frivolidad, divino tesoro
Gracias al blog la fábrica de las cosas pequeñas, descubro el típico concurso interneteril con el que echarse unas risas durante unos minutos: los phallic logo awards. Recomiendo encarecidamente ir viéndolos todos detalladamente hasta llegar al triunfador: el Brazilian Institute for Oriental Studies. Aunque yo le hubiera dado el premio a Atherton Car Center. Aguardo expectante las opiniones al respecto.
30 de out. de 2005
29 de out. de 2005
zygmunt bauman, amor líquido
Estoy leyendo amor líquido, libro en el que se pueden encontrar párrafos como éstos:
Hace más de dos siglos, en 1784, Kant observó que el planeta que habitamos es esférico, y consideró con detenimiento las consecuencias de ese hecho banal: como todos estamos y nos movemos sobre la superficie de esa esfera, señaló Kant, no tenemos otro lugar donde ir y estamos por lo tanto obligados a vivir para siempre en proximidad y compañía de otros. Mantener distancia entre uno y los otros, y más aún ampliarla, es a la larga imposible: al movernos alrededor de una superficie esférica terminaríamos por acortar la distancia que en un principio pretendíamos agrandar. Y por lo tanto die volkommene bürgerliche Vereiningung in der Menschengattung (la unificación perfecta de la especie humana en una ciudadanía común) es el destino que la naturaleza eligió para nosotros al ponernos sobre la superficie de un planeta esférico. La unidad de la raza humana es el horizonte absoluto de nuestra historia universal, un horizonte que nosotros, seres humanos movidos por la razón y el instinto de supervivencia, estamos obligados a perseguir y, en la plenitud de los tiempos, a alcanzar.
(hace tiempo que quería escribir algo sobre lo de las vallas de Ceuta y Melilla: estas líneas trazan con exactitud el dibujo de lo que siento)
Estoy leyendo amor líquido, libro en el que se pueden encontrar párrafos como éstos:
Hace más de dos siglos, en 1784, Kant observó que el planeta que habitamos es esférico, y consideró con detenimiento las consecuencias de ese hecho banal: como todos estamos y nos movemos sobre la superficie de esa esfera, señaló Kant, no tenemos otro lugar donde ir y estamos por lo tanto obligados a vivir para siempre en proximidad y compañía de otros. Mantener distancia entre uno y los otros, y más aún ampliarla, es a la larga imposible: al movernos alrededor de una superficie esférica terminaríamos por acortar la distancia que en un principio pretendíamos agrandar. Y por lo tanto die volkommene bürgerliche Vereiningung in der Menschengattung (la unificación perfecta de la especie humana en una ciudadanía común) es el destino que la naturaleza eligió para nosotros al ponernos sobre la superficie de un planeta esférico. La unidad de la raza humana es el horizonte absoluto de nuestra historia universal, un horizonte que nosotros, seres humanos movidos por la razón y el instinto de supervivencia, estamos obligados a perseguir y, en la plenitud de los tiempos, a alcanzar.
(hace tiempo que quería escribir algo sobre lo de las vallas de Ceuta y Melilla: estas líneas trazan con exactitud el dibujo de lo que siento)
el pozo otoñal (II)
Tras el post anterior, google me regala en sus anuncios de la derecha la dirección de la clínica bonanova para el tratamiento de la depresión. Movido por la curiosidad, hago clic en ella, entro en la sección de tests y éstos son los resultados que obtengo:
Cuestionario sobre depresión
Posible distimia. Los resultados que ha obtenido indican que no hay sospecha de que sufra una depresión clínicamente significativa, aunque sí pueden existir síntomas depresivos. Éstos pueden dificultar el disfrutar de las actividades cotidianas, así como el motivarse e interesarse con nuevas tareas. Asimismo, estos síntomas pueden degenerar en una depresión, por lo que se hace recomendable la realización de una evaluación y seguimiento, por parte de un profesional, de los sentimientos negativos existentes y que reducen la calidad de vida.
Cuestionario sobre habilidades sociales
Refleja la existencia de dificultades para interactuar con los demás, trabajar en grupo, tolerar situaciones difíciles y de conflicto, fortalecer vínculos afectivos, establecer una empatía social, controlar los impulsos y mantener niveles adecuados de humor. Ello, probablemente, cree una situación de descontento consigo mismo/a, motivo por el cual, estas habilidades sociales limitadas pueden ser analizadas y revisadas a fin de modificar esos comportamientos. Se pretende, así, alcanzar una satisfactoria interrelación con los demás, a través de aptitudes sociales, de autocontrol emocional y de planificación, así como generando habilidades alternativas a la agresión y de tolerancia a la ansiedad.
(los siguientes cuestionarios ya no los hice, claro: tras éstos estimulantes resultados me metí en cama con la taza de colacao, una montaña de cómics y el hola! para intentar hacer frente a todos mis problemas anímicos; informaré de los avances, a no ser que mis dificultades para interactuar con los demás me lo impidan)
Tras el post anterior, google me regala en sus anuncios de la derecha la dirección de la clínica bonanova para el tratamiento de la depresión. Movido por la curiosidad, hago clic en ella, entro en la sección de tests y éstos son los resultados que obtengo:
Cuestionario sobre depresión
Posible distimia. Los resultados que ha obtenido indican que no hay sospecha de que sufra una depresión clínicamente significativa, aunque sí pueden existir síntomas depresivos. Éstos pueden dificultar el disfrutar de las actividades cotidianas, así como el motivarse e interesarse con nuevas tareas. Asimismo, estos síntomas pueden degenerar en una depresión, por lo que se hace recomendable la realización de una evaluación y seguimiento, por parte de un profesional, de los sentimientos negativos existentes y que reducen la calidad de vida.
Cuestionario sobre habilidades sociales
Refleja la existencia de dificultades para interactuar con los demás, trabajar en grupo, tolerar situaciones difíciles y de conflicto, fortalecer vínculos afectivos, establecer una empatía social, controlar los impulsos y mantener niveles adecuados de humor. Ello, probablemente, cree una situación de descontento consigo mismo/a, motivo por el cual, estas habilidades sociales limitadas pueden ser analizadas y revisadas a fin de modificar esos comportamientos. Se pretende, así, alcanzar una satisfactoria interrelación con los demás, a través de aptitudes sociales, de autocontrol emocional y de planificación, así como generando habilidades alternativas a la agresión y de tolerancia a la ansiedad.
(los siguientes cuestionarios ya no los hice, claro: tras éstos estimulantes resultados me metí en cama con la taza de colacao, una montaña de cómics y el hola! para intentar hacer frente a todos mis problemas anímicos; informaré de los avances, a no ser que mis dificultades para interactuar con los demás me lo impidan)
27 de out. de 2005
el pozo otoñal
Como todos los años, puntualmente, la transición climática que supone el paso del medio-octubre al pre-noviembre, trae consigo un decaimiento anímico y una fatiga emocional de dimensiones absurdas. Miro por la ventana, veo el horizonte poblado de nubes y los árboles del paisaje inmediato medio pelados o amarilleando vertiginosamente y noto algo cayendo al suelo rompiendo en mil pedazos aunque después al mirar no vea ni rastro de nada. No puede ser que, debido a que los días sean algo más cortos y haya menos luz solar, esté todo el rato pensando en tirarme en el sofá con un libro y una mantita a cuadros, teniendo como momento más emocionante del día ése en el que medito intensamente acerca de si cenar un sandwich o dos (la línea, que en mi caso aumenta implacable día a día su curvatura).
La semana pasada, a estas alturas, asistí en el vade al concierto de Marzk Eitzel y The Clientele. Fui porque me obligué a salir de casa, necesitado de oxigenar un poco la cabeza y de inyectarme alguna clase de estímulo positivo no-químico. Nada más llegar me senté en una de las sillas que tienen a disposición de gente como yo, predispuesta a ponerse cómoda con facilidad. Mark Eitzel estuvo algo borde en su relación con el público (por culpa de un par de flashes a bocajarro), pero inmenso en su mortífera enunciación musical de un estado de ánimo con el que sintonicé inmediatamente. Tocó como la otra vez hace ya dos años, enlazando canciones de forma compulsiva, agitándose en el escenario como poseído por el espíritu de la tristeza absoluta, desgranando su colección de absurdos vitales en forma de canciones desgarradas. Qué decir: si estaba al borde de un pozo semidepresivo, después de la actuación ya me había caído de cabeza. Posteriormente The Clientele exhibieron su muestrario de pop dulzón con cierto regusto amargo. Algo Velvets, algo Galaxie 500, un poco Byrds: una buena colección de referentes para un buen puñado de canciones. Conocía su primer disco "suburbian lights", pero no tocaron nada de él. Su directo, como es costumbre, diluyó su parte más refinada, su lado más delicado, poniendo en primer plano unas hermosas líneas de bajo, una parte rítmica que me había llamado menos la atención que sus hermosas melodías.
(Salí contento del concierto. Claro que, a cambio, a ver cómo salgo ahora del pozo otoñal. La primera tanda del festival sinsal 3.0 -edición de otoño- el dos de noviembre parece un buen sitio para sobrellevar estos días tan tontos)
Como todos los años, puntualmente, la transición climática que supone el paso del medio-octubre al pre-noviembre, trae consigo un decaimiento anímico y una fatiga emocional de dimensiones absurdas. Miro por la ventana, veo el horizonte poblado de nubes y los árboles del paisaje inmediato medio pelados o amarilleando vertiginosamente y noto algo cayendo al suelo rompiendo en mil pedazos aunque después al mirar no vea ni rastro de nada. No puede ser que, debido a que los días sean algo más cortos y haya menos luz solar, esté todo el rato pensando en tirarme en el sofá con un libro y una mantita a cuadros, teniendo como momento más emocionante del día ése en el que medito intensamente acerca de si cenar un sandwich o dos (la línea, que en mi caso aumenta implacable día a día su curvatura).
La semana pasada, a estas alturas, asistí en el vade al concierto de Marzk Eitzel y The Clientele. Fui porque me obligué a salir de casa, necesitado de oxigenar un poco la cabeza y de inyectarme alguna clase de estímulo positivo no-químico. Nada más llegar me senté en una de las sillas que tienen a disposición de gente como yo, predispuesta a ponerse cómoda con facilidad. Mark Eitzel estuvo algo borde en su relación con el público (por culpa de un par de flashes a bocajarro), pero inmenso en su mortífera enunciación musical de un estado de ánimo con el que sintonicé inmediatamente. Tocó como la otra vez hace ya dos años, enlazando canciones de forma compulsiva, agitándose en el escenario como poseído por el espíritu de la tristeza absoluta, desgranando su colección de absurdos vitales en forma de canciones desgarradas. Qué decir: si estaba al borde de un pozo semidepresivo, después de la actuación ya me había caído de cabeza. Posteriormente The Clientele exhibieron su muestrario de pop dulzón con cierto regusto amargo. Algo Velvets, algo Galaxie 500, un poco Byrds: una buena colección de referentes para un buen puñado de canciones. Conocía su primer disco "suburbian lights", pero no tocaron nada de él. Su directo, como es costumbre, diluyó su parte más refinada, su lado más delicado, poniendo en primer plano unas hermosas líneas de bajo, una parte rítmica que me había llamado menos la atención que sus hermosas melodías.
(Salí contento del concierto. Claro que, a cambio, a ver cómo salgo ahora del pozo otoñal. La primera tanda del festival sinsal 3.0 -edición de otoño- el dos de noviembre parece un buen sitio para sobrellevar estos días tan tontos)
25 de out. de 2005
la vida íntima de los supermercados
Las terceras semanas de cada mes da gusto ir a hacer la compra sobre las ocho-nueve de la noche en el Carrefour: cajas desiertas, ausencia de colas en la charcutería, poquísima gente recorriendo los pasillos. Hoy, mientras pensaba en todo ésto mientras me cortaban un poco de jamón cocido, pasó por delante de mí una señora de esas que cuando salen de casa uno no es capaz de distinguir si van de madrinas a una boda, si inauguran una tienda de moda o si simplemente van a hacer la compra de la semana. Dicha señora se paró un rato delante de mí y al poco siguió su camino. Aproveché para moverme un metro y, de pronto, me encontré inmerso en una atmósfera de perfume caro intenso. Fue como si de pronto me hubiera puesto su ropa, sus collares, sus pulseras doradas, su crema antiarrugas con retinol pro-A. Me sentí como si, súbitamente, se hubiera abierto una puerta que me conectaba directamente con su vestidor. Un mareo tremendo, vamos. La señora continuó su camino. A poca distancia, un hombre algo cabizbajo arrastraba un carro lleno hasta los topes. El también dejaba tras de sí un olor peculiar: el del hastío absoluto.
(En la caja con sólo dos clientes, la chica que estaba cobrando me dio las buenas noches marcando exageradamenta la distancia tonal entre el "buenasno" y el "ches". Tenía los ojos muy abiertos y la típica sonrisa consciente de su propia falsedad. Me pareció que tampoco es cuestión de mostrarse tan abiertamente hostil y pensé en cómo se comportará cuando llegue la primera semana de noviembre y haya 30 personas de forma continuada delante de su caja.)
Las terceras semanas de cada mes da gusto ir a hacer la compra sobre las ocho-nueve de la noche en el Carrefour: cajas desiertas, ausencia de colas en la charcutería, poquísima gente recorriendo los pasillos. Hoy, mientras pensaba en todo ésto mientras me cortaban un poco de jamón cocido, pasó por delante de mí una señora de esas que cuando salen de casa uno no es capaz de distinguir si van de madrinas a una boda, si inauguran una tienda de moda o si simplemente van a hacer la compra de la semana. Dicha señora se paró un rato delante de mí y al poco siguió su camino. Aproveché para moverme un metro y, de pronto, me encontré inmerso en una atmósfera de perfume caro intenso. Fue como si de pronto me hubiera puesto su ropa, sus collares, sus pulseras doradas, su crema antiarrugas con retinol pro-A. Me sentí como si, súbitamente, se hubiera abierto una puerta que me conectaba directamente con su vestidor. Un mareo tremendo, vamos. La señora continuó su camino. A poca distancia, un hombre algo cabizbajo arrastraba un carro lleno hasta los topes. El también dejaba tras de sí un olor peculiar: el del hastío absoluto.
(En la caja con sólo dos clientes, la chica que estaba cobrando me dio las buenas noches marcando exageradamenta la distancia tonal entre el "buenasno" y el "ches". Tenía los ojos muy abiertos y la típica sonrisa consciente de su propia falsedad. Me pareció que tampoco es cuestión de mostrarse tan abiertamente hostil y pensé en cómo se comportará cuando llegue la primera semana de noviembre y haya 30 personas de forma continuada delante de su caja.)
24 de out. de 2005
de razones y razas
Una amable lectora me envía un correo avisándome de una grave metedura de pata por mi parte en el post del lunes 17 de octubre:
También la mezcla de razas era llamativa: asiáticos, africanos, europeos y sudamericanos.
La verdad es que ya cuando lo escribí tenía la sospecha de que la cosa no estaba muy bien expresada. El término raza, actualmente, creo que no se utiliza apenas por su considerable falta de precisión. Pero lo de hablar de raza asiática, africana, europea o sudamericana trasciende el mero error gramatical para caer en la burrada absoluta. Mea culpa.
Lo que quería decir en esa línea era que había un mezcla de gente de países muy distintos, aunque era imposible -evidentemente- de un vistazo determinar la procedencia de cada uno de ellos. Claro, así escrito me sonaba bastante gilipollas. Por aquello de la economía expresiva opté por usar la palabra raza, confieso, posiblemente influido por series de televisión como CSI Miami ("sujeto de raza caucasiana, 35 años, muerto por síndrome de trágame-tierra-que-burro-soy") o por la lectura de libros de mi infancia como "razas del mundo". La próxima vez, lo juro, seré más cuidadoso antes de escribir barbaridades como "raza asiática", "raza europea", "raza sudamericana" o "raza africana". Glups. Cuanto más lo leo, más vergüenza siento de mí mismo.
(Gracias a ml por su comentario: prometo aprobar en Septiembre)
La wikipedia dice al respecto:
En biología, se entiende por raza a cada uno de los grupos en que se subdividen las especies y que representan a individuos que comparten un grupo de caracteres, geográficamente aislados y con poco o ningún intercambio de genes con otras poblaciones de la misma especie durante un largo período. Algunos antropólogos postulan que la especie humana está compuesta por una única raza aunque ésta se divide en diferentes orígenes étnicos que a su vez se dividen en pueblos. Los cuatro orígenes étnicos principales, que retoman en parte la clasificación original de Johann Friedrich Blumenbach, son el caucasoide, negroide, mongoloide y australoide. Este tipo de teorías antropológicas aparecieron en los años 1960 como reacción frente a las teorías científicas relativas al predeterminismo biológico y a los fenómenos de segregacionismo y discriminación racial presentes en la época en el contexto de los países occidentales. En la antropología moderna, y como consecuencia de los nuevos enfoques multidisciplinarios presentes en las ciencias sociales contemporáneas, está mucho más definida la distinción entre factores biológicos y factores propiamente étnicos o culturales.
Una amable lectora me envía un correo avisándome de una grave metedura de pata por mi parte en el post del lunes 17 de octubre:
También la mezcla de razas era llamativa: asiáticos, africanos, europeos y sudamericanos.
La verdad es que ya cuando lo escribí tenía la sospecha de que la cosa no estaba muy bien expresada. El término raza, actualmente, creo que no se utiliza apenas por su considerable falta de precisión. Pero lo de hablar de raza asiática, africana, europea o sudamericana trasciende el mero error gramatical para caer en la burrada absoluta. Mea culpa.
Lo que quería decir en esa línea era que había un mezcla de gente de países muy distintos, aunque era imposible -evidentemente- de un vistazo determinar la procedencia de cada uno de ellos. Claro, así escrito me sonaba bastante gilipollas. Por aquello de la economía expresiva opté por usar la palabra raza, confieso, posiblemente influido por series de televisión como CSI Miami ("sujeto de raza caucasiana, 35 años, muerto por síndrome de trágame-tierra-que-burro-soy") o por la lectura de libros de mi infancia como "razas del mundo". La próxima vez, lo juro, seré más cuidadoso antes de escribir barbaridades como "raza asiática", "raza europea", "raza sudamericana" o "raza africana". Glups. Cuanto más lo leo, más vergüenza siento de mí mismo.
(Gracias a ml por su comentario: prometo aprobar en Septiembre)
La wikipedia dice al respecto:
En biología, se entiende por raza a cada uno de los grupos en que se subdividen las especies y que representan a individuos que comparten un grupo de caracteres, geográficamente aislados y con poco o ningún intercambio de genes con otras poblaciones de la misma especie durante un largo período. Algunos antropólogos postulan que la especie humana está compuesta por una única raza aunque ésta se divide en diferentes orígenes étnicos que a su vez se dividen en pueblos. Los cuatro orígenes étnicos principales, que retoman en parte la clasificación original de Johann Friedrich Blumenbach, son el caucasoide, negroide, mongoloide y australoide. Este tipo de teorías antropológicas aparecieron en los años 1960 como reacción frente a las teorías científicas relativas al predeterminismo biológico y a los fenómenos de segregacionismo y discriminación racial presentes en la época en el contexto de los países occidentales. En la antropología moderna, y como consecuencia de los nuevos enfoques multidisciplinarios presentes en las ciencias sociales contemporáneas, está mucho más definida la distinción entre factores biológicos y factores propiamente étnicos o culturales.
20 de out. de 2005
haro, carrillo, getafe
Ayer se murió Eduardo Haro Tecglen. No era mi escritor favorito de el país, pero su coherencia, lucidez y transparente desgarro vital lo convertían para mí en una especie de referente, tanto moral como político. En su blog, las tres últimas entradas corresponden a Concha Barral, su mujer. Casi dos mil comentarios en un par de días expresando la desolación de muchos lectores dan una idea de lo importante que era para un montón de gente.
Sin embargo, entre esta marea de mensajes de despedida al escritor se han colado algunas barbaridades y estupideces que producen una sensación desagradable, parecida a la que se le queda a uno tras sentir cerca el olor ácido del vómito. Algunos de estos mensajes celebran en clave neofascista la desaparación del escritor, argumentando para ello con insultos de todo tipo y poniendo por delante un polémico obituario que el propio Haro dedicó a la figura del periodista (y promotor inmobiliario) Antonio Herrero. No pasan de ser anécdotas, pensarán algunos. Sin embargo, tras leer la noticia de la batalla campal en el ayuntamiento de Getafe tras el pleno dedicado a debatir sobre el Estatuto catalán, los incidentes que han tenido lugar durante la investidura de Santiago Carrillo como doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense, la última trifulca que ha tenido lugar en la Asamblea de Madrid entre parlamentarios del PP, PSOE e IU, o las últimas declaraciones de Mariano Rajoy sobre Aznar y Zapatero, siento una inquietud que, creo, no es gratuita.
Esperemos que los políticos -en especial algunos- se serenen un poco.
(Si uno se pone a hojear las webs dedicadas a estos temas, entonces ya le entran ganas de coger las maletas y salir disparado. En una de ellas (no voy a decir cual), el cuatro de octubre pasado, se comentaba con alborozo una frase del "historiador" Pío Moa en la COPE, en el programa del "escritor" César Vidal, referida al tema del Estatuto catalán que venía diciendo algo así como "todavía estamos a punto de frenar esto de manera legal y democrática...antes de que lo frenemos con sangre".)
Ayer se murió Eduardo Haro Tecglen. No era mi escritor favorito de el país, pero su coherencia, lucidez y transparente desgarro vital lo convertían para mí en una especie de referente, tanto moral como político. En su blog, las tres últimas entradas corresponden a Concha Barral, su mujer. Casi dos mil comentarios en un par de días expresando la desolación de muchos lectores dan una idea de lo importante que era para un montón de gente.
Sin embargo, entre esta marea de mensajes de despedida al escritor se han colado algunas barbaridades y estupideces que producen una sensación desagradable, parecida a la que se le queda a uno tras sentir cerca el olor ácido del vómito. Algunos de estos mensajes celebran en clave neofascista la desaparación del escritor, argumentando para ello con insultos de todo tipo y poniendo por delante un polémico obituario que el propio Haro dedicó a la figura del periodista (y promotor inmobiliario) Antonio Herrero. No pasan de ser anécdotas, pensarán algunos. Sin embargo, tras leer la noticia de la batalla campal en el ayuntamiento de Getafe tras el pleno dedicado a debatir sobre el Estatuto catalán, los incidentes que han tenido lugar durante la investidura de Santiago Carrillo como doctor Honoris Causa por la Universidad Complutense, la última trifulca que ha tenido lugar en la Asamblea de Madrid entre parlamentarios del PP, PSOE e IU, o las últimas declaraciones de Mariano Rajoy sobre Aznar y Zapatero, siento una inquietud que, creo, no es gratuita.
Esperemos que los políticos -en especial algunos- se serenen un poco.
(Si uno se pone a hojear las webs dedicadas a estos temas, entonces ya le entran ganas de coger las maletas y salir disparado. En una de ellas (no voy a decir cual), el cuatro de octubre pasado, se comentaba con alborozo una frase del "historiador" Pío Moa en la COPE, en el programa del "escritor" César Vidal, referida al tema del Estatuto catalán que venía diciendo algo así como "todavía estamos a punto de frenar esto de manera legal y democrática...antes de que lo frenemos con sangre".)
un blog
Curioseando por internet descubro un blog de esos que me entusiasman al primer vistazo: sardinas con chocolate. Uno de sus posts recoge un párrafo del libro A Mathematician's Apology del matemático inglés GH Hardy que me ha dejado impresionado:
Algún egoismo de este tipo es inevitable y no pienso que realmente necesite disculpa. El trabajo bien hecho no es obra de personas "humildes". (...) Una persona que se pregunta continuamente "¿merece la pena lo que hago?" y "¿soy la persona adecuada para hacerlo?" será siempre ineficaz para sí y desmotivadora para los demás. debe cerrar un poco los ojos a la realidad y valorarse a sí mismo y a su asignatura un poco más de lo que merecen. Esto no es demasiado difícil: más duro es no parecer rídiculo por cerrar completamente los ojos.
(Traducción: Jesús Fernández)
(De pronto me he sentido como si hubiera encontrado la respuesta a una pregunta que nunca había sido capaz de formular)
Curioseando por internet descubro un blog de esos que me entusiasman al primer vistazo: sardinas con chocolate. Uno de sus posts recoge un párrafo del libro A Mathematician's Apology del matemático inglés GH Hardy que me ha dejado impresionado:
Algún egoismo de este tipo es inevitable y no pienso que realmente necesite disculpa. El trabajo bien hecho no es obra de personas "humildes". (...) Una persona que se pregunta continuamente "¿merece la pena lo que hago?" y "¿soy la persona adecuada para hacerlo?" será siempre ineficaz para sí y desmotivadora para los demás. debe cerrar un poco los ojos a la realidad y valorarse a sí mismo y a su asignatura un poco más de lo que merecen. Esto no es demasiado difícil: más duro es no parecer rídiculo por cerrar completamente los ojos.
(Traducción: Jesús Fernández)
(De pronto me he sentido como si hubiera encontrado la respuesta a una pregunta que nunca había sido capaz de formular)
17 de out. de 2005
agujeros
Hoy comí en casa de mi amigo M. Al lado de su edificio, en el barrio de Casablanca -un nombre curioso-, se ha instalado desde hace un tiempo una iglesia evangelista que responde al nombre de "iglesia evangelista pentecostal" o algo por el estilo. Frente a su puerta se reúne, en las horas de culto, una curiosa mezcla de razas y nacionalidades. Resulta sorprendente el contraste entre las ropas "de fiesta" de los africanos y los europeos o los sudamericanos. Cada uno vestido a su manera y todos unidos por ese hilo inquietante que es el culto religioso.
Hoy, a eso de las cinco, delante de la puerta, había una aglomeración diferente a las que veo habitualmente. Una pequeña muchedumbre algo crispada se arremolinaba frente a un chico que pedía, por este orden, silencio, calma y paciencia. M me dijo, "hoy es el día en que reparten comida". Me fijé discretamente: nada de ropas de fiesta, nada de gente charlando amigablemente, nada de gestos amables y conversaciones distendidas. La gente que estaba allí se estaba jugando un número para tener comida durante la semana. También la mezcla de razas era llamativa: asiáticos, africanos, europeos y sudamericanos. Una especie de ONU microscópica donde sólo faltaban los pobres locales. Una cosa un poco extraña.
Recordé un artículo en algún periódico de este fin de semana sobre la introducción de las sectas evangelistas ultraconservadoras en América Latina y su penetración fulgurante en el territorio apoyados por las generosas subvenciones de la CIA y, sobre todo, por la inmensa necesidad de una población que, sometida a la presión brutal de la miseria, abraza a cualquiera que le ayude a sacar la cabeza mínimamente del pozo (como haría cualquiera de nosotros, por otra parte). Allí donde el Estado no acude para tirar hacia arriba de aquellos que se juegan la supervivencia cada día, aparece un agujero que se agranda con el paso del tiempo. Allí donde las identidades personales son sometidas a las tensiones brutales de la pobreza, el hambre o la marginación absoluta, aparecen las identidades colectivas de tipo religioso o étnico para ofrecer un abrigo. Y este fenómeno, un síntoma de esa enfermedad más grave que lleva a miles de centroafricanos a jugarse la vida intentando pasar las fronteras de Ceuta o Melilla, es altamente preocupante, porque pone en evidencia las grietas de nuestro sistema de bienestar y agranda su tamaño cada día que una persona en apuros es socorrida por una congregación religiosa en vez de por el sistema de protección del Estado.
En el libro "El respeto" de Richard Sennet se habla de este tema y se ofrece un diagnóstico que pone los pelos de punta: no basta con ayudas materiales puntuales. La clave para salir de la pobreza es ofrecer un sistema de relaciones, una red social que evite las caídas en el abismo de la miseria y la marginación. Y el fallo del sistema de protección social occidental es que, si bien actúa con alguna eficacia para cubrir necesidades materiales mínimas y puntuales, no va más allá. Las iglesias evangélicas, o musulmanas, o católicas ofrecen esa red, ese abrigo, esa protección total a cambio de entregarse a la causa. Y cada vez que una persona de las que malviven a nuesto alrededor se tira de cabeza en brazos del predicador o el iman de turno, sabemos que en el seno de nuestra sociedad, en el interior de nuestro sistema de valores y libertades que suponemos firme y sólido, se está abriendo un agujero cuyo tamaño va aumentando exponencialmente con el paso del tiempo.
Dice en un comentario al post anterior mi amiga C, a propósito de un tema algo diferente: "hay que hacer algo". Yo creo además que hay que hacerlo ya y en varios frentes a la vez.
Hoy comí en casa de mi amigo M. Al lado de su edificio, en el barrio de Casablanca -un nombre curioso-, se ha instalado desde hace un tiempo una iglesia evangelista que responde al nombre de "iglesia evangelista pentecostal" o algo por el estilo. Frente a su puerta se reúne, en las horas de culto, una curiosa mezcla de razas y nacionalidades. Resulta sorprendente el contraste entre las ropas "de fiesta" de los africanos y los europeos o los sudamericanos. Cada uno vestido a su manera y todos unidos por ese hilo inquietante que es el culto religioso.
Hoy, a eso de las cinco, delante de la puerta, había una aglomeración diferente a las que veo habitualmente. Una pequeña muchedumbre algo crispada se arremolinaba frente a un chico que pedía, por este orden, silencio, calma y paciencia. M me dijo, "hoy es el día en que reparten comida". Me fijé discretamente: nada de ropas de fiesta, nada de gente charlando amigablemente, nada de gestos amables y conversaciones distendidas. La gente que estaba allí se estaba jugando un número para tener comida durante la semana. También la mezcla de razas era llamativa: asiáticos, africanos, europeos y sudamericanos. Una especie de ONU microscópica donde sólo faltaban los pobres locales. Una cosa un poco extraña.
Recordé un artículo en algún periódico de este fin de semana sobre la introducción de las sectas evangelistas ultraconservadoras en América Latina y su penetración fulgurante en el territorio apoyados por las generosas subvenciones de la CIA y, sobre todo, por la inmensa necesidad de una población que, sometida a la presión brutal de la miseria, abraza a cualquiera que le ayude a sacar la cabeza mínimamente del pozo (como haría cualquiera de nosotros, por otra parte). Allí donde el Estado no acude para tirar hacia arriba de aquellos que se juegan la supervivencia cada día, aparece un agujero que se agranda con el paso del tiempo. Allí donde las identidades personales son sometidas a las tensiones brutales de la pobreza, el hambre o la marginación absoluta, aparecen las identidades colectivas de tipo religioso o étnico para ofrecer un abrigo. Y este fenómeno, un síntoma de esa enfermedad más grave que lleva a miles de centroafricanos a jugarse la vida intentando pasar las fronteras de Ceuta o Melilla, es altamente preocupante, porque pone en evidencia las grietas de nuestro sistema de bienestar y agranda su tamaño cada día que una persona en apuros es socorrida por una congregación religiosa en vez de por el sistema de protección del Estado.
En el libro "El respeto" de Richard Sennet se habla de este tema y se ofrece un diagnóstico que pone los pelos de punta: no basta con ayudas materiales puntuales. La clave para salir de la pobreza es ofrecer un sistema de relaciones, una red social que evite las caídas en el abismo de la miseria y la marginación. Y el fallo del sistema de protección social occidental es que, si bien actúa con alguna eficacia para cubrir necesidades materiales mínimas y puntuales, no va más allá. Las iglesias evangélicas, o musulmanas, o católicas ofrecen esa red, ese abrigo, esa protección total a cambio de entregarse a la causa. Y cada vez que una persona de las que malviven a nuesto alrededor se tira de cabeza en brazos del predicador o el iman de turno, sabemos que en el seno de nuestra sociedad, en el interior de nuestro sistema de valores y libertades que suponemos firme y sólido, se está abriendo un agujero cuyo tamaño va aumentando exponencialmente con el paso del tiempo.
Dice en un comentario al post anterior mi amiga C, a propósito de un tema algo diferente: "hay que hacer algo". Yo creo además que hay que hacerlo ya y en varios frentes a la vez.
15 de out. de 2005
la ciudad más deprimente del mundo
Hace ya décadas que los sucesivos alcaldes de la ciudad en donde vivo (Vigo, provincia de Pontevedra) compiten de forma alocada para ocupar al menos un par de páginas en la "historia universal de la aberración urbanística", o, cuando menos en la "historia universal del kitsch urbano". Vean algunas perlas, para que no crean que exagero:
Está claro que el gusto por los horrores es parecido en todos los partidos políticos y no respeta ideologías. Sin embargo, la última actuación municipal ha supuesto el nada despreciable hecho de superar con creces todas las intervenciones anteriores: una estatua de julio verne sentado sobre cuatro tentáculos -más bien parece el malvadísimo doctor octopus que le hace la vida imposible al pobre spiderman- que será colocada en la entrada al náutico:
Ay.
[Todas las fotos que aparecen aquí están tomadas de vigo en fotos, documentada web que, en diez mil fotografías, da una idea del espanto urbanístico y estético que es esta ciudad.]
Hace ya décadas que los sucesivos alcaldes de la ciudad en donde vivo (Vigo, provincia de Pontevedra) compiten de forma alocada para ocupar al menos un par de páginas en la "historia universal de la aberración urbanística", o, cuando menos en la "historia universal del kitsch urbano". Vean algunas perlas, para que no crean que exagero:
Está claro que el gusto por los horrores es parecido en todos los partidos políticos y no respeta ideologías. Sin embargo, la última actuación municipal ha supuesto el nada despreciable hecho de superar con creces todas las intervenciones anteriores: una estatua de julio verne sentado sobre cuatro tentáculos -más bien parece el malvadísimo doctor octopus que le hace la vida imposible al pobre spiderman- que será colocada en la entrada al náutico:
Ay.
[Todas las fotos que aparecen aquí están tomadas de vigo en fotos, documentada web que, en diez mil fotografías, da una idea del espanto urbanístico y estético que es esta ciudad.]
14 de out. de 2005
13 de out. de 2005
(un post al estilo contra)
el profesor gilipollas
Juzga a sus alumnos.
Llama instinto a todo lo que hace o dice sin pararse a pensarlo un minuto.
Llama experiencia a sus prejuicios.
Cree haber visto, sino todo, sí bastante en su profesión.
Se cree muy listo.
Tiene una visión entre paternalista y mesiánica de su ridículo trabajo.
Cuando reconoce todo lo anterior quiere que se lo trague la tierra.
Pero luego vuelve a empezar.
Subestima las posibilidades que tiene un adolescente de ser todo lo que él no ha sido.
Cree que puede ponerse a salvo de las personas con las que trata a base de practicar una ironía patética.
Cree que la enseñanza es el arte de la planificación, pero practica continuamente la ciencia de la improvisación.
Escribe en un blog para no olvidar lo que debe dejar de ser.
Sabe que no podrá cambiar.
el profesor gilipollas
Juzga a sus alumnos.
Llama instinto a todo lo que hace o dice sin pararse a pensarlo un minuto.
Llama experiencia a sus prejuicios.
Cree haber visto, sino todo, sí bastante en su profesión.
Se cree muy listo.
Tiene una visión entre paternalista y mesiánica de su ridículo trabajo.
Cuando reconoce todo lo anterior quiere que se lo trague la tierra.
Pero luego vuelve a empezar.
Subestima las posibilidades que tiene un adolescente de ser todo lo que él no ha sido.
Cree que puede ponerse a salvo de las personas con las que trata a base de practicar una ironía patética.
Cree que la enseñanza es el arte de la planificación, pero practica continuamente la ciencia de la improvisación.
Escribe en un blog para no olvidar lo que debe dejar de ser.
Sabe que no podrá cambiar.
11 de out. de 2005
zambúllete en busca de sueños
pues de lo contrario una consigna puede derribarte
(los árboles son sus raíces
y el viento es viento)
confía en tu corazón
si se incendian los mares
(y vive por amor
aunque las estrellas caminen de espaldas)
honra el pasado
pero saluda al futuro
(y sacúdete la muerte
bailando en esta unión nupcial)
no te inquiete un mundo
con sus héroes y villanos
(pues a dios le gustan las chicas
el mañana y la tierra)
(e. e. cummings 60, extraído de 95 poemas en Buffalo Bill ha muerto)
[Se me ocurrió poner este poema mientras buscaba el verso exacto que puse ayer. Aún no sé muy bien qué me ha movido a ello. O sí.]
(la edad me vuelve, por este orden, a) sentimental y b) torpe)
10 de out. de 2005
una frase
Con toda esta historia del Estatuto de Cataluña he intentado hacer un post diciendo lo que pienso. Era todo tan tópico y previsible que lo he borrado. Tras leer el post que Boris Matijas dedica a la cuestión, recordé un verso -algo duro- de e. e. cummings que me parece de lo más adecuado para esta situación:
un político es un culo
en el que se ha sentado todo el mundo salvo un hombre
Con toda esta historia del Estatuto de Cataluña he intentado hacer un post diciendo lo que pienso. Era todo tan tópico y previsible que lo he borrado. Tras leer el post que Boris Matijas dedica a la cuestión, recordé un verso -algo duro- de e. e. cummings que me parece de lo más adecuado para esta situación:
un político es un culo
en el que se ha sentado todo el mundo salvo un hombre
unos cómics
Este fin de semana he estado en la estupenda tienda BD Banda Deseñada comprando unos tebeos y hablando un rato (unas horas) con sus responsables. De entre lo que llevé para casa, hay dos publicaciones que me han gustado especialmente:
El primero de los tebeos, a cargo de Hervé Bourhis y Rudy Spiessert (lo sé: imposible quedarse con esos nombres) recoge en clave de humor la historia de Guy, un respetado musicólogo especialista en jazz y en vinos caros que, en plena crisis vital -un matrimonio postizo, una hija adoptiva que lo odia, una vida centrada en la acumulación de discos de jazz a la que no encuentra sentido alguno-, se hace fan absoluto de Britney Spears persiguiéndola de concierto en concierto con la intención de conseguir hablar con ella. Lo que podría ser una sátira muy ácida de una cierta forma de entender la vida en la que los gustos propios son un pedestal inamovible desde el que establecer juicios definitivos sobre la especie humana, se queda en una parodia tirando a blanda -con final feliz incluido- con momentos divertidos y otros algo más amargos que resulta agradable de leer, pero que deja la sensación de haber frenado las intenciones iniciales de los autores. Hay un par de viñetas que me han parecido muy simpáticas:
El segundo de los cómics es el número dos de la serie de Hiram Lowatt & Plácido, a cargo de los magníficos David B y Christophe Blain, ambientada en un nebuloso e imaginario oeste americano de finales del siglo XIX. Si el primer número era una especie de fantasía amable en la que los objetos se rebelaban contra los colonos apoyando una revuelta india, este segundo presenta un giro imprevisto en el que la geografía brutal de los territorios conquistados convierte a sus nuevos y "civilizados" habitantes en unos seres terribles. Metáfora crudísima de cualquier proceso de colonización, el tebeo toma unos tintes oscuros -gráfica y narrativamente- que, de forma progresiva, convierten la inicial historia de "aventuras en el oeste" en otra cosa, intensa, violenta, salvaje y demoledora. El propio personaje protagonista, el civilizado investigador y biológo Hiram Lowatt, se convierte en una fiera desatada mientras su acompañante indio -Plácido- asiste a todo ello imperturbable, observando la terrible transformación de su compañero en una espiral que recuerda inevitablemente a el corazón de las tinieblas. Una sorpresa extraordinaria.
Este fin de semana he estado en la estupenda tienda BD Banda Deseñada comprando unos tebeos y hablando un rato (unas horas) con sus responsables. De entre lo que llevé para casa, hay dos publicaciones que me han gustado especialmente:
El primero de los tebeos, a cargo de Hervé Bourhis y Rudy Spiessert (lo sé: imposible quedarse con esos nombres) recoge en clave de humor la historia de Guy, un respetado musicólogo especialista en jazz y en vinos caros que, en plena crisis vital -un matrimonio postizo, una hija adoptiva que lo odia, una vida centrada en la acumulación de discos de jazz a la que no encuentra sentido alguno-, se hace fan absoluto de Britney Spears persiguiéndola de concierto en concierto con la intención de conseguir hablar con ella. Lo que podría ser una sátira muy ácida de una cierta forma de entender la vida en la que los gustos propios son un pedestal inamovible desde el que establecer juicios definitivos sobre la especie humana, se queda en una parodia tirando a blanda -con final feliz incluido- con momentos divertidos y otros algo más amargos que resulta agradable de leer, pero que deja la sensación de haber frenado las intenciones iniciales de los autores. Hay un par de viñetas que me han parecido muy simpáticas:
El segundo de los cómics es el número dos de la serie de Hiram Lowatt & Plácido, a cargo de los magníficos David B y Christophe Blain, ambientada en un nebuloso e imaginario oeste americano de finales del siglo XIX. Si el primer número era una especie de fantasía amable en la que los objetos se rebelaban contra los colonos apoyando una revuelta india, este segundo presenta un giro imprevisto en el que la geografía brutal de los territorios conquistados convierte a sus nuevos y "civilizados" habitantes en unos seres terribles. Metáfora crudísima de cualquier proceso de colonización, el tebeo toma unos tintes oscuros -gráfica y narrativamente- que, de forma progresiva, convierten la inicial historia de "aventuras en el oeste" en otra cosa, intensa, violenta, salvaje y demoledora. El propio personaje protagonista, el civilizado investigador y biológo Hiram Lowatt, se convierte en una fiera desatada mientras su acompañante indio -Plácido- asiste a todo ello imperturbable, observando la terrible transformación de su compañero en una espiral que recuerda inevitablemente a el corazón de las tinieblas. Una sorpresa extraordinaria.
9 de out. de 2005
otra vida
Hoy por la tarde he estado en A Coruña -en medio de un considerable bochorno que ya acompañaba desde Vigo- ayudando en la mudanza de piso a mi cuñado, estudiante de Arquitectura en la ciudad de Paco Vázquez. Cambiaba su piso de/por/para estudiantes por otro piso de/por/para estudiantes. No llegué a conocer el primero pero sí pude echarle un ojo a este segundo. Al entrar en él me sentí como transportado a otra época, aquella en la cual una habitación de 8 metros cuadrados con un cacho de madera soportado por dos tableros se denominaba "mesa de trabajo", un somier destrozado con un colchón con los muelles en proceso de descomposición se conocía como "cama", y una mesilla de acabados plasticosos y una estantería que se caía por su propio peso podían publicitarse como "con todas las comodidades". Miré de reojo las otras habitaciones, el salón, la cocina. Nunca me había sentido tan a gusto viendo tan lejanos algunos de mis años de estudiante en Santiago (hubo otros, ya con A. por el medio en el que "piso de estudiantes" no era un eufemismo de "cuchitril en proceso de demolición"). Todo ese movimiento de cajas, apuntes, bolsas de ropa y otros objetos inclasificables, me hizo sentir -extrañamente- afortunado por haber dejado atrás esos años, esa vida, aquella forma de ver el mundo, las cosas y las personas, entre la ingenuidad y la soberbia del imbécil, entre la necesidad de querer transformarse en otra persona y la ansiedad permanente por no conseguir serlo. Entre ir a algún sitio y quedarse parado para siempre.
Al volver a Vigo, fui, raro en mí, bastante deprisa por la autopista. Creo que no estaba huyendo de nada en concreto, pero tampoco podría asegurarlo.
Hoy por la tarde he estado en A Coruña -en medio de un considerable bochorno que ya acompañaba desde Vigo- ayudando en la mudanza de piso a mi cuñado, estudiante de Arquitectura en la ciudad de Paco Vázquez. Cambiaba su piso de/por/para estudiantes por otro piso de/por/para estudiantes. No llegué a conocer el primero pero sí pude echarle un ojo a este segundo. Al entrar en él me sentí como transportado a otra época, aquella en la cual una habitación de 8 metros cuadrados con un cacho de madera soportado por dos tableros se denominaba "mesa de trabajo", un somier destrozado con un colchón con los muelles en proceso de descomposición se conocía como "cama", y una mesilla de acabados plasticosos y una estantería que se caía por su propio peso podían publicitarse como "con todas las comodidades". Miré de reojo las otras habitaciones, el salón, la cocina. Nunca me había sentido tan a gusto viendo tan lejanos algunos de mis años de estudiante en Santiago (hubo otros, ya con A. por el medio en el que "piso de estudiantes" no era un eufemismo de "cuchitril en proceso de demolición"). Todo ese movimiento de cajas, apuntes, bolsas de ropa y otros objetos inclasificables, me hizo sentir -extrañamente- afortunado por haber dejado atrás esos años, esa vida, aquella forma de ver el mundo, las cosas y las personas, entre la ingenuidad y la soberbia del imbécil, entre la necesidad de querer transformarse en otra persona y la ansiedad permanente por no conseguir serlo. Entre ir a algún sitio y quedarse parado para siempre.
Al volver a Vigo, fui, raro en mí, bastante deprisa por la autopista. Creo que no estaba huyendo de nada en concreto, pero tampoco podría asegurarlo.
6 de out. de 2005
david sedaris, un vestido de domingo
Hace un par de días comencé a leer este libro con cierto escepticismo (una unanimidad sospechosa con respecto a su calidad en varios medios diametralmente opuestos). La opinión de mi librera de guardia me quitó las dudas: "léelo: ya". Y la verdad es que de momento no tengo queja. El retrato más corrosivo y despiadado que he leído en bastante tiempo sobre la típica familia de clase media americana ligeramente disfuncional, desde la óptica de un adolescente gordito, homosexual, lúcido, cabroncete y consciente de las múltiples rarezas de su familia y de la atrofiada vida en sociedad que emana desde los suburbios norteamericanos donde residen sus alienadas clases medias (ojo, igual de alienadas que las del resto del planeta, y en ese lote me incluyo).
Se lee con esa sonrisa de medio lado que produce la crueldad inteligente, esa que saca a la luz el lado malo de las personas y retrata con brillantez todos esos rasgos que creemos exclusivos de los otros pero que forman parte indisoluble de nuestras propias personalidades: la estupidez, la mezquindad, el egoísmo, el miedo a parecer diferente, la necesidad de adaptarse al ambiente para sobrevivir y la tendencia a ensañarse con los débiles, a ser servil con los poderosos y a no pensar en otra cosa que en uno mismo.
[Tras hablar de comprar un casa en la playa, el protagonista -el propio Sedaris-, al ver la alegría de sus padres hace estas reflexiones]
Se le acercó por detrás y le pellizcó el culo. Ella se rió y le pegó con una toalla, y los demás presenciamos lo que más tarde aprenderíamos a reconocer como el poder rejuvenecedor de las compras inmobiliarias. Es el recurso del que echan mano las parejas afortunadas cuando su vida sexual se ha esfumado y son demasiado compasivos para tener una aventura. Un segundo coche acerca a la gente durante un par de semanas, pero un segundo hogar puede revitalizar un matrimonio durante nueve meses a partir de la firma de la escritura.
[A propósito de unos vecinos que no tenían televisión]
Decir que no creías en la televisión no era lo mismo que decir que te importaba un bledo. Esa creencia implicaba que detrás de la televisión se ocultaba un plan maestro al que te oponías. También sugería que pensabas demasiado. Cuando mi madre transmitió que el señor Tomkey no creía en la televisión, mi padre dijo: "Vale, pues qué bien. Por lo que sé, tampoco yo."
-Esa es exactamente mi opinión- dijo mi madre, y luego ambos se tragaron las noticias y todo lo que echaron después.
Hace un par de días comencé a leer este libro con cierto escepticismo (una unanimidad sospechosa con respecto a su calidad en varios medios diametralmente opuestos). La opinión de mi librera de guardia me quitó las dudas: "léelo: ya". Y la verdad es que de momento no tengo queja. El retrato más corrosivo y despiadado que he leído en bastante tiempo sobre la típica familia de clase media americana ligeramente disfuncional, desde la óptica de un adolescente gordito, homosexual, lúcido, cabroncete y consciente de las múltiples rarezas de su familia y de la atrofiada vida en sociedad que emana desde los suburbios norteamericanos donde residen sus alienadas clases medias (ojo, igual de alienadas que las del resto del planeta, y en ese lote me incluyo).
Se lee con esa sonrisa de medio lado que produce la crueldad inteligente, esa que saca a la luz el lado malo de las personas y retrata con brillantez todos esos rasgos que creemos exclusivos de los otros pero que forman parte indisoluble de nuestras propias personalidades: la estupidez, la mezquindad, el egoísmo, el miedo a parecer diferente, la necesidad de adaptarse al ambiente para sobrevivir y la tendencia a ensañarse con los débiles, a ser servil con los poderosos y a no pensar en otra cosa que en uno mismo.
[Tras hablar de comprar un casa en la playa, el protagonista -el propio Sedaris-, al ver la alegría de sus padres hace estas reflexiones]
Se le acercó por detrás y le pellizcó el culo. Ella se rió y le pegó con una toalla, y los demás presenciamos lo que más tarde aprenderíamos a reconocer como el poder rejuvenecedor de las compras inmobiliarias. Es el recurso del que echan mano las parejas afortunadas cuando su vida sexual se ha esfumado y son demasiado compasivos para tener una aventura. Un segundo coche acerca a la gente durante un par de semanas, pero un segundo hogar puede revitalizar un matrimonio durante nueve meses a partir de la firma de la escritura.
[A propósito de unos vecinos que no tenían televisión]
Decir que no creías en la televisión no era lo mismo que decir que te importaba un bledo. Esa creencia implicaba que detrás de la televisión se ocultaba un plan maestro al que te oponías. También sugería que pensabas demasiado. Cuando mi madre transmitió que el señor Tomkey no creía en la televisión, mi padre dijo: "Vale, pues qué bien. Por lo que sé, tampoco yo."
-Esa es exactamente mi opinión- dijo mi madre, y luego ambos se tragaron las noticias y todo lo que echaron después.
el planetario portátil
Este verano, gracias al padre de un alumno, una entidad bancaria ofreció al colegio la posibilidad de instalar durante una semana en el centro un planetario portátil. El acuerdo, tomado en Agosto, se traspapeló y el planetario, para sorpresa de casi todo el mundo apareció instalado por las buenas en el gimnasio el pasado martes. Se trata de una especie de iglú hinchable -una semiesfera, vamos- de unos 3 metros de altura por 4 de diámetro que gracias a un motor se va llenando de aire al ritmo que uno elija. En su interior un juego de dos semiesferas sobre cuya superficie se han perforado las principales constelaciones, los planetas y la luna, al desplazarse imita el movimiento de rotación de la Tierra pudiendo observarse el aspecto de una noche estrellada cualquier día del año en cualquier lugar del hemisferio Norte del planeta.
Sobre el papel, todo muy hermoso. Sin embargo, al examinar detenidamente el artefacto encontramos que los juegos de espejos que sirven para situar los planetas sobre la bóveda estaban bastante estropeados, con la consecuencia de que, con el giro de la tierra, éstos variaban repentinamente su posición, por no hablar del desastre que se originaba al ajustar las fases de la Luna o el propio Sol, el más perjudicado de los elementos. Trabajando un poco a contrarreloj conseguimos hacer un pequeño guión para que al menos los alumnos de primaria pudieran disfrutar un poco del invento. A mí me tocaron hoy dos grupos de sexto. Tras una breve introducción teórica y con la ayuda de un planisferio y unas fotocopias tamaño gigante procedimos a situar la Estrella Polar, la Osa Mayor, la Menor, Casiopea, el Águila, el Cisne y la Lira. Tras este proceso y tras algunas explicaciones más (unos veinte minutos todo), pusimos el dispositivo a girar (la equivalencia aproximada era: 1 minuto en el planetario corresponde a una hora en la realidad) para contemplar el movimiento aparente de las estrellas alrededor de la Polar. Durante esta parte, con Michael Nyman ("wonderland") como fondo musical (también me llevé un cd de Hauschka "substantial" y otro de Max Richter "horizon variations" que al final no me atreví a poner), pude escuchar durante casi tres minutos algunos comentarios de asombro auténtico y algunas palabras de desprecio o aburrimiento en medio de un respetuoso silencio que, esto sí, fue lo que me convenció de que realmente la actividad mereció la pena. La fascinación por la naturaleza, en el fondo, es una pura fascinación por la condición del hombre y su lugar en el mundo.
[Aprovechando el tema coloco aquí un par de fotografías tomadas durante el eclipse del pasado día 3.]
Este verano, gracias al padre de un alumno, una entidad bancaria ofreció al colegio la posibilidad de instalar durante una semana en el centro un planetario portátil. El acuerdo, tomado en Agosto, se traspapeló y el planetario, para sorpresa de casi todo el mundo apareció instalado por las buenas en el gimnasio el pasado martes. Se trata de una especie de iglú hinchable -una semiesfera, vamos- de unos 3 metros de altura por 4 de diámetro que gracias a un motor se va llenando de aire al ritmo que uno elija. En su interior un juego de dos semiesferas sobre cuya superficie se han perforado las principales constelaciones, los planetas y la luna, al desplazarse imita el movimiento de rotación de la Tierra pudiendo observarse el aspecto de una noche estrellada cualquier día del año en cualquier lugar del hemisferio Norte del planeta.
Sobre el papel, todo muy hermoso. Sin embargo, al examinar detenidamente el artefacto encontramos que los juegos de espejos que sirven para situar los planetas sobre la bóveda estaban bastante estropeados, con la consecuencia de que, con el giro de la tierra, éstos variaban repentinamente su posición, por no hablar del desastre que se originaba al ajustar las fases de la Luna o el propio Sol, el más perjudicado de los elementos. Trabajando un poco a contrarreloj conseguimos hacer un pequeño guión para que al menos los alumnos de primaria pudieran disfrutar un poco del invento. A mí me tocaron hoy dos grupos de sexto. Tras una breve introducción teórica y con la ayuda de un planisferio y unas fotocopias tamaño gigante procedimos a situar la Estrella Polar, la Osa Mayor, la Menor, Casiopea, el Águila, el Cisne y la Lira. Tras este proceso y tras algunas explicaciones más (unos veinte minutos todo), pusimos el dispositivo a girar (la equivalencia aproximada era: 1 minuto en el planetario corresponde a una hora en la realidad) para contemplar el movimiento aparente de las estrellas alrededor de la Polar. Durante esta parte, con Michael Nyman ("wonderland") como fondo musical (también me llevé un cd de Hauschka "substantial" y otro de Max Richter "horizon variations" que al final no me atreví a poner), pude escuchar durante casi tres minutos algunos comentarios de asombro auténtico y algunas palabras de desprecio o aburrimiento en medio de un respetuoso silencio que, esto sí, fue lo que me convenció de que realmente la actividad mereció la pena. La fascinación por la naturaleza, en el fondo, es una pura fascinación por la condición del hombre y su lugar en el mundo.
[Aprovechando el tema coloco aquí un par de fotografías tomadas durante el eclipse del pasado día 3.]
3 de out. de 2005
un apunte idiota sobre el eclipse
Hoy por la mañana, en el patio del colegio, con el cielo completamente despejado y salpicado a ratos por la estela de algún avión que despegaba del aeropuerto, un bullicioso enjambre de niños y adultos observamos -con la preceptiva protección de gafas de soldador del 14 o filtros solares homologados- como el disco lunar se interponía entre la tierra y el sol, consiguiendo el efecto mágico de teñir de gris la luz brillante de las once de la mañana y rebajar en unos cuantos grados la temperatura del patio.
Sumergido en un barullo a la vez mezcla de excitación y reverencia, observando los discos multiplicados del sol y la luna entre las sombras de las hojas de los árboles, atento a toda aquella marabunta emocionada, me vino a la cabeza una frase que he oído recientemente en un anuncio televisivo (ni siquiera recuerdo de qué): lalibertad felicidad sabe a chocolate.
Tras el alejamiento definitivo de la luna, mientras todo el mundo volvía a sus aulas a continuar con la rutina escolar, fui consciente del sabor de boca que me dejó la experiencia.
Hoy por la mañana, en el patio del colegio, con el cielo completamente despejado y salpicado a ratos por la estela de algún avión que despegaba del aeropuerto, un bullicioso enjambre de niños y adultos observamos -con la preceptiva protección de gafas de soldador del 14 o filtros solares homologados- como el disco lunar se interponía entre la tierra y el sol, consiguiendo el efecto mágico de teñir de gris la luz brillante de las once de la mañana y rebajar en unos cuantos grados la temperatura del patio.
Sumergido en un barullo a la vez mezcla de excitación y reverencia, observando los discos multiplicados del sol y la luna entre las sombras de las hojas de los árboles, atento a toda aquella marabunta emocionada, me vino a la cabeza una frase que he oído recientemente en un anuncio televisivo (ni siquiera recuerdo de qué): la
Tras el alejamiento definitivo de la luna, mientras todo el mundo volvía a sus aulas a continuar con la rutina escolar, fui consciente del sabor de boca que me dejó la experiencia.