1918
el viernes falleció mi abuelo materno a los 87 años después de llevar los último cinco en malas condiciones tras una delicada operación y complicaciones posteriores; en algún momento en el tanatorio junto a mi padre y a, los tres "de guardia" temporalmente, aparecieron los empleados de la funeraria para entregar a los familiares el dni y el certificado médico de defunción; mi padre guardó con rapidez ambos documentos a la espera de que llegara mi madre o alguno de sus hermanos, pero yo le pedí que me dejara ver el dni, una curiosidad casi infantil por intentar desvelar en el último minuto el secreto de su personalidad; el dni era de los azules, fechado en 1986; fecha de nacimiento: 26 de septiembre de 1918;
1918
(hay algo inexplicable en todos esos años que al mismo tiempo parecen tan pocos)
la foto del dni: un rostro lleno de energía, con unos ojos grandes que parecen contener una lucidez furibunda, el pelo algo alborotado, la cara surcada por las arrugas de alguien que ha trabajado duramente toda su vida;
(las fotos, cuanta verdad nos dicen siempre de los demás, y qué de mentiras parecen decir sobre nosotros mismos)
devuelvo el dni a mi padre, cierro los ojos y pienso en mi abuelo en el fondo de mis recuerdos infantiles: la imagen -mitificada, claro- del guarda forestal a caballo, apagando los fuegos de los veranos que arrasaban los montes de alrededor, se impone a todas las demás;
supongo que en las relaciones abuelos-nietos nunca hay mucho sitio para el conocerse en serio; todo el afecto que hay nace de un asombro (el del abuelo ante el nieto) y de una extraña fascinación (la que va en sentido contrario), que idealiza y desfigura la realidad poniendo en su lugar algo más amable;
hasta siempre, cándido