Voy al dentista a hacerme una endodoncia. Me ponen la anestesia y hop, en dos minutos recortan, arrancan, insertan, pegan y reconstruyen. Miro las caras de la enfermera y de la odontóloga: dos óvalos inmensos enmascarados mirando fijamente para un hueco, mi boca abierta como un túnel. Siempre me siento extraño en estas situaciones. Yo estoy, pero una parte de mí o no está o anda por algún lugar muy lejano porque no siento nada, excepto cierta ansiedad derivada de los sonidos y los olores. El vacío que siento en una parte de mi cara me fascina. Es como si me hubieran quitado algo y como si después me lo volvieran a poner, algo machacado y entumecido. La medicina me preocupa. Me hace sentir extraño en mi propio cuerpo. A los diez minutos de estar fuera me olvido completamente de la experiencia. No tengo que pensar en mi cuerpo y en sus fragmentos ausentes (temporalmente). Creo que en eso consiste volver a ser uno mismo.
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