Hay vidas que merecen quedar para siempre capturadas entre las páginas de una novela. Siquiera para recordarnos, a todos aquellos que llevamos vidas que no darían ni para una nota a pie de página en algún pésimo libro, que la vida, cuando se vive intensa y libremente puede bastarse a sí misma, sin coartadas, justificaciones, sentidos o interpretaciones de cualquier tipo. En este caso, la vida de un contrabandista en la frontera polaco-soviética de mediados de los años treinta. Largas caminatas cargados de mercancías de contrabando a la intemperie atravesando bosques o ciénagas o prados o ríos o montes. Persecuciones campo a través. Fiestas interminables. El disfrute desprejuiciado del sexo. Compañeros de aventuras que lo son hasta la muerte o hasta que las fuerzas del orden ganan alguna batalla. Campos abiertos bajo una oscuridad inmensa salpicada de estrellas. Y un código de honor no escrito en el que no caben la traición, la mentira, la cobardía o la indignidad. Una novela de aventuras sin ironías ni guiños al lector ni metaliteratura. Un caudal de energía desbocada, removiendo las quinientas páginas con el magnetismo de lo vivido intensamente, con la violencia de lo que verdaderamente importa en esta vida, el sentirse vivo, la amistad, el amor, el sexo, la fiesta. Maravilloso.
[El protagonista lleva unos días en una ciudad, lejos de su terreno natural]
Todo ésto empieza a aburrirme. Estoy hasta la coronilla de las cogorzas, de los mentirosos y de esta ciudad, donde la verdad se pasa de contrabando como nosotros matuteamos el alijo: ¡esquivando muchos cordones de control! Aquí todo es artificial, brillante y muy complicado, pero por debajo se oculta la simple mugre y el vacío... Allí, yo vivía con más plenitud. Allí, la gente es sincera. Aquí, todo el mundo aparenta algo, desempeña algún papel en una gran farsa, en una comedia, actúa en casa y fuera de ella. Aquí, las mujeres camuflan sus cuerpos contrahechos y ajados con atuendos preciosos y lencería refinada, aunque a menudo sucia. Allí, bajo un vestido barato y una miserable ropa interior de lino, hay cuerpos calientes y fuertes que aman sin falsedad, y lo hacen por necesidad y no por afán de lucro o para fisgonear...
[El autor, Piasecki, tuvo una vida ajetreada. Militar, agente secreto, contrabandista y bandolero. Escribió esta novela en la cárcel recordando en ella sus años de contrabandista. Tras su publicación y éxito arrollador en 1937, hubo un movimiento popular solicitando su liberación, que le llegó en plena invasión alemana de Polonia.]
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