22 de set. de 2007

síntomas
Los surcos en los bordes de los ojos cuando sonreímos. Las dos líneas descendentes a ambos lados de la nariz, esa mueca petrificada que delata lo que somos y lo que nunca seremos. La textura de la piel bajo los párpados inferiores. La textura de la piel de las manos. El brillo graso de algunas partes de la cara. Ese cansancio. Todas las cosas que se desploman silenciosamente ahí dentro. Las veces que hemos bajado la cabeza. Todos los días que hemos olvidado al día siguiente de haber pasado por ellos. El ruido que nos duele. Las cosas que hemos aprendido a obviar. Cómo miramos a todos los que no son nosotros. No soy médico, pero ésto tiene mala pinta.

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