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SAN ESTEVO DE RIBAS DE SIL BN

la primavera más otoñal del siglo
Cuando parecía que ya estaba hecho, que venía el sol y que los primeros acercamientos a la playa eran cosa hecha, va y entran cincuenta borrascas juntas y se quedan clavadas en medio de Galicia. Resultado: lleva lloviendo sin parar los últimos quince días (justo desde la foto que hice de los alrededores de mi casa), el aire está excesivamente húmedo, la casa aún necesita que el sistema de calefación le levante el ánimo, por las mañanas salir de cama es complicado, duro y difícil, que diría un jugador de fútbol para referirse a un rival.

En estas condiciones adversas pasé el fin de semana pasado en el monasterio de San Estevo de Ribas de Sil, a unos 30 km de Ourense, pegadito al famoso afluente del Miño. Las carballeiras que lo rodean y los ejércitos de castaños que salpican las faldas de los montes de alrededor todavía siguen en pleno invierno. Hice algunas fotos. El paisaje parecía una prolongación natural de cierto estado de ánimo. Un paso que no se termina de dar pese a la necesidad de hacerlo. Hice algunas fotos, claro.




los hay que aún no se han enterado
Me levanté por la mañana. El despertador marcaba las ocho y cuarto. Mi cuerpo estaba en profundo desacuerdo con ese dato empírico. Su experiencia le decía "es mentira, ese artefacto ingenioso que mantiene el mundo funcionando regularmente se está inventando sesenta minutos más o menos". Entré en el baño y me miré al espejo. La cara que allí encontré tenía unas ojeras más violáceas y profundas de lo habitual. No eran mis ojeras habituales de las ocho y veinte, sino las poco frecuentes de las siete y veinte, esas que me saludan cuando tengo que coger -raramente- un avión o salir muy temprano de excursión en autobús con mis alumnos. En la ducha, el agua de las ocho y media, también adelantada, sonaba antes de llegar al suelo, aunque eso creo que lo soñé. En la cocina, el verde de la hora en el microondas llevaba el paso cambiado y dibujaba sobre la penumbra un resplandor difuso pero exacto: las ocho menos veinte. La lógica de mi cuerpo dictaba una cascada de instrucciones no obedecidas: posición horizontal, ojos cerrados, cuerpo encogido en posición fetal, última fase del sueño, el calor remanente de las sábanas envolviéndolo como papel de regalo. En vez de eso, posición vertical, ojos entreabiertos, cuerpo estirado aunque ligeramente encorvado sobre la taza del desayuno, pimeros momentos del despertar, el frescor de la estancia en los instantes inciales en los que el temporizador de la calefacción activa el mecanismo interno que transforma una casa en un hogar. Al salir, algo atontado todavía, sentí la mañana como algo demasiado oscuro para ser cierto. Como una mala noticia que llegara demasiado pronto.

Después me recuperé, claro, pero ya era demasiado tarde.
indicios de vida inteligente bajo las capuchas







¿Se acabaron los vídeos de los encapuchados soltando estupideces ininteligibles? ¿los comunicados escritos por algún sociopáta en plena crisis mental? ¿los delirios etnicistas de base mítico-religiosa? ¿pasó la hora de los mártires salvapatrias? ¿del 9 mm parabellum en la nuca? ¿del amonal y la cloratita y el C4 en supermercados/playas/comercios/librerías/sedes de partidos/etc/etc? ¿es el fin de las historietas de liberación nacional de una de las regiones de Europa con PIB per cápita más elevado del continente? ¿por fin la lista de los 817 muertos ya no se va a engrosar con más nonbres? ¿se acabaron los miles de guardaespaldas? ¿la anomalía más incomprensible de toda la Europa democrática? ¿el miedo a salir a la calle del 50% de la población vasca? ¿se acaba todo eso en serio? ¿es de veras? ¿nadie va a poner impedimentos? ¿no es una broma macabra? ¿podemos decir que todo eso es de veras historia?

Aleluya?
tristes tópicos
Ha llovido todo el fin de semana. Con fiereza, haciendo inútiles los paraguas, dejando un resplandor húmedo en el cielo y un ejécito de charcos por aquí abajo. En estas condiciones el sábado nos fuimos a Braga (Portugal) con mis padres, a comer y a dar un paseo. Bajo unas nubes a punto de derrumbarse sobre sí mismas subimos al santuario de Bom Jesús do Monte y al de Sameiro. Quizás la atmósfera tirando a lúgubre distorsionó mis percepciones, pero salí de ambos lugares con una sensación persistente de inquietud. Estatuas siniestras más propias de un cementerio y una inmensa y desolada explanada preparada para grandes acumulaciones de gente, dibujaban un paisaje doliente, teñido de irrealidad, que evocaba cuentos góticos o historias de fantasmas. Las dos iglesias (la de Sameiro surgiendo de entre una extraña e imprevista niebla), neoclásicas y austeras transmitían una suerte de aspereza pétrea que aumentaba la sensación de incomodidad. Desde lo alto de estos dos sitios, la ciudad de Braga parecía un lugar remoto totalmente desconectado de esta otra realidad. Los católicos que acuden a estos sitios en masa deben ser personas muy dolientes, muy retorcidas o una mezcla absurda de ambas cosas. Hice fotos, claro, hasta que me dieron calambres en el dedo. Algunas de ellas las subí a mi cuenta flickr




mcsweeney´s
A través de un artículo de la revista de libros del mes de Marzo -un repaso de urgencia a los cómics publicados en 2005 a cargo de Dïaz de Guereñu- descubro la revista McSweeney´s Quarterly. Creada por Dave Eggers en 1998 para dar cabida a textos de escritores que hubieran sido rechazados por otras revistas, fue creciendo con rapidez, de manera que ahora mismo publica en ella gente como Denis Johnson, William T. Vollmann, Rick Moody, Joyce Carol Oates, Heidi Julavits, Jonathan Lethem, Michael Chabon, T.C. Boyle, o Robert Coover (los que conozco de la larga lista de su web), muchos de ellos traducidos y publicados en España principalmente por Mondadori o Anagrama. Dicha revista creció tanto que ha dado lugar a una editorial con varias ramas (como dicen en su página web al referirse a ellas "The many, very smallish DIVISIONS"). Entre ellas me ha llamado la atención "the believer", una revista mensual dedicada a explorar las conexiones entre todas esas cosas sin las cuales casi cualquiera de nosotros moriría de pena (o aburrimiento): música, cine, cómics, arte, literatura, etc. Entre los colaboradores habituales, Rick Moody, Nick Hornby, Amy Sedaris, Michel Houellebecq o Javier Marías.







Las portadas (el comprador compulsivo de comics ya habrá descubierto al autor de las ilustraciones, Charles Burns, aunque me da que el diseño es cosa de Chris Ware, otro de los colaboradores ilustres) corresponden a los números de marzo y febrero de 2006 y a diciembre/enero y a noviembre de 2005. Y sí, yo también he pensado lo mismo: daría cualquier cosa por estar metido en un proyecto como éste, aunque fuera como chico del café. Si alguien se anima ya sabe donde estoy. Hago un café buenísimo.


Mcsweeney´s tiene además un proyecto de estimulación de la creatividad para niños de 8 a 14 años, de (misterioso) nombre "826" (hay 826Chicago, 826LA, 826NY, 826Michigan, 826Seattle o 826Valencia). Organizan talleres literarios, cursos de fotografía, exposiciones de arte, cursos de aprendizaje del inglés para inmigrantes, cursos para profesores de literatura, recitales de poesía, y hasta concursos en los que eligen al "profesor del mes" a partir de las cartas y correos que envían los participantes en el proyecto.
aparición del eterno masculino




Lo grave no es que haya hombres como Zaplana. Uno cuenta con ello. Les ve el reloj, la camisa, la corbata, el traje, el corte de pelo y ya no espera a que abra la boca. Simplemente, uno sale corriendo.

Lo grave no es que haya mujeres como Ana Pastor. Sentada detrás de Zaplana, riéndose a carcajadas de su comentario sobre la indumentaria de la vicepresidenta del gobierno, indignándose a posteriori por las injustas críticas a su compañero de partido.

Lo grave es que haya hombres y mujeres de todo el espectro político que, tras escuchar una estupidez malintencionada como la que soltó este "señor" hace dos días, delatora de toda una filosofía política y existencial, que parecía como surgida de un viaje alucinante a través de los siglos (así a ojo, del XVIII), no hayan abandonado no el hemiciclo sino el propio edificio del Parlamento.

El señor éste dice sin tapujos lo que piensa. Es peligroso porque vive anclado en un sistema de valores que se basa en una concepción de la política, los derechos y las libertades que nos produce pánico. Es inofensivo porque se le ve venir y no hay error posible con él, nadie puede llamarse a engaño respecto a sus actos y declaraciones, todas son coherentes con su ideología.

Los señores y señoras que comparten escaño con él -excepto las señoras que se levantaron y lo dejaron con la palabra en la boca- me dan más miedo. Asisten a un comentario como el anterior y se quedan calladitos en sus sitios. Presencian en primera persona un insulto y un desprecio del más alto calibre y no reaccionan. Pisotean el nombre de un compañero de Parlamento y permancen mudos y petrificados. Se les suponen ciertas ideas, cierto valor para defenderlas, cierto carácter para, llegado el momento dar muestras de que les mueve algo más que la disciplina de partido. Sin embargo se camuflan entre los sillones y cierran la boca llegado el momento de protestar de alguna manera. A mí es esa mayoría silenciosa la que de veras me resulta inquietante.
ya es primavera
en mi cuenta flickr


primavera
Lo canónico y lo alternativo
Ayer, lunes por la tarde, tuve una reunión con algunos padres de mi tutoría. Por suerte, todo muy aburrido y muy normal, sin casos extremos, sin tragedias familiares o conductas autodestructivas o antisociales. En un momento dado le comentaba a uno de mis interlocutores la salida que estábamos preparando para los 3º de ESO a Madrid para hacer en tres días algunas visitas que muchos de ellos no han hecho nunca: el Museo del Prado, el Reina Sofía, el Thyssen, el Teatro Real, etc. Padre y madre se miraron y él, tras coger aire me dice: "¿el teatro Real? ¿y por qué no van a ver teatro alternativo?". Tras otra bocanada por mi parte, dije (algo así como) "antes de conocer el teatro alternativo, digo yo que lo lógico será tener una ligera idea sobre el teatro clásico, más que nada para poder tener una referencia histórica que ayude a contextualizar y a interpretar posteriormente tanto lo alternativo como lo contemporáneo". "Sí, pero ambas cosas les resultan más interesantes, les resultan más sencillas de entender". Para entonces mi escepticismo se había transformado en asombro puro y duro. Antes de que me lanzara al mítin sobre la importancia de conocer lo canónico para poder siquiera tomar una posición mínima, sobre la necesidad de tener ciertos fundamentos sobre la historia -del teatro, de la literatura, del arte, de la música- para poder enfrentarse con un mínimo de criterio a cualquier expresión "artística", ella añadió "es que nosotros conocemos a un montón de gente del teatro alternativo en Madrid". Ese dato hizo que me relajara considerablemente: no era tanto una cuestión de ideas como de amistades. Pensando "yo hubiera hecho/dicho lo mismo", sonreí y me dediqué a escuchar pacientemente un discurso tan bienintencionado como cargado de tópicos y supuestas (falsas) obviedades sobre los gustos adolescentes, lo mucho que se aburren éstos en los museos, lo poco que les llega el teatro clásico, lo insulso que les resultan las obras maestras de la historia de la pintura y, en general, lo bueno que sería que el colegio atendiera más a expresiones de la cultura popular como el cómic, el graffiti, o "lo alternativo". Como si tuvieran más fácil el acceso a lo primero que a lo segundo. Ay.

Sonreí otro poco, nos miramos, ellos salieron convencidos de haberme dado -como roñoso representante de una cultura establecida acartonada y alejada de todo lo verdaderamente interesante- un buen repaso. Yo me dije a mí mismo, ay, que mal le sienta la mediana edad a los "eternos adolescentes".
don delillo, libra




Estoy leyendo, absolutamente fascinado, la reedición de este libro de Don Delillo del año 1988. Sólo por la cita con la que abre, del propio "protagonista" -Lee Harvey Oswald- en una carta a su hermano, merece la pena devorar sus 489 páginas sin apenas respirar:

La felicidad no se basa en uno mismo, no consiste en tener una pequeña casa, en dar y recibir. La felicidad se consigue al participar en la lucha, en la que no existe una separación entre la vida personal y el mundo en general.

Delillo deja en el aire la veracidad de su propia ficcionalización de la vida del supuesto asesino de JFK. Sea cual sea la verdad sobre ésta, la conclusión sobre ella se pierde en la pura admiración por lo escrito. El edificio que levanta el narrador tiene vida propia, existe en paralelo a la realidad oficial, ejerciendo una atracción irresistible sobre la vida de ese personaje enigmático. El de Oswald es un trayecto trágico que comienza con la aspiración juvenil de cambiar el mundo mediante la revolución y termina con el aspirante a héroe convertido en matarife a sueldo de una agencia gubernamental para conseguir fines totalmente opuestos a los pretendidos por el pobre hombre.
Jugando magistralmente con el tiempo, Delillo pone en boca del protagonista conversaciones, pensamientos, impresiones sobre la realidad, y reflexiones sobre su vida doméstica que le dan entidad al personaje, que recrean una complejidad moral y vital imposible de encontrar en un simple libro que pretenda reflejar fielmente lo que sucedió en realidad. Me gusta especialmente un fragmento de una de las premonitorias conversaciones del Oswald adolescente especulando con la idea de comprarse un rifle del calibre 22:

-Cabría preguntarse si es posible curar la enfermedad antes de que te liquide. En cuanto te decides conscientemente a curar la enfermedad tal como hice incluso antes de conocer la palabra cáncer, corres el riesgo de contraerla. ¿Comprendes? Lo que te mata es aquello en lo que fijas tu mente, tu obsesión personal y absoluta. Si eres poeta, la poesía te mata, y así sucesivamente. Se sepa o no, cada uno elige su propia muerte.
uno de tantos
Tiene catorce años para quince. Está en segundo de ESO. Hijo de una pareja de yonquis, el padre se dio a la fuga cuando el tenía dos años. La madre desaparecía por temporadas para ir a buscarse sus dosis. Lo dejaba encerrado durante días en una habitación hasta que volvía. A los cinco años los servicios sociales le quitaron la custodia. Comenzó entonces a peregrinar por centros de acogida para menores. Sufrió palizas, humillaciones, violencias de todo tipo. Se adaptó y aprendió un par de lecciones sobre como sobrevivir. Unos años más dando tumbos por instituciones para chicos como él. Hace unos tres años lo adoptó una familia. Este curso ha venido a mi colegio. Desde el primer día ha estado en conflicto permanente: compañeros, profesores, sus propios padres adoptivos. Fuma porros en cada cambio de clase. Está casi permanentemente fumado. Cuelga clases. Es inteligente y cuando está despejado destaca en asignaturas como las matemáticas. Hoy tuvo un enfrentamiento con la directora. Mientras uno de sus profesores le hablaba, delante de mí, con más amargura que otra cosa, él miraba para el suelo y contenía furiosamente el llanto de una vida acumulando lágrimas de tristeza, de rabia, de impotencia. En su mirada, el rastro de miles de años sin un gramo de afecto y la certeza de que todo el que le den ahora va a servirle de poco. Vaya mierda.
viva la estupidez!!!
Leo con (cierto) asombro en el faro de vigo el éxito de una convocatoria por internet para participar en un macrobotellón en la Plaza de la Estrella. Vale. Me parece bien que la gente se junte para pasarlo bien, me parece lógico que uno huya de los sitios de salir para que no le vendan matarratas a 6 euros la copa, me parece hasta una forma sensata de juntarse con los amigos para echarse unas risas y lo que haga falta. Otra cosa es lo mucho que me molestan las toneladas de mierda que se generan en estos encuentros "espontáneos" y la tendencia a convertirlos en excusa para algaradas gratutitas, el placer de montar bullas porque sí. Con todo, hay algo en el mensaje que anda circulando por internet que me sorprende y me desagrada: el supuesto motivo para organizar tal reunión. Según los cerebros que hay detrás de la idea (¿cuánto queda para que esta clase de eventos se profesionalicen y tengan sus propios servicios de orden, limpieza,música, etc y se comience a pagar para asistir a ellos?), se trata de romper el récord de los 5000 que se juntaron de igual forma en Sevilla hace unos meses. Es decir, la lógica del Guinnes de los récords aplicada a los botellones. Con el incentivo, además, de intentar salir en la tele los cinco segundos de rigor entre los atentados de Irak y las noticias sobre la gripe aviar. Todo muy cutre, muy deprimente y muy significativo sobre el momento que vivimos. Pues nada. A salir en la tele y a juntar borregos, que, si uno lo piensa bien, es un magnífico entrenamiento para los mítines de los partidos políticos.
 

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