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manifiesto político para 2009 (III)

El discurso dominante opone simplemente la anarquía de los deseos individuales al sentido de la comunidad. Esta simple oposición permite identificar el principio político con el mero primado de lo universal sobre lo particular y asimilar la comunidad política al poder de una instancia de la autoridad común que se impone a la anarquía de los deseos individuales. Reduce la política a lo que yo llamo "la policía", es decir, la simple ordenación del cuerpo social bajo la autoridad de una competencia que distribuye lugares y funciones. La política como "poder del pueblo" es otra cosa totalmente distinta. No es el poder común, es el poder de cualquiera, la afirmación de la ausencia de fundamento del poder. Ésta es la "anarquía" que hay en el fundamento de la política y que el discurso antidemocrático quiere rechazar tras la visión piadosa del bien común opuesto a los apetitos individuales: la política significa que no hay "competencia" que dé derecho al gobierno de las comunidades. La política siempre es ese suplemento del poder de todos que se opone a cualquier identificación de la potencia común con el poder de los que están autorizados a gobernar por su nacimiento, su ciencia, etc. No hay un bien común. La política empieza cuando este bien común se encuentra puesto en litigio, cuando es sustraído al poder de los que pretenden encarnarlo.

[Extraído de la entrevista a Jacques Rancière "el nuevo discurso antidemocrático" aparecida en el número 72 de la revista Archipiélago "Nueva derecha: ideas y medios para la contrarrevolución" de octubre de 2006]

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