hernán migoya
llevo un par de días dándole vueltas a este post; quisiera no ofender a nadie con él, pero me temo que no va ser posible; tenía unas fotos del concierto de l´altra, algunos comentarios sobre el rollo de las elecciones y cosas así, de las que suelo poner, pero la situación de delirio que se está viviendo con la publicación del libro ese de "todas putas" hace que me sienta obligado a decir algo sobre el tema:
leo la revista de cómics "el víbora" desde hace unos diez años, al menos de manera continua; desde el primer momento en el que me enganché de forma definitiva, allá por el 93, sintonicé con el tono agresivo, bizarro y muchas veces excesivo de su redactor jefe, hernán migoya, capaz de decir en voz alta muchas cosas que no leía en otros medios tipo periódicos, revistas, televisiones o radios; en general, su actitud siempre me ha parecido coherente, su catálogo de filias y fobias transparente y manifiesto desde el primer momento, nunca ha jugado a dar la opinión oportuna o conveniente, no, más bien se ha destacado por todo lo contrario; hace cosa de unos tres años (más o menos) dejó la revista, según dijo, para dedicarse a la escritura, aburrido del mundo de los cómics; pero al poco volvió como guionista de unas cuantas serie bastante prescindibles a mi entender; todo su ideario estético-moral se diluía al pasarlo a las viñetas, dando lugar a unos cómics, para mi gusto, bastante insulsos, pese a proyectar sobre ellos sus obsesiones habituales: ultraviolencia sin freno, sexo explícito, problemáticas raciales y una visión en general de la condición humana pesimista, oscura y muy desencantada;
hace tres días ví su nombre envuelto en una polémica descomunal: la directora del instituto de la mujer le ha publicado su libro "todas putas" (omito los detalles sobre él, es de sobra conocido por todos) a través de una editorial privada, lo que ha provocado un revuelo mediático tremendo; el propio autor en una entrevista de hace dos días no sólo no se ha retractado sino que ha insistido en su misoginia, pero recalcando la condición de obra de ficción de sus escritos; para mí ahí está la clave de todo el asunto: no es un ensayo en el que se pretenda demostrar nada con argumentos o con una tesis, ni siquiera un libro de divulgación o algo parecido: es un libro de relatos, una ficción, que, aunque esté escrita en primera persona no tiene porque ser una expresión de los propios pensamientos del autor (o sí: es secundario); no termino de entender porqué de pronto las asociaciones feministas de guardia y toda la vanguardia "progre" pide la cabeza de esta señora: ¿es delito la ficción (otra cosa es la calidad literaria del escrito) por el hecho de que su temática nos parezca -a mí al menos sí me lo parece- moralmente repugnante ?; pensemos que la tan cacareada libertad de expresión exige que gente como el señor migoya pueda escribir libros de relatos -esto és, ficción- diciendo todas las barbaridades que quiera sobre lo que le de la real gana, yo aún diría más, esa libertad exige que llegado un momento como éste salgamos a defenderlo aunque su postura nos resulte ciertamente insoportable... curiosamente son los supuestos adalidades de esta libertad de expresión los primeros en saltar en estos casos para "proteger" al ciudadano subnormal que pudiera comprarse el libro e, inspirado por él, cometer toda clase de salvajadas; este camuflado afán censor, en este caso los tiros van a por la directora del instituto de la mujer, pero todos sabemos a quien apuntan en realidad, esconde en realidad una profunda desconfianza con respecto al ciudadano de a pie, una desconfianza sobre su capacidad mental para discernir lo que le conviene leer y lo que no, y, creo yo, este afán vigilante acerca de lo que es correcto publicar y leer está muy metido en mucha gente que se dice "progresista", que sigue pensando que los demás necesitan de su juicio previo para decidir qué hacer con lo que lee, lo que ve en el cine o la tele o lo que observa navegando por internet, afán que, sin que lo sepa -o sí- le acerca peligrosamente a ese pensamiento "reaccionario" empeñado en determinar continuamente de qué se puede hablar y de qué no, qué expresiones culturales/artísticas son buenas para la gente y cuales no... en fin, que este griterío furibundo me produce una gran vergüenza, una pena inmensa y la sensación desagradable de vivir en un país en el que todo el mundo sabe qué cosas se pueden leer y cuales no se deben: lamentable
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