para reanimar mi decaído ánimo voy de excursión con mis amigos, comemos en hío (en el restaurante doade, ex-antro reconvertido en restaurante fino con una muy recomendable carta de pescados) y paseamos por la playa de viñó (nuestro paraíso veraniego); el temporal le da a la playa un aire de malditismo romántico que personalmente me provoca un cortocircuito emocional; esas olas, ese mar, ese viento acentúan esa incómoda y persistente sensación de que la vida se va yendo sin que uno acabe de cogerle el truco; me marcho, con el ánimo agrietado, pero por motivos diferentes a los de la mañana;
(que llegue ya el verano, por dios)
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