23 de xul. de 2021

Al final siempre ganan los monstruos, Juarma

 


Pude estudiar y vivir en la ciudad por las becas. No tenía mucha vocación de nada y tampoco me veía haciendo algo distinto en la vida que no fuese trabajar en el campo o en la construcción. Que no te cuenten patrañas, que no te bombardeen la cabeza con frases motivacionales o de superación personal. El puto dinero es lo que decide qué va a ser tu vida. Trabajar mucho no te sirve para nada. No puedes cambiar las cosas ni aspirar a tener un presente o un futuro digno si no tienes dinero. No puedes salir del agujero donde estás con sueños e ilusiones, con esfuerzo y trabajo. Eso es un cuento. Siempre he tenido que buscarme la vida para tener dinero. Por eso empecé a trapichear. Porque necesitaba el puto dinero. Y con dinero todo es más fácil. Si alguien te dice lo contrario, miente.
Mi madre me come la cabeza con que podría haber hecho una oposición, pero no sirvo para eso. Me imaginaba a mí mismo de maestro y pensaba: ¿pero qué hostias le voy a enseñar a los niños? El mundo es un asco, si son pobres nunca van a salir de ahí, y el esfuerzo y el trabajo duro es una necedad para convencernos a los tontos de que nos dejemos el lomo y pongamos nuestra vida al servicio de que unos pocos hijos de puta vivan bien. ¿Cómo les iba a mentir a los niños? ¿Convencerles de que estudiaran?
[...]
Que le jodan a la educación, a vuestros padres, a vuestros maestros. Si no teneis dinero, no hay ningún futuro. Haced todo el puto dinero que podais antes de que os puedan meter en la cárcel. Porque, de todas formas, si vuestros papis no tienen dinero, no teneis futuro por mucho que os esforcéis, y es muy probable que acabéis entre rejas.

Xunto a "Feria" de Ana Iris Simón, e "Panza de Burro" de Andrea Abreu, este sería o terceiro capítulo dunha imaxinaria triloxía sobre a cara B da Expaña dos últimos trinta anos: a que apodrece nas marxes das urbanizacións con piscina e no extrarradio das cidades da península (e dos pobos insulares, no caso de "Panza de burro"). A que busca o seu sitio nos espazos mortos que deixan o tedio vital e a ausencia de expectativas. A que busca desesperadamente solucións individuais á anomia social e á falta de lazos colectivos. Como as outras dúas, puro costumbrismo en vena escrito con pulso e intensidade. Como elas, de lectura absorbente e tensión extrema. E, igualmente, complicadas de situar política e ideolóxicamente. Esta, en concreto, co seu nihilismo ao estilo "Trainspotting" e as narracións en primeira persoa rollo fluxo de conciencia, co seu apuntamento a un horizonte de naufraxios persoais sen redención algunha, semella hacer bó o lema punk do "non hai futuro", e, polo tanto, remata apuntalando de forma involuntaria o estado de cousas actual. Pero este é un problema de case todos os relatos que denuncian o fracaso do noso sistema socioeconómico contemporáneo: ao recoñecer de forma doente a súa victoria aplastante sobre a maioría das persoas, so están enunciando que, fora del, non hai posibilidade doutra cousa, iso que Mark Fisher (citado polo autor nunha entrevista moi chula) chamou fai tempo xa "Realismo Capitalista".

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