Iba en el coche con a y m, discutiendo sobre el carácter melodramático de alguna gente (ejem) y m dijo "los melodramáticos también tenemos derecho a existir". La frase me hizo gracia, porque revela que todo carácter melodramático oculta un lado frívolo que equilibra las cosas en el día a día. En honor de ese muy divertido lado frívolo de m y de todos los frívolo-dramáticos (ejem) que poblamos la faz de la tierra, he cambiado la reseña que iba a poner sobre un libro que acabo de leer por este vídeo con el que siento una identificación tan poderosa que me entran ganas de pintarme todo de verde y echarme de cabeza a un estanque. Croac! (A los no frívolo-dramáticos no les hará ni pizca de gracia, supongo)
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