lo fácil, lo difícil y todo lo demás
Este año he vuelto a inscribirme en el concurso de el país de los estudiantes. El año pasado, después de un trabajo considerable durante doce semanas, no pasamos ni siquiera la fase autonómica (finalmente ganaría un periódico de Bembibre (A Coruña) llamado "A chave"). Este año, al contrario que el anterior, los grupos que tengo de cuarto de ESO son simplemente insoportables. Después de dar miles de vueltas a la cabeza decidí que sí, que me inscribiría de nuevo. Para mi sorpresa hemos tenido que formar tres grupos, con lo que somos tres los profesores metidos en el tema. A mi equipo de trabajo han ido a parar dos alumnos cuya diversión favorita es reventarme las clases cuando se aburren mínimamente. Con uno de ellos he estado a punto de liarme a hostias en clase en dos ocasiones. Sin embargo, desde que comencé la historia ésta del periódico, nuestra relación se ha suavizado de manera gradual. Como si detrás del papel que cada uno representa en el aula hubiéramos adivinado respectivamente la presencia de otra persona. Llevamos tres reuniones de trabajo y todas mis prevenciones iniciales han saltado por los aires: hay ganas de hacer algo bien hecho, hay gente a la que le preocupa el mundo que le rodea y que quiere hablar de ello, hay cierto moderado entusiasmo y lentamente, en un proceso inapreciable que ocurre a lo largo de los días se va sedimentando algo que llamaría "espíritu de grupo". Así, estoy, una vez más, confuso, tambaleante, agotado. Y desde hoy, para acabar de hundirme completamente, también ilusionado.
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