Arquivos

pauline en la playa
El pasado domingo cogí en dvd "Pauline en la playa", de Eric Rohmer.




La película cuenta -recurriendo principalmente al uso de la cámara fija en tres o cuatro escenarios- el tramo final de las vacaciones de una quinceañera francesa -Pauline, una maravillosa Amande Langlet (cuento de verano; las enfermedades del doctor Sachs)- a quien sus padres dejan al cuidado de una prima mayor -Marion, la actriz Ariel Dombasle-, una mujer prototipo de lo que se entiende por estar buena y carecer al mismo tiempo de cualquier clase de atractivo.

Dos hombres concitan la atención de Marion: Pierre -Pascal Gregory-, un hiperceloso antiguo pretendiente suyo que a fuerza de insistirle acaba por sacarla de quicio, y Henri -el siempre inquietante Feodor Atkine- un donjuan ligeramente amoral al que Marion no le interesa demasiado, pero que no deja pasar la oportunidad de tirársela cuando ésta cree haber encontrado en él al amor de su vida. Los tres representan actitudes muy claras en sus reacciones ante el hecho amoroso o la atracción sexual, marcadas todas ellas por una suerte de egoísmo infantil y una falta considerable de escrúpulos para conseguir sus objetivos que hace que resulten abiertamente antipáticos y desagradables. Frente a ellos, la adolescente Pauline es la única que demuestra un poco de sensatez en su aventura veraniega con otro adolescente que conoce en la playa. Las trampas y las mentiras en las que se enredan su prima y sus dos pretendientes adultos contrastan con la actitud sincera, honesta y generosa de Pauline. La moraleja es clara: después de la adolescencia hay pocas probabilidades de tener relaciones sentimentales "limpias", a menos que uno sepa lo que quiere, y sea capaz de ser coherente con sus propios deseos y honesto en lo que se refiere a los de los demás. La escena más fuerte de la película, en la que Feodor Atkine besuquea de forma algo babosa la pierna de Pauline mientras esta duerme, es resuelta con una elegancia magistral por parte del director (no quiero ni pensar en que quedaría una escena semejante en manos de otro).

Me llamaron la atención un par de frases dentro de un guión magnífico en el que la adolescente y los adultos se nos presentan realmente como tales -y no meros estereotipos acartonados- principalmente a través de unos diálogos cuya principal virtud la frescura que desprenden. Al comienzo de la película, Marion y Pauline hablan de sus vacaciones. Marion le pregunta por qué no ha seguido de viaje con sus padres en vez de quedarse con ella: "mis padres son encantadores, pero nada divertidos". Al final, una frase de Drieu de la Rochelle martillea los títulos de crédito de forma lapidaria: "el que habla en exceso, se cava su propia tumba".

katrina&flickr





Fotografía original: acketon.

Katrina&Flickr
A través del palimpsesto descubro una utilidad de flickr que no se me había ocurrido: la de ofrecer la mayor cantidad de información posible sobre una noticia de gran calibre -en este caso el paso del huracán katrina sobre el sur de los Estados Unidos-. Obviamente para que se formen grupos en flickr como este katrina pool, hace falta que haya mucha gente dada de alta en el invento. Pero por lo que se ve el planeta flickr tiene cada vez más habitantes.
tim burton
El viernes pasado fui al cine a ver "Charlie y la fábrica de chocolate". Me gustó tanto (como me suele suceder habitualmente con las películas de Tim Burton) que me fui disparado al videoclub para -aprovechando el impulso debido a la euforia del momento- una suya que se me había colado en su momento, "big fish".




Creo que "big fish" me gustó mas que "Charlie y la fábrica de chocolate".

La historia de Charlie es divertida y tiene unos números musicales realmente buenos (por cierto que el actor keniata que hace de Oompa Loompa sale en "big fish": es el jefe de los payasos del circo Calloway, se llama Deep Roy y es una de las voces de la próxima película de Burton, "the corpse bride"), los niños que salen como estereotipos de ciertos pecados (la gula, la avaricia, la ira y la soberbia) son buenísimos, y el viaje por la fábrica es simplemente maravilloso. Uno se ríe y aplaude secretamente la imbatible rectitud de Charlie, que sabe perfectamente quien es y a quien se debe, frente a la estupidez de sus compañeros de viaje, convertidos en unos perfectos monstruos de la mano de unos padres más estúpidos que ellos. La película contiene, bajo su manto surrealista y onírico, un alegato a favor del sentido común y la cordura en nuestras relaciones con los demás, un canto a la fantasía infantil y a la bondad natural, en fin, una apología colorista de eso que Kant llamaba el imperativo categórico, tan poco de moda en estos tiempos que corren de culto hiperbólico al yo y a la seducción perpetua como manera de estar en el mundo.

"Big fish" propone otra clase de historia, que, sin embargo, comparte el mismo armazón "moral" que la historia de Charlie. Un hijo que ha crecido escuchando embobado las fantásticas historias de su padre, y que posteriormente se ha peleado con él por creer que simplemente se ha dedicado a engañarle toda la vida, se encuentra, a pocas horas de la muerte de este, frente al dilema de entregarse de nuevo a la magia de sus cuentos o seguir manteniendo el enfrentamiento. En días sucesivos, durante la enfermedad del padre, asistimos a la narración de la maravillosa historia de su vida, así como al cambio en la actitud del hijo frente a él que va cayendo en la cuenta de que la vida de su padre era efectivamente lo que él creía cuando era un niño. Toda la historia es un exceso que, sin embargo, resulta verosímil. Sus mecanismos de seducción están perfectamente engrasados: historias de brujas, de seres fantásticos, unas siamesas chinas metidas en el mundo del espectáculo, un gigante de cuatro metros, un pez inmenso que nadie da pescado, un pueblo ideal oculto tras un bosque repleto de peligros,.. un mundo paralelo al mundo real en el que la realidad y la fantasía se entremezclan de manera compleja, alimentando la vida del protagonista, proporcionándole material para unas historias que son la sustancia de su existencia.

Hay un par de líneas de diálogo en "big fish" que se me han quedado grabadas. En una de ellas, el hijo habla con gran desencanto de la relación con su padre: "éramos dos desconocidos que se conocían perfectamente". En la otra, a la pregunta de su hijo, acerca de quien es realmente, el padre responde:"¿que quién soy? coge el diccionario y busca por la "g" de guapo, allí verás una foto mía!".

[Añadamos algo más a "big fish": Albert Finney, Ewan McGregor, Danny de Vito, Allison Lohman (suspiro), Helena Bonham Carter (doble suspiro), Jessica Lange (triple suspiro), y un largo etc en el que estarían los habituales secundarios de las películas de Burton (entre ellos, el singular -y ya para siempre Oompa Loompa- Deep Roy)]
los beastie boys a capella
A través de la magnífica página bruto descubro que los beastie boys tienen una sección en su sitio web desde la cual es posible descargarse la versión a capella de algunas de sus canciones. La intención es que cada uno haga remezclas con ellas y se las mande de vuelta. En mi caso carezco de las ideas y de la tecnología necesaria para hacer algo así, pero oír canciones como "rootdown" o "ch-check it out" a palo seco sin ninguna clase de instrumentos es una experiencia muy divertida que recomiendo vivamente!!!




[Entre las aportaciones de los visitantes de la página encuentro una remezcla del "rootdown" con "summer in the city" (¡de Joe Cocker Lovin´ Spoonful!) realmente graciosa y otra de "rhyme the rhyme well" a cargo de los country boys que parece sacada de la banda sonora de "o brother"]
un poco más de kant
Y, en algún momento, esa "máquina pavorosa de fabricar conceptos" (así define Deleuze al filósofo alemán en "cuatro lecciones sobre Kant") consigue emocionarnos:

En el reino de los fines todo tiene un precio o una dignidad. Aquello que tiene precio puede ser sustituido por algo equivalente; en cambio, lo que se halla por encima de todo precio, y, por tanto no admite nada equivalente, eso tiene una dignidad.
Lo que se refiere a las inclinaciones y necesidades del hombre tiene un precio comercial; lo que, sin suponer una necesidad, se adecúa a cierto gusto, es decir, a una satisfacción producida por el simple juego de nuestras facultades sin fin alguno, tiene un precio de afecto; pero aquello que constituye la condición para que algo sea un fin en sí mismo no tiene un valor meramente relativo o precio, sino que tiene un valor interno, es decir, dignidad.
unas risas con kant
Por motivos que no tienen demasiada importancia estoy leyendo introducción a la metafísica de las costumbres de Kant. Un libro que, bajo semejante título de película de terror, esconde una rigurosa, exactísima y brutal fundamentación de la ética. Constatado -una vez más- que los grandes filósofos son en primer lugar escritores inmensos y que Kant no es tan fiero como lo pintan en los libros de filosofía del bachillerato -ay, ese imperativo categórico, qué de recuerdos- me ha llamado la atención cierto humorcillo sardónico que se oculta en algunos párrafos, en especial cuando mr. Kant tiene que poner ejemplos de ese imperativo categórico (para quien no se acuerde: "obra sólo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal") aplicado a casos de la vida real:

Una tercera persona encuentra cierto talento en su interior, lo que, con la ayuda de alguna cultura, podría hacer de él un hombre útil en ciertos aspectos. Sin embargo, se encuentra en circunstancias cómodas y prefiere ir en búsqueda de placeres a esforzarse por ampliar y mejorar sus afortunadas capacidades naturales. Pero se pregunta si su máxima de dejar sin cultivar su talento natural, aparte de coincidir con su tendencia a la pereza, se ajusta además a lo que se entiende por deber. Y entonces se ve que muy bien puede substituir una naturaleza que se rija por tal ley universal , aunque el hombre (como hacen los habitantes de los mares del Sur) deje que se enmohezcan sus talentos y entregue su vida a la ociosidad, el regocijo y la reproducción, o sea, en una palabra, al disfrute. Pero no puede querer que ésta sea una ley natural, pues en cuanto ser racional, necesariamente quiere que se desarrollen todas las facultades en él, ya que le han sido dadas y le sirven para todo género de propósitos posibles.

(Que levanten la mano todos los "seres racionales" de "cierto talento" que "prefieren esforzarse por ampliar y mejorar sus afortunadas capacidades naturales" en vez de "entregar su vida a la ociosidad, el regocijo y la reproducción, o sea, en una palabra, al disfrute".)
mapa aproximado del infierno




[Imagen extraída del diario el pais, correspondiente al 22 de Agosto de 2005; las llamas en negro corresponden a fuegos activos, las llamas en gris a incendios controlados. La superficie quemada entre el 1 y el 21 de agosto ha sido de 20.000 hectáreas. En lo que va de año, unas 28.000, aunque según la Consellería de Medio Rural la cifra anda ya por las 35.000]
la vida de los demás
El sábado por la noche me paré brevemente en la gasolinera de Repsol que queda cerca de mi casa. El chico de la gasolinera me conoce desde hace tiempo. Tenemos una educada relación en la que la palabra más repetida es "gracias". Después de poner los treinta y cinco euros de rigor me acerqué a esa mezcla de despacho y tienda de ultramarinos-bazar para todo que son las gasolineras de hoy en día. En el interior una pareja charlaba animadamente con el empleado que me había atendido. Ella era bajita y estaba sonriente, él, algo gordo, comía compulsivamente de una bolsa de patatas fritas mientras paseaba con pasos cortos la diminuta tienda. Mientras hablaban miraba por el rabillo del ojo las carátulas de las películas porno.
- Así que estaréis nerviosos por lo de la boda.- El chico de la gasolinera sonreía con una franqueza bastante singular.
- Buf, a mí me preocupa el pelo.- La chica bajita hacía tirabuzones con las manos enredadas en una melena rubia casi tan larga como ella misma.
- Un amigo me dijo que teníamos que tener una última conversación antes de la boda.- Con la boca llena, el futuro novio hablaba mirando para el segundo estante, donde se acumulaban las revistas porno.
- Sí, porque me va a peinar mi prima y ya sabeis que está un poco venada. Puede hacerlo muy bien o dejarme hecha un asco.
- Porque claro, una vez que me case ya no vamos a poder hablar de cosas interesantes, por eso quiere que tengamos una charla antes de la despedida de soltero.
- Que guay.- El empleado me miró mientras le pagaba y, sonriendo, pero con una modulación distinta en la boca que contenía una leve disonancia de fastidio añadió: gracias.

La gasolinera olía a esa mezcla de hidrocarburos saturados que, las noches de verano, entrecruzada con el olor a madera quemada de los incendios, dispara todas las señales de alarma en la cabeza de uno. Quizá por eso tenía cierta sensación molesta de espanto. Al encender el coche seguían los tres hablando.
un día en paredes de coura
El pasado miércoles estuvimos en Paredes de Coura (Portugal, a unos 20 km de la frontera con Tuy) para asistir a los conciertos de: Alisdair Roberts, the futureheads, hot hot heat, the arcade fire, the roots, queens of stone age, y los pixies.

Alisdair estuvo muy muy bien, en un escenario pequeñito, muy recogido, con árboles que daban una sombra muy de agradecer a las 17.30 que empezó su concierto. Una guitarra, una voz extraordinaria y un cancionero "murder ballads" que recoge la tradición escocesa sobre el tema de los asesinatos desde hace siglos: un curioso contraste entre la música -cristalinos arpegiados de guitarra con tímidas líneas de bajo- y las letras, lo que pude entender de ellas, ligeramente siniestras.

Los futureheads, hipervitaminados y supermineralizados, tocaron cuarenta minutos de electrizante power-pop¿-punk?, con un conjunto de canciones divertidas, saltarinas, con el punto justo de rabia y diversión. Alguien mucho más versado que yo sentenció: "una mezcla de la actitud de los clash y el repertorio musical de los jam". Vigorizantes.

Hot hot heat un coñazo, salvando un par de canciones. No sé que decir de ellos porque me pasé su concierto leyendo el folleto del festival.

Tras ellos, el motivo principal para acercarnos al festival: the arcade fire defendiendo en directo las diez canciones perfectas de "funeral". Extraordinarios. Magnéticos, épicos, desarrollando todas las posibilidades de su cancionero y poniendo un saludable punto de locura sobre el escenario. Disfruté todo lo disfrutable y algo más. Quiero volver a verlos!!!

Al acabar éstos nos fuimos a cenar -muy bien organizado el tema de la comida y la bebida: todo muy decente y asequible económicamente- mientras sonaban the roots; según las voces autorizadas, hip hop hecho sólo con instrumentos analógicos: guitarra, bajo y batería. Interés a priori: cero.

Al terminar de alimentarnos nos acercamos a ver que pasaba con queens of stone age. Interés a priori: menos que cero. Para nuestra sorpresa se había acumulado tal cantidad de gente que en el escenario principal tocábamos a unos 40 cm cuadrados de terreno por cabeza. Todos apiñados como si hubieran aplicado una especie de prensa hidráulica hasta quitar todo el aire entre la gente. Al sonar la primera nota de la primera canción -y casi empezar a sangrar por los oídos por la presión sonora- ya me di cuenta de que aquello no me interesaba nada. Una mirada rápida a mi alrededor y vi mi cara reflejada en varios de mis acompañanantes. Haciendo un poco de fuerza comenzamos a salir de allí con el segundo tema mientras, al pie del escenario, una polvareda considerable nos decía que había gente que 1) estaba disfrutando del concierto y 2) pronto pasaría por el servicio de urgencias del festival. Sentados en la zona de comidas tomando un cafecito, oíamos el concierto con considerable nitidez. Muy pesados, muy coñazos.

Finalmente, los pixies. Los allí presentes hacíamos cábalas sobre el grado de acabamiento de Black Francis y Kim Deal, sobre los indies que no iban a repetir los errores de los grupos-dinosaurios e iban a saber retirarse a tiempo, y sobre las bandas que hace quince años parecían firmemente dispuestas a no hacer concesiones a la comercialidad más bastarda ni a parecerse a u2. Tonterías. El público presente era menor que con las reinas del coñazo metálico de la edad de piedra, pero aún así la sensación era de estar atascado en un ascensor con 20 tipos leyendo el cartelito de "max. 4 personas". Empezaron bastante tranquilos, encandenando varios de sus hits más melódicos -el delirio con "here comes your man"- para ir subiendo de vueltas conforme pasaban las canciones. Tocaron una buena cantidad de temas de todos sus discos. Entre el griterío de una multitud que se sabía TODOS ellos creí reconocer "debaser", "wave of mutilation", "monkey gone to heaven", "vamos" (el delirio de nuevo), "gouge away", "allison", "la la love you", "is she weird", "down to the well", "subbacultcha", "space (I Believe in)", "Alec Eiffel" o "motorway to Rosswell". No sé cuantas canciones llegaron a tocar (¿40? ¿50?), pero recordé dos tres cosas: 1) cuánto me gustaban los pixies, 2) cuanto tiempo sin escuchar sus discos!!! y 3) semejante discografía es inatacable: aunque estuvieran sacados del geriátrico y conectados a un gotero y a una máquina de respiración asistida (ay la voz de Kim, cómo se fue deshinchando) todo el mundo empezaría a dar botes al comenzar "debaser" o "wave of mutilation" o "vamos". A veces la nostalgia no es un fraude.
(De vuelta del concierto alguien me dijo: "Black Francis es el Brian Wilson de los 90", y, justo en ese momento, lo creí. A la mañana siguiente me sobrevino un poco de escepticismo.)
algunos cómics
Ahora que ha comenzado el salón del cómic de A Coruña viñetas desde el atlantico aprovecho para recomendar algunos tebeos que he comprado últimamente (no son novedades recientísimas, ojo):
1) Buen tiempo. Joe Matt




El cómic de Joe Matt es otra de sus despiadadas crónicas autobiográficas centrada esta vez en su poco edificante preadolescencia. El autor nos muestra su ya temprana iniciación en el complicado arte de ser un completo egoísta, un desvergonzado cobarde y un retorcido mercachifle sin escrúpulos. Una divertida pero también lacerante historia de desmitificación del periodo de paso entre la infancia y la adolescencia en la que los rasgos básicos del carácter se van quedando irremisiblemente fijados.


2) Lupus. Frederik Peeters.




La segunda -creo- obra publicada en España de Frederik Peeters (no cofundir con el Peeters que acompaña a Boilet en la estimable Tokyo es mi jardín) presenta una apuesta arriesgada en un a priori complicado cruce de géneros: la road movie (¿road cómic?) ambientada en un futuro galáctico de naves espaciales a la fuga, mezclada con un extraña historia de amor y persecución. Número de planteamiento con la consabida presentación de personajes y un bosquejo de lo que deparará el argumento, presenta todavía algunas irregularidades en su desarrollo pero apunta momentos futuros intensos y dosis elevadas de emoción.


3) Isaac el pirata: Olga. Christophe Blain.




Christophe Blain demuestra el porqué de su premio en Angouleme 2004: la serie de Isaac el pirata es una de los mejores que se han publicado últimamente en el mundillo del tebeo europeo. Una historia vibrante en la que resuenan todos los clásicos de la literatura de aventuras, desde la isla del tesoro de Stevenson hasta el Moby Dick de Melville, desarrollada de la mano de un poderosísimo y personal grafismo en el que línea clara y expresionismo conviven en un fascinante choque visual que seduce desde la primera viñeta. ¿El mejor autor europeo de cómics de ahora mismo?


4) El señor Jean: vivamos felices sin parecerlo. Dupuy y Berberian.




El número cuatro de la maravillosa serie de Dupuy y Berberian muestra la evolución sentimental del treintañero con vocación de eterno adolescente mr. Jean. Atrapado entre la espada de su amor por Cathy y la pared de asumir un compromiso del que no quiere ni oír hablar, mientras a su alrededor sus amigos cargan con hijos, separaciones y desgracias laborales de toda índole, mr. Jean se plantea en clave de humor el destino al que le conducen las decisiones que debe tomar y aquellas que no tomará nunca. Tierno, divertido y conmovedor, mr. Jean es una de esas series a las que el calificativo de "adorable" se le queda corta.


5) Hiram Lowatt y Plácido: la rebelión de hop-frog. David B y Christophe Blain.




La conjunción de dos monstruos de la historieta -el David B de la ascensión del gran mal y el ya mencionado Christophe Blain (a quien, opino, se deben los mejores episodios de la irregular serie la mazmorra
)- ha dado lugar a un cómic absolutamente marciano: dos investigadores en el oeste norteamericano de finales del siglo XIX estudian la extraña rebelión de todos los objetos de un pueblo contra sus amos humanos para apoyar el levantamiento de una tribu india. Algo flojo, pero curioso y a ratos soprendente, aunque, según opiniones autorizadas, su segundo número es mucho mejor. Veremos.
rick moody, días en garden state





Leo de un tirón el primer libro de Rick Moody, escrito en 1989, rechazado por todas las editoriales de Nueva York y, finalmente, merecedor en 1992 del premio Pushcart Press Editor´s.


Cargada de la crudeza propia de toda confesión autobiográfica, la novela retrata la vida marchita de la juventud que habita los suburbios de la megalópolis por excelencia, New Jersey (Garden State, el estado-jardín). El paso del malestar juvenil a la sensación abrupta de que nada merece la pena. Los días interminables sin saber hacia donde dirigir los pasos. La búsqueda de trabajos que sólo merecen el calificativo de despreciables. Las perspectivas de una vida alienada, gris, consumida entre las luces desvaídas de un bienestar material que ya no puede ocultar el agujero inmenso que son las vidas de la clase media norteamericana (y, por extensión, de la clase media occidental). Las relaciones irrisorias desprovistas de todo consuelo o de toda ilusión de pertenencia, la sensación perpetua de, incluso estando acompañado, una soledad irremediable, el disfrute enfermizo y doloroso de los supuestos placeres juveniles (sexo-drogas-alcohol), la asfixia de unas familias dislocadas en las que todos sus miembros se ahogan en el cauce de su parálisis emocional. Todo eso y más. De fondo, el paisaje degradado del estado jardín, salpicado de fábricas abandonadas, autopistas de seis carriles, malls inmensos en los que ahogar la punzante sensación de vacío, escombreras y verterderos gigantescos, restos y ruinas de edificios y centrales eléctricas, la huella borrosa de la modernidad industrial, el fantasma de las relaciones surgidas de otra concepción del trabajo, de la vida estable en una comunidad. Y, más al fondo aún, el espectro terrible de la locura o de los trastornos que la bordean (Moody estuvo internado un mes en un psiquiátrico), como síntomas más evidentes de la descomposición social que siguió a los amorales años ochenta de la presidencia Reagan. Inmenso.

Lane estaba teniendo problemas para concentrarse en la terapia cognitiva, que aquel día se ocupaba de la ansiedad. Se estaban ocupando, en realidad, de algunos de los miedos de Lane, que él había enumerado mientras esperaba que le tocase el turno: conversación, noche con nubes, asesinato y asesinato violento, relojes, risa, poesía y tecnología. Tenía miedo a los viejos (y a hacerse viejo), a África, a los ataques aéreos. Tenía miedo a la carga genética, a la primogenitura y a la herencia. Ahora tenía miedo a la fiesta y los dioses, o a la falta de ellos. Tenía miedo a los combates de boxeo. A las tiendas de bebidas. Tenía miedo a Paterson, New Jersey. Tenía miedo a cualquier tipo de situación marital: casado, soltero, viudo o divorciado. Tenía miedo a cualquier día bueno y a las responsabilidades que implicaba eso y a lo que él podría decir y a las expresiones de los demás cuando él hablaba con ellos por teléfono. Tenía miedo de lo que iba a pasar y a lo que iba a hacer. Y principalmente tenía miedo a su propia vida y opiniones, a su pasado, que volvía a él en una batalla que avanzaba palmo a palmo.
incendios
Noche del sábado 13 al domingo 14.
1.00 am

Todas las ventanas de la casa abiertas por causa del calor (26º C según nuestro termómetro). De pronto, en medio del duermevela previo a la conciliación del sueño, escucho un ruido extraño por la ventana, muy parecido a la lluvia cayendo sobre una superficie metálica; trato de identificar el sonido y no soy capaz. Abro los ojos y, por la ventana, una luz espectral que no procede de la luna ni de las farolas, produce un reflejo tembloroso en los cristales. Me incorporo violentamente. El olor que inunda la casa es inconfundible: ahí fuera, muy muy cerca hay algo ardiendo.

Asusto a A con una especie de chillido histérico "hostia!". Nos asomamos a la ventana del baño y vemos, justo al lado de la casa de los padres de A, unas llamas que devoran la maleza de la finca contigua. Unas llamas que se recortan con violencia contra la oscuridad de la noche veraniega. Cojo el teléfono y la guía al mismo tiempo con el corazón retumbando violentamente en mis sienes. Me hago un lío, marco mal el número de los bomberos dos veces. Cuando me cogen la llamada no soy capaz de dar el número de teléfono de mi casa de lo nervioso que estoy. Espero unos minutos a que me devuelvan la llamada para verificar que no soy un bromista. Salgo afuera, en pijama y zapatillas. Delante de casa está ardiendo también el contenedorde la basura. Siguiendo hacia arriba, pasada la casa de mis suegros, se ven los penachos rojos y dorados de las llamas devorando la finca del vecino. La avenida del aeropuerto tiene una luz espectral que le da a todo un aire alucinado, de profunda irrealidad. En el lado opuesto de la carretera, vecinos en bata, en zapatillas, en pijama miran aterrorizados las dimensiones del fuego. Corro hacia la casa de al lado. Mi suegro tiene una manguera con la que hace frente a un fuego que le triplica en altura. Las llamas están a unos tres-cuatro metros de su casa. Pienso en el depósito de gasóleo de la caldera. Pienso en que si viene una racha un poco fuerte de viento la cosa se va a poner horrible. Pido instrucciones. Me mandan que coja la manguera de nuestra casa y la enchufemos al pozo para humedecer todo lo posible el terreno que queda entre el fuego y la casa. Corro. Me lío quitando la manguera del grifo al que está unida en nuestra casa. Pasan los minutos y el resplandor hace que todo parezca profundamente irreal. Sin embargo el olor a madera quemada, las cenizas que pasan en ráfagas cerca de mi cabeza me recuerdan que la vista me está jugando una mala pasada. Llevo la manguera. Mi suegro es una figura diminuta delante del fuego. Estoy aterrorizado mientras intento conectarla al grifo de su pozo. Histérico, compruebo que no entra: la rosca no encaja en él. Pienso, estoy en zapatillas y pijama delante de unas llamas de tres metros. El depósito de gasóleo a cinco del fuego. Oigo una sirena. Por Dios, nunca me he alegrado tanto en mi vida de oír ese sonido, de ver esas luces.

En diez minutos los bomberos liquidan el incendio. Comparo las mangueras que usan con las que tenemos nosotros. Las ropas que llevan. Las botas que calzan. Pienso que las heroicidades domésticas están condenadas siempre al fracaso. Veo a mi suegro con sus zapatillas hablando con uno de los bomberos. Su tarea de humedecer el terreno ante el fuego ha impedido que éste se acercase más a la casa. Me tranquilizo un poco y pienso en que todo lo que hice fue bajo los efectos de un pánico considerable. Si me hubiera parado un minuto a coger aire, me habría vestido, me habría calzado algo mejor que con las chanclas de surf que compré en las rebajas de El Corte Inglés, habría arreglado la llamada a los bomberos en veinte segundos, habría buscado un adaptador para la jodida manguera.
Etc.

Ayer por la tarde desde la playa vimos como un nubarrón de color ocre tapaba el sol y cubría todo el cielo con una especie de mancha difusa semejante a la suciedad que queda en los cristales después de mucho tiempo sin limpiarlos. Caían pequeños fragmentos de cenizas. En la radio hablaban de un incendio en Campo Lameiro (a unos 40 km de donde estábamos) y otro en Ribeira (casi 100). Al volver para casa el aire tenía un olor intenso a madera quemada. Recordé un artículo que leí hace poco y que decía algo así como que en diez años, el Sáhara empezará en los Pirineos. Aquí, en Galicia, como sigamos así, en cinco ya estamos en ello.
¿nuevos? nazis




Los portavoces de una organización política ilegalizada amenazan a la policía si se le ocurre disolver una manifestación no autorizada. Lo sorprendente es que algo así todavía me llame la atención. Yo me pregunto qué pasaría si una organización que se llamase algo así como partido nazi vasco o partido nazi español, partidario de la lucha armada como elemento fundamental de su discurso político, e ilegalizado por su relación con una banda terrorista, amenazara de esa manera a un consejero de interior.

El grado de sobramiento de los iluminados nunca dejará de sorprenderme.
rambo hispano-freak




Yo creo que ésta es la foto del verano. Un fulano de aspecto inclasificable se pone en medio de las tensas manifestaciones que están teniendo lugar en Roquetas de Mar por la muerte a manos de la Guardia Civil de un agricultor, y, en un momento dado, saca una pistola de fogueo, farfulla algo incomprensible y es reducido rápidamente por los agentes de seguridad. La casposa España profunda, la del Foro en defensa de la familia, la que saca pancartas con un ataúd y una leyenda que dice "Carod, ésta es tu casa", la que disfruta con los reality shows de la tarde, la que cree que los participantes en OT son artistas, la que entra en las estadísticas de ese 50% que nunca lee un libro, toca un periódico o abre una revista, la que va a la entronización del Papa nazi, la que piensa que Acebes es un hombre sensato, Zaplana un estadista en potencia, Aznar un prohombre, Jiménez Losantos un comunicador y Ana Botella esa mujer... toda esa España recogida en un instante, resumida en una fotografía, condensada en un momento de espanto bizarro, sublimada en una imagen que asusta y repugna a partes iguales, representada por uno de sus miembros menos conspicuos arrebatado por el calor andaluz, por el griterío popular y que en circunstancias adversas siempre tendrá ganas de gritar "todo el mundo al suelo: se sienten, coño!"
exhibirse, curarse
A través del blog de opaco (quien, a su vez, lo vio en alt1040), descubro una historia que no sabría muy bien cómo calificar. Un hombre, David LaPuma, descubre un día que se ha levantado sin el sentido del gusto. Alarmado por este hecho va al médico (no quiero ni imaginarme en su situación), que, tras varias pruebas, decide hacerle un scanner para descubrir que tiene un pequeño tumor en uno de los lóbulos cerebrales. Como es pequeño le dicen que espere unos meses mientras lo machacan con medicamentos que prefiero no saber ni como se llaman. Tras ello, una nueva prueba determina que el tumor ha crecido y que hay que extirparlo. Hasta aquí uno más de los miles de dramas médicos que vive la humanidad cada día. La historia, sin embargo, comienza en el momento en el que David LaPuma decide sacar fotos del proceso y colgarlas en su cuenta flickr (OJO con el enlace, contiene imágenes poco aptas para estómagos delicados): la noche antes de la operación, durante ella (obra del propio cirujano!!!), y después, mostrando las diversas fases de su recuperación y algunas imágenes del tumor.

Hay algo terrible en todo el proceso, en especial en las imágenes de la operación del cerebro -que he visto con una mano delante de los ojos, intuyendo lo que allí se mostraba, ya dije que cuando estoy enfermo debería ir al veterinario por gallina-, y, al mismo tiempo, algo increíblemente emocionante en toda la historia que cuenta detalladamente en su propio blog, llamándole al tumor "el alien". Digamos que mostrar en internet tu propio cerebro en el sentido literal requiere una dosis de atrevimiento increíble, una especie de pérdida absoluta de temores y prejuicios derivada de la situación que se está viviendo. Digamos que a veces el exhibicionismo puede ser una fuente, sino de curación, si de consuelo: los mensajes de ánimo de gente desconocida salpican los comentarios de las imágenes y de los posts. Una especie de abrazo virtual por parte de una humanidad anónima que empatiza automáticamente con las historias más tremendas, las que nos ponen al límite de nuestra capacidad de supervivencia. Todavía no sé si me parece horrible o maravilloso o una mezcla tóxica de ambas cosas, una situación novedosa (o no: me acordé de Orlan y de esos vídeos en los que se pueden sus treinta operaciones de cirugía en las que iba alterando su cuerpo a su voluntad, construyéndose a sí misma a su propia medida) imposible de ser encajada en una categoría determinada, reacia a dejarse clasificar con nuestros criterios morales y estéticos habituales.

La pregunta posterior que me hice fue: en una sitación semejante, ¿cuántas personas tendrían la capacidad de tomar la distancia suficiente con algo así para hacer una narración pormenorizada hasta lo quirúrgico de su propia experiencia? Preso de mi propio pánico, yo no sería capaz ni de encender el ordenador: ya no hablo de darle mi cámara digital al cirujano y decirle: "cuando me hayas abierto la cabeza, quiero una de frente, otra de perfil, dos con bisturí, y otra con las pinzas esas que te sirven para apartar las meninges". Glups.




[Una imagen que me puso la piel de gallina: David y su novia, la noche anterior a la operación.]
la isla
Hace un par de días fui al cine a ver "la isla", un subproducto cinematográfico que podría encuadrarse en ese género que arrasa últimamente que es la serie B con presupuestos elefantisíacos. No fue la trayectoria de su director, Michael Bay, autor de "Pearl Harbor" y "Armaggedon" (no he visto ninguna de las dos, y, por lo visto hasta ahora, no tengo intención de hacerlo), ni tampoco los efectos especiales -que sería un excelente motivo para meterme en un cine una noche de agosto con 27º en casa a las 0.00 horas-, o la curiosidad por una historia al menos un poco simpática -ay, como añoré "la fuga de Logan", mientras visionaba "la isla"- sino por su actriz protagonista, la ya totalmente elevada a los altares del star system planetario, Scarlett Johansson.





En el sentido en el que iba a ver la película no he quedado defraudado: los primeros planos de Scarlett son abundantes y su inmensa fotogenia hace que uno no se arrepienta de haberse metido en el cine con un escepticismo que se dispara cuando, después de media hora de película todos los diálogos se reducen a "corre más", "vale", o "corre más", "no puedo". Aunque hay algo que me desagrada profundamente, y es el tratamiento visual de tía-buena que se empeña en darle el director. En realidad supongo que esperaba volver a ver a la Charlotte de "lost in traslation", la chica de la mirada encadenada al corazón de su incertidumbre, y eso, en una película en la que de media hay una explosión cada tres minutos, iba a ser un poco difícil. Al salir del cine, la temperatura exterior era de 23º (eran casi las tres de la mañana). Lo mejor, Scarlett aparte, los primeros veinte minutos y el diseño de producción: magníficos los vehículos futuristas y la ciudad de Los Ángeles del 2019. Lo peor: el guión, con unos fallos increíbles para un producto de semejante presupuesto, la dirección, espasmódica, arrítmica, desquiciante en muchos tramos, y la sonrojante traca final, más propia de una película de Disney que otra cosa.
valdimír holan, dolor
Un amigo me recomendó encarecidamente que leyera este libro. Gracias infinitas por la recomendación.





LA CAÍDA


En cada libro hay un lugar donde se halla una mujer
a la que querríamos besar,
hasta que tuviera en las esquinas de los ojos un eclipse de
luna,
y nosotros, como si antes de la ejecución
ella nos hubiera vendado los ojos...


En cada libro hay también un lugar,
donde amamos el pecado. No es siempre un amor desgraciado.
Sí, sé que hasta de la sangre sale humo...
Sexo del libro... Pero los sueños no se explican.

el cobarde va al médico
Hace unos días me di un buen golpe con la esquina superior de una de las puertas del coche. Su extremo puntiagudo, al cerrarla, a causa de un despiste, se me clavó entre dos costillas haciéndome ver todas las estrellas conocidas del universo y algunas del universo profundo por conocer. Después de cinco días soportando los dolores con el vago pensamiento de "ésto se pasa solo", decidí ir al médico no fuera a ser. Mi organismo, preparado por naturaleza para lograr el placer y evitar el dolor, se sintió algo tenso nada más entrar en el centro de atención primaria y ver al lado a una señora muy colorada que amagaba con desmayarse mientras respiraba aceleradamente. Glups. Tras una tensa espera y un breve intercambio de palabras, la médico me ordenó echarme en una camilla y quitarme la camisa para examinarme con el fonendoscopio (ya, todo ésto parece el resumen de alguna peli porno de todo a cien, pero lo siento, no lo es). Nada más sentir el frío del metal en el costado noté como mi corazón pasaba al modo "turbo" mientras la cara de la médico era todo un poema: "vaya, tienes una taquicardia", "ya, me pasa siempre que me echo en una camilla para que un médico me encuentre algo malo", "uy, te voy a hacer un electrocardiograma", "¿qué?" sudores fríos ¿estaré fibrilando? Me visto, me levanto, mi pulso se calma. Bajo con la enfermera al local donde hacen electrocardiogramas mientras pienso "me cago en la maldita puerta del coche, mañana la cambio por una cortina". "Échate en la camilla, sácate la camisa, etc". Efecto inmediato al sentir las pinzas en las muñecas y los tobillos: batucada en mi cabeza, trenes descarrilando por mi sistema circulatorio, un dj en mi corazón subiendo los bpm hasta el infinito y más allá. "Tienes una taquicardia" observa la enfermera, "ya, me pasa cuando me ponen un millón de cables y me sujetan las extremidades con pinzas conectadas a un aparato que hace pip-pip-pip", "es normal, le pasa a mucha gente", "¿tiene cura?", cara de resignación, le leo el pensamiento: "la cobardía no se cura, capullo". Subo con el electro de vuelta. La médico sonríe: "está todo bien, el latido es regular, es una simple taquicardia sinusal generada por una situación de stress", "tiene cura?", le leo el pensamiento "las gallinas, al veterinario, por favor", mientras dice "es algo muy normal".

Salgo de allí con una receta de antiinflamatorios y un volante para el radiólogo "para descartar una microfractura". En la consulta se quedan parte de mi autoestima y de mi maltrecha dignidad... hasta la próxima exhibición, claro.
la ciudad de los grupos acabados
Ayer por la noche tocó en Vigo el grupo the Prodigy. Fui a ver el concierto, un poco por rememorar algunos de sus himnos garrulos, un poco por curiosidad a ver si estaban tan terminales como sospechaba y otro poco por hacer leña del árbol caído. Y la verdad es que no me defraudaron en ninguno de los tres aspectos: tocaron breathe, firestarter, smack my bitch up y poison, todoas colocadas estratégicamente cada dos o tres canciones de su nuevo -e infumable, por lo escuchado ayer- disco, para levantar los ánimos de un público mosqueado por la hora de retraso en el comienzo; en lo que se refiere a mi segunda motivación, ver a liam howlett moviéndose -arrastrándose sería más exacto- pesadamente por el escenario, bailando como si fuera una caricatura de un bacala cualquiera y mostrándonos generosamente el dedo corazón extendido de sus dos manos era un espectáculo entre lo circense y lo patético; y en lo que se refiere a lo último, oír al cantante principal Maxim Reality cantando como el culo mientras soltaba cada dos por tres "everybody, Vigo, ¿you want some more?" y "fuck off" invitaría a que me desparramase unas cuantas líneas más sobre el lugar que han alcanzado estos chicos en el panorama circense -perdón, musical- mundial. El concierto duró unos cincuenta minutos, que a mí se me hicieron larguísimos, aunque la multitud enfervorizada pedía más metralla, más dosis de ese garrulismo que fusiona la música dance y el rock siguiendo los peores caminos posibles.

De todas maneras, mi observación es la siguiente: hace dos años vimos en el mismo escenario a oasis, hace uno, a primal scream; éste, a the prodigy; ¿hay alguien empeñado en traer a Vigo a todos aquellos grupos que hayan tenido su mejor momento hace diez años exactos? Lo digo porque ya podemos ir haciendo un calendario anticipado: 2009, chemical brothers; 2010, the strokes; 2011, franz ferdinand; 2012 !!!; 2013, lcd soundsystem, etc etc. (A ver si hay suerte y no tienen que ponerles la bombona de oxígeno que pidieron los miembros de prodigy en el vestuario)
zygmunt bauman, identidad
Leo intensa y compulsivamente un libro -identidad- de un autor -el sociólogo anglo-polaco Zygmunt Bauman- al que deseaba leer hace ya unos años. Sólo me pregunto, ¿por qué he aplazado tanto tiempo la lectura de su obra?




Este libro recoge la correspondencia (electrónica) entre Bauman y Benedetto Vecchi. Éste lanza preguntas que el polaco responde con un despliegue de inteligencia, sabiduría y lucidez que deja al lector literalmente alucinado. Podría abrir cualquier página al azar y poner lo que allí hay escrito -tal es la calidad de lo va escribiendo Bauman- pero he decidido seleccionar un poco y quedarme con un párrafo que me ha llamado especialmente la atención sobre las relaciones de pareja en la era de la "modernidad líquida":

En un mundo donde se practica la falta de compromiso como una estrategia vulgar de la lucha de poder y de la autoafirmación, hay pocas cuestiones en la vida (en caso de que haya alguna) que se puedan predecir, sin temor a equivocarse, que van a durar. Por tanto, el "presente" no está unido al "futuro", y no hay nada en el "presente" que nos permita adivinar, ni mucho menos visualizar, la forma de las cosas por venir. El pensamiento a largo plazo (y aún más las obligaciones y compromisos a largo plazo) se perfila efectivamente como "sin sentido". Todavía peor, pensamiento, obligaciones y relaciones a largo plazo parecen contraproducentes, categóricamente peligrosos, un paso insensato, un lastre que hay que tirar por la borda y que en primer lugar hubiera sido mejor no subir a bordo.


Son noticias preocupantes, incluso aterradoras. Los golpes se dan directamente en el corazón de la forma humana de estar en el mundo. Después de todo, el peliagudo meollo de la identidad, la contestación a la pregunta "¿quién soy yo?" y, lo que todavía es más importante, la credibilidad continuada de cualquiera que sea la respuesta a la pregunta, no se puede formular a menos que no se haga relación a los vínculos que conectan al ser con otra gente y se asuma que dichos vínculos permanecen estables y se puede confiar en ellos con el paso del tiempo. Necesitamos relaciones de pareja y necesitamos relaciones de pareja en las que nosotros contemos para algo, relaciones a las que nos podamos referir para definirnos.[...] Luchamos afanosamente por la seguridad que sólo una relación comprometida (sí, comprometida a largo plazo) puede darnos y aún así tememos tanto una victoria como una derrota. Nuestra actitud con los vínculos humanos tiende a ser dolorosamente ambivalente, y actualmente las probabilidades de resolver dicha ambivalencia son exiguas.
 

Este sitio está baixo as condicións dunha licencia Creative Commons.

RSS Feed. Feito con Blogger. Plantilla Modern Clix, deseñada por Rodrigo Galindez. Modern Clix blogger template por Introblogger.