibelmente apuntan as tramas rematan por ser espazos de liberdade para os seus membros. A familia, di o guión con MAIÚSCULAS e a tamaño 2000 puntos é o reducto último onde un se sinte sempre a salvo e acollido. A familia, di o guión con MAIÚSCULAS e a tamaño un millón de puntos é unha sublimación do útero materno: podes mallar nas súas paredes, pero sabendo que sempre terás calor, alimento, teito e ese intanxible que coñecemos como afecto.
Ah, supostamente, a cousa pretende amosarnos como un remata por convertirse nun calco dos seus propios pais chegado o momento. Aínda que o que realmente nos conta é que non hai escapatoria ao modelo familia tradicional + coche + casa + fillos + aburrimento até a morte. E que debemos dar gracias por invento semellante fronte aos perigos dun mundo exterior cheo de xente tola disposta a aproveitarse da inocencia dos rapaces e da debilidade dos pais compracentes.
En definitiva, outro produto que camufla baixo o manto protector de certa incorrección política meramente cosmética unha (outra) apoloxía do tradicional de-toda-la-vida, dando lugar a un retrato inevitabelmente falso das familias de hoxe en día, e resultando especialmente desagradable polas súas intencións, precisamente, de ser expoñente do que supostamente hai. Outro día falarei de "Modern Family", que ven sendo o mesmo lobo pero con distinta pel.
Unha delas é Parenthood. Producida pola NBC é un (outro) exemplo da busca dese punto mitolóxico que supostamente existe entre o que é arriscado e o que é seguro, entre o que un sabe que funciona e o que non se sabe se funcionará. Un produto que pretende ser moitas cousas e que insiste nesa outra sofisticada ficción que chamamos naturalidade (que por estes pagos identifícase sempre co costumbrismo), insinuándonos que nas súas esceas non hai xuizos morais nen patróns predifinidos de conductas aceptabeis cando en realidade toda a estrutura dramática -polo que levo visto- consiste na posta en escea dun xigantesco xuizo ao que vai anexado un catálogo de conductas "normais" ou en vías de normalización.
Protagonizando esta falsa indagación nos dilemas e contradicións da paternidade está Peter Krause, o Nate Fisher daquela marabilla chamada "six feet under". Parella de mediana idade con filla adolescente e amigos e familiares en situacións semellantes. Nai relativamente comprensiva e pai considerablemente histérico ante os descubrimentos da súa creatura: noivos, substancias estupefacientes, festas, a vida lonxe do fogar en definitiva. O deseño de produción, como é costumbre nas series norteamericanas, é realmente magnífico: os fogares da rica clase media norteamericana, os barrios dos suburbios, o uso da iluminación como elemento definitorio de momentos de diferente intensidade dramática ou os vestiarios dos protagonistas poñen en pé un mundo que case coñecemos mellor que o noso e que, sen dúbida, está presente en certo imaxinario colectivo como o escenario no que levar a mellor das vidas posibles.
Pero, malia a seducción visual, algo non funciona correctamente nesta serie. Os conflictos entre pais e fillos ou entre membros da mesma familia, os enfrontamentos entre amigos ou mesmo os malentendidos ou disputas están estereotipados excesivamente. Os desenlaces poden preverse con unha antelación escandalosa. As supostas fendas na estrutura familiar ás que presumibelmente apuntan as tramas rematan por ser espazos de liberdade para os seus membros. A familia, di o guión con MAIÚSCULAS e a tamaño 2000 puntos é o reducto último onde un se sinte sempre a salvo e acollido. A familia, di o guión con MAIÚSCULAS e a tamaño un millón de puntos é unha sublimación do útero materno: podes mallar nas súas paredes, pero sabendo que sempre terás calor, alimento, teito e ese intanxible que coñecemos como afecto.
Ah, supostamente, a cousa pretende amosarnos como un remata por convertirse nun calco dos seus propios pais chegado o momento. Aínda que o que realmente nos conta é que non hai escapatoria ao modelo familia tradicional + coche + casa + fillos + aburrimento até a morte. E que debemos dar gracias por invento semellante fronte aos perigos dun mundo exterior cheo de xente tola disposta a aproveitarse da inocencia dos rapaces e da debilidade dos pais compracentes.
En definitiva, outro produto que camufla baixo o manto protector de certa incorrección política meramente cosmética unha (outra) apoloxía do tradicional de-toda-la-vida, dando lugar a un retrato inevitabelmente falso das familias de hoxe en día, e resultando especialmente desagradable polas súas intencións, precisamente, de ser expoñente do que supostamente hai. Outro día falarei de "Modern Family", que ven sendo o mesmo lobo pero con distinta pel.
30 de set. de 2010
Folga (II)
Vou á folga e descubro que no meu colexio somos unha minoría ridícula os que facemos tal cousa. Nos días previos, lembro, casi ninguén expresouse abertamente, pero eu entendín erroneamente o silencio como unha afirmación tácita de apoio con certo disgusto polos detalles da convocatoria. Mirando os datos de participación no ensino entendo algo máis as cousas. Os ensinantes somos cousas flácidas, clase media baixa coa mirada posta no peldaño seguinte do escalafón social (a clase media-media) e o terror disimulado polo peldaño seguinte en dirección descendente (clase baixa-alta? e desculpen esta mestura de frivolidade e grosería nas miñas clasificacións) expresado en tics lingüísticos nos que termos estéticos e impugnacións educacionais camuflan algo parecido a unha forma de racismo.
Pero, vale, os ensinantes somos unha clase social inútil pero necesaria: alguén ten que controlar eses parkings vixiados que son as escolas. Da un pouco igual que fagamos folga ou que non, o tecido produtivo non vai experimentar perturbacións pola nosa postura, polo que a nosa presenza nás folgas é testimonial (e valiosa nese sentido, claro) pero non imprescindíbel. E o feito da non-imprescindibilidade debería empurrarnos á rúa a protestar un pouco polo estado das cousas: xa que dentro do malo vivimos aceptabelmente ben, non estaría de máis amosar un pouco de inquietude polo marco xeral no que desenvolvemos a nosa tarefa educativa. Non somos espectadores de todo este chiringuito. Moitos dos meus compañeiros, estou convencido, pensan que si. Non son os únicos.
Xa na manifestación da CIG na que participo observo unha combinación estraña de caras novas e caras vellas. Tamén que a clase media de mediana idade está, simplemente, desaparecida de actos coma este. Moita xente míranos dende o alto dos edificios por diante dos cales transcurre a manifestación. Miran con certo susto o folclore típico destes actos. Os mesmos que sorrían ante as celebracións que cortaban rúas e montaban bulla este verán coa cousa do mundial miran para nós con evidente hostilidade, coma se foramos as tropas dun exército estranxeiro entrando na cidade. Non poido evitar pensar que todas esas caras nas que o temor e o desprezo se xuntan nunha mesma mueca son a gran victoria dos auténticos responsabeis de toda esta crise.
Os motivos para non facer folga: o máis repetido é "non é bó momento", seguido de "a convocatoria chega tarde". Obvio aquí os argumentos ultras que piden cousas como a desaparición dos sindicatos ou enuncian a inutilidade de calquera folga, así como os enunciados do tipo "respeten o noso dereito a traballar". Nos dous casos iniciais nótase con claridade a pegada do medo. E esta é a segunda gran victoria dos tipos e institucións que determinan as políticas monetarias e laborais dos estados sen ter sido elixidos para iso: convencer a todo o mundo de que calquera mínima saída do seu guión é un erro mortal que conducirá á nosa civilización ao abismo.
Como non, é obrigatorio pechar coa frase de Zizek que tanto circulou este vran: "resúltanos máis fácil imaxinar a fin do mundo que a fin do capitalismo". Para moita xente autoconsiderada "de ben", ámbalas dúas son a mesma cousa. E esta é a nosa terceira derrota. Quero pensar que a conta dela fixemos onte folga.
Pero, vale, os ensinantes somos unha clase social inútil pero necesaria: alguén ten que controlar eses parkings vixiados que son as escolas. Da un pouco igual que fagamos folga ou que non, o tecido produtivo non vai experimentar perturbacións pola nosa postura, polo que a nosa presenza nás folgas é testimonial (e valiosa nese sentido, claro) pero non imprescindíbel. E o feito da non-imprescindibilidade debería empurrarnos á rúa a protestar un pouco polo estado das cousas: xa que dentro do malo vivimos aceptabelmente ben, non estaría de máis amosar un pouco de inquietude polo marco xeral no que desenvolvemos a nosa tarefa educativa. Non somos espectadores de todo este chiringuito. Moitos dos meus compañeiros, estou convencido, pensan que si. Non son os únicos.
Xa na manifestación da CIG na que participo observo unha combinación estraña de caras novas e caras vellas. Tamén que a clase media de mediana idade está, simplemente, desaparecida de actos coma este. Moita xente míranos dende o alto dos edificios por diante dos cales transcurre a manifestación. Miran con certo susto o folclore típico destes actos. Os mesmos que sorrían ante as celebracións que cortaban rúas e montaban bulla este verán coa cousa do mundial miran para nós con evidente hostilidade, coma se foramos as tropas dun exército estranxeiro entrando na cidade. Non poido evitar pensar que todas esas caras nas que o temor e o desprezo se xuntan nunha mesma mueca son a gran victoria dos auténticos responsabeis de toda esta crise.
Os motivos para non facer folga: o máis repetido é "non é bó momento", seguido de "a convocatoria chega tarde". Obvio aquí os argumentos ultras que piden cousas como a desaparición dos sindicatos ou enuncian a inutilidade de calquera folga, así como os enunciados do tipo "respeten o noso dereito a traballar". Nos dous casos iniciais nótase con claridade a pegada do medo. E esta é a segunda gran victoria dos tipos e institucións que determinan as políticas monetarias e laborais dos estados sen ter sido elixidos para iso: convencer a todo o mundo de que calquera mínima saída do seu guión é un erro mortal que conducirá á nosa civilización ao abismo.
Como non, é obrigatorio pechar coa frase de Zizek que tanto circulou este vran: "resúltanos máis fácil imaxinar a fin do mundo que a fin do capitalismo". Para moita xente autoconsiderada "de ben", ámbalas dúas son a mesma cousa. E esta é a nosa terceira derrota. Quero pensar que a conta dela fixemos onte folga.
29 de set. de 2010
Folga (I)
Mariano Rajoy: "Si hay algo especialmente contraproducente de esta huelga es la lesión imborrable que produce en la imagen de España"
Algún dos que dubidan, precisan algo máis para ir á folga si ou si?
Algún dos que dubidan, precisan algo máis para ir á folga si ou si?
28 de set. de 2010
Paradoxos laborais en momentos previos á folga
Vou ao súper que hai preto da miña casa a facer a típica compra apresurada de última hora de luns. Na sección de froitas e verduras traballa a nai dun ex-alumno coa que falo longo rato sempre que vou a aprovisionarme. Habitualmente, claro, do seu fillo. Porén, neste caso, o tema é a folga. Ela fala en plan "eses que van facer a folga" e eu contéstolle con respostas do tipo "nós, os que imos a facer folga".
Ignoro as súas condicións laborais, pero sospeito que ela debe ter motivos dabondo para ir a unha folga en serio. Eu non arrisco nada indo á folga. Podo permitirme participar en algo que sei que non me vai perxudicar máis aló dos 50 € que me serán detraídos do salario. A miña participación na folga é para que conste cando fagan o reconto e o meu nome forme parte da lista dos que lle din ao goberno "a súa política económica poderíaa estar levando a cabo a dereita e non notaríamos a diferenza; a xestión da crise está a pasarlle factura aos mesmos todo o tempo". Irei a unha das manifestacións de Vigo. Berrarei un pouco e celebrarei a movilización da multitude polas rúas.
A miña interlocutora, mentras me mira de forma diferente a outras ocasións, coméntame a súa preocupación por non poder facer o seu traballo o mércores. Tamén pregúntame que vai pasar no colexio. "Os servizos mínimos no ensino consisten en: unha persoa de dirección, unha persoa de secretaría e un membro dos PAS", "non vai a haber profesores entón?", "algúns haberá, pero a maioría faremos folga". Mírame con certa sorpresa. Traduzo a súa mirada: "estes vagos, por riba, un día sin clase polo morro". Pregúntame se debe mandar á filla ao colexio. "Non vai a haber apenas profes, pero vai estar aberto, os servizos mínimos", "pero ir para non facer nada...", "pois xa sabe", "e se pasa algo?", "algo?", "si, un piquete informativo", "estarán todos en citroen e en sitios polo estilo, os centros de ensino non son fundamentais na actividade da cidade", "será mellor que non vaia ao colexio", "paréceme boa idea", "moi ben, ata pronto", "adeus".
Marcho cos meus plátanos e as miñas cenouras e as mazás e dous paquetes de galletas. O pijo de chapapote facendo folga e a traballadora do súper criticando esta postura. Hai algo raro na situación. Non sei que pensar.
Ignoro as súas condicións laborais, pero sospeito que ela debe ter motivos dabondo para ir a unha folga en serio. Eu non arrisco nada indo á folga. Podo permitirme participar en algo que sei que non me vai perxudicar máis aló dos 50 € que me serán detraídos do salario. A miña participación na folga é para que conste cando fagan o reconto e o meu nome forme parte da lista dos que lle din ao goberno "a súa política económica poderíaa estar levando a cabo a dereita e non notaríamos a diferenza; a xestión da crise está a pasarlle factura aos mesmos todo o tempo". Irei a unha das manifestacións de Vigo. Berrarei un pouco e celebrarei a movilización da multitude polas rúas.
A miña interlocutora, mentras me mira de forma diferente a outras ocasións, coméntame a súa preocupación por non poder facer o seu traballo o mércores. Tamén pregúntame que vai pasar no colexio. "Os servizos mínimos no ensino consisten en: unha persoa de dirección, unha persoa de secretaría e un membro dos PAS", "non vai a haber profesores entón?", "algúns haberá, pero a maioría faremos folga". Mírame con certa sorpresa. Traduzo a súa mirada: "estes vagos, por riba, un día sin clase polo morro". Pregúntame se debe mandar á filla ao colexio. "Non vai a haber apenas profes, pero vai estar aberto, os servizos mínimos", "pero ir para non facer nada...", "pois xa sabe", "e se pasa algo?", "algo?", "si, un piquete informativo", "estarán todos en citroen e en sitios polo estilo, os centros de ensino non son fundamentais na actividade da cidade", "será mellor que non vaia ao colexio", "paréceme boa idea", "moi ben, ata pronto", "adeus".
Marcho cos meus plátanos e as miñas cenouras e as mazás e dous paquetes de galletas. O pijo de chapapote facendo folga e a traballadora do súper criticando esta postura. Hai algo raro na situación. Non sei que pensar.
26 de set. de 2010
michael haneke, a cinta branca
Non sei que pensar das películas que me chegan precedidas da aureola de "obra maestra". Habitualmente tardo un tempo en facer a dixestión emocional ata das historias máis idiotas, así que xa non falo do suposto proceso de análise intelectual que un debe levar a cabo tras entregarse ao visionado dos produtos máis pretenciosos e, supostamente, sofisticados, saídos das factorías cinematográficas.
O primeiro é o cartaz do filme. Unha especie de encarnación infantil do MAL que mira cara algo que queda lonxe do noso alcance. Mira como miran os depredadores ás súas presas: coa atención obsesiva de quen observa aquilo que precisa devorar para sobrevivir.
O neno da imaxe é un dos coprotagonistas desta historia. Quizáis as reviravoltas narrativas importan pouco, así que prescindiré aquí de falar delas. O esencial é a reconstrucción do ambiente nun pobo alemán nos días previos á Primeira Guerra Mundial. A férrea estrutura de clases, a imposibilidade do ascenso social, o asfixiante sentido de pertenza a unha comunidade pechada, a educación autoritaria e o papel brutal da relixión como elemento vertebrador da moral pública: Haneke pon enriba da mesa todo isto con naturalidade, exhibindo un abrumador dominio da posta en escea, do manexo do tempo cinematográfico, do uso da luz e abusando de cando en vez do recurso ao fóra de campo para enfatizar sin facer énfase visual as esceas de violencia.
Nada que obxectar pois ao dominio do medio e á capacidade do director para seducir cunha historia na cal a Historia é iluminada dende un recuncho -un microcosmos, diríamos hoxe- dominado por unha violencia subterránea que explota puntualmente, anunciando un futuro de horrores e violencias a escala maior.
A mirada que proxecta Haneke sobre as súas criaturas cinematográficas é a habitual das súas películas: os seres humanos somos criaturas que entenden a política coma un exercicio de corrupción e arribismo, a moral como unha tapadeira para vicios inconfesabeis e o vínculo social como unha cadea intolerábel que, cando racha, libera o absurdo en forma de violencia inconteníbel.
Non hai, polo tanto, nada que facer coa especie humana. Ningún dos protagonistas da película escapa á podremia que retrata Haneke. En especial o grupo de nenos que, educados no respecto á autoridade e ás tradicións e sometidos aos delirios relixiosos dos seus pais, acaban converténdose nunha especie de gardiáns da pureza capaces de todo para preservar esta no seo da súa comunidade. Os mesmos rapaces que se farán adultos a finais da década dos ´20s e principios dos ´30s. Os mesmiños.
Dóeme un pouco o reduccionismo de Haneke: malia os supostos puntos de fuga da historia que supostamente permiten ao espectador sacar as súas propias conclusións, en realidade todo está mascado e dixerido previamente. O director faino moi ben: o seu extraordinario uso do branco e negro e esa cámara plantada estratéxicamente, que case parece non estar, fan da película un mecanismo de seducción do que é imposible fuxir. Pero a totalidade dos protagonistas están deseñados para resultar noxentos, ben pola súa maldade, ben pola súa incapacidade para facerlle fronte ao mal. E esta imposibilidade para a evolución moral, este destino inevitábel dos protagonistas e esta ausencia de humanidade da que fai gala o xefe de todo o invento terminan por resultar sospeitosas e desagradabeis.
O cine debe ser sinxelo retratando a complexidade. E, se é posible, debe evitar os maniqueísmos máis groseiros cando ten pretensións de radiografiar as interioridades dos procesos históricos. Aínda que a atracción das lecturas simplistas resulte tan irrestíbel como neste caso.
O primeiro é o cartaz do filme. Unha especie de encarnación infantil do MAL que mira cara algo que queda lonxe do noso alcance. Mira como miran os depredadores ás súas presas: coa atención obsesiva de quen observa aquilo que precisa devorar para sobrevivir.
O neno da imaxe é un dos coprotagonistas desta historia. Quizáis as reviravoltas narrativas importan pouco, así que prescindiré aquí de falar delas. O esencial é a reconstrucción do ambiente nun pobo alemán nos días previos á Primeira Guerra Mundial. A férrea estrutura de clases, a imposibilidade do ascenso social, o asfixiante sentido de pertenza a unha comunidade pechada, a educación autoritaria e o papel brutal da relixión como elemento vertebrador da moral pública: Haneke pon enriba da mesa todo isto con naturalidade, exhibindo un abrumador dominio da posta en escea, do manexo do tempo cinematográfico, do uso da luz e abusando de cando en vez do recurso ao fóra de campo para enfatizar sin facer énfase visual as esceas de violencia.
Nada que obxectar pois ao dominio do medio e á capacidade do director para seducir cunha historia na cal a Historia é iluminada dende un recuncho -un microcosmos, diríamos hoxe- dominado por unha violencia subterránea que explota puntualmente, anunciando un futuro de horrores e violencias a escala maior.
A mirada que proxecta Haneke sobre as súas criaturas cinematográficas é a habitual das súas películas: os seres humanos somos criaturas que entenden a política coma un exercicio de corrupción e arribismo, a moral como unha tapadeira para vicios inconfesabeis e o vínculo social como unha cadea intolerábel que, cando racha, libera o absurdo en forma de violencia inconteníbel.
Non hai, polo tanto, nada que facer coa especie humana. Ningún dos protagonistas da película escapa á podremia que retrata Haneke. En especial o grupo de nenos que, educados no respecto á autoridade e ás tradicións e sometidos aos delirios relixiosos dos seus pais, acaban converténdose nunha especie de gardiáns da pureza capaces de todo para preservar esta no seo da súa comunidade. Os mesmos rapaces que se farán adultos a finais da década dos ´20s e principios dos ´30s. Os mesmiños.
Dóeme un pouco o reduccionismo de Haneke: malia os supostos puntos de fuga da historia que supostamente permiten ao espectador sacar as súas propias conclusións, en realidade todo está mascado e dixerido previamente. O director faino moi ben: o seu extraordinario uso do branco e negro e esa cámara plantada estratéxicamente, que case parece non estar, fan da película un mecanismo de seducción do que é imposible fuxir. Pero a totalidade dos protagonistas están deseñados para resultar noxentos, ben pola súa maldade, ben pola súa incapacidade para facerlle fronte ao mal. E esta imposibilidade para a evolución moral, este destino inevitábel dos protagonistas e esta ausencia de humanidade da que fai gala o xefe de todo o invento terminan por resultar sospeitosas e desagradabeis.
O cine debe ser sinxelo retratando a complexidade. E, se é posible, debe evitar os maniqueísmos máis groseiros cando ten pretensións de radiografiar as interioridades dos procesos históricos. Aínda que a atracción das lecturas simplistas resulte tan irrestíbel como neste caso.
21 de set. de 2010
9 de xul. de 2010
O que quería contar sobre o festival Vigo Transforma
Está explicado de forma marabillosa por Manuel Delgado neste artigo do ano 2000 que atopei no seu blog, referido ás festas do solsticio de verán.
¿HACIA UN SANT JOAN SIN FUEGO?
Manuel Delgado
Nada hay de intrascendente en las fiestas populares. Tras lo que puede parecer un atavismo más o menos simpático se ocultan poderosas formas de acción social. Los ciudadanos reclaman y obtienen en las fiestas la hegemonía sobre el espacio público, demostrándole a los políticos, los arquitectos y los diseñadores urbanos lo iluso del control que créen ejercer sobre él. Eso sin contar con que son mecanismos que le permiten a una comunidad humana establecer una continuidad entre pasado y presente –tener memoria, en definitiva– y generar un sentimiento de identidad compartida del que dependerán múltiples formas de cooperación y civilidad.
En ese sentido, la más emblemática de nuestras fiestas populares es, sin duda, la de la víspera de Sant Joan, ocasión que nadie puede abstenerse de celebrar, obligación de convivir compartiendo y hacerlo, no como en Navidad, en la intimidad de la vida familiar, sino en ese espacio que es de todos y de nadie en particular: la calle.
Ahora bien, hay un elemento de ese paisaje festivo que se repite en noches como la que acabamos de pasar, que peligra y que, si no se remedia, está condenado a desaparecer o a subsistir penosamente : las hogueras. Sin recurrir a estadísticas, todos podemos observar como cada año desaparecen fuegos tradicionales y que nuestras ciudades ya no ofrecen aquella visión alucinante –contemplable desde cualquier alto– de arder por los cuatro costados.
Hay varios factores que contribuyen a esa decadencia acaso irreversible de las hogueras sanjuaneras. Está claro que existen dificultades técnicas graves, como la desaparición de viejas ubicaciones y muchas veces la casi imposibilidad de encontrar ni siquiera un lugar dónde guardar la leña. Por lo demás, las autoridades municipales han arreciado en su vieja obsesión persecutoria contra los fuegos no autorizados, con su manía de monitorizar cualquier expresión festiva y de controlarlo todo y a todos. También por haber generado contextos urbanísticos cada vez más de «mírame y no me toques».
Pero, sobre todo, la razón de la crisis es sociológica y delata cambios culturales profundos, sobre todo por lo que hace a las formas de sociabilidad infantil que habían caracterizado hasta hace poco la vida en los barrios. De ellas se derivaba una asociación entre niñez y nit de Sant Joan deliciosa, que Joan Manuel Serrat exaltara en una inolvidable canción –«doneu-me un troç de fusta per cremar...»–, pero que apenas cuenta con posibilidades de sobrevivir.
Ya no hay niños que recojan madera, la oculten y la prendan en el momento dado, en el sitio de siempre, antes de que las autoridades hayan tenido tiempo de impedirlo. La imagen de las pandillas de rapaces de 8 a 14 años, que organizaban una auténtica sociedad paralela en la calle, se ha extinguido casi como consecuencia de una alarmante pérdida de autonomía infantil. Nuestros hijos de esa edad hacen su vida social en ámbitos rigurosamente controlados –escuelas, esplais, gimnasios...– y sus padres preferimos que se pasen la tarde viendo la tele o jugando con la nintendo antes de tolerar que bajen a un calle que les presentamos llena de amenazas físicas y morales. Los niños están demasiados ocupados en disciplinarse –ballet, bascket, tae-kwondo...– como para perder el tiempo viviendo. Ya no existe la canalla. Jamás la infancia había sido menos libre que ahora.
Esto implica que sólo existen dos alternativas en relación con el futuro de las hogueras de Sant Joan. Una es la de resignarse a que este proceso social arrastre consigo los fuegos y que queden con vida sólo unos cuantos más o menos oficiales. La otra es la de entender que sólo los adultos estarán dentro de poco en condiciones de preparar y encender hogueras, puesto que no es posible recuperar el protagonismo de unos niños del barrio que, en tanto que tales, ya no existen, ni volverán a existir probablemente.
Y no pasa nada porque quede una marca en el asfalto. Lo que para los técnicos municipales es un «deterioro del firme», para los vecinos es un recordatorio de ese lugar en que, año tras año, llegado el solsticio, se permiten proclamar que no son un agregado impersonal de individuos y familias, sino una colectividad que comparte intereses e identidad.
7 de xul. de 2010
5 de xul. de 2010
Pero que h***a é iso de "Vigo Transforma"?
Carteis por toda a cidade dun novo festival de música na vila: un barco portacontedores enfilado cara as Cíes, un ceo cuberto de nubes ao estilo Os Simpsons, unha especie de transformer-rinoceronte feito con pezas do Lego a piques de desembarcar e un millón de logos (haberá un sutil xogo semiolóxico entre o lego e os logos?): Xunta de Galicia, Tenencia de Alcaldía de Vigo, unha cousa que se chama vigocultura, El Corte Inglés, o Instituto Camoes, esmerArte (???), Caixanova, Coca Cola, Heineken, Puerto de Vigo, revistas de tendencias varias,...
Investigo un pouco. O cartel reúne a a) unha selección moi do momento: os xx, Miike Snow, Devendra Banhart, Jeff Tweedy, Fanfarlo, b) vellas glorias da música de baile: Orbital, Fischerspooner, c) independencia hispánica para modernuquis: love of lesbian, delafé d) independencia galaica para modernetes: triángulo de amor bizarro, elodio y los seres queridos, e) crooners dos 90 resistentes á decadencia: neil hannon, f) cousas que non sei que son: polock, the morning benders, g) djs locais: mweeslee, caino e g) misterios das modas revivalistas e do presente continuo no que vive instalado o mundillo musical: os mutantes.
A primeira vista a cousa mola. Eu iría só por ver a Neil Hannon, a Jeff Tweedy, a Fanfarlo e a the xx (previsibles gustos de pijo de chapapote, seino). Podería plantearme gastar os 40 € que custa o abono por ver a estes grupos. Pero algo cheira mal, algo non encaixa. Non é a típica aventura a tumba aberta dun festival Sinsal. Non parece a iniciativa dunha sala disposta a arriscar os seus cartos a ver que sae. Non semella ser a iniciativa dalgún colectivo local con ideas, traxectoria, sentido do risco e ganas de axitar o panorama cultural da cidade.
Parece o festival que faría un concelleiro de cultura do PP se este partido gobernase na cidade e se este concelleiro tivera algún fillo modernete metido no mundillo musical galaico e con conexións políticas e empresariais de "alto" nivel. Algo así, pero en peor.
Sigo investigando. Na web, o presumible gran negocio que hai aquí debaixo vai con coartada enrrollada e guai: (copio e pego)
A programación de Vigo Transforma busca involucrarse coa cidade, tender uns vínculos cos habitantes que vaian máis alá da mera celebración anual dun festival. Se trata de crear un acontecemento cultural, pero tamén de poñer en marcha unha corrente de enerxía que sirva para activar artistas e espectadores, que promova a creación, que transforme a sociedade da cidade para situala como unha das máis activas e avanzadas do estado.
A linguaxe deste párrafo anterior bordea o insulto. Invita a prenderlle lume a algo. Contengo a miña erupción de ira e sigo lendo:
Un acontecemento cultural e social como Vigo Transforma non se limita á realización dun festival musical ao uso. O concepto "Transforma" implica a posta en marcha de iniciativas de alcance social baseadas na sostibilidade ambiental e na difusión de conceptos de responsabilidade ambiental. Desta forma, poñeranse en funcionamento unha serie de medidas destinadas a minimizar o impacto ambiental producido polo festival en colaboración coa organización Universo Vivo.
Oh my god! rollito ecoloxista tipo "poñer contedores amarelos para reciclar as latas de Heineken e os vasos de plástico dos botellóns". Outro texto que invita á mutilación e á tortura da persoa responsable da súa escrita.
A cousa remata cunha historia chamada "ecochic" e outra de reciclar móbiles para axudar aos gorilas de Africa. Todo tan pulcro, tan aseado, tan guai, que dan gas de botar a comida sobre o teclado do ordenador.
Do importante: quen, como, porqué, e, sobre todo, canto, nin unha palabra. O festival ten lugar no peirao de trasatlánticos. Non se sabe quen está detrás do evento: O Concello? A Xunta? O Xacobeo? Unha productora privada? A autoridade portuaria? Todos xuntos ao tempo?
A sensación que transmite toda a xogada é "imos a asociar o porto coa música supostamente guai para amosar que os responsables dos recheos na Ría non somos unha banda de negociantes sen sentimentos, senón que somos xente sensible con sentimentos que entende que a mocidade quere pasalo ben".
Os concertos, polo tanto, entran nunha xogada dupla: modernizar e limpar a imaxe do porto de Vigo (paso previo a xustificar sen rubor os interminables recheos que van dominando a Ría) e inventar unha "festa da cultura" dende arriba, dende as Consellerías e Concellerías de turno, botando man dun discurso que recolle a peor retórica do progresismo máis cínico e as intencións máis turbias do conservadorismo máis rancio.
Será un éxito, claro. Isto é Vigo.
(Parece ser que todo o invento vai acompañado dunha actividade que se chama "vasos comunicantes": performances, instalacións e obradoiros con vocación experimental, que, se realmente pretenden ser tal cousa un non pode evitar preguntarse "que fan metidos nesta operación de marketing institucional?".)
Investigo un pouco. O cartel reúne a a) unha selección moi do momento: os xx, Miike Snow, Devendra Banhart, Jeff Tweedy, Fanfarlo, b) vellas glorias da música de baile: Orbital, Fischerspooner, c) independencia hispánica para modernuquis: love of lesbian, delafé d) independencia galaica para modernetes: triángulo de amor bizarro, elodio y los seres queridos, e) crooners dos 90 resistentes á decadencia: neil hannon, f) cousas que non sei que son: polock, the morning benders, g) djs locais: mweeslee, caino e g) misterios das modas revivalistas e do presente continuo no que vive instalado o mundillo musical: os mutantes.
A primeira vista a cousa mola. Eu iría só por ver a Neil Hannon, a Jeff Tweedy, a Fanfarlo e a the xx (previsibles gustos de pijo de chapapote, seino). Podería plantearme gastar os 40 € que custa o abono por ver a estes grupos. Pero algo cheira mal, algo non encaixa. Non é a típica aventura a tumba aberta dun festival Sinsal. Non parece a iniciativa dunha sala disposta a arriscar os seus cartos a ver que sae. Non semella ser a iniciativa dalgún colectivo local con ideas, traxectoria, sentido do risco e ganas de axitar o panorama cultural da cidade.
Parece o festival que faría un concelleiro de cultura do PP se este partido gobernase na cidade e se este concelleiro tivera algún fillo modernete metido no mundillo musical galaico e con conexións políticas e empresariais de "alto" nivel. Algo así, pero en peor.
Sigo investigando. Na web, o presumible gran negocio que hai aquí debaixo vai con coartada enrrollada e guai: (copio e pego)
A programación de Vigo Transforma busca involucrarse coa cidade, tender uns vínculos cos habitantes que vaian máis alá da mera celebración anual dun festival. Se trata de crear un acontecemento cultural, pero tamén de poñer en marcha unha corrente de enerxía que sirva para activar artistas e espectadores, que promova a creación, que transforme a sociedade da cidade para situala como unha das máis activas e avanzadas do estado.
A linguaxe deste párrafo anterior bordea o insulto. Invita a prenderlle lume a algo. Contengo a miña erupción de ira e sigo lendo:
Un acontecemento cultural e social como Vigo Transforma non se limita á realización dun festival musical ao uso. O concepto "Transforma" implica a posta en marcha de iniciativas de alcance social baseadas na sostibilidade ambiental e na difusión de conceptos de responsabilidade ambiental. Desta forma, poñeranse en funcionamento unha serie de medidas destinadas a minimizar o impacto ambiental producido polo festival en colaboración coa organización Universo Vivo.
Oh my god! rollito ecoloxista tipo "poñer contedores amarelos para reciclar as latas de Heineken e os vasos de plástico dos botellóns". Outro texto que invita á mutilación e á tortura da persoa responsable da súa escrita.
A cousa remata cunha historia chamada "ecochic" e outra de reciclar móbiles para axudar aos gorilas de Africa. Todo tan pulcro, tan aseado, tan guai, que dan gas de botar a comida sobre o teclado do ordenador.
Do importante: quen, como, porqué, e, sobre todo, canto, nin unha palabra. O festival ten lugar no peirao de trasatlánticos. Non se sabe quen está detrás do evento: O Concello? A Xunta? O Xacobeo? Unha productora privada? A autoridade portuaria? Todos xuntos ao tempo?
A sensación que transmite toda a xogada é "imos a asociar o porto coa música supostamente guai para amosar que os responsables dos recheos na Ría non somos unha banda de negociantes sen sentimentos, senón que somos xente sensible con sentimentos que entende que a mocidade quere pasalo ben".
Os concertos, polo tanto, entran nunha xogada dupla: modernizar e limpar a imaxe do porto de Vigo (paso previo a xustificar sen rubor os interminables recheos que van dominando a Ría) e inventar unha "festa da cultura" dende arriba, dende as Consellerías e Concellerías de turno, botando man dun discurso que recolle a peor retórica do progresismo máis cínico e as intencións máis turbias do conservadorismo máis rancio.
Será un éxito, claro. Isto é Vigo.
(Parece ser que todo o invento vai acompañado dunha actividade que se chama "vasos comunicantes": performances, instalacións e obradoiros con vocación experimental, que, se realmente pretenden ser tal cousa un non pode evitar preguntarse "que fan metidos nesta operación de marketing institucional?".)
2 de xul. de 2010
1 de xullo
Estou oficialmente de vacacións. As temperaturas empezarán a baixar de súpeto e probabelmente choiva os próximos días. Irei a praia unha vez que a miña perna esquerda esté totalmente recuperada. Lerei algúns libros. Verei algunhas películas. Irei a algún concerto. Deixarei de ver algúns programas de televisión. Haberá area da praia entre os dedos dos meus pes e os restos da crema protectora solar faranme chorar a última hora do día. Mirarei con frecuencia para o ceo polas noites. Quizais faga algunhas cousas que deixei de lado. Estou oficialmente de vacacións. A obriga de facer o que queira. De ser o que queira. Ai, non pesan os anos, pesan os kilos.
€SPANISH DR€AM
Un documental de Guillermo Cruz e Santiago Cirugeda.
A ratos é un pouco o "cuéntame" da xeración Y dirixido por Michael Moore, pero en conxunto ten gracia.
[vía: naranjas de hiroshima]
€SPANISH DR€AM from Guillermo Cruz on Vimeo.
A ratos é un pouco o "cuéntame" da xeración Y dirixido por Michael Moore, pero en conxunto ten gracia.
[vía: naranjas de hiroshima]
30 de xuño de 2010
Reflexións mundialistas (II)
- ELDERS: Señor Foucault, cre vostede, despois de ter escoitado isto [a intervención de Chomsky na que interpelaba a Foucault sobre porque lle interesaba a política e el dicíalle que non lle podía respostar por non estar no mesmo plano de discurso], que podemos describir as nosas sociedades como democráticas?
- FOUCAULT: Non, en realidade, nunca se me ocorrería chamar democrática á nosa sociedade. Se por democracia entendemos o exercicio efectivo do poder por parte dun pobo que non está dividido nin ordenado xerarquicamente en clases, é claro que estamos moi lonxe dunha democracia. Paréceme evidente que estamos a vivir baixo un rexime de ditadura de clase, dun poder de clase que se impón a través da violencia, mesmo cando os instrumentos desta violencia son institucionais e constitucionais; e a ese nivel, falar de democracia carece por completo de sentido.
[...]
Por outra banda, unha das tarefas que considero urxentes e perentorias, por riba e máis alá de todas as demáis, é a seguinte: deberiamos indicar e amosar, mesmo cando están ocultas, todas as relacións do poder político que actualmente controlan o corpo social, oprímeno e reprímeno.
[...]
Sabemos que a verdadeira tarefa política nunha sociedade como a nosa é realizar unha crítica do funcionamento das institucións que semellan neutrales e independentes; facer unha crítica e atacalas de tal maneira que se desenmascare a violencia política que se exerceu a través destas de maneira oculta, para que as poidamos combater.
Na miña opinión esta crítica e esta loita son esenciais por distintos motivos: en primeiro lugar, porque o poder político vai moito máis alá do que un sospeita; hai centros e puntos de apoio invisíbeis e pouco coñecidos; a súa verdadeira resistencia, a súa verdadeira solidez quizais se atopa onde un menos espera.
Probabelmente, sexa insuficiente afirmar que detrás dos gobernos, detrás dos aparatos de Estado, está a clase dominante; debemos localizar o punto de actividade, os lugares e as formas na que se exerce a dominación.
E porque esta dominación non é só a expresión, en termos políticos, da explotación económica, senón o seu instrumento e, en gran medida, a súa condición de posibilidade, para suprimir unha é necesario discernir outra de maneira exhaustiva. Se non logramos recoñecer estes puntos de apoio do poder de clase, corremos o risco de permitirmos a continuidade da súa existencia e de vermos con este poder de clase reconstituírse a si propio, mesmo logo dun aparente proceso revolucionario.
27 de xuño de 2010
Reflexións mundialistas (I)
Sigo con ansioso desinterese a evolución deste meganegocio mundial que se está a desenvolver en Sudáfrica. Máis ben, con certo histerismo distanciado. Máis ben, con considerable aburrimento hiperatento. Ou ben, con todo iso e máis aínda. E, polo que levo visto, o negocio funciona a pleno rendemento: as gradas cheas, miles de extras facendo un rebumbio considerable, starlettes pintadas coas cores nacionais esperando polo seu minuto de gloria nas portadas dos xornais globais, presidentes, expresidentes, celebrities e frikis redimidos pola fama dándose cita neste simulacro de guerra mundial sublimada a través do acontecemento deportivo. O deporte, así, permite puntuais teatralizacións dunha desorde imposible na realidade (Ghana gañando a Estados Unidos, Italia, Francia ou Inglaterra xa liquidadas, os fraternais veciños España e Portugal ao borde do enfrontamento total), e, por riba de todo propicia a posta en escea dun complicado amor patrio que habitualmente agóchase con vergoña por estes pagos.
Por primeira vez en décadas teño visto en Vigo: balcóns coa bandeira de España co touro no centro, rapazas e rapaces coas cores hispánicas pintadas na cara, xente de apariencia razoable ao borde do infarto ante os erros sucesivos de Torres e compañía, xente de apariencia sensata besando o chan tras os goles de Villa, automobilistas de seu tranquilos e imperturbables facendo soar os seus claxons mentras escoitan a eses simpáticos fascistillas do Carrusel Deportivo.
O nacionalismo español, que penaba con vergoña entre unha multitude silenciosa de vigueses, ven de atopar unha canle de expresión. Ardor guerreiro e espírito festivo combínanse nesta explosión de sentimentos reprimidos. O reprimido, que se manifesta en forma de neurose fai aflorar actitudes estigmatizadas de feito socialmente. Agora que declararse españolista vai empezando a ser algo normal poderemos por fin comezar a entender as cousas que pasan nas eleccións por estes lares. Tamén, admitido o síntoma -o nacionalismo español-, quizais poidamos discutilo abertamente sen atoparnos con esa resposta que cortocircuita calqueira diálogo posible: "¿nacionalista? yo no soy nacionalista".
O espectáculo e o seu negocio dan forma ao reprimido. A posta en escea do sentimento patriótico crea unha resonancia social. Unha masa amplia de xente practicante dun nacionalismo españolista non recoñecido, de súpeto sente a liberación de poder dar expresión ao seu malestar. Hai un lado bó en todo este festival rojigualda: cando un recoñécese como patriota español pode empezar a admitir que haxa outras posibilidades para recoñerse nunha identidade colectiva. Incluso pode empezar a pensar que o "normal" é ser nacionalista dunha forma ou doutra, e, indo aínda máis alá, que as patrias non están a salvo do devenir humano nin son realidades inmutables, eternas e trascendentes. Celebremos, pois, os goles de Villa: son terapéuticos.
Por primeira vez en décadas teño visto en Vigo: balcóns coa bandeira de España co touro no centro, rapazas e rapaces coas cores hispánicas pintadas na cara, xente de apariencia razoable ao borde do infarto ante os erros sucesivos de Torres e compañía, xente de apariencia sensata besando o chan tras os goles de Villa, automobilistas de seu tranquilos e imperturbables facendo soar os seus claxons mentras escoitan a eses simpáticos fascistillas do Carrusel Deportivo.
O nacionalismo español, que penaba con vergoña entre unha multitude silenciosa de vigueses, ven de atopar unha canle de expresión. Ardor guerreiro e espírito festivo combínanse nesta explosión de sentimentos reprimidos. O reprimido, que se manifesta en forma de neurose fai aflorar actitudes estigmatizadas de feito socialmente. Agora que declararse españolista vai empezando a ser algo normal poderemos por fin comezar a entender as cousas que pasan nas eleccións por estes lares. Tamén, admitido o síntoma -o nacionalismo español-, quizais poidamos discutilo abertamente sen atoparnos con esa resposta que cortocircuita calqueira diálogo posible: "¿nacionalista? yo no soy nacionalista".
O espectáculo e o seu negocio dan forma ao reprimido. A posta en escea do sentimento patriótico crea unha resonancia social. Unha masa amplia de xente practicante dun nacionalismo españolista non recoñecido, de súpeto sente a liberación de poder dar expresión ao seu malestar. Hai un lado bó en todo este festival rojigualda: cando un recoñécese como patriota español pode empezar a admitir que haxa outras posibilidades para recoñerse nunha identidade colectiva. Incluso pode empezar a pensar que o "normal" é ser nacionalista dunha forma ou doutra, e, indo aínda máis alá, que as patrias non están a salvo do devenir humano nin son realidades inmutables, eternas e trascendentes. Celebremos, pois, os goles de Villa: son terapéuticos.
25 de xuño de 2010
Zizek, el acoso de las fantasías
La característica elemental del capitalismo consiste en su desequilibrio estructural inherente, su carácter antagónico más íntimo: la crisis constante, la revolución continua de las condiciones de existencia. El capitalismo no tiene un estado "normal" equilibrado: su estado "normal" es la producción permanente del exceso -el único medio de supervivencia del capitalismo es la expansión.
Así, el capitalismo se encuentra atrapado en un circuito, en una especie de círculo vicioso, que ya fue claramente señalado por Marx: aún produciendo más para las necesidades socioeconómicas que cualquier otra formación socioeconómica, el capitalismo sigue creando más necesidades para ser satisfechas; mientras mayor sea la riqueza mayor será la necesidad de producir aún más riqueza. Debe ser evidente, por lo tanto, por qué Lacan designó al capitalismo como el dominio del discurso de la histeria: este circulo vicioso de un deseo cuya satisfacción aparente sólo amplía la brecha de la insatisfacción es lo que define a la histeria.
Aquí, un histérico.
11 de maio de 2010
Pequenas insurreccións cotiás
Estou na cola do traumatólogo, 9.30 h da mañá, esperando o meu turno. Estou tranquilo e pouco impresionado, ao meu arredor non hai ningún caso grave que convoque o pesimismo derivado das desgrazas alleas. Algúns nenos co pé torcido, algúns adultos con muletas ou algún membro fracturado convenientemente tratado, algún deportista amateur con rotura de fibras. O típico. De súpeto un home enfurecido entra na nosa zona. Peta con violencia nunha das portas. Sae unha médico. Discuten. O home, alporizado, bótalle en cara que xa o cambiaron dúas veces de porta e que leva dende as nove de acá para alá, que xa está farto, que non hai dereito. A médico, aburrida polo discurso di, eu non podo facer nada, eu non dou as citas. Entra de novo na consulta. Pecha a porta. O home -temíame este momento- diríxese a nós, público mudo que espera polo seu turno. Non hai dereito, di. A outra vez, por culpa da folga esa, non me atenderon, di. Eu veño de bastante lonxe, berra. E a saída da autopista estaba fatal, di. Todo pola puta folga esa, di. Eu estaba aquí as nove, di. Pasaron o meu turno, di. O home mira ao auditorio, algúns nenos que esperan teñen os ollos moi abertos mentras miran para o home. O resto miramos para o chan, para as paredes, para os carteis de non fumar, para as ventás sen limpar dende fai algunhas semanas. A carón do home, unha administrativa mira a pantalla do seu ordenador coma se nela estivera acontecendo a retransmisión en directo da fin do mundo. Despois faise o silencio. Os berros do home non son substituídos por nada, e queda coma un eco deles na sala de espera do centro de saúde. O home bota outra mirada agardando algo, unha voz discrepante, un berro de bravo, unha palabra de solidariedade. Nada acontece. Cando volto a mirar, o home está entrando no baño. Willy S., di unha voz ás miñas costas, son eu, pase. Desaparezo na consulta do traumatólogo.
27 de abr. de 2010
MIA, born free
O fillo de Costa-Gravas dirixe isto:
Deixando de lado as consideracións artísticas, chámame a atención que os sensibeis donos de youtube retiraran o vídeo da súa páxina, cando non parecen molestarlles demasiado os vídeos de pelexas, malleiras e humillacións variadas que un atopa con facilidade na súa páxina. Co agravante de que isto, con toda esa suposta violencia da que falan algúns titulares de prensa só é unha ficción. Ás veces teño a sensación de que todas estas polémicas falsas teñen unha intención oculta que non dou comprendido. A quen lle sorprende que youtube prohíba unha ficción e tolere vídeos reais moito peores no seu sitio web? A min non. A quen lle sorprende que os donos de youtube pensen que un vídeo no que sae xente reventada mediante efectos especiais é peor para o seu negocio que os vídeos caseiros con hostias e humillacións de verdade? A min non. A lóxica de youtube é a do noso tempo: máximo beneficio co mínimo custo. As representacións de certas violencias son un custo inasumible. Os beneficios da violencia real son altamente beneficiosas. Viva o mal, viva o capital. Etc.
Deixando de lado as consideracións artísticas, chámame a atención que os sensibeis donos de youtube retiraran o vídeo da súa páxina, cando non parecen molestarlles demasiado os vídeos de pelexas, malleiras e humillacións variadas que un atopa con facilidade na súa páxina. Co agravante de que isto, con toda esa suposta violencia da que falan algúns titulares de prensa só é unha ficción. Ás veces teño a sensación de que todas estas polémicas falsas teñen unha intención oculta que non dou comprendido. A quen lle sorprende que youtube prohíba unha ficción e tolere vídeos reais moito peores no seu sitio web? A min non. A quen lle sorprende que os donos de youtube pensen que un vídeo no que sae xente reventada mediante efectos especiais é peor para o seu negocio que os vídeos caseiros con hostias e humillacións de verdade? A min non. A lóxica de youtube é a do noso tempo: máximo beneficio co mínimo custo. As representacións de certas violencias son un custo inasumible. Os beneficios da violencia real son altamente beneficiosas. Viva o mal, viva o capital. Etc.
The crack up
Onte manqueime xogando ao tenis (ai, ser pijo de chapapote e case cuarentón ten este prezo): rotura de fibras do xemelgo esquerdo. Nada grave pero estou obrigado a estar en repouso un par de días, rodeado de libros, cómics e un portátil conectado a internet. É dicir, que, se quitamos os problemas para facer cousas básicas como darse unha ducha, lavar os dentes ou facerse o almorzo, teño á miña disposición unha bolsa de 48 horas para entregarme ao pracer disculpable de ver pasar o tempo mentras poño ao día as miñas lecturas atrasadas e navego por internet ao chou, perdendo o tempo máis aló dos límites do meu lábil senso do deber.
Onte, apartado da pista, mentras os meus compañeiros seguían tratando de mellorar o seu servizo, de perfeccionar a volea e cousas polo estilo, lembreime do párrafo inicial de "the crack up" (aquí está todo) un libro que compila relatos soltos dos últimos anos de Scott Fitzgerald, e que, xunto co Gran Gatsby, é a miña obra favorita do escritor norteamericano.
Claro, toda vida es un proceso de demolición, pero los golpes que llevan a cabo la parte dramática de la tarea—los grandes golpes repentinos que vienen, o parecen venir, de fuera—, los que uno recuerda y le hacen culpar a las cosas, y de los que, en momentos de debilidad, habla a los amigos, no hacen patentes sus efectos de inmediato. Hay otro tipo de golpes que vienen de dentro, que uno no nota hasta que es demasiado tarde para hacer algo con respecto a ellos, hasta que se da cuenta de modo definitivo de que en cierto sentido ya no volverá a ser un hombre tan sano. El primer tipo de demolición parece producirse con rapidez, el segundo tipo se produce casi sin que uno lo advierta, pero de hecho se percibe de repente.
[...]
La vida, diez años atrás, en gran medida era una cuestión personal. Me veía obligado a mantener en equilibrio el sentido de la inutilidad del esfuerzo y el sentido de la necesidad de luchar; la convicción de la inevitabilidad del fracaso y la decisión de «triunfar», y, más que estas cosas, la contradicción entre la opresiva influencia del pasado y las elevadas intenciones del futuro. Si lo lograba en medio de los males corrientes —domésticos, profesionales y personales—, entonces el ego continuaría como una flecha disparada desde la nada a la nada con tal fuerza que sólo la gravedad podría a la postre traer la a tierra.
Durante diecisiete años, con uno en el medio de deliberado no hacer nada y descanso, las cosas siguieron así, con la única perspectiva agradable de una nueva tarea para el día siguiente. Estaba viviendo con ahínco, también, pero:
—Hasta los cuarenta y nueve años todo irá perfectamente —decía—. Puedo contar con eso. Pues un hombre que ha vivido como yo es lo más que puede pedir.
...Y entonces, diez años antes de los cuarenta y nueve, de repente me di cuenta de que me había desmoronado prematuramente.
Quitemos o drama, claro. Scott era alcohólico perdido e tiña un problema grave de identidade sexual, así como unha complicada relación con Zelda Sayre. Sacando iso (case nada), ese párrafo inicial de The Crack Up, sempre gravitou sobre min con intensidade (toda a obra de Scott Fitzgerald en realidade) e cunha certa dose de inxenuidade que evidenciaban unha inmadurez de libro. A perspectiva da idade faime ver con máis simpatía ao escritor que morrería catro anos máis tarde de escribir esas liñas dun infarto. Digo simpatía pero debería dicir lucidez. A perspectiva da idade, en realidade ilumina o traxecto propio e, con elo, permite comprender mellor as intencións dos demáis, os seus verdadeiros propósitos.
Pensei en todo iso mentras escoitaba as pelotas de tenis indo e vindo diante de min. Destellos de verde sobre o fondo azul do maravilloso serán de onte.
Me di cuenta de que en esos dos años, con objeto de preservar algo —tal vez un sosiego interior, tal vez no—, me había apartado de todas las cosas que acostumbraba amar, que cada acto de la vida, desde lavarse los dientes por la mañana hasta la cena con un amigo, se había convertido en un esfuerzo. Comprendí que durante largo tiempo no me habían gustado personas ni cosas, sino que sólo seguía con la vacilante y vieja pretensión de que me agradaban. Incluso comprendí que mi amor hacia los que me eran más cercanos se había convertido sólo en un intento de amar, que mis relaciones informales —con un editor, un vendedor de tabaco, el hijo de un amigo —eran solamente lo que yo recordaba que debían ser, de otros días.
Onte, apartado da pista, mentras os meus compañeiros seguían tratando de mellorar o seu servizo, de perfeccionar a volea e cousas polo estilo, lembreime do párrafo inicial de "the crack up" (aquí está todo) un libro que compila relatos soltos dos últimos anos de Scott Fitzgerald, e que, xunto co Gran Gatsby, é a miña obra favorita do escritor norteamericano.
Claro, toda vida es un proceso de demolición, pero los golpes que llevan a cabo la parte dramática de la tarea—los grandes golpes repentinos que vienen, o parecen venir, de fuera—, los que uno recuerda y le hacen culpar a las cosas, y de los que, en momentos de debilidad, habla a los amigos, no hacen patentes sus efectos de inmediato. Hay otro tipo de golpes que vienen de dentro, que uno no nota hasta que es demasiado tarde para hacer algo con respecto a ellos, hasta que se da cuenta de modo definitivo de que en cierto sentido ya no volverá a ser un hombre tan sano. El primer tipo de demolición parece producirse con rapidez, el segundo tipo se produce casi sin que uno lo advierta, pero de hecho se percibe de repente.
[...]
La vida, diez años atrás, en gran medida era una cuestión personal. Me veía obligado a mantener en equilibrio el sentido de la inutilidad del esfuerzo y el sentido de la necesidad de luchar; la convicción de la inevitabilidad del fracaso y la decisión de «triunfar», y, más que estas cosas, la contradicción entre la opresiva influencia del pasado y las elevadas intenciones del futuro. Si lo lograba en medio de los males corrientes —domésticos, profesionales y personales—, entonces el ego continuaría como una flecha disparada desde la nada a la nada con tal fuerza que sólo la gravedad podría a la postre traer la a tierra.
Durante diecisiete años, con uno en el medio de deliberado no hacer nada y descanso, las cosas siguieron así, con la única perspectiva agradable de una nueva tarea para el día siguiente. Estaba viviendo con ahínco, también, pero:
—Hasta los cuarenta y nueve años todo irá perfectamente —decía—. Puedo contar con eso. Pues un hombre que ha vivido como yo es lo más que puede pedir.
...Y entonces, diez años antes de los cuarenta y nueve, de repente me di cuenta de que me había desmoronado prematuramente.
Quitemos o drama, claro. Scott era alcohólico perdido e tiña un problema grave de identidade sexual, así como unha complicada relación con Zelda Sayre. Sacando iso (case nada), ese párrafo inicial de The Crack Up, sempre gravitou sobre min con intensidade (toda a obra de Scott Fitzgerald en realidade) e cunha certa dose de inxenuidade que evidenciaban unha inmadurez de libro. A perspectiva da idade faime ver con máis simpatía ao escritor que morrería catro anos máis tarde de escribir esas liñas dun infarto. Digo simpatía pero debería dicir lucidez. A perspectiva da idade, en realidade ilumina o traxecto propio e, con elo, permite comprender mellor as intencións dos demáis, os seus verdadeiros propósitos.
Pensei en todo iso mentras escoitaba as pelotas de tenis indo e vindo diante de min. Destellos de verde sobre o fondo azul do maravilloso serán de onte.
Me di cuenta de que en esos dos años, con objeto de preservar algo —tal vez un sosiego interior, tal vez no—, me había apartado de todas las cosas que acostumbraba amar, que cada acto de la vida, desde lavarse los dientes por la mañana hasta la cena con un amigo, se había convertido en un esfuerzo. Comprendí que durante largo tiempo no me habían gustado personas ni cosas, sino que sólo seguía con la vacilante y vieja pretensión de que me agradaban. Incluso comprendí que mi amor hacia los que me eran más cercanos se había convertido sólo en un intento de amar, que mis relaciones informales —con un editor, un vendedor de tabaco, el hijo de un amigo —eran solamente lo que yo recordaba que debían ser, de otros días.
24 de abr. de 2010
O valor dos cobardes
De súpeto o meu blog aparece cheo de comentarios-lixo a causa dunha entrada sobre un pano na cabeza. Despois de case oito anos de blogueiro, con episodios de escritura febril e outros de desaparación por aburrimento, descubro que hai dinámicas que me siguen a sorprender. Unha delas: a capacidade para decir estupideces e bravuconadas vía internet a xente que non coñeces cando serías incapaz de facer algo así cara a cara. Lembro das miñas variadas polémicas interneteiras unha frase de A: "nunca poñas por escrito o que non te atreverías a dicir á cara á outra persoa". No seu momento non facía demasiado caso, probablemente non comprendía todo o alcance da sentencia. Agora, cos corenta case cumpridos, consigo entender a frase na súa totalidade. Perder o tempo en liortas con xente que te importa un carallo, dicir estupideces por quedar como o máis enxenioso da caixa de comentarios, soltar provocacións gratuítas para lograr o aplauso de tres infelices como un. En todas esas actitudes hai un algo moi triste que remite a persoas basicamente desgraciadas. E esa desgraza percíbese case como algo físico na lectura dos comentarios. Non ten que ver coa falta de pudor, nin coa falta de vergoña. En realidade vai da ausencia dunha vida real na que un poida dicir barbaridades e discutir e pelexar con xente real cara a cara e poida desfogar cos seus amigos ou compañeiros a través de relacións francas na que poder dicir o bó, o malo, o regular e todo o demáis. Pero se un carece de todo iso, o máis probable é que remate sentado diante dun ordenador xogando ao axente provocador, mendigando uns minutos de atención desesperada a un outro irreal, fabricado a medias entre fragmentos de actuacións case teatrais e intuicións e conclusións extraídas da lectura apresurada de textos -a maioría- carentes de interese, profundidade ou gracia. Nestas cadeas de comentarios-lixo retrátase sen querer un algo patolóxico, unha forma de miseria humana relacionada coa incapacidade de estar no mundo realmente e de achegarse aos outros e ser aceptado por eles como iguais. Porque a ficción principal sobre a que se constrúe o atractivo de todo este intercambio de esgrima verbal cheirenta é a da existencia dunha xerarquía (intelectual?) imaxinaria, na cal un mesmo ocupa o cumio por ser a) o máis listo, b) o máis enxenioso, c) o máis leído, d) o que ten maior número de claves ocultas no seu poder e e) o máis atrevido á hora de dicir as cousas que ningúen se atreve a dicir.
O que quero dicir con todo este rollo é que estou aburrido de ler estupideces supostamente provocadoras no meu blog. E que estou aburrido de tentar de respostalas xogando ao mesmo xogo de "pero mira que enxenioso son". Vaian ao carallo.
E non ven moi a conto, quizais por iso o poño, pero quero lembrar aquí un párrafo de "Homo Sampler" -o libro de Eloy Fernández Porta- sobre a amistade que me fixo moita gracia:
Todo vínculo afectivo lleva en su seno un resto de violencia, un desacuerdo latente, un temor o desconfianza del otro. Cuando me abro al Otro, ¿hago bien? ¿no estaré haciendo el panoli? "Oh amigos, no hay amigos": la sentencia aristotélica sitúa la duda, la negatividad y la posibilidad de la ruptura en el centro mismo de lo fraternal. "Eres lo peor" es una fórmula de complicidad que permite expresar esa duda -y, en el acto mismo de expresión, conculcarla: ahuyentar el espectro de la ruptura haciéndolo presente. Es el gesto de la violencia necesaria que permite poner en juego la relación, darle vida, para distinguirla de "esas amistades inglesas que empiezan por excluir la confidencia y que muy pronto omiten el diálogo" (Borges). A fin de empezar tan triste destino, el de una camaradería desprovista de instintos agresivos, pero también de complicidad, lo mejor es empezar, in media res, con el acto de violencia.
O que quero dicir con todo este rollo é que estou aburrido de ler estupideces supostamente provocadoras no meu blog. E que estou aburrido de tentar de respostalas xogando ao mesmo xogo de "pero mira que enxenioso son". Vaian ao carallo.
E non ven moi a conto, quizais por iso o poño, pero quero lembrar aquí un párrafo de "Homo Sampler" -o libro de Eloy Fernández Porta- sobre a amistade que me fixo moita gracia:
Todo vínculo afectivo lleva en su seno un resto de violencia, un desacuerdo latente, un temor o desconfianza del otro. Cuando me abro al Otro, ¿hago bien? ¿no estaré haciendo el panoli? "Oh amigos, no hay amigos": la sentencia aristotélica sitúa la duda, la negatividad y la posibilidad de la ruptura en el centro mismo de lo fraternal. "Eres lo peor" es una fórmula de complicidad que permite expresar esa duda -y, en el acto mismo de expresión, conculcarla: ahuyentar el espectro de la ruptura haciéndolo presente. Es el gesto de la violencia necesaria que permite poner en juego la relación, darle vida, para distinguirla de "esas amistades inglesas que empiezan por excluir la confidencia y que muy pronto omiten el diálogo" (Borges). A fin de empezar tan triste destino, el de una camaradería desprovista de instintos agresivos, pero también de complicidad, lo mejor es empezar, in media res, con el acto de violencia.
20 de abr. de 2010
Un hiyab é un hiyab é un hiyab
Descubrir a cabeza en sitios pechados: tema fascinante que nunha busca rápida por internet da lugar a atoparse con miles de debates fundamentais. Eu mesmo, na miña clase o experimento a diario: os neo b-boys, os skaters, os surfistas e os pijos de última xeración utilizan gorras de todo tipo e tamaño. Cando entran na aula con ela posta os miro con cara de sarxento Arensibia e eles, aterrorizados pola miña faciana de tertuliano de intereconomíaTV rapidamente a gardan. Moitas veces quedo pensando, porqué teñen que sacar a gorra? A miña escusa é eliminar un posible elemento distractivo, limitar o número de obxectos que poden contribuir a que se evadan con rapidez da fascinación das miñas estimulantes clases. Iso é o que me digo para xustificarme cando me preguntan por qué? Porén, en realidade, os meus actos son un reflexo dalgo concreto: dun uso social sancionado polo tempo, dun comportamento engastado na tradición do correcto vestir que chega aos nosos días como un residuo doutra época que toleramos como un exotismo que non molesta demasiado. Hai, nesta actitude un algo profundamente antipedagóxico que xa leva tempo molestándome discretamente (claro, teño problemas algo máis graves que resolver no día a día). A molestia, nestes tempos nos que voltamos ao tema das rapazas musulmanas supostamente obrigadas a levar o hiyab, tórnase nalgo máis denso. O debate, legalmente desviado a unha suposta vulneración do reglamento de rexime interno dos centros escolares, en realidade oculta un medo moi do noso tempo: os nosos costumes racionais, serios, sensatos, exemplos de respecto ás liberdades individuais e ás elegantes tradicións históricas do noso territorio, deben ser preservados das inxerencias culturais e relixiosas deses bárbaros que veñen a tratar de impoñer os seus hábitos totalitarios, irracionais, premodernos e ligados a unha tradición de brutalidade e opresión.
É dicir.
Non nos basta con ter o control do real. Queremos tamén o control do simbólico en todos os espazos públicos. A nosa democracia capitalista, tan respestuosa cos dereitos dos consumidores, leva mal os pequenos desaxustes no noso matrix particular. Que os musulmáns sexan cumpridores usuarios de tarxetas de crédito e fieis compradores nos carrefoures e cortes ingleses é unha cousa boa para eles e para nós, amosa que a integración é posible e que os musulmáns poden ser modernos e moderados. Que unha rapaza de catorce anos leve un pano cubrindo a cabeza é unha agresión potencial ao noso espazo simbólico. Que esa rapaza de catorce anos estea unha semana sen ir a clase é unha solución pedagóxica correcta según os nosos parámetros, xa que é mellor illar aos axentes infecciosos que deixar que estes propaguen unha enfermidade de consecuencias incalculables nos nosos centros escolares.
Como mestre sento unha profunda vergoña (é un sentimento habitual, todo hai que dicilo, ante a miña propia tarefa docente) do tratamento que se lle aplica a esta rapaza. Equivale, no terreo escolar á doctrina Bush da agresión preventiva: mellor deixar á rapaza uns días sen ir a clase que buscar unha solución digna para que non perda aquilo ao que ten dereito como cidadá, ou sexa, a estar escolarizada con normalidade. Eu a deixaría estar na clase co hiyab posto, alomenos ata que se conseguise un acordo entre o centro, os pais e a propia rapaza e un apaño nese sacrosanto reglamento de réxime interno. Se levar a prenda posta non supón ocultar a cara da rapaza e se esta prenda non é un pretexto para pasar o tempo xogando con ela, cal é problema?
O problema é a nosa visión -a das autoridades educativas e políticas- dos estudiantes musulmáns, claro. Baixo a capa de tolerancia superficial hai unha besta que se alimenta da desconfianza, do medo e dos peores prexuizos sobre os outros, sobre aqueles que non son coma nós. Unha rapaza cun hiyab pode entenderse como unha invitación a convertir España nun país islámico e a cambiar o noso rexime lexislativo pola sharia, a semana santa pola peregrinación obrigatoria á Meca e o mes de vacacións polo Ramadán. Claro que si. A próxima que se atreva a facer algo semellante, que lle poñan un mono laranxa, unha capucha na cabeza e a ver mundo por aí diante. Que a civilizados e tolerantes non nos gaña ninguén, pero sen pasarse tampouco, eh.
É dicir.
Non nos basta con ter o control do real. Queremos tamén o control do simbólico en todos os espazos públicos. A nosa democracia capitalista, tan respestuosa cos dereitos dos consumidores, leva mal os pequenos desaxustes no noso matrix particular. Que os musulmáns sexan cumpridores usuarios de tarxetas de crédito e fieis compradores nos carrefoures e cortes ingleses é unha cousa boa para eles e para nós, amosa que a integración é posible e que os musulmáns poden ser modernos e moderados. Que unha rapaza de catorce anos leve un pano cubrindo a cabeza é unha agresión potencial ao noso espazo simbólico. Que esa rapaza de catorce anos estea unha semana sen ir a clase é unha solución pedagóxica correcta según os nosos parámetros, xa que é mellor illar aos axentes infecciosos que deixar que estes propaguen unha enfermidade de consecuencias incalculables nos nosos centros escolares.
Como mestre sento unha profunda vergoña (é un sentimento habitual, todo hai que dicilo, ante a miña propia tarefa docente) do tratamento que se lle aplica a esta rapaza. Equivale, no terreo escolar á doctrina Bush da agresión preventiva: mellor deixar á rapaza uns días sen ir a clase que buscar unha solución digna para que non perda aquilo ao que ten dereito como cidadá, ou sexa, a estar escolarizada con normalidade. Eu a deixaría estar na clase co hiyab posto, alomenos ata que se conseguise un acordo entre o centro, os pais e a propia rapaza e un apaño nese sacrosanto reglamento de réxime interno. Se levar a prenda posta non supón ocultar a cara da rapaza e se esta prenda non é un pretexto para pasar o tempo xogando con ela, cal é problema?
O problema é a nosa visión -a das autoridades educativas e políticas- dos estudiantes musulmáns, claro. Baixo a capa de tolerancia superficial hai unha besta que se alimenta da desconfianza, do medo e dos peores prexuizos sobre os outros, sobre aqueles que non son coma nós. Unha rapaza cun hiyab pode entenderse como unha invitación a convertir España nun país islámico e a cambiar o noso rexime lexislativo pola sharia, a semana santa pola peregrinación obrigatoria á Meca e o mes de vacacións polo Ramadán. Claro que si. A próxima que se atreva a facer algo semellante, que lle poñan un mono laranxa, unha capucha na cabeza e a ver mundo por aí diante. Que a civilizados e tolerantes non nos gaña ninguén, pero sen pasarse tampouco, eh.
19 de abr. de 2010
Love comes to me
Lembro estes días a Bonnie Prince Billy no auditorio B do Teatro Caixanova cantando esta canción fai xa case tres anos. Con esa forma hipnótica e case relixiosa que domina como poucos, bisbando ao borde da agonía "love comes to me", como se unha maldición o asaltara, como se anunciara a fin do mundo para dentro de cinco minutos. O lembro hoxe no automóbil, coas ventás baixadas, abríndolle a porta ao aire da primaveira, coa autoestrada detrás brillando en negro coma un espello cego. O lembro dende a ventá da miña clase, mentras fora as árbores estoupan de verde todas ao mesmo tempo como un exército programado e os adolescentes non saben como facer para non estoupar tamén. Hai unha maldición real nesta circularidade do tempo que nos fai repetir sen pausa o ciclo frío-escuro-inverno cálida-luminosa-primaveira. Estaba morto e isto de agora non é unha resurrección. Máis ben son o zombi que se levantou de forma imprevista. Posto en pé quixera rezar algo en agradecemento ás forzas inexplicables que o fan preciso. Se fora relixioso o meu mantra sería love comes to me. Oremos pois.
18 de abr. de 2010
17 de abr. de 2010
alan alan alan
Nuestro mundo no es, de ninguna manera, tan "complejo" como lo pretenden quienes quieren asegurar su perpetuación. Es incluso, en sus grandes líneas, de una perfecta simplicidad.
Hay, de un lado, una expansión continua de los automatismos del capital, lo que constituye el cumplimiento de una predicción genial de Marx: el mundo por fin configurado, pero como mercado, como mercado mundial. Esta configuración hace prevalecer una homogeneización abstracta. Todo lo que circula cae bajo una unidad de cuenta, e inversamente no circula sino lo que se deja así contar. Es esta norma, por lo demás, la que aclara una paradoja que muy pocos subrayan: a la hora de la circulación generalizada y del fantasma de la comunicación cultural instantánea, se multiplican las leyes y reglamentos para prohibir la circulación de personas. ¡Es así como en Francia nunca se han instalado tan pocos extranjeros como en este último periodo! [se refiere al final de la década de los 90] Libre circulación de lo que se deja contar, sí, y en primer lugar de los capitales, de lo que es la cuenta de la cuenta. Libre circulación de la incontable infinidad que es una vida humana singular, ¡jamás! La abstracción monetaria capitalista es, ciertamente, una singularidad, pero una singularidad que no tiene miramientos con ninguna singularidad. Una singularidad indiferente a la persistente infinidad de la existencia, como al discurrir eventual de las verdades.
De otro lado hay un proceso de fragmentación en identidades cerradas, y la ideología culturalista y relativista que acompaña esta fragmentación.
Estos dos procesos están perfectamente entrelazados. Pues cada identificación (creación o bricolaje de identidad) crea una figura que produce materia para el mercado inversor.
[...]
¡Qué devenir inagotable para las inversiones mercantiles el surgimiento, en forma de comunidad reivindicativa y de pretendida singularidad cultural, de las mujeres, de los homosexuales, de los minusválidos, de los árabes! Y las combinaciones infinitas de rasgos predicativos, ¡qué ganga! ¡Los homosexuales negros, los serbios minusválidos, los católicos pedófilos, los islamistas moderados, los curas casados, los jóvenes ejecutivos ecologistas, los parados sumisos, los jóvenes ya viejos!
[...]
Deleuze lo decía exactamente: la desterritorialización capitalista necesita una constante reterritorialización. El capital exige, para que su principio de movimiento homogeinice su espacio de ejercicio, la permanente surrección de identidades subjetivas y territoriales, las cuales, por otra parte, sólo reclaman el derecho de estar expuestas al mismo título que las otras, a las prerrogativas uniformes del mercado. La lógica capitalista es equivalente general y la lógica identitaria y cultural de las comunidades o de las minorías forman un conjunto articulado.
1 de abr. de 2010
Holidays
Chegou a primaveira pero algo vai mal. Os anuncios de Lise Charmel non acudiron este ano ás paradas de bus da Avenida do Aeroporto. Os conductores xa non se distraen nos semáforos nin nas curvas hai automóbiles escachados por desvíos involuntarios da mirada. É unha primaveira en estado de latencia. Chove de seguido e, entre temperaturas propias de decembro, correntes de aire polar zoupan a aqueles que se atreveron a sair á rúa. Aproveito as horas mortas -todas o son ou están en fase de selo- para facer traballos atrasados. Unha capa de nubes amenaza dende a boca da ría con continuar co festival de chuvia neste xoves supostamente de paixón. A Semana Santa lémbrame que a superstición organizada elevou os desfiles de moda sadomasoquista á categoría de Tradición Cultural. Na televisión hai procesións nas que soa o himno de España a toque de corneta, lembrándonos que isto da relixión garda unha relación profunda e musical co exército e as súas expresións culturais. Hai miles de mortos de aburrimento nas estradas. Ducias de canles de televisión dixital. Teño os pés fríos e dous libros enriba da mesa agardando unha oportunidade que se ve máis lonxana a cada momento. Por unha das fiestras da casa, nas miñas costa, sae o sol, miudiño.
22 de mar. de 2010
Jack London, tiempos de ira, textos anticapitalistas
Con los recursos naturales del mundo, la maquinaria ya inventada, una organización racional de la producción y de la distribución y una supresión igualmente racional del despilfarro, los trabajadores psíquicamente aptos no deberían trabajar más de dos o tres horas por día para nutrir al mundo, alojar a todo el mundo, instruir a todo el mundo y dar a toddos una buena cantidad de pequeños lujos. No debería haber más necesidades materiales no satisfechas y de miseria, ningun niño debería agotarse para ganarse la vida, no más hombres, mujeres y niños que vivan como bestias y mueran como bestias. No solamente la materia, sino la máquina debe ser domesticada. En una época así, lo estimulante sería más bello y más noble que en nuestros tiempos, donde el único estímulo es el estómago. Ningún hombre, ninguna mujer, ningún niño será obligado a trabajar porque tenga el estómago vacío. Al contrario, serán animados a obrar como un niño para una redacción, como los muchachos cuando se les envía a jugar, como los sabios para formular una ley, como los inventores para aplicarla, como los artistas pintando sobre una tela o modelando arcilla, como los poetas y los hombres de Estado al servicio de la humanidad sea cantando o por habilidad política. El impulso espiritual, intelectual y artístico que resultaría de tal condición de la sociedad sería formidable. Toda la humanidad se levantaría como una potente ola.
(The Contemporary Review, 1908)
O home que escribiu o imprescindible "John Barleycorn. Memorias alcohólicas", era un socialista utópico na norteamérica de principios do século XX. O punto inxenuo e apaixoado conviven neste libro coa exaltación revolucionaria que prefigura os acontecementos da Rusia de outubro de 1917. A loita contra a maquinaria da explotación e a denuncia das condicións de vida de millóns de traballadores en todo o mundo converten a London nalgo máis que nun escritor de panfletos. Nun militante enérxico e vitalista, coa vista posta na circunstancia da clase traballadora, preocupado pola transformación da sociedade do seu tempo e enamorado dos principios do socialismo e do marxismo, da súa mensaxe emancipadora, internacionalista e obreira.
No seu debe, todo hai que dicilo, a súa tétrica aposta de mocidade polo supremacismo da raza aria, nunha pouco comprensible pirueta ideolóxica -influido polos escritos de Kypling- que exemplifica como poucos outros casos as graves contradicións de moitos escritores e intelectuais da época.
20 de mar. de 2010
Thirteen
Coma sempre, as novas importantes chegan con retraso ao meu planeta. Resulta que fai un par de días morreu Alex Chilton, o home tras o nome Big Star. Buscando na wikipedia atopo que o home tiña sesenta anos. Novo para a esperanza de vida occidental, vello para alguén que lle canta ao namoramento aos trece anos ou ás rapazas de setembro. Debe de haber algo enfermo en levar seis décadas andando polo mundo e que a xente reclame unha e outra vez as cancións coas que, recén saído da adolescencia, un pensaba conquistar o mundo enteiro, isto é, os corazóns de todas as persoas. Chegar a cada novo ano é unha experiencia cada vez máis chocante e máis banal. A repetición aniquila o lamento existencial, pero a ollada ao calendario rememora os instantes de conta atrás. Quizais "september gurls", "Ballad of El Goodo" ou "Nightime" sexan mellores cancións, pero para o meu raquítico coñecemento musical, "thirteen" é Big Star. Unha canción de letra idiota capaz de conmoverme con violencia: a esencia da música pop, a estupidez do estar vivo como material para trascender a propia existencia. O gusto por eses recantos do banal no que un pode atopar signos dunha iluminación posible. Sesenta anos e corenta deles cantándolle ao amor adolescente.