Hito Steyerl
ARTE DUTY FREE. El arte en la era de la guerra civil planetaria
Ed. Caja Negra
La economía de la presencia no solo es relevante para las personas cuyo tiempo es demandado y que básicamente podrían vender (o permutar) más tiempo del que tienen; es aún más relevante para aquellos que deben tener múltiples trabajos para vivir, o incluso para no vivir; para aquellos que deben coordinar para sí microtrabajos de una sola vez y un solo pago que se complementan con la pesadilla logística de armonizar horarios que compiten entre sí y negociar prioridades; o para aquellos que están en la espera permanente, con la esperanza de que su tiempo y su presencia eventualmente podrán ser intercambiables por algo más. El aura de la preciosa presencia, no alienada e inmediata, depende de una infraestructura temporal que consiste en horarios fracturados y economías just-in-time disfuncionales que colapsan, en las que las personas frenéticamente intentan descifrar la reverberación de las asincronías y el continuo colapso de las planificaciones de los demás. Es tiempo basura [junk-time], roto, destrozado en todos los niveles. El tiempo basura es tiempo malgastado, discontinuo y desatento, que transcurre en varios senderos paralelos. Si sueles estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, y si alguna vez consigues estar en dos lugares equivocados en el mismo momento equivocado, significa que vives en el tiempo basura. En el tiempo basura, los vínculos causales están desperdigados. El fin ocurre antes que el comienzo y el comienzo fue dado de baja por violaciones al copyright. Todo lo que ocurre en el medio ha sido cortado por ajustes presupuestarios. El tiempo basura es la base material de la idea de una presencia infinita, pura y sin mediaciones.
El tiempo basura es agotado, interrumpido, opacado por la ketamina, la Lyrica y la imaginería corporativa. El tiempo basura transcurre cuando la información no es poder sino que llega como dolor. La aceleración es la ilusión del ayer. Hoy nos encontramos a nosotros mismos estrellados y debilitados. Intentamos ocupar las plazas o la banda ancha, ¿pero quién va a buscar a los niños a la escuela? El tiempo basura depende de la velocidad, y por ello también de su falta. Es el substituto del tiempo: su maniquí para pruebas de choques.
Hito Steyerl, cineasta, artista, pensadora e escritora describe entre o análise e a alucinación un mundo, o noso, esnaquizado por completo. Estamos en plena guerra civil planetaria. Exércitos de bots modifican as opinións públicas nas redes sociais, drones autónomos bombardean zonas da Terra incapaces de distinguir entre unha nena cun pau dun yihadista cun arma, o ser humano convertido en pura excrecencia en forma de man de obra sen dereitos na era da economía das apps. Estamos en pleno estado de excepción global: o fascismo democrático-circense dos Trump, Bolsonaro, Salvini e compañía indo da man dos reximes autoritarios neoliberais (China, Arabia Saudí), o goberno de facto que exercen os grandes conglomerados transnacionais, os sistemas de vixilancia global que afogan nun mar infinito de datos, os bots económicos que efectúan billóns de operacións por internet desestabilizando as finanzas globais, a inminencia da apocalipse medioambiental... En medio deste panorama a autora detense a examinar o papel da arte contemporánea e o uso que fai dos recursos do capitalismo global, como os portos libres, zonas libres de impostos que acumulan as maiores coleccións de arte do planeta, nun limbo opaco no que non se pode coñecer a identidade dos participantes nas operación de compra-venda de obra. As bienais de arte, os museos-emblema das cidades globais, as macro exposicións que atraen multitudes: a arte contemporánea presenta un nivel de acoplamiento tal co capitalismo global que fai que nos preguntemos "que sucedeu nestas últimas tres décadas?"
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