Estoy leyendo amor líquido, libro en el que se pueden encontrar párrafos como éstos:
Hace más de dos siglos, en 1784, Kant observó que el planeta que habitamos es esférico, y consideró con detenimiento las consecuencias de ese hecho banal: como todos estamos y nos movemos sobre la superficie de esa esfera, señaló Kant, no tenemos otro lugar donde ir y estamos por lo tanto obligados a vivir para siempre en proximidad y compañía de otros. Mantener distancia entre uno y los otros, y más aún ampliarla, es a la larga imposible: al movernos alrededor de una superficie esférica terminaríamos por acortar la distancia que en un principio pretendíamos agrandar. Y por lo tanto die volkommene bürgerliche Vereiningung in der Menschengattung (la unificación perfecta de la especie humana en una ciudadanía común) es el destino que la naturaleza eligió para nosotros al ponernos sobre la superficie de un planeta esférico. La unidad de la raza humana es el horizonte absoluto de nuestra historia universal, un horizonte que nosotros, seres humanos movidos por la razón y el instinto de supervivencia, estamos obligados a perseguir y, en la plenitud de los tiempos, a alcanzar.
(hace tiempo que quería escribir algo sobre lo de las vallas de Ceuta y Melilla: estas líneas trazan con exactitud el dibujo de lo que siento)
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