infancia
en los ratos muertos del viaje a bcn leí fascinado el libro de coetzee, una durísima autobiografía de los primeros años del autor; recuerdo cuando mi librera de guardia, s, me lo recomendó el verano pasado y me resistí alegando fosters wallaces y jonathan franzens por leer; como es habitual, puedo decir que soy bastante gilipollas por no hacer caso a quien sé que sabe...
quizás lo que más me ha sorprendido es la desnudez absoluta con la que se relata una infancia egoísta, despótica e infinitamente triste; el reinado tiránico de un niño sobre una madre débil y entregada, la relación de desprecio hacia un padre relegado a un tercer plano que lo hace en la práctica invisible y la combinación de sensibilidad extrema y egoísmo absoluto: el señor coetzee narra todo ésto de manera seca y despojada de retórica sentimental alguna, acentuando con ello la impresión de páramo emocional que destila cada línea del libro; quizás no todas las infancias sean tan extremas como ésta -alguien que demanda entrega absoluta y que sólo es capaz de devolver "besos fríos como la luna y caricias como serpientes alrededor de una fosa" que decía baudelaire en un poema que siempre me ha puesto los pelos de punta-, pero en todas ellas reconocemos ese poso de brutalidad emocional, esa búsqueda de calor a cualquier precio a cambio de detalles de afecto mínimo; de fondo, el retrato de una sudáfrica brutal en la que afrikaners, ingleses y nativos, católicos, judíos y protestantes, trazan un amargo tapiz de relaciones sociales que les impide cualquier cosa que no sea asfixiarse dentro de los reducidos límites de su propia posición, de su contexto social heredado tras décadas de conflictos y violencia; el peso de su ausencia de pudor para relatar hasta los detalles más nimios y por ello más hirientes de sus relaciones afectivas se va haciendo grande a medida que uno se aleja del libro y se observa a la luz de sus párrafos más descarnados: no es un buen ejercicio si uno anda algo desconcertado con el curso de sus días; por lo demás, un libro inmenso y abrasador, deslumbrante y al tiempo capaz de amargarle el día a cualquiera con su desencantadísimo retrato de la condición humana y su constelación de banalidades
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