30 de dec. de 2004

mantra



Empezaré diciendo que entonces éramos otros. Entonces éramos diferentes, no por una cuestión de edad y de tamaño y de ideas, sino porque los que habitan ese efímero planeta de la Nebulosa de Nunca Jamás conocido como Infancia (la única patria posible y, al mismo tiempo, un lugar cuyos habitantes se extinguen enseguida, un sitio que desaparece para uno para así poder ser poblado una y otra vez por otros, por los que siempre vienen detrás, como ocurría con ciertas ciudades aztecas súbitamente abandonadas) son siempre animales extraños, criaturas que nunca se quedan quietas a la hora de ser capturadas y clasificadas para el bestiario de turno. Seres completamente distintos a los que llegan a convertirse, porque, entonces, sorpresivamente duros y fuertes -porque es durante la infancia cuando, contrario a todo lo que suele creerse, somos más poderosos y resistentes a todo-, no sospechan que con el tiempo se irán ablandando, volviéndose más temerosos y frágiles. Caemos de árboles, dormimos en el suelo, sangramos poco, cicatrizamos rápido, nos revolcamos felices en nuestra propia mierda, lloramos de risa, las enfermedades apenas se detienen en nuestro cuerpo a beber un cocktail febril y siguen su camino, nos encanta cumplir años porque ese día confirma la brevedad de lo que ha sido y el infinito de lo que será y todavía está tan lejos esa primera noche en que, por pimera vez, dejamos de pensar en el futuro para refugiarnos en una imprecisa revisitación de nuestro pasado. Cuando somos nuevos no envejecemos: crecemos.

(es rodrigo fresán -concretamente el fresán del año 2001-, el hombre que está obligado a curar nuestro desconsuelo por la pérdida de roberto bolaño)

29 de dec. de 2004

scrooge
lo único que me gusta de la navidad, como me acaba de recordar el espíritu de las navidades presentes, es que ha dado pie a uno de los grandes cuentos modernos: a christmas carol (la palabra carol, significa literalmente "canción alegre", aunque supongo que queda mejor la traducción habitual cuento de navidad que la más larga canción alegre de navidad); he leído el cuento original hace miles de años, cuando aún pensaba que el 6 de enero era de veras un día especial, he leído versiones en cómic, he visto varias películas (casi todas espantosas), telefilmes, películas de dibujos animados, la versión disney con su alineación de gala (un insuperable tío gilito haciendo de ebenezer scrooge), y siempre, siempre, me he quedado hasta el final, tal es la capacidad de seducción del texto original; su autor, dickens, ha tenido suerte con otras adaptaciones cinematográficas de su extraordinaria obra: recuerdo ahora, echando mano de la memoria y de google, la maravillosa versión de 1948 oliver twist a cargo de david lean, o, del mismo director (la echaron hace varios meses en el programa de garci) la preciosísima grandes esperanzas del año 1946; en esta página, aparecen todas las adaptaciones cinematográficas de la obra de dickens; graciosamente hablan de él como "guionista" de ellas, lo cual sería un auténtico milagro de haber sido realidad;

pero me he ido por las ramas, yo quería hablar de mi personaje navideño favorito: ebenezer scrooge, el avaro, explotador, insensible y despiadado protagonista del cuento, por el que siempre he sentido la simpatía que los malos de las películas despiertan en uno; y ese interés por el personaje nace de su periplo en la obra: el recuerdo de su infancia, de su juventud y de como, a través de los años va perdiendo todas las virtudes que estas épocas de nuestra vida potencian con generosidad, van cambiando su percepción del presente de forma irreversible; el momento más intenso del cuento, esa parte en la que la narración cae de lleno en la novela romántica de fantasmas, en la que el miedo a lo sobrenatural se cruza magistralmente con el terror a un futuro de sombras y soledad, es, de todo el cuento mi parte favorita: ebenezer tiene el privilegio de contemplar cual será su final y el de las personas que conoce si persiste en su forma de ser, lo cual equivale a tener la posibilidad de alterar ese futuro; y es la plasmación de este privilegio imposible lo que seduce con tanto vigor: poder salirse de la vía a la que uno lleva subido toda su vida, darse el placer de hacer descarrilar el tren de nuestra existencia y entregarse a una curiosa forma de libertad... el final del cuento, con toda esa alegría y felicidad que en otras historias suena falsa, impostada, colocada con calzador, es el cierre perfecto de la historia: el amargado e inhumano ebenezer, gracias a la intervención sobrenatural de su difunto socio marley (terrorífico el momento en el que su cara se le aparece en el llamador de su puerta) ha pasado el trago de examinar su inicialmente prometedora vida y el posterior marchitamiento de ésta, asomándose al abismo de lo que sería en el futuro; su suerte es que ya despierto de su aislamiento del mundo, decide renunciar a ser lo que es para tener una segunda oportunidad; y con él, todos querríamos tener también esa posibilidad; ays;



(aquí se puede encontrar una galería con las escenas principales del cuento ordenadas cronológicamente; mis scrooges favoritos son: el alastair sim de scrooge (1951) el michael caine de The Muppet Christmas Carol (1992) y también el mr. magoo de mister magoo's christmas carol (1962))

pues eso, scroogeianas navidades a todos
el voto: ¿una de las ciencias ocultas?

leo dos noticias que me dejan estupefacto:

por un lado, en euskadi, se aprobaron los presupuestos para el 2005 por 37 votos a 36 debido a que el mecanismo de votación de una diputada socialista no funcionó correctamente, según ella; ante las peticiones del portavoz de este grupo para repetir la votación, el presidente del parlamento vasco se negó a ello aludiendo a que la votación se había desarrollado correctamente y que la diputada se hallaba técnicamente ausente -no había introducido la tarjeta que le permite votar- en el momento de iniciarse la votación;

por otro, en el senado, el senador federico trillo dio como voto la abstención ¡sin estar presente!; el diario el mundo narra cómo debió ocurrir este fenómeno a partir de la proximidad al banco de trillo del senador popular carlos aragonés: lo que pudo haberse producido es un accidente fortuito y que, al mismo tiempo que votaba desde su escaño [carlos aragonés], empujara involuntariamente los documentos que tenía a su lado y que éstos tocaran los botones de votación del asiento contiguo, el correspondiente a Trillo.

me pregunto si toda esta banda de politicastros de tercera división nos están tomando por gilipollas o qué; y mientras, la catástrofe del sureste asiático llega ya a los 50.000 muertos y en ucrania están a un paso de la guerra civil; no sé si este país es un chiste permanente del que sólo nos sacan las desgracias o es que el mundo ha entrado en una espiral de catástrofes que somos totalmente incapaces de asimilar; que se acabe el año ya, por favor

27 de dec. de 2004

tsunami
tras el desastre de ayer en las costas del sureste asiático (17500 muertos según las últimas estimaciones) debido a un terremoto de intensidad 9 en la escala richter, pongo la palabra tsunami en google y me salen unos dos millones y medio de referencias; curiosamente viene a mi memoria la portada del número uno de la revista muy interesante (¿1985?¿1986?) en la cual se recreaba una ola de unos treinta metros de altura barriendo la costa de una playa; entro en la página de la universidad de washington dedicada a las ciencias de la tierra y el espacio (ess) y encuentro una animación por ordenador del tsunami producido por un terremoto cerca de chile que barrió la costa de este país pero también la de japón (a 17.000 km de distancia!!!) en 1960 aquí (requiere tener quicktime instalado; 2,3 mb);

leo en dicha página el mecanismo que da lugar a esas olas gigantescas: la energía que transporta la onda (debida a la liberación brutal de energía causada por un terremoto submarino) se mantiene casi constante, dependiendo en exclusiva de la propia velocidad que lleve y de su altura; cuando ésta se acerca a la costa, debido a la menor profundidad del fondo marino, se produce una disminución en su velocidad; la consecuencia es que esa ralentización da lugar a un aumento proporcional en la altura; ésto explica los testimonios de los supervivientes que hablan de un mar totalmente tranquilo (en el que no se ven olas en las cercanías de la costa) del que de pronto surge una pared de auga que, a medida que avanza sobre el litoral va aumentando su altura;

en la misma página hay otra animación que recoge el momento en el que el tsunami kanto alcanzó la costa japonesa en 1923: aquí la versión reducida (2 mb) y acá la completa (6 mb)

(¿debería haber una rama de la ciencia que se llamara "física del terror"?)

actualización: el diario el mundo presenta dos extraordinarias animaciones en flash para entender el mecanismo de producción de un maremoto y de un terremoto

24 de dec. de 2004

el asombro
cuando era más joven detestaba la navidad con una energía que aún hoy me sorprende; tenía mil argumentos expresados de manera incendiaria para aquellos pobres desgraciados que se atrevían a preguntarme que opinaba de estas "fiestas": el derroche de sentimentalismo hipócrita, las ilusiones infantiles como excusa para hacer cajas desorbitadas en toda clase de tiendas, el asalto de la decoración babosa a las calles de las ciudades, la música insoportable típica de la época, la apropiación religiosa de un culto pagano vinculado al cambio de estación, la sonrisita estúpida de la gente que, sin saber lo que te dice, balbucea el típico "felices fiestas", los telemaratones presentados por famosos-grimosos, la repetición hasta la náusea de películas y series ñoñas, la sobredosis de celebraciones familiares, los desmanes alimentarios, la sensación de derroche absurdo que transmiten todos esos envolotorios y embalajes que desbordan los cubos de basura, etc, etc...

sin embargo, tanto odio no es sostenible mucho tiempo; con los años me he vuelto discretamente indiferente al exceso baboso de estos días; si alguien que aprecio me felicita las fiestas le doy un abrazo sincero procurando evitar la fórmula de felicitación estándar, si me hablan de regalos cambio de tema habilmente, si de fiestas me invento excusas sobre el desorden monstruoso de mi casa y la necesidad de encerrarme en ella para repararlo, si me comentan lo bonitas que están las calles, lo entrañables que son los belenes municipales o los villancicos que salpican las calles más céntricas, miro hacia el suelo y comento lo sucias que están las acera y que alguien debería ocuparse de ellas;

secretamente, confiaba en que la estupidez mayúscula que se esconde detrás de la palabra "navidad" se hiciera evidente por su propio tamaño, que la gente fuera dejando de lado las celebraciones asociadas a ella, que los niños que iban creciendo se murieran de asco al pensar en ese señor de barbas inventado por coca cola, que el mundo, en fin, abandonaría las navidades por puro sentido común; con lo que no contaba es con que la densidad de estupidez planetaria fuera en aumento a lo largo de los años, con que esa ola de miseria moral, indigencia intelectual y abandono de todo lo que podemos considerar éticamente necesario, fuera en aumento exponencial durante los últimos años, y, que, por encima, precisase de una celebración anual que entronizara todos esos valores negativos baja la máscara de la tradición familiar y los buenos sentimientos impostados;

por lo tanto, observo derrotado que la navidad ha alcanzado un estado climático (de clímax, ojo): empieza a finales de octubre y su onda expansiva llega hasta febrero; es la síntesis perfecta de mercadotecnia y sentimentalismo, el paroxismo de cierta necesidad que hasta las personas más indignas tienen de presentar una cara amable al menos una vez al año ante los demás, la debacle de cualquier atisbo de racionalidad, el éxtasis místico de todos nosotros, compradores compulsivos cuyo lema es "un día es un día"; la navidad es el escaparate triunfante de una visión muy concreta y absolutamente dominante de contemplar el mundo: la vida como supermercado, las relaciones personales en términos de conflictos y dominio, la tarjeta de crédito y el teléfono móvil como portadores de nuestra identidad, la hipocresía como sinónimo de autenticidad, el escapismo a través del consumo desaforado como estrategia vital para olvidarse de la realidad y la anestesia como forma de estar en el mundo;

pues eso, que, con los años, me he refugiado en la indiferencia; no hay nada tan descansado como ello, ni tan patético;

actualización: en el blog de dot encuentro esta imagen: ¡no estoy solo!




actualización (II): un texto para leer estas navidades; se disfruta mucho con él

23 de dec. de 2004

anécdota pre-navideña
ayer, de todas las conversaciones que tuve con los padres, hubo una que me dejó un poco vuelto del revés; a eso de las siete de la tarde entró en mi clase una señora con la que no había hablado hasta ahora en los dos años que llevo con su hijo (siempre había venido el padre); algo en el conjunto de su figura no cuadraba: el abrigo que llevaba, el jersey, la falda, su peinado, la expresión de los ojos: el conjunto transmitía la sensación de una construcción en equilibrio precario, de un castillo de naipes en el que se aprecia un ligero temblor en las cartas de la base, de un puzzle en el que el cambio de un par de piezas produce una extraña inquietud; mientras intercambiabamos el listado de quejas sobre su hijo, las posibilidades para retomar la marcha del curso, las obligaciones mutuas de unos y otros, intuí que la conversación no se iba a quedar simplemente en eso; y, efectivamente, a punto de terminar, sin cambiar el tono de voz, sin dejar de mirarme, separados por una mesa de 60 cm de ancho, me dice: "y, últimamente, hasta se mete conmigo por un asunto que me pasó: estuve de baja por depresión e intenté suicidarme estrellando el coche; pues ahora, cuando le digo algo, utiliza eso contra mí"; tragué saliva y dejé que el silencio posterior congelase nuestros movimientos; después, no recuerdo como terminó la conversación, pero comprendí la impresión inicial; a veces esa primera impresión es la correcta, por desgracia;
vértigo
de pronto, tras la avalancha habitual de la tercera semana de diciembre -exámenes, evaluaciones, notas, fiesta en el colegio, el torrente de padres de cada último día del trimestre, salida con los compañeros con la cabeza puesta en el sofa- me levanto (tarde) y me encuentro en horario de trabajo deambulando por la casa; el peso de las rutinas se hace tan fuerte que me siento raro fuera de ellas; me hago unos cereales y con la taza en la mano enciendo el ordenador para intentar convencer a mi organismo de que estoy de vacaciones, de que puedo perder el tiempo libremente, a destajo, de que puedo intentar olvidar algunas de las demenciales conversaciones que ayer tuve desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche con algunos padres; no tengo éxito, hay cosas que se empeñan en acompañarte mientras pones el cerebro a cero y tratas de inocularte dosis elevadas de banalidad para que la ligereza del mundo te levante el ánimo: los números de la lotería, la crónica del tarrassa-celta, los debates absurdos en los foros de los periódicos por internet, el repaso superficial a los blogs favoritos: todo es en balde; reviso las notas que tomé ayer en las conversaciones; hay un malestar de fondo considerable asomando tras ellas, como si la relación padres-alumnos-profesores hubiera entrado en una etapa de desconfianza insalvable (no en todos los casos, pero sí de forma mayoritaria);

recuerdo un aforismo de nietzsche que cita neil postman al comienzo de "el fin de la educación": "uno es capaz de soportar casi cualquier como
si tiene claro el por qué"; sospecho que ese por qué, hoy en día está envuelto en una nebulosa de incertidumbre: ¿por qué tienen que ir los niños/adolescentes a la escuela? yo lo tengo claro, pero a veces me da la impresión de que, fuera del ámbito educativo, nadie tiene clara la respuesta a esa pregunta;

22 de dec. de 2004

felices fiestas


CREO QUE HOY ME CONTENTARÍA
CON QUE ME PEGARAN UN TIRO SI TAN
SOLO HUBIERA SIDO FELIZ
UNA VEZ EN LA VIDA...


La melancolía no está relacionada con nada. La melancolía tiene un estilo o una manera de expresión, pero no un motivo. La melancolía es una forma de pensar, una forma de pensar sobre la forma de pensar, y requiere la consumición del sufridor y, por consiguiente, necesita a perpetuidad capas y estratos y pieles en las que envolverse y tras las que ocultarse. La melancolía trata de evitar ser descubierta. La melancolía no es una preocupación ante la muerte, ni negarse a entrar en las tiendas o a relacionarse con el resto de los seres humanos, ni es una falta de interés por las cosas mundanas, aunque todo ello pudiera considerarse como una característica de la melancolía. Es más bien una forma de pensar de carácter especial, una tensión, una espiral, un embudo, una perforación, una incisión, un movimiento de hélice; la dirección de este tipo de reflexión es siempre descendiente y penetrante, como cuando un dentista comienza a escarbar la cavidad de un diente.
[...]
Hawthorne nos deja con la idea swiftiniana de que aún el más mínimo conocimiento de uno mismo es peor que nada y que la aproximación a la felicidad radica en una relación ignorante y ocupada con una sociedad de hipócritas inconscientes.


(rick moody, el velo negro)



16 de dec. de 2004

la verdad sobre perros y gatos
desbordado desde el lunes por las toneladas de exámenes y ejercicios a corregir, por las evaluaciones maratonianas y las interminables quejas de mis alumnos por sus "injustas" notas, encuentro cinco minutos para sonreírme con ésto gracias a elástico:


(y tú, ¿eres un gato o perro?; yo, gato con tendencias perrunas)

12 de dec. de 2004

ryan beshara
gracias a la revista arthur magazine, descubro una serie de fotografías que ryan beshara ha hecho a un puñado de jugadores de bingo norteamericanos; no sé si es a propósito, pero me ha sorprendido lo mucho que se parecen todos entre sí:

moody


la colección debolsillo de la editorial mondadori ofrece en su catálogo una muy buena selección de narradores norteamericanos contemporáneos a un precio imbatible: 8,95 euros el ejemplar; tras asfixia, de palahniuk, he comenzado a leer este libro de rick moody (autor de la novela en la que se basa la película del mismo título la tormenta de hielo, del director ang lee); tras la lectura de sus primeras cien páginas ya soy consciente de estar ante un libro magnífico: el desnudo emocional que se marca moody a costa de su familia y de sí mismo es intenso, desencajado, rasposo, rozando a veces el patetismo pero sin caer en él, brillante y seductor narrativamente; su típica-familia-disfuncional-de-clase-media (padres divorciados, vida en el suburbio, adolescencias turbulentas, juventudes al borde de todas las catástrofes, en fin, la ansiedad producto de los días grises en los que terminan convirtiéndose nuestras vidas), le sirve para trazar también un vigoroso retrato de una época y un lugar que se parecen mucho a los nuestros, intersecando con brillantez las historias de su familia y la historia de su país, los tormentos interiores y las convulsiones de su tiempo, reservando para sí mismo el retrato despiadado y feroz de alguien en perpetua deriva que se ha subido al bote de la literatura como única salvación; como excusa argumental, un viaje por la costa este norteamericana en busca de pistas sobre la identidad de un antepasado suyo que aparece en un cuento de nathaniel hawthorne: alguien que, en un momento dado de su vida, para expiar una culpa espantosa, decidió pasar el resto de sus días con un velo negro cubriendo su rostro;


Tropezar con una obsesión es como tropezar con una persona: la obsesión tiene sus puntos débiles; en ocasiones es inexplicable, inquietante, asombrosa, y a veces sugestiva; es tan engañosa como directa, presenta pensamientos recurrentes y persistentes, impulsos o imágenes que se han experimentado en algún momento durante la alteración, molestos e inapropiados, y que provocan una acentuada angustia o aflicción; uno se relaciona con su obsesión como lo hace con el vecino: dubitativo ante la legitimidad de exigirle la historia de su vida a la primera, satisfecho con la manera en que los detalles se parcelan aquí y a allá porque así es como transcurre una vida, a trompicones, como los cuervos alzando el vuelo de un árbol donde un halcón famélico acaba de posarse. Si los pájaros describen la obsesión, me desviaré para describir los pájaros que he visto; si el deporte describe la obsesión, me desviaré para hablar de los fuera de juego y las expulsiones de mi vida; porque yo mismo soy la materia de este libro, seríais poco razonables si malgastarais vuestro ocio en un tema tan frívolo, como advierte Montaigne.

9 de dec. de 2004

louro
aunque no me fui de puente, el lunes pasado hicimos una excursión hasta la playa de louro, cerca de muros; el día, frío y luminoso, era perfecto para pasear por el arenal desierto; cerca de la laguna, l encontró dos tubos fluorescentes y decidió cogerlos para tirarlos en un contenedor: de lejos parecía un caballero jedi saliendo de incógnito de un todo a cien...



luuu, usa la fuerza



7 de dec. de 2004

palahniuk


después de una larga temporada sin leer narrativa, me pica de nuevo el gusanillo con esta novela de chuck palahniuk, de quien había leído anteriormente el club de la lucha; una vez más, las mismas sensaciones: un comienzo fulgurante, un puñado de buenas ideas y una serie de brillantes salpicaduras a modo de reflexión sobre los tiempos que vivimos, las paranoias que invaden nuestro modo de vida, el sexo como única salida ante el alienamiento, la desolación o la soledad contemporáneas: lo típico;

el problema de palahniuk, creo, es que es demasiado ingenioso; se le van ocurriendo sobre la marcha un buen montón de ideas que hacen que la narración sea divertida -pese a los temas que trata- y ágil, pero a costa de descuidar la historia principal; en este libro, el protagonista tiene a su madre interna en una clínica carísima; para poder pagar este internamiento cada noche acude a cenar a varios restaurantes de lujo a fingir que se asfixia con la comida; la gente que le salva se siente en deuda con él y le envía continuamente dinero y regalos, ya que tras salvarle la vida se sienten responsables de él; por otro lado trabaja en un parque temático sobre la américa del siglo dieciocho en el que sus compañeros de trabajo están permanentemente drogados y además se ha hecho miembro de un asociación terapéutica de adictos al sexo (tipo alcohólicos anónimos) por un razonamiento simple: a ver donde va a ser más sencillo conseguir sexo gratis; la relación con su madre moribunda, una anarquista paranoica terminal, y la revisión de su desquiciada infancia es el eje central de libro, pero los mejores momentos se los lleva la historia de los adictos al sexo y sus jornadas de trabajo en el pueblo colonial: es en estas tramas secundarias donde la mirada glacial y sarcástica de palaniuhk sobre la condición humana, las relaciones entre las personas y el alienamiento colectivo en esta época de capitalismo posindustrial alcanza sus mejores momentos:

No se trata tanto de romance como de oportunidad. Si uno pone a veinte adictos al sexo alrededor de una mesa, noche tras noche, no tiene de qué sorprenderse.
Además, están los manuales de rehabilitación para adictos al sexo que venden aquí; en todos ellos salen todas las formas en que uno siempre quiso tener relaciones sexuales pero no supo cómo.
Vienen en un listado de "si uno hace cualquiera de estas cosas, puede ser un adicto". Entre sus interesantes sugerencias están:
¿Corta usted el forro de su traje de baño para que se le vean los genitales?
¿Se deja la bragueta o la blusa abierta y finge que tiene conversaciones en cabinas con paredes de cristal, de forma que la ropa se le abra y se vea que no lleva ropa interior?
¿Hace usted jogging sin sujetador o suspensorio para atraer parejas sexuales?
Mi respuesta a todas estas preguntas es ¡Caramba, ahora sí que lo haré!
[...]
El problema con el sexo es el mismo que con cualquier otra adicción. Uno siempre se está recuperando. Uno siempre está recayendo. Portándose mal. Hata que uno encuentra algo por lo que lo luchar o se decide por algo contra lo cual luchar. Toda esta gente que dice que quiere una vida libre de compulsiones sexuales, o sea, olvídalo. O sea, ¿qué puede haber que sea mejor que el sexo?
Está claro, la peor mamada es mejor que, digamos, oler la mejor rosa o ver la mejor de las puestas de sol. Mejor que oír reír a los niños.
Creo que nunca veré un poema tan maravilloso como uno de esos orgasmos que te explotan dentro, te provocan un calambre en el culo y te vacían las tripas.
Pintar un cuadro, componer una ópera, eso son cosas que uno hace hasta que encuentra el siguiente culo dispuesto a hacerlo.
En cuanto aparezca algo mejor que el sexo, llamadme. Enviadme un mensaje al busca.

3 de dec. de 2004

arrebato
el miércoles, buscando en internet los horarios de la piscina de lavadores (no es broma, el barrio en el que se halla se llama así) me encontré con que proyectaban la película de iván zulueta dentro de un ciclo organizado por caixanova; llegué por los pelos, estábamos como treinta en la sala; sólo sé que la película es tan buena que no me extraña que en el rdl de este mes la pongan como la mejor película española del siglo xx:


lo asombroso es que después de esta película (1979), iván zulueta desapareció del panorama cinematográfico: lo triste es que no me sorprende lo más mínimo, teniendo en cuenta el cine que arrasaba por aquel entonces: (aunque sus problemas con la heroína tienen parte de culpa en esta historia)
los bingueros (1979), los energéticos (1979), yo hice a roque iii (1980), el liguero mágico (1980), los chulos (1981), ¡qué gozada de divorcio! (1981), los liantes (1981), brujas mágicas (1981), todos al suelo (1982), cristóbal colón, de oficio descubridor (1982), padre no hay más que dos (1982), el currante (1983), agítese antes de usarla (1983) y la lola nos lleva al huerto (1983)

(información hallada aquí)
[Nota al margen: leo en el rdl que la música la fue componiendo el propio zulueta con un sintetizador

[...]como no había presupuesto para un músico, y tampoco me gustaban las músicas que se hacían entonces para el cine, la hice yo mismo, subiendo de grave a agudo y poco más: luego hay una canción de Negativo, el grupo donde estaba mi hermano Borja, y también algo de Wagner

pues yo aluciné con dicha banda sonora: he buscado por internet y no hay rastro de ella]

2 de dec. de 2004

os tonechos no csic
o pasado martes estiven no centro de investigacións agrobiolóxicas do csic en santiago cun grupo de alumnos do meu colexio que levaron un premio por uns traballos sobre o cambio climático; houbo unha recepción para todos os participantes a cargo do director do centro e máis dúas investigadoras (supoño que a máis nova e a máis veterana), na que resaltaron a importancia de formar científicos e investigadores, de ter curiosidade polo mundo e intentar comprender o funcionamento da natureza, así como ser unha persoa preocupada polo destino do noso planeta, polo efecto que a especie humana ten sobre o medioambiente, etc, etc;

tras esto houbo unha pequena parada para tomar algo: iogures, mel de castañas, pastas e zumes todos proveñentes da agricultura biolóxica (termo que se refire aos productos cultivados sen fertilizantes nin plaguicidas); trala estrañeza inicial todos os rapaces (e había uns cento e pico) botáronse a comer sen complexos; continuamos cun paseíño polas instalacións, polo invernadoiro no que se cultivan álamos transxénicos manipulados para que poidan extraer metais pesados de terreos contaminados (parece tan sinxelo sobre o papel: basta con cambiar algunhas secuencias de nucleótidos dos adns dos álamos orixinais -emrioxénese somática, chamáronlle ao proceso, os rapaces quedaron mirando para nós con cara de susto cando soltaron a expresión), polas cámaras nas que se gardan os embrións iniciais que van para adiante (teñen unha taxa de éxito do 3 por mil), e polas instalacións en xeral do centro; sobre as dúas da tarde chegou o momento glorioso, a entrega de premios;

e, cando vai comenzar o acto, di o presentador, temos con nós a uns invitados moi especiais: os tonechos; e alí estaban, de paisano, con cara de estar recén saídos da cama, os dous mitos do humor contemporáneo na galiza, tímidos, algo asoballados polo griterío dos rapaces presentes; eu non daba crédito: unha maniobra boísima, dado o aburrimento no que soen derivar estas cerimonias; e os tonechos gañáronse a miña admiración: falaron de que eles non tiñan nin idea do cambio climático, nin de nada que soase a científico, pero que lles parecía importantísimo que os rapaces como os que alí estaban se interesaran por estes temas, que houbera concursos para premiar ese interese e que houbera profesores que os animasen e apoiasen para participar neles; foron simpáticos sen ser graciosillos, foron sinxelos e cercanos, e cando rematou a historia firmáronlle autógrafos a todos os rapaces e fotografiáronse con todos eles e máis cos investigadores do csic e os profes que alí estabamos (sí, confeso que salgo nunha foto -non eu so- cos tonechos e que teño un autógrafo que lle pediron os meus alumnos: willy, pasa de todo, tío!);

é curioso, coa pouca gracia que me facían, agora teño ganas de quedar diante da tele un venres para darme outra oportunidade; que tonto

[nota estadística: os catro equipos participantes do meu colexio eran todos de mulleres; dos trinta participantes que recollimos no noso traxecto a santiago vía moaña-marín-pontevedra, vinteoito eran rapazas; excepto o profe de pontevedra, o de moaña e máis eu, o resto eran profesoras (hasta doce); no auditorio, o 90% eran rapazas; no csic, excepto o director e un rapaz novo, o resto eran mulleres; saquen vostedes as súas propias conclusións]