ridículo
Hoy en clase de Física de 4º de ESO ha salido a corregir un ejercicio un alumno de los que podríamos denominar chistosillo en sus mejores momentos y cargante durante el resto del día. Por motivos que no vienen a cuento, el ambiente en clase era bastante distendido, estando yo sentado entre un grupo de chavales discutiendo algunas cuestiones del problema en medio de cierto alboroto de baja intensidad -agradabale y todo. Viendo que nadie le hacía mucho caso, mi alumno me dijo, "¿te importa si te imito para explicar el problema?". Me lo pensé una décima de segundo y dije, "vale, adelante". Tras ello vino una sesión de carcajadas que hacía tiempo que no recordaba.
Afortunadamente no soy de los que se ponen colorado, porque si llego a serlo podría estar iluminando todo Vigo desde la Avenida del Aeropuerto durante el próximo mes.
Y lo peor es que el muy cabrón lo hizo realmente bien. No se pasó, no exageró, no cargó las tintas. Simplemente cogió el catálogo de tics habituales con los que voy cargando desde hace años y le dio un repaso que hasta yo calificaría de contenido. Y de lamentablemente ajustado a la realidad.
Cada vez estoy más convencido de que ser profesor es, sino lo último, lo penúltimo en lo que se refiere a imagen pública. Si un chaval de quince años tiene una imagen tan milimétrica y precisa de lo que son las patéticas "actuaciones" diarias de sus profesores, es que la cosa está jodida. Al menos para mí.
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