estado de ansiedad
Llega la primavera de golpe, como un camión que se sale en una curva y se lo lleva todo por delante. El ayuntamiento ha decidido asfaltar un camino que pasa casi al lado de mi clase. El olor del piche es insoportable, salimos de clase medio colocados. Mis alumnos estallan un millón de veces por minuto a causa del cóctel hormonal que recorre sus venas. Todo el mundo anda a mil por hora. Los coches no son lo peor. Entro en una cafetería con mis compañeros fumadores y montamos un barullo tan tremendo que acabamos callándonos todos a la vez espontáneamente. El calor se traduce al lenguaje corporal en forma de movimientos espasmódicos. Me rasco la cara, quiero decir algo, pero no sé lo qué.
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