el cobarde va al médico
Hace unos días me di un buen golpe con la esquina superior de una de las puertas del coche. Su extremo puntiagudo, al cerrarla, a causa de un despiste, se me clavó entre dos costillas haciéndome ver todas las estrellas conocidas del universo y algunas del universo profundo por conocer. Después de cinco días soportando los dolores con el vago pensamiento de "ésto se pasa solo", decidí ir al médico no fuera a ser. Mi organismo, preparado por naturaleza para lograr el placer y evitar el dolor, se sintió algo tenso nada más entrar en el centro de atención primaria y ver al lado a una señora muy colorada que amagaba con desmayarse mientras respiraba aceleradamente. Glups. Tras una tensa espera y un breve intercambio de palabras, la médico me ordenó echarme en una camilla y quitarme la camisa para examinarme con el fonendoscopio (ya, todo ésto parece el resumen de alguna peli porno de todo a cien, pero lo siento, no lo es). Nada más sentir el frío del metal en el costado noté como mi corazón pasaba al modo "turbo" mientras la cara de la médico era todo un poema: "vaya, tienes una taquicardia", "ya, me pasa siempre que me echo en una camilla para que un médico me encuentre algo malo", "uy, te voy a hacer un electrocardiograma", "¿qué?" sudores fríos ¿estaré fibrilando? Me visto, me levanto, mi pulso se calma. Bajo con la enfermera al local donde hacen electrocardiogramas mientras pienso "me cago en la maldita puerta del coche, mañana la cambio por una cortina". "Échate en la camilla, sácate la camisa, etc". Efecto inmediato al sentir las pinzas en las muñecas y los tobillos: batucada en mi cabeza, trenes descarrilando por mi sistema circulatorio, un dj en mi corazón subiendo los bpm hasta el infinito y más allá. "Tienes una taquicardia" observa la enfermera, "ya, me pasa cuando me ponen un millón de cables y me sujetan las extremidades con pinzas conectadas a un aparato que hace pip-pip-pip", "es normal, le pasa a mucha gente", "¿tiene cura?", cara de resignación, le leo el pensamiento: "la cobardía no se cura, capullo". Subo con el electro de vuelta. La médico sonríe: "está todo bien, el latido es regular, es una simple taquicardia sinusal generada por una situación de stress", "tiene cura?", le leo el pensamiento "las gallinas, al veterinario, por favor", mientras dice "es algo muy normal".
Salgo de allí con una receta de antiinflamatorios y un volante para el radiólogo "para descartar una microfractura". En la consulta se quedan parte de mi autoestima y de mi maltrecha dignidad... hasta la próxima exhibición, claro.
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