cuestión de gustos
estos dos últimos días he ido a dos conciertos sabiendo a priori que lo que allí iba a sonar no me interesaba en absoluto (un poco por salir de casa de noche a escuchar música en directo -tengo algo de mono- y otro poco por ver si sonaba la flauta y al menos me quedaba con algo interesante)
la primera noche vi a chucho y bebo valdés; el primero, un pianista excepcional, le sacó tal sonido a su piano boesendorfer (hay una divertida polémica por la exclusividad de los artistas ente ésta y el fabricante steinway & sons con cuchilladas traperas y robo de figuras que nada tiene que envidiar al mundo del fútbol) que no pude evitar unos sentidos aplausos de reconocimiento por sus veinte minutos de ¿free-latin-jazz? espasmódico y ultravirtuoso; el rollo bebo valdés con su big band a la cubana ya no me interesó demasiado, aunque el sonido era brillante y era gracioso ver al hombre (84 años!!) marcándose unos pasos de baile superestilosos; bostezos y marcha antes del final;
la segunda noche fui a ver -ya sin esperar nada- a dulce pontes; una voz realmente excepcional y una banda también magnífica; sonido perfecto, virtuosismo instrumental y vocal, y un acoplamiento extraordinario entre cantante y banda... pena de canciones, insoportablemente recargadas de arreglos y con unas melodías dedicadas exclusivamente a poner de relieve las cualidades vocales de la torrencial dulce; no faltaron los pertinentes e irritantes solos de cada instrumento y unas sonrojantes canciones en español con unas letras que ni la ana belén; me dormí durante casi veinte minutos, y, hacia el final del concierto, estaba todo orgulloso de que los únicos que no aplaudían en mi zona eran una señora ya bastante mayor a mi lado y yo... hasta que al levantarnos vi que tenía el antebrazo enyesado y tal operación le era imposible; acabado el concierto comprendí el "prestigio" del que goza en españa en ciertos medios y ante cierto público: es la clase de artista que le encanta a los admiradores de la citada ana belén, el plasta de víctor manuel, alejandro sanz, joaquín sabina, miguel bosé y toda la cuadrilla de mediocres que en este país pasan por hacer "música de calidad"
[nota: en el colmo del delirio, leo hoy en la voz de galicia un artículo de césar casal -a quien tenía aprecio como columnista- en el que hace una encendida defensa -como si le hiciera falta- de alejandro sanz frente al desprecio de "los culturetas": así nos luce el pelo... ¿qué será lo siguiente? ¿un manifiesto pidiendo que los que no compran discos de café quijano o el canto del loco lo hagan de una vez? ¿la petición de la medalla del congreso americano para joaquín sabina? ¿un monumento a miguel ríos en la plaza del ayuntamiento? ¿otra ópera de nacho cano? ¿un acto homenaje a la oreja de van gogh? ¿que nombren a la tipa de amaral embajadora de unicef? ¿la petición del nobel de literatura para miguel bosé?]
31 de xul. de 2004
27 de xul. de 2004
9/11
he ido a ver la película de michael moore
hay una problema en este documental ficcionalizado: michael moore; cuando se empeña en mostrarnos cuan corrosivos pueden llegar a ser sus comentarios, la película se hace grosera, obvia y considerablemente plúmbea; ésto ocurre aproximadamente durante la primera media hora, en la cual, empeñado en mostrarnos lo mentecato que es el presidente bush y lo ladrones y mentirosos que han llegado a ser él y su círculo de amistades en el gobierno, consigue irritar a cualquier espectador que vaya esperando un documento inteligente sobre las verdaderas razones del actual desorden internacional;
sin embargo, superada esa primera parte en la que se entrecruzan varios temas de manera apresurada (parece ser que la intención inicial era una denuncia del fraude electoral en las elecciones del 2000) y durante la cual mr. moore satura con sus chistes fáciles, su supuesta ironía demoledora y su mareante uso de las imágenes de archivo, la cosa empieza a cuajar lentamente; a medida que se eclipsa su figura (nunca completamente) y el director deja a la cámara sola delante de los testimonios personales que sirven para enhebrar la historia de este vergonzoso último año, la cosa va cogiendo el aliento de lo verosímil: el tiempo parece acortarse mientras delante de nuestras narices, en la pantalla del cine, se nos muestran las imágenes que ningún medio ha enseñado sobre la guerra de irak y escuchamos los testimonios de los soldados americanos en el frente, de sus familias, y de los reclutas "cazados" en las zonas marginales del país por reclutadores que saben donde echar sus anzuelos; imágenes entrecortadas de la vida en bagdag antes y después de la invasión nos hacen añorar otro 9/11 pero hecho desde el lado irakí, algo que, tal y como están las cosas, es totalmente imposible;
la película no es ni de lejos redonda, perfecta, sobrecogedora ni emocionante; como documental está más cerca de la chapuza que de algo coherente que ate todo los cabos sueltos de la guerra de irak, y la figura de michael moore da la sensación de emitir los peligrosos destellos de la egomanía, así como un sutil dominio del arte de la manipulación y una idea bastante grosera del documental como instrumento pedagógico; sin embargo, para aquellos que no estén muy informados sobre los entresijos empresariales de la guerra de irak -para los lectores habituales de este blog, la palabra más repetida en la película es halliburton-, es un documento formidable para ponerse al día de manera rápida sobre las verdaderas intenciones que movieron al presidente bush para invadir irak; también, si uno es muy complaciente y no le preocupa el triple papel de narrador-juez-chistosillo de michael moore y sus consecuencias en cuanto a la verosimilitud de lo narrado, puede reírse un rato con las chuflas sobre el patético elenco que forman bush y sus asesores-compañeros de negocios...
resumiendo, dados los tiempos que corren, saludemos la película como lo que es: la manera menos mala de denunciar el gigantesco conglomerado de intereses económicos y corruptelas personales que desembocaron en la invasión de irak, destacando: 1) las estrechas relaciones entre la saga bush, la familia bin laden y la familia real saudí, 2) el control financiero de la industria militar americana y de las empresas encargadas de la reconstrucción de irak que ejercen los altos cargos de la administración bush y sus allegados, y 3) la necesidad que tiene el planeta de que en las próximas elecciones gane cualquiera excepto el actual presidente de los usa; si esta película va a contribuír a ello con su mezcla de trampas y verdades, bienvenida sea;
(nota: a día de hoy, y desde su estreno -el 25 de junio-, la película ha recaudado 103,5 millones de dólares)
he ido a ver la película de michael moore
hay una problema en este documental ficcionalizado: michael moore; cuando se empeña en mostrarnos cuan corrosivos pueden llegar a ser sus comentarios, la película se hace grosera, obvia y considerablemente plúmbea; ésto ocurre aproximadamente durante la primera media hora, en la cual, empeñado en mostrarnos lo mentecato que es el presidente bush y lo ladrones y mentirosos que han llegado a ser él y su círculo de amistades en el gobierno, consigue irritar a cualquier espectador que vaya esperando un documento inteligente sobre las verdaderas razones del actual desorden internacional;
sin embargo, superada esa primera parte en la que se entrecruzan varios temas de manera apresurada (parece ser que la intención inicial era una denuncia del fraude electoral en las elecciones del 2000) y durante la cual mr. moore satura con sus chistes fáciles, su supuesta ironía demoledora y su mareante uso de las imágenes de archivo, la cosa empieza a cuajar lentamente; a medida que se eclipsa su figura (nunca completamente) y el director deja a la cámara sola delante de los testimonios personales que sirven para enhebrar la historia de este vergonzoso último año, la cosa va cogiendo el aliento de lo verosímil: el tiempo parece acortarse mientras delante de nuestras narices, en la pantalla del cine, se nos muestran las imágenes que ningún medio ha enseñado sobre la guerra de irak y escuchamos los testimonios de los soldados americanos en el frente, de sus familias, y de los reclutas "cazados" en las zonas marginales del país por reclutadores que saben donde echar sus anzuelos; imágenes entrecortadas de la vida en bagdag antes y después de la invasión nos hacen añorar otro 9/11 pero hecho desde el lado irakí, algo que, tal y como están las cosas, es totalmente imposible;
la película no es ni de lejos redonda, perfecta, sobrecogedora ni emocionante; como documental está más cerca de la chapuza que de algo coherente que ate todo los cabos sueltos de la guerra de irak, y la figura de michael moore da la sensación de emitir los peligrosos destellos de la egomanía, así como un sutil dominio del arte de la manipulación y una idea bastante grosera del documental como instrumento pedagógico; sin embargo, para aquellos que no estén muy informados sobre los entresijos empresariales de la guerra de irak -para los lectores habituales de este blog, la palabra más repetida en la película es halliburton-, es un documento formidable para ponerse al día de manera rápida sobre las verdaderas intenciones que movieron al presidente bush para invadir irak; también, si uno es muy complaciente y no le preocupa el triple papel de narrador-juez-chistosillo de michael moore y sus consecuencias en cuanto a la verosimilitud de lo narrado, puede reírse un rato con las chuflas sobre el patético elenco que forman bush y sus asesores-compañeros de negocios...
resumiendo, dados los tiempos que corren, saludemos la película como lo que es: la manera menos mala de denunciar el gigantesco conglomerado de intereses económicos y corruptelas personales que desembocaron en la invasión de irak, destacando: 1) las estrechas relaciones entre la saga bush, la familia bin laden y la familia real saudí, 2) el control financiero de la industria militar americana y de las empresas encargadas de la reconstrucción de irak que ejercen los altos cargos de la administración bush y sus allegados, y 3) la necesidad que tiene el planeta de que en las próximas elecciones gane cualquiera excepto el actual presidente de los usa; si esta película va a contribuír a ello con su mezcla de trampas y verdades, bienvenida sea;
(nota: a día de hoy, y desde su estreno -el 25 de junio-, la película ha recaudado 103,5 millones de dólares)
26 de xul. de 2004
un test
a través del blog de publikaccion (es de madrugada, hace un calor horrible en casa y soy incapaz de dormir: a ésto conduce el insomnio veraniego), descubro el test de ikea para saber qué componente de la casa es uno; tras contestar diez sencillas preguntas ésta es la conclusión: You are a typical OBSERVATÖR TV stand!, (¿alguien puede ayudarme a traducirlo?)
se acompaña el resultado de un perfil sicológico muy ajustado:
OBSERVATÖR TV stands are usually described by their friends as being good listeners, quick-witted and with a keen eye for observation. Enemies, on the hand, see them as watchful, suspicious, trouble-making control-freaks. Such criticisms do not worry TV stands too much, since you know exactly who your friends and enemies are. More importantly, you know who you are. Other important qualities of the OBSERVATÖR TV stand include self-knowledge and the ability to see things in perspective, as well as individualism and a sense of humour. In troubled times, TV stands may be prone to attacks of melancholy, followed by feelings of cynicism. At such times, the OBSERVATÖR TV stand should take care not to be superior in his/her dealings with friends. There is nothing more risky than taking your friends for granted.
ésto es ikea: buen rollito con sus clientes!!!
a través del blog de publikaccion (es de madrugada, hace un calor horrible en casa y soy incapaz de dormir: a ésto conduce el insomnio veraniego), descubro el test de ikea para saber qué componente de la casa es uno; tras contestar diez sencillas preguntas ésta es la conclusión: You are a typical OBSERVATÖR TV stand!, (¿alguien puede ayudarme a traducirlo?)
se acompaña el resultado de un perfil sicológico muy ajustado:
OBSERVATÖR TV stands are usually described by their friends as being good listeners, quick-witted and with a keen eye for observation. Enemies, on the hand, see them as watchful, suspicious, trouble-making control-freaks. Such criticisms do not worry TV stands too much, since you know exactly who your friends and enemies are. More importantly, you know who you are. Other important qualities of the OBSERVATÖR TV stand include self-knowledge and the ability to see things in perspective, as well as individualism and a sense of humour. In troubled times, TV stands may be prone to attacks of melancholy, followed by feelings of cynicism. At such times, the OBSERVATÖR TV stand should take care not to be superior in his/her dealings with friends. There is nothing more risky than taking your friends for granted.
ésto es ikea: buen rollito con sus clientes!!!
tres horas
tres horas en una caravana para hacer 25 km (aldán-vigo) dan para bastante; en este caso, fundamentalmente, para tragarse sin pestañear casi un programa entero sobre ocultismo y fenómenos para-anormales que dirige un tal iker (¿casillas? no recuerdo el apellido) que se llama milenio 21 o algo por el estilo (¿milenio 3? ¿siglo 3? ¿radio 21? ay que me estoy liando); después de un montón de bobadas sobre las pirámides llegó la hora de dar la lista de libros que el oyente medio del programa debe llevarse a la playa, encabezada por el código da vinci, el último best seller tontorrón vendido a mansalva gracias al boca-oído; es curioso, porque este libro, por las críticas que he leído sobre él -la última, dos páginas enteras en la revista de libros del mes de junio dedicada a desmontar todas las estupideces que da por verdaderas- juega a presentar como ciertos un buen montón de datos supuestamente "científicos" y "empíricamente demostrados", y la gente que lo lee ¡se los cree de veras!... mientras la caravana avanzaba en 40 minutos 400 metros a lo largo de la muyputa bella villa de moaña, recordé varias conversaciones más o menos recientes en las que he oído hablar de gente que "está en contra de los antibióticos" (así, en general), de gente "que no vacuna a los niños porque es malo para ellos", y de otros desvaríos semejantes presentados como disciplinas alternativas a las ramas del saber tradicional; es curioso que el tarado "investigador de lo oculto" j.j. benítez tenga un espacio en tve en el que delirar sobre todos los grandes misterios de la humanidad (pirámides, triángulos, geoglifos, monolitos, islas de pascua, etc etc), que iker (¡jiménez!, ya me acordé) tenga otro en la ser en hora punta y que en cualquier cadena -de radio o tv- que se precie haya un ejército de adivinas, echadoras de cartas y brujos/as que sueltan disparates sin el menor rubor, mientras que los programas dedicados al saber científico se esconden en horarios vergonzosos presentados de manera ramplona por individuos más o menos extravagantes, simpáticos a su manera, pero extravagantes (punset o el pesadito de toharia); es curioso todo este descrédito de la razón, todo este desprecio de saberes construidos contra el oscurantismo de las creencias durante siglos en favor de teorías absurdas fabricadas ad hoc y vestidas de misticismos tétricos: la sociedad en la que vivimos no sólo proclama su acientifismo con orgullo sino que además se vanagloria de creer en estupideces y supercherías absurdas; (por mi parte, cada vez que sale un tema así en una conversación, se me afila el colmillo derecho (tengo ambos bastante desarrollados) y entro a matar...)
a la altura de domaio, casi ya en el puente de rande, con vigo al alcance de la mano del otro lado de la ría, de pronto empezó un programa de toros por sorpresa (por el medio, entre la borrachera de mis divagaciones pasó todo el larguero sin apenas escucharlo); apagué la radio y me dediqué a admirar los colores de los fuegos artificiales de las fiestas de chapela recortados contra el manto estrellado de esta calurosísima noche de julio: mucho mejor que los programas paratarados creyentes de las paraciencias que andan sueltos por esas radios de dios
tres horas en una caravana para hacer 25 km (aldán-vigo) dan para bastante; en este caso, fundamentalmente, para tragarse sin pestañear casi un programa entero sobre ocultismo y fenómenos para-anormales que dirige un tal iker (¿casillas? no recuerdo el apellido) que se llama milenio 21 o algo por el estilo (¿milenio 3? ¿siglo 3? ¿radio 21? ay que me estoy liando); después de un montón de bobadas sobre las pirámides llegó la hora de dar la lista de libros que el oyente medio del programa debe llevarse a la playa, encabezada por el código da vinci, el último best seller tontorrón vendido a mansalva gracias al boca-oído; es curioso, porque este libro, por las críticas que he leído sobre él -la última, dos páginas enteras en la revista de libros del mes de junio dedicada a desmontar todas las estupideces que da por verdaderas- juega a presentar como ciertos un buen montón de datos supuestamente "científicos" y "empíricamente demostrados", y la gente que lo lee ¡se los cree de veras!... mientras la caravana avanzaba en 40 minutos 400 metros a lo largo de la muy
a la altura de domaio, casi ya en el puente de rande, con vigo al alcance de la mano del otro lado de la ría, de pronto empezó un programa de toros por sorpresa (por el medio, entre la borrachera de mis divagaciones pasó todo el larguero sin apenas escucharlo); apagué la radio y me dediqué a admirar los colores de los fuegos artificiales de las fiestas de chapela recortados contra el manto estrellado de esta calurosísima noche de julio: mucho mejor que los programas para
24 de xul. de 2004
vida en la calle
volviendo de noche a casa por la calle pizarro vi a un grupo de adolescentes sentados en un muro de poca altura; en medio del calor veraniego saturado de humedad hablaban unos con otros, y, desde el centro de ese aparente desorden de voces se escuchaba claro y rotundo el sonido de la alegría serena que produce estar hablando con tus amigos en medio de la calle una noche de julio; una punzada: el recuerdo de cuando -hace ya casi 20 años- en medio de los días infinitos de los veranos adolescentes, volvía de la playa, y, llegando al portal de casa, me encontraba con algún amigo o compañero de instituto y nos quedábamos hablando allí delante, mientras, silenciosamente, aparecía más gente que se iba apuntando al corrillo (el cual, de manera misteriosa, iba creciendo lenta pero firmemente); pasaba el tiempo y de pronto alguien se acordaba de que era hora de cenar o algo por el estilo, el grupo se deshacía apresuradamente y cada uno desaparecía en dirección a casa de sus padres; había en aquellas conversaciones una naturalidad que añoro de manera exagerada: en comparación, comenzar hoy día una conversación en frío me cuesta horrores, siempre con la sensación de no tener nada intersante que decir agarrotándome con brutalidad, y pienso que, en realidad, en la adolescencia, al margen de fracturas personales más o menos graves, las cosas eran tan fáciles que uno podía permitirse un número infinito de lujos en lo que se refiere al uso del tiempo; de hecho, hacerse mayor, envejecer, cada vez lo veo más claramente como una pérdida de esa libertad en el disfrute de las horas: a día de hoy nunca dejo de notar como un rumor de fondo el zumbido que genera la angustia de querer disfrutar todo lo posible ese tiempo liberado de las necesidades urgentes del día a día;
ver aquel grupo de adolescentes también me hizo pensar en lo fácil que es, viviendo en una ciudad y teniendo entre catorce y dieciocho años, reunir espontáneamente alrededor de uno a un grupo de gente con la que, como mínimo, tienes garantizadas un par de horas de risas inesperadas; en mis circunstancias actuales -treinta y tres (casi cuatro) años, viviendo en una casa en las afueras de una ciudad, vigo, de tamaño medianillo, sin gente conocida en al menos un par de km a la redonda- tal posibilidad sencillamente no existe; supongo que en la pérdida de infinitos detalles insignificantes como ese uno reconoce el paso del tiempo sin tener que recurrir a calendarios o a un espejo
volviendo de noche a casa por la calle pizarro vi a un grupo de adolescentes sentados en un muro de poca altura; en medio del calor veraniego saturado de humedad hablaban unos con otros, y, desde el centro de ese aparente desorden de voces se escuchaba claro y rotundo el sonido de la alegría serena que produce estar hablando con tus amigos en medio de la calle una noche de julio; una punzada: el recuerdo de cuando -hace ya casi 20 años- en medio de los días infinitos de los veranos adolescentes, volvía de la playa, y, llegando al portal de casa, me encontraba con algún amigo o compañero de instituto y nos quedábamos hablando allí delante, mientras, silenciosamente, aparecía más gente que se iba apuntando al corrillo (el cual, de manera misteriosa, iba creciendo lenta pero firmemente); pasaba el tiempo y de pronto alguien se acordaba de que era hora de cenar o algo por el estilo, el grupo se deshacía apresuradamente y cada uno desaparecía en dirección a casa de sus padres; había en aquellas conversaciones una naturalidad que añoro de manera exagerada: en comparación, comenzar hoy día una conversación en frío me cuesta horrores, siempre con la sensación de no tener nada intersante que decir agarrotándome con brutalidad, y pienso que, en realidad, en la adolescencia, al margen de fracturas personales más o menos graves, las cosas eran tan fáciles que uno podía permitirse un número infinito de lujos en lo que se refiere al uso del tiempo; de hecho, hacerse mayor, envejecer, cada vez lo veo más claramente como una pérdida de esa libertad en el disfrute de las horas: a día de hoy nunca dejo de notar como un rumor de fondo el zumbido que genera la angustia de querer disfrutar todo lo posible ese tiempo liberado de las necesidades urgentes del día a día;
ver aquel grupo de adolescentes también me hizo pensar en lo fácil que es, viviendo en una ciudad y teniendo entre catorce y dieciocho años, reunir espontáneamente alrededor de uno a un grupo de gente con la que, como mínimo, tienes garantizadas un par de horas de risas inesperadas; en mis circunstancias actuales -treinta y tres (casi cuatro) años, viviendo en una casa en las afueras de una ciudad, vigo, de tamaño medianillo, sin gente conocida en al menos un par de km a la redonda- tal posibilidad sencillamente no existe; supongo que en la pérdida de infinitos detalles insignificantes como ese uno reconoce el paso del tiempo sin tener que recurrir a calendarios o a un espejo
18 de xul. de 2004
unas fotos
llego a casa después de un día de playa familiar bastante balsámico; en mi correo, un mensaje de rafa recomendándome el último disco de un grupo que no conozco, rivulets; entre las curiosidades, el tipo que firma el artwork, laurent orseau, nombre que no me dice absolutamente nada; un enlace al final del correo a la página personal de este señor, en su sección de conciertos;
alucinante
llego a casa después de un día de playa familiar bastante balsámico; en mi correo, un mensaje de rafa recomendándome el último disco de un grupo que no conozco, rivulets; entre las curiosidades, el tipo que firma el artwork, laurent orseau, nombre que no me dice absolutamente nada; un enlace al final del correo a la página personal de este señor, en su sección de conciertos;
alucinante
17 de xul. de 2004
mundo bizarro
voy al cine a ver spiderman 2 necesitado de una buena dosis de cacharrería infográfica, argumentos descerebrados y dosis vertiginosas de acción hipertrofiada; salgo del cine asqueado por las elevadas dosis de baba -la tía más beata del mundo, niños saliendo de las esquinas diciendo "spidey, eres el mejor", una novia casta, pura y gilipollas, un mejor amigo que parece el doble del conde lecquio pero sin el toque guarro de éste, ciudadanos ejemplares que defienden a spiderman del malo malísimo: no doy crédito al ejercicio de noñez que presencio;
hace frío, la avenida del aeropuerto sufre su baño de niebla semanal, pero la casa está recalentada del sol que le ha dado todo el día: agh; tengo banda sonora de fondo: el concierto de heredeiros da crus en el campo de fiestas de cabral, apenas a un km de donde estoy; sólo distingo una palabra: carallo, carallo, carallo... no entiendo como hay alguien al que le puede hacer gracia esta conjunción de las peores características del pop rock hispánico mezcladas con lo peor de la galicia rural y con esa escuela de humor que empieza en esteso-pajares, sigue en mariano ozores, pasa por las guerras de contadores de chistes de los programas de antena 3, llega hasta jose luis moreno y culmina en los morancos y ana y los siete: quiero darme de baja de algo, pero no sé de que, ya me he bajado de todo hace tiempo;
voy al cine a ver spiderman 2 necesitado de una buena dosis de cacharrería infográfica, argumentos descerebrados y dosis vertiginosas de acción hipertrofiada; salgo del cine asqueado por las elevadas dosis de baba -la tía más beata del mundo, niños saliendo de las esquinas diciendo "spidey, eres el mejor", una novia casta, pura y gilipollas, un mejor amigo que parece el doble del conde lecquio pero sin el toque guarro de éste, ciudadanos ejemplares que defienden a spiderman del malo malísimo: no doy crédito al ejercicio de noñez que presencio;
hace frío, la avenida del aeropuerto sufre su baño de niebla semanal, pero la casa está recalentada del sol que le ha dado todo el día: agh; tengo banda sonora de fondo: el concierto de heredeiros da crus en el campo de fiestas de cabral, apenas a un km de donde estoy; sólo distingo una palabra: carallo, carallo, carallo... no entiendo como hay alguien al que le puede hacer gracia esta conjunción de las peores características del pop rock hispánico mezcladas con lo peor de la galicia rural y con esa escuela de humor que empieza en esteso-pajares, sigue en mariano ozores, pasa por las guerras de contadores de chistes de los programas de antena 3, llega hasta jose luis moreno y culmina en los morancos y ana y los siete: quiero darme de baja de algo, pero no sé de que, ya me he bajado de todo hace tiempo;
15 de xul. de 2004
incendios
estas noches calurosas de julio me traen siempre a la memoria otras de hace ya un buen puñado de años; recuerdo en mi infancia tardía, los primeros ochenta, que pasando el verano en el pueblo de mi madre, en la falda del monte castrove, no pasaba un solo año sin que la inmensa superficie de éste se incendiara de manera brutal al menos dos o tres veces cada verano; empezaba siempre de la misma manera: un intenso olor a madera quemada potenciado por el calor de los días, y, de pronto, sobre la ladera del castrove, un ejército de luces siguiendo líneas invisibles que de pronto se pusieran al rojo, atravesando toda la extensión boscosa de lado a lado; recuerdo noches interminables mirando fascinado aquel baile de puntos, aquellas trayectorías flamígeras que aparecían y desaparecían de manera misteriosa mientras el aire traía el olor vigorizante de la ceniza, la sensación turbadora de la madera quemada que invoca en la cabeza de uno el fuego del hogar y también el peligro de las llamas descontroladas;
mi abuelo, que entonces era guardabosques, salía en aquellas ocasiones en mitad de la noche a enfrentarse a lo que en mi imaginación venía siendo una especie de desafío heroico; en los años setenta -por lo que me ha contado mi madre- lo hacía a caballo, pero en la época de la que hablo creo que iba en uno de aquellos míticos land rover que tanto nos fascinaban a los niños de entonces; en esa turbamulta de recuerdos imaginados e inventados siempre lo veo subido a caballo, en mitad de una noche negrísima, rodeado de llamas por todas partes, dirigiendo la extinción del fuego, rodeado por un ejército de sombras, volviendo a casa cuando las luces del castrove se apagaban, envuelto en ceniza, cansado y satisfecho; lo curioso es que, en algún momento, creo que a principios de los noventa, como por arte de magia, el castrove dejó de arder todos los veranos, y, cuando lo hacía, nunca volvieron a ser aquellas colosales filas de llamas que parecían descender con vida propia por sus laderas;
de todas maneras, yo también dejé de ir en verano a la aldea de mi madre; como los incendios, también se apagó algo; mi abuelo, tras algunos problemas de salud, vive hoy día casi recluido en su casa, indiferente al mundo y a casi todo; lástima, porque algunas veces he tenido la tentación de preguntarle por aquellos días en los que salía en mitad de las noches de verano a enfrentarse a aquellos terribles incendios
estas noches calurosas de julio me traen siempre a la memoria otras de hace ya un buen puñado de años; recuerdo en mi infancia tardía, los primeros ochenta, que pasando el verano en el pueblo de mi madre, en la falda del monte castrove, no pasaba un solo año sin que la inmensa superficie de éste se incendiara de manera brutal al menos dos o tres veces cada verano; empezaba siempre de la misma manera: un intenso olor a madera quemada potenciado por el calor de los días, y, de pronto, sobre la ladera del castrove, un ejército de luces siguiendo líneas invisibles que de pronto se pusieran al rojo, atravesando toda la extensión boscosa de lado a lado; recuerdo noches interminables mirando fascinado aquel baile de puntos, aquellas trayectorías flamígeras que aparecían y desaparecían de manera misteriosa mientras el aire traía el olor vigorizante de la ceniza, la sensación turbadora de la madera quemada que invoca en la cabeza de uno el fuego del hogar y también el peligro de las llamas descontroladas;
mi abuelo, que entonces era guardabosques, salía en aquellas ocasiones en mitad de la noche a enfrentarse a lo que en mi imaginación venía siendo una especie de desafío heroico; en los años setenta -por lo que me ha contado mi madre- lo hacía a caballo, pero en la época de la que hablo creo que iba en uno de aquellos míticos land rover que tanto nos fascinaban a los niños de entonces; en esa turbamulta de recuerdos imaginados e inventados siempre lo veo subido a caballo, en mitad de una noche negrísima, rodeado de llamas por todas partes, dirigiendo la extinción del fuego, rodeado por un ejército de sombras, volviendo a casa cuando las luces del castrove se apagaban, envuelto en ceniza, cansado y satisfecho; lo curioso es que, en algún momento, creo que a principios de los noventa, como por arte de magia, el castrove dejó de arder todos los veranos, y, cuando lo hacía, nunca volvieron a ser aquellas colosales filas de llamas que parecían descender con vida propia por sus laderas;
de todas maneras, yo también dejé de ir en verano a la aldea de mi madre; como los incendios, también se apagó algo; mi abuelo, tras algunos problemas de salud, vive hoy día casi recluido en su casa, indiferente al mundo y a casi todo; lástima, porque algunas veces he tenido la tentación de preguntarle por aquellos días en los que salía en mitad de las noches de verano a enfrentarse a aquellos terribles incendios
14 de xul. de 2004
ciudad caníbal: las fotos
he aquí las fotos de lo que llegó a ser una de las fábricas más importantes de la ciudad (en sus buenos tiempos -años 60 y 70- trabajaban unas 3.500 personas en ella): el grupo de empresas álvarez (conocido también como gea); ésto es lo que queda después de la rapiña ciudadana de los últimos meses:
he aquí las fotos de lo que llegó a ser una de las fábricas más importantes de la ciudad (en sus buenos tiempos -años 60 y 70- trabajaban unas 3.500 personas en ella): el grupo de empresas álvarez (conocido también como gea); ésto es lo que queda después de la rapiña ciudadana de los últimos meses:
13 de xul. de 2004
ciudad caníbal
llevo el coche a la revisión de los 100.000 km (2,5 veces la vuelta al mundo siguiendo la línea del ecuador), a un taller en la avenida ramón nieto al que voy desde que hace un par de años me lo recomendó mi amigo m; tras dejar el vehículo, decido ir andando hasta el centro para hacer un par de recados típicos de alguien ocioso como yo que ve los días como autopistas inmensas que pueden llevar a cualquier lado; el paseo por la avenida de ramón nieto me permite observar el cambio salvaje que está experimentando la ciudad: las pequeñas casitas al lado de la carretera van siendo sustituidas por edificios de cuatro o seis alturas, las fincas descuidadas y llenas de maleza van siendo rellenadas por manzanas de edificios horribles con fachadas de colores que no termino de comprender; el extrarradio de la ciudad va convirtiéndose a gran velocidad en zona urbana, los propietarios de las casas de los años 50 y 60 venden sus propiedades avejentadas, posiblemente mal aisladas, para comprar alguno de los pisos de nueva construcción; el paisaje va mutando de manera acelerada y no puedo evitar preguntarme qué se debe sentir al ver como tiran la vieja casa de tus padres, de tus abuelos de tu infancia y en su lugar crece un sarpullido de bloques que va recubriendo los paisajes en los que te has dejado los años de la infancia, la adolescencia o la juventud...
si este proceso levanta una pequeña melancolía equivalente a una brisa al borde del mar en un día caluroso, cuando uno pasa por delante de la antigua fábrica de vajillas álvarez lo que siente es el huracán de la indignación envolviendo su cuerpo: tras su liquidación definitiva para construir en su inmensa parcela una macrourbanización, la gente se ha lanzado al asalto, y, de llevarse los restos de platos, vasos, tazas y bandejas se ha pasado a coger los antiguos hornos, el mobiliario de oficina, los portales de acero y hasta los muros que rodean la finca... en breve he de hacer unas fotos del lugar porque al verlo delante de mí, toda la extensión de la fábrica devorada por restos de basura, afeada por los cristales rotos de las ventanas y despojada de la dignidad que al menos da el tiempo a las ruinas, me he acordado de unas fotos que vi sobre chernobil hace poco en internet, sólo que aquí no ha sido la radiación procedente de un accidente termonuclear la responsable de la desolación que ehuda el paisaje sino la rapiña de cientos de vecinos lanzados al saqueo de una propiedad abandonada: el género humano exhibiendo lo peor de sí mismo siempre que tiene la oportunidad de ello...
llevo el coche a la revisión de los 100.000 km (2,5 veces la vuelta al mundo siguiendo la línea del ecuador), a un taller en la avenida ramón nieto al que voy desde que hace un par de años me lo recomendó mi amigo m; tras dejar el vehículo, decido ir andando hasta el centro para hacer un par de recados típicos de alguien ocioso como yo que ve los días como autopistas inmensas que pueden llevar a cualquier lado; el paseo por la avenida de ramón nieto me permite observar el cambio salvaje que está experimentando la ciudad: las pequeñas casitas al lado de la carretera van siendo sustituidas por edificios de cuatro o seis alturas, las fincas descuidadas y llenas de maleza van siendo rellenadas por manzanas de edificios horribles con fachadas de colores que no termino de comprender; el extrarradio de la ciudad va convirtiéndose a gran velocidad en zona urbana, los propietarios de las casas de los años 50 y 60 venden sus propiedades avejentadas, posiblemente mal aisladas, para comprar alguno de los pisos de nueva construcción; el paisaje va mutando de manera acelerada y no puedo evitar preguntarme qué se debe sentir al ver como tiran la vieja casa de tus padres, de tus abuelos de tu infancia y en su lugar crece un sarpullido de bloques que va recubriendo los paisajes en los que te has dejado los años de la infancia, la adolescencia o la juventud...
si este proceso levanta una pequeña melancolía equivalente a una brisa al borde del mar en un día caluroso, cuando uno pasa por delante de la antigua fábrica de vajillas álvarez lo que siente es el huracán de la indignación envolviendo su cuerpo: tras su liquidación definitiva para construir en su inmensa parcela una macrourbanización, la gente se ha lanzado al asalto, y, de llevarse los restos de platos, vasos, tazas y bandejas se ha pasado a coger los antiguos hornos, el mobiliario de oficina, los portales de acero y hasta los muros que rodean la finca... en breve he de hacer unas fotos del lugar porque al verlo delante de mí, toda la extensión de la fábrica devorada por restos de basura, afeada por los cristales rotos de las ventanas y despojada de la dignidad que al menos da el tiempo a las ruinas, me he acordado de unas fotos que vi sobre chernobil hace poco en internet, sólo que aquí no ha sido la radiación procedente de un accidente termonuclear la responsable de la desolación que ehuda el paisaje sino la rapiña de cientos de vecinos lanzados al saqueo de una propiedad abandonada: el género humano exhibiendo lo peor de sí mismo siempre que tiene la oportunidad de ello...
9 de xul. de 2004
días extraños
recibo un correo de rafa en el que me adjunta un texto de cioran sobre la música que comienza así:
Sólo aman la música los que sufren a causa de la vida. La pasión musical sustituye a todas las formas de vida que no se han vivido y compensa en el plano de la experiencia íntima las satisfacciones encerradas en el círculo de los valores vitales. Cuando se sufre viviendo, la necesidad de un mundo nuevo, distinto del que vivimos habitualmente nace de forma imperiosa para no diluirnos en un vacío interior. Y ese mundo sólo la música puede traerlo.
curiosamente hoy me han instalado un lector de cds en el coche (una buena clavada, todo hay que decirlo); acostumbrado a los chirridos de las cintas que desde 1998 llevo en él sin cambiar, de pronto he sufrido una especie de shock que me ha tenido casi dos horas dando vueltas por las carreteras secundarias de cabral escuchando a surfjan stevens, devendra banhart, girls beware, wio y un cd de yann tiersenn que rescaté para compensar tanta novedad; ha sido extraño, como haberse subido a un documental sobre la zona en la que vivo con la mejor música posible en este momento, dando vueltas aleatoriamente aunque sin llegar a perderme, a ese instante en el que uno dice, pero donde hostia estoy... en algún momento llegué a casa y, vaya, me costó bajarme, salir de la nube, entrar en casa y volver a ser yo mismo; me acordé del protagonista de el empleo del tiempo y cómo deambulaba subido al coche sin querer bajarse para volver a vivir su ridícula vida;
el texto de cioran termina así:
Cuanto más profundizas en la vivencia musical, tanto más agrandas la insatisfacción inicial y agravas el drama original que te hizo amar la música. Si la música es el resultado de una enfermedad, no hace entonces sino ayudar al progreso de la enfermedad. Pues la música destruye el interés por la acción, por los datos inmediatos a la existencia, por el hecho biológico como tal, y deshabitúa al individuo. El hecho de que después de las tensiones íntimas a las que te llevan los estados musicales sientas la inutilidad de seguir viviendo no expresa sino ese fenómeno de desadaptación. Mucho más que la poesía, la música debilita la voluntad de vivir y distiende los resortes vitales.
¿Renunciamos a la música entonces? Todos los que somos fuertes cuando escuchamos música, porque somos débiles en la vida, ¿seremos tan ineptos como para renunciar también a nuestra última pérdida, a la música?
glups
recibo un correo de rafa en el que me adjunta un texto de cioran sobre la música que comienza así:
Sólo aman la música los que sufren a causa de la vida. La pasión musical sustituye a todas las formas de vida que no se han vivido y compensa en el plano de la experiencia íntima las satisfacciones encerradas en el círculo de los valores vitales. Cuando se sufre viviendo, la necesidad de un mundo nuevo, distinto del que vivimos habitualmente nace de forma imperiosa para no diluirnos en un vacío interior. Y ese mundo sólo la música puede traerlo.
curiosamente hoy me han instalado un lector de cds en el coche (una buena clavada, todo hay que decirlo); acostumbrado a los chirridos de las cintas que desde 1998 llevo en él sin cambiar, de pronto he sufrido una especie de shock que me ha tenido casi dos horas dando vueltas por las carreteras secundarias de cabral escuchando a surfjan stevens, devendra banhart, girls beware, wio y un cd de yann tiersenn que rescaté para compensar tanta novedad; ha sido extraño, como haberse subido a un documental sobre la zona en la que vivo con la mejor música posible en este momento, dando vueltas aleatoriamente aunque sin llegar a perderme, a ese instante en el que uno dice, pero donde hostia estoy... en algún momento llegué a casa y, vaya, me costó bajarme, salir de la nube, entrar en casa y volver a ser yo mismo; me acordé del protagonista de el empleo del tiempo y cómo deambulaba subido al coche sin querer bajarse para volver a vivir su ridícula vida;
el texto de cioran termina así:
Cuanto más profundizas en la vivencia musical, tanto más agrandas la insatisfacción inicial y agravas el drama original que te hizo amar la música. Si la música es el resultado de una enfermedad, no hace entonces sino ayudar al progreso de la enfermedad. Pues la música destruye el interés por la acción, por los datos inmediatos a la existencia, por el hecho biológico como tal, y deshabitúa al individuo. El hecho de que después de las tensiones íntimas a las que te llevan los estados musicales sientas la inutilidad de seguir viviendo no expresa sino ese fenómeno de desadaptación. Mucho más que la poesía, la música debilita la voluntad de vivir y distiende los resortes vitales.
¿Renunciamos a la música entonces? Todos los que somos fuertes cuando escuchamos música, porque somos débiles en la vida, ¿seremos tan ineptos como para renunciar también a nuestra última pérdida, a la música?
glups
8 de xul. de 2004
saqueando textos ajenos
me llega por correo electrónico (gracias emma!) un maravilloso texto de borges a propósito del post anterior (una vida, programme) que también me había llegado por la misma vía; demasiado largo para ponerlo aquí, sin embargo, dispara en mí el recuerdo de otro que tengo grabado a fuego desde su lejana lectura (tendría unos 18... dios), un párrafo de así habló zaratustra en el capítulo del leer y el escribir:
Vosotros me decís: "la vida es difícl de llevar". Más ¿para qué tendríais vuestro orgullo por las mañanas y vuestra resignación por las tardes?
La vida es difícil de llevar: ¡no me os pongais tan delicados! Todos nosotrso somos guapos y robustos, borricos y pollinas.
¿Qué tenemos nosotros en común con el capullo de la rosa que tiembla porque tiene encima de su cuerpo una gota de rocío?
Es verdad: nosotros amamos la vida no porque estemos habituados a vivir, sino porque estamos habituados a amar.
Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero siempre hay algo de razón en la demencia.
Y también a mí, que soy bueno con la vida, paréceme que quienes más saben de felicidad son las mariposas y las burbujas de jabón, y entre los hombres todo lo que es de su misma especie.
[...]
Yo no creería más que en un dios que supiese bailar.
Y cuando ví a mi demonio lo encontré serio, grave, profundo, solemne: era el espíritu de la pesadez, -él hace caer a todas las cosas.
No con la cólera, sino con la risa se mata. ¡Adelante, matemos al espíritu de la pesadez!
He aprendido a andar: desde entonces me dedico a correr. He aprendido a volar: desde entonces no quiero ser empujado para moverme de un sitio.
Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí, ahora un dios baila por medio de mí.
me llega por correo electrónico (gracias emma!) un maravilloso texto de borges a propósito del post anterior (una vida, programme) que también me había llegado por la misma vía; demasiado largo para ponerlo aquí, sin embargo, dispara en mí el recuerdo de otro que tengo grabado a fuego desde su lejana lectura (tendría unos 18... dios), un párrafo de así habló zaratustra en el capítulo del leer y el escribir:
Vosotros me decís: "la vida es difícl de llevar". Más ¿para qué tendríais vuestro orgullo por las mañanas y vuestra resignación por las tardes?
La vida es difícil de llevar: ¡no me os pongais tan delicados! Todos nosotrso somos guapos y robustos, borricos y pollinas.
¿Qué tenemos nosotros en común con el capullo de la rosa que tiembla porque tiene encima de su cuerpo una gota de rocío?
Es verdad: nosotros amamos la vida no porque estemos habituados a vivir, sino porque estamos habituados a amar.
Siempre hay algo de demencia en el amor. Pero siempre hay algo de razón en la demencia.
Y también a mí, que soy bueno con la vida, paréceme que quienes más saben de felicidad son las mariposas y las burbujas de jabón, y entre los hombres todo lo que es de su misma especie.
[...]
Yo no creería más que en un dios que supiese bailar.
Y cuando ví a mi demonio lo encontré serio, grave, profundo, solemne: era el espíritu de la pesadez, -él hace caer a todas las cosas.
No con la cólera, sino con la risa se mata. ¡Adelante, matemos al espíritu de la pesadez!
He aprendido a andar: desde entonces me dedico a correr. He aprendido a volar: desde entonces no quiero ser empujado para moverme de un sitio.
Ahora soy ligero, ahora vuelo, ahora me veo a mí mismo por debajo de mí, ahora un dios baila por medio de mí.
6 de xul. de 2004
espabila, ostia
después de una serie de posts balanceándome entre lo lamentable y lo gilipollas recibo una colleja electrónica de la mano de rafa: la letra en castellano de la canción une vie (una vida) del grupo francés programme; estoy sin palabras:
une vie_programme
Una vida poniendo en duda ciertas cuestiones,
sea por falta de valor para enfrentarse a las respuestas
sea por la imposibilidad de encontrarlas.
Una vida volviendo a aquello que nos habíamos prometido
sufriendo por ser deshonestos.
Una vida donde el tiempo pasa y nosotros no cambiamos.
Una vida donde hemos elegido todo salvo a nosotros mismos.
Una vida para enmascarar lo que somos realmente
sólo para ganar tiempo.
Una vida para dejarse llevar porque la apariencia es más fuerte.
Una vida donde nos sentimos mejor a medida que menos nos vemos.
Una vida para darnos cuenta de que necesitamos el valor
para admitir que día a día nos hacemos más cobardes.
Una vida poniéndonos la máscara necesaria para
hacer esfuerzos,
decir sí a gente que sabemos se equivoca.
Una vida para hablar de lo que está mal y de lo que está bien
aunque nunca nos lo hayamos planteado.
Una vida para no encontrar nada importante.
Una vida para no complicarse por nada.
Una vida entre dos andenes entre los cuales la vía de en medio es un espejo roto.
Una vida de diez, veinte, treinta años de edad
donde no perdonamos más de lo que comprendemos.
Una vida donde el azar hace el resto.
Una vida buscando todo lo que nos dé la oportunidad de negar hasta el final.
Una vida para comprender que nuestra memoria
es esta vena gigante
hemos dado un paso más en el vientre.
Una vida donde perder no significa que ganen otros.
Una vida donde el mal no muere, sino que se desplaza.
Una vida donde una segunda piel reemplaza a la primera.
Una vida de la cual vaciamos todos sus objetos
y llenamos con imitaciones hechas de extrañas sustancias.
Una vida en la que hace frío como en un horno apagado
donde avanzamos cuchillo en mano.
Una vida donde mientras más reflexionamos más hubiéramos preferido un fusil.
Una vida escuchando tras puertas, creyendo que detrás se nos destruye.
Una vida para aprender a reconocerse cambiando de cara
o sólo para mentir, quizás.
Una vida en la que no nos uniremos más a nadie.
Una vida suplicando que nos perdone.
Una vida donde, si no pagamos una vez el precio
se nos reembolsará cada día con remordimientos.
Una vida que no es otra cosa que un gran ajuste de cuentas
donde sólo cuentan las maneras.
Una vida donde entre la nuestra y la de los demás casi siempre hay guerra.
Una vida con el padre, la madre y el hijo
y en el futuro del pasado y del presente.
Una vida donde la sangre se cuela entre el tiempo,
un océano.
Una vida donde, de tanto querer disparar sobre la masa, nos disparamos a nosotros mismos.
Una vida donde no tenemos nada que perder intentando que se pare.
Una vida de no hacer nada para que pare.
Una vida buscando ayuda para salir de su infierno tibio.
Una vida que quemar y mirarse las manos.
Una vida sin encontrar la calma.
Una vida en la cual no echaremos nada en falta al final del camino
porque, una vez apagado el incendio
lo único que queda es un montón de cenizas frías
de las que nadie podría adivinar el origen.
Una vida para nada.
(gracias)
después de una serie de posts balanceándome entre lo lamentable y lo gilipollas recibo una colleja electrónica de la mano de rafa: la letra en castellano de la canción une vie (una vida) del grupo francés programme; estoy sin palabras:
une vie_programme
Una vida poniendo en duda ciertas cuestiones,
sea por falta de valor para enfrentarse a las respuestas
sea por la imposibilidad de encontrarlas.
Una vida volviendo a aquello que nos habíamos prometido
sufriendo por ser deshonestos.
Una vida donde el tiempo pasa y nosotros no cambiamos.
Una vida donde hemos elegido todo salvo a nosotros mismos.
Una vida para enmascarar lo que somos realmente
sólo para ganar tiempo.
Una vida para dejarse llevar porque la apariencia es más fuerte.
Una vida donde nos sentimos mejor a medida que menos nos vemos.
Una vida para darnos cuenta de que necesitamos el valor
para admitir que día a día nos hacemos más cobardes.
Una vida poniéndonos la máscara necesaria para
hacer esfuerzos,
decir sí a gente que sabemos se equivoca.
Una vida para hablar de lo que está mal y de lo que está bien
aunque nunca nos lo hayamos planteado.
Una vida para no encontrar nada importante.
Una vida para no complicarse por nada.
Una vida entre dos andenes entre los cuales la vía de en medio es un espejo roto.
Una vida de diez, veinte, treinta años de edad
donde no perdonamos más de lo que comprendemos.
Una vida donde el azar hace el resto.
Una vida buscando todo lo que nos dé la oportunidad de negar hasta el final.
Una vida para comprender que nuestra memoria
es esta vena gigante
hemos dado un paso más en el vientre.
Una vida donde perder no significa que ganen otros.
Una vida donde el mal no muere, sino que se desplaza.
Una vida donde una segunda piel reemplaza a la primera.
Una vida de la cual vaciamos todos sus objetos
y llenamos con imitaciones hechas de extrañas sustancias.
Una vida en la que hace frío como en un horno apagado
donde avanzamos cuchillo en mano.
Una vida donde mientras más reflexionamos más hubiéramos preferido un fusil.
Una vida escuchando tras puertas, creyendo que detrás se nos destruye.
Una vida para aprender a reconocerse cambiando de cara
o sólo para mentir, quizás.
Una vida en la que no nos uniremos más a nadie.
Una vida suplicando que nos perdone.
Una vida donde, si no pagamos una vez el precio
se nos reembolsará cada día con remordimientos.
Una vida que no es otra cosa que un gran ajuste de cuentas
donde sólo cuentan las maneras.
Una vida donde entre la nuestra y la de los demás casi siempre hay guerra.
Una vida con el padre, la madre y el hijo
y en el futuro del pasado y del presente.
Una vida donde la sangre se cuela entre el tiempo,
un océano.
Una vida donde, de tanto querer disparar sobre la masa, nos disparamos a nosotros mismos.
Una vida donde no tenemos nada que perder intentando que se pare.
Una vida de no hacer nada para que pare.
Una vida buscando ayuda para salir de su infierno tibio.
Una vida que quemar y mirarse las manos.
Una vida sin encontrar la calma.
Una vida en la cual no echaremos nada en falta al final del camino
porque, una vez apagado el incendio
lo único que queda es un montón de cenizas frías
de las que nadie podría adivinar el origen.
Una vida para nada.
(gracias)
1 de xul. de 2004
es verano, estoy de vacaciones
debería estar, como mínimo, relajado tirado en el sofá con un libro en la mano y la tele encendida sin voz, con el periódico en el suelo abierto por la página de deportes y los restos de un sandwich sobre la mesa baja y la ventana abierta al aire caliente y fragante de julio;
en vez de eso tengo en la cabeza un poema de alejandra pizarnik, y un puñado de mariposas en la boca del estómago
EL DESPERTAR
a León Ostrov
Señor
la jaula se ha vuelto pájaro
Y se ha volado
Y mi corazón está loco
Porque aúlla a la muerte
Y sonríe detrás del viento
A mis delirios
Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo
Ya no baila la luz en mi sonrisa
Ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
Y se han ido donde la muerte
Enseña a vivir a los muertos
Señor
el aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben mi sangre
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada
(...)
Señor
Arroja los féretros de mi sangre
Recuerdo mi niñez
cuando era una anciana
las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas
Qué haré con el miedo
[la mayoría de los poemas de la pizarnik se pueden encontrar en esta página: merece la pena detenerse un par de horas a leer todos los apartados que contiene el sitio]
debería estar, como mínimo, relajado tirado en el sofá con un libro en la mano y la tele encendida sin voz, con el periódico en el suelo abierto por la página de deportes y los restos de un sandwich sobre la mesa baja y la ventana abierta al aire caliente y fragante de julio;
en vez de eso tengo en la cabeza un poema de alejandra pizarnik, y un puñado de mariposas en la boca del estómago
EL DESPERTAR
a León Ostrov
Señor
la jaula se ha vuelto pájaro
Y se ha volado
Y mi corazón está loco
Porque aúlla a la muerte
Y sonríe detrás del viento
A mis delirios
Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo
Ya no baila la luz en mi sonrisa
Ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
Y se han ido donde la muerte
Enseña a vivir a los muertos
Señor
el aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben mi sangre
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada
(...)
Señor
Arroja los féretros de mi sangre
Recuerdo mi niñez
cuando era una anciana
las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas
Qué haré con el miedo
[la mayoría de los poemas de la pizarnik se pueden encontrar en esta página: merece la pena detenerse un par de horas a leer todos los apartados que contiene el sitio]
infancia
en los ratos muertos del viaje a bcn leí fascinado el libro de coetzee, una durísima autobiografía de los primeros años del autor; recuerdo cuando mi librera de guardia, s, me lo recomendó el verano pasado y me resistí alegando fosters wallaces y jonathan franzens por leer; como es habitual, puedo decir que soy bastante gilipollas por no hacer caso a quien sé que sabe...
quizás lo que más me ha sorprendido es la desnudez absoluta con la que se relata una infancia egoísta, despótica e infinitamente triste; el reinado tiránico de un niño sobre una madre débil y entregada, la relación de desprecio hacia un padre relegado a un tercer plano que lo hace en la práctica invisible y la combinación de sensibilidad extrema y egoísmo absoluto: el señor coetzee narra todo ésto de manera seca y despojada de retórica sentimental alguna, acentuando con ello la impresión de páramo emocional que destila cada línea del libro; quizás no todas las infancias sean tan extremas como ésta -alguien que demanda entrega absoluta y que sólo es capaz de devolver "besos fríos como la luna y caricias como serpientes alrededor de una fosa" que decía baudelaire en un poema que siempre me ha puesto los pelos de punta-, pero en todas ellas reconocemos ese poso de brutalidad emocional, esa búsqueda de calor a cualquier precio a cambio de detalles de afecto mínimo; de fondo, el retrato de una sudáfrica brutal en la que afrikaners, ingleses y nativos, católicos, judíos y protestantes, trazan un amargo tapiz de relaciones sociales que les impide cualquier cosa que no sea asfixiarse dentro de los reducidos límites de su propia posición, de su contexto social heredado tras décadas de conflictos y violencia; el peso de su ausencia de pudor para relatar hasta los detalles más nimios y por ello más hirientes de sus relaciones afectivas se va haciendo grande a medida que uno se aleja del libro y se observa a la luz de sus párrafos más descarnados: no es un buen ejercicio si uno anda algo desconcertado con el curso de sus días; por lo demás, un libro inmenso y abrasador, deslumbrante y al tiempo capaz de amargarle el día a cualquiera con su desencantadísimo retrato de la condición humana y su constelación de banalidades
en los ratos muertos del viaje a bcn leí fascinado el libro de coetzee, una durísima autobiografía de los primeros años del autor; recuerdo cuando mi librera de guardia, s, me lo recomendó el verano pasado y me resistí alegando fosters wallaces y jonathan franzens por leer; como es habitual, puedo decir que soy bastante gilipollas por no hacer caso a quien sé que sabe...
quizás lo que más me ha sorprendido es la desnudez absoluta con la que se relata una infancia egoísta, despótica e infinitamente triste; el reinado tiránico de un niño sobre una madre débil y entregada, la relación de desprecio hacia un padre relegado a un tercer plano que lo hace en la práctica invisible y la combinación de sensibilidad extrema y egoísmo absoluto: el señor coetzee narra todo ésto de manera seca y despojada de retórica sentimental alguna, acentuando con ello la impresión de páramo emocional que destila cada línea del libro; quizás no todas las infancias sean tan extremas como ésta -alguien que demanda entrega absoluta y que sólo es capaz de devolver "besos fríos como la luna y caricias como serpientes alrededor de una fosa" que decía baudelaire en un poema que siempre me ha puesto los pelos de punta-, pero en todas ellas reconocemos ese poso de brutalidad emocional, esa búsqueda de calor a cualquier precio a cambio de detalles de afecto mínimo; de fondo, el retrato de una sudáfrica brutal en la que afrikaners, ingleses y nativos, católicos, judíos y protestantes, trazan un amargo tapiz de relaciones sociales que les impide cualquier cosa que no sea asfixiarse dentro de los reducidos límites de su propia posición, de su contexto social heredado tras décadas de conflictos y violencia; el peso de su ausencia de pudor para relatar hasta los detalles más nimios y por ello más hirientes de sus relaciones afectivas se va haciendo grande a medida que uno se aleja del libro y se observa a la luz de sus párrafos más descarnados: no es un buen ejercicio si uno anda algo desconcertado con el curso de sus días; por lo demás, un libro inmenso y abrasador, deslumbrante y al tiempo capaz de amargarle el día a cualquiera con su desencantadísimo retrato de la condición humana y su constelación de banalidades
fragmentos del nivel cero
yo he echado el freno, pero a mi alrededor el mundo se ha puesto a girar como una peonza enloquecida; rafa me recomendó el disco de devendra banhart y aquí estoy cayéndome delante del ordenador escuchando la luz de sus canciones con un fondo de grillos que resbala por la ventana abierta; el martes tuve la última fiesta del curso con mis compañeros del colegio, en casa de una de ellas, hasta las cuatro cenando, riéndonos, intoxicados del aire nocturno del verano, la complicidad labrada tras años de trabajar juntos en lo mismo, intensa, discreta, como un rumor de fondo que envolviera la noche; algo pasados de más, hasta las seis, tres de nosotros acabamos más allá de la fiesta en casa de otra compañera, bebiendo las últimas copas de la noche, entregados a una especie de conjuro de nuestras adolescencias perdidas, treintañeros rememorando en voz alta nuestro catálogo de pequeños fracasos vitales, declamando el listín telefónico de los amigos dejados atrás, mirándonos con la sensación de estar deslizándonos por el tramo final de nuestra juventud, intentando rescatar algo indefinido de las palabras de los otros, jugando a las confidencias y a fingir una madurez que antes parecía venir desde el exterior y sus circunstancias impuestas y que ahora sabemos que simplemente se limita a crecer desde ahí adentro, sin prisas, silenciosa, tranquila, sabedora de que no tenemos nada que hacer; al volver a casa, bajo la luz pálida del amanecer anegado en una especie de bruma, la avenida del aeropuerto en silencio, los contornos de las cosas desdibujados, me pregunté por esta costumbre última de intentar sacar alguna conclusión de estos años dejados atrás casi sin darme cuenta; una costumbre enfermiza en la que encuentro una suerte de placer malsano que soy incapaz de mantener a raya
yo he echado el freno, pero a mi alrededor el mundo se ha puesto a girar como una peonza enloquecida; rafa me recomendó el disco de devendra banhart y aquí estoy cayéndome delante del ordenador escuchando la luz de sus canciones con un fondo de grillos que resbala por la ventana abierta; el martes tuve la última fiesta del curso con mis compañeros del colegio, en casa de una de ellas, hasta las cuatro cenando, riéndonos, intoxicados del aire nocturno del verano, la complicidad labrada tras años de trabajar juntos en lo mismo, intensa, discreta, como un rumor de fondo que envolviera la noche; algo pasados de más, hasta las seis, tres de nosotros acabamos más allá de la fiesta en casa de otra compañera, bebiendo las últimas copas de la noche, entregados a una especie de conjuro de nuestras adolescencias perdidas, treintañeros rememorando en voz alta nuestro catálogo de pequeños fracasos vitales, declamando el listín telefónico de los amigos dejados atrás, mirándonos con la sensación de estar deslizándonos por el tramo final de nuestra juventud, intentando rescatar algo indefinido de las palabras de los otros, jugando a las confidencias y a fingir una madurez que antes parecía venir desde el exterior y sus circunstancias impuestas y que ahora sabemos que simplemente se limita a crecer desde ahí adentro, sin prisas, silenciosa, tranquila, sabedora de que no tenemos nada que hacer; al volver a casa, bajo la luz pálida del amanecer anegado en una especie de bruma, la avenida del aeropuerto en silencio, los contornos de las cosas desdibujados, me pregunté por esta costumbre última de intentar sacar alguna conclusión de estos años dejados atrás casi sin darme cuenta; una costumbre enfermiza en la que encuentro una suerte de placer malsano que soy incapaz de mantener a raya