mañana ¿quién se acordará de ayer?
Sé que merezco un premio de esos que dan por internet por este título horrible. Sirva de homenaje a todos los nombres de películas extranjeras dobladas por alguien con nulo conocimiento de los dos idiomas manejados en la operación de traducción y que con tanta perseverancia han corroído los cimientos de mis circunvoluciones cerebrales.
Al grano.
Mañana coronan al nuevo rey planetario. La ceremonia, transmitida en mundovisión, promete congregar a cuatro millones de seres humanos en directo y a un número indeterminado de especies inclasificables delante de los televisores. Nuestro moderno rey Arturo tiene varias Excalibur clavadas por el planeta adelante. Lograr extraerlas de la piedra donde están incrustadas le va a costar un tiempo considerable. Mientras tanto, el brillo de Nueva Camelot corre el riesgo de oscurecerse igual que un trozo de manzana dejado al aire durante unos minutos. Mañana coronan al nuevo rey planetario. Los israelíes suspirarán aliviados: las cámaras de televisión ya no apuntarán hacia Gaza. Las cosas que brillan que les dan dinero estarán a diez mil kilómetros de distancia. Los palestinos seguirán muriéndose en la oscuridad de la realidad no retransmitida. Serán relegados a los informativos de madrugada y a los resúmenes de fin de año, al menos hasta el próximo raid sobre la franja. El mundo civilizado brindará con alivio al ver que la dentadura perfecta de Obama sustituye a los cadáveres de los niños en los telediarios. Muchos dirán "Dios es grande". Brindemos. Con cianuro.
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