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ésto no puede ser bueno
Es febrero. Últimamente bajo la avenida del aeropuerto con menos frecuencia que antes (me encanta la palabra "antes", bajo sus cinco letras sólo hay misterio, imprecisión, inexactitud). En uno de mis recorridos veo, un año más, los ya célebres -entre los conductores- carteles de la marca de ropa interior femenina Lise Charmel en todas las paradas de autobús que salpican la avenida. Antes, los carteles aparecían sobre el mes de marzo. Anunciaban la primavera de una manera que una crítica de moda de EP3 llamaría cerdi-chic. También disparaban los impactos por alcance entre automóviles en la citada calle. Podría resumirlo diciendo que, para mí, la primavera habitualmente son coches espachurrados pocos metros después de innumerables paradas de autobús con anuncios de ropa interior. Es una exageración, claro, no hay innumerables paradas de autobús. Este año, contra toda previsión, el día 13 de febrero la avenida del aeropuerto ha amanecido salpicada de carteles. He bajado la velocidad para poder comprobar las bondades de la nueva línea de Lise Charmel. No está mal. Hay una depuración formal que suaviza los barroquismos del año anterior aunque no cede la apuesta por los estampados atrevidos, hay una estilización de las líneas y una mayor discreción en el uso del color, reduciendo la gama cromática para lograr conjuntos más contenidos, más sobrios. Dicen que conducir es agotador. Puede ser, pero a veces merece la pena.

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