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el planetario portátil
Este verano, gracias al padre de un alumno, una entidad bancaria ofreció al colegio la posibilidad de instalar durante una semana en el centro un planetario portátil. El acuerdo, tomado en Agosto, se traspapeló y el planetario, para sorpresa de casi todo el mundo apareció instalado por las buenas en el gimnasio el pasado martes. Se trata de una especie de iglú hinchable -una semiesfera, vamos- de unos 3 metros de altura por 4 de diámetro que gracias a un motor se va llenando de aire al ritmo que uno elija. En su interior un juego de dos semiesferas sobre cuya superficie se han perforado las principales constelaciones, los planetas y la luna, al desplazarse imita el movimiento de rotación de la Tierra pudiendo observarse el aspecto de una noche estrellada cualquier día del año en cualquier lugar del hemisferio Norte del planeta.

Sobre el papel, todo muy hermoso. Sin embargo, al examinar detenidamente el artefacto encontramos que los juegos de espejos que sirven para situar los planetas sobre la bóveda estaban bastante estropeados, con la consecuencia de que, con el giro de la tierra, éstos variaban repentinamente su posición, por no hablar del desastre que se originaba al ajustar las fases de la Luna o el propio Sol, el más perjudicado de los elementos. Trabajando un poco a contrarreloj conseguimos hacer un pequeño guión para que al menos los alumnos de primaria pudieran disfrutar un poco del invento. A mí me tocaron hoy dos grupos de sexto. Tras una breve introducción teórica y con la ayuda de un planisferio y unas fotocopias tamaño gigante procedimos a situar la Estrella Polar, la Osa Mayor, la Menor, Casiopea, el Águila, el Cisne y la Lira. Tras este proceso y tras algunas explicaciones más (unos veinte minutos todo), pusimos el dispositivo a girar (la equivalencia aproximada era: 1 minuto en el planetario corresponde a una hora en la realidad) para contemplar el movimiento aparente de las estrellas alrededor de la Polar. Durante esta parte, con Michael Nyman ("wonderland") como fondo musical (también me llevé un cd de Hauschka "substantial" y otro de Max Richter "horizon variations" que al final no me atreví a poner), pude escuchar durante casi tres minutos algunos comentarios de asombro auténtico y algunas palabras de desprecio o aburrimiento en medio de un respetuoso silencio que, esto sí, fue lo que me convenció de que realmente la actividad mereció la pena. La fascinación por la naturaleza, en el fondo, es una pura fascinación por la condición del hombre y su lugar en el mundo.

[Aprovechando el tema coloco aquí un par de fotografías tomadas durante el eclipse del pasado día 3.]









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