llamadas perdidas
Todos mis móviles, desde que recuerdo tener tal cosa, tienen un menú de llamadas que se subdivide en tres apartados: llamadas perdidas, llamadas recibidas, llamadas realizadas. Si alguien me propusiera diseñar un aparato de esos -o al menos el apartado de organización- quitaría los tres submenús y dejaría sólo el de llamadas perdidas. Haría lo mismo con los mensajes: ni bandeja de entrada, ni enviados, ni ostias, sólo mensajes perdidos. Porque todas las llamadas y todos los mensajes que nos hacemos y nos enviamos son perdidos. El móvil no sirve para comunicarnos, sólo para constatar que, en nuestra relación con los demás, todo está perdido, lo sabemos desde el momento en que miramos con extrañeza los nombres que aparecen de forma milagrosa en su pantalla. Parece mentira que todos llevemos uno (y hasta dos o tres) aparatos de esos encima que nos recuerdan constantemente cuán solos estamos sin tener ganas de tirarlos por la ventana o suicidarlos de alguna otra manera.
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