23 de nov. de 2006

dazed and confused
Leo en Letra Internacional de Noviembre un magnífico artículo-semblanza sobre la figura de Elías Canetti a cargo de José María Pérez Gay. Mi fascinación por Canetti es limitada, tengo dos libros de anotaciones Hampstead, apuntes rescatados (1954-1971) y Apuntes (1973-1984). En ambos he hallado una inteligencia de esas que poseen el don de la clarividencia, un lenguaje límpido, despojado de retórica, y flashes deslumbrantes que exhiben a la vez sabiduría enciclopédica, amor total a la cultura y a las narraciones y lucidez absoluta. Nunca me he atrevido con su obra magna, Masa y Poder, pero he sentido la llamadada del libro al acabar el artículo citado.

Canetti vivió su vida como un desafío personal contra la muerte, y su tarea de escritor como un compromiso a perpetuidad para con la vida. Sobre ambas cosas, el artículo está sembrado como de minas que explotan al posar la mirada sobre ellas:

Lo único que uno no puede ni debe ser es un triunfador. Sin embargo, todos somos triunfadores desde el momento en el que hemos sobrevivido a cualquier persona que conocimos bien. Triunfar es sobrevivir. ¿Cómo solucionar el dilema? El círculo cuadrado de la moral: ¿debemos seguir viviendo y no ser triunfadores?

Quien realmente quiera saberlo todo, lo mejor que puede hacer es aprender de sí mismo. No deberá tratarse con miramientos, sino más bien como si fuese otra persona: no con menos sino con mucha más dureza.

Nada es más triste que ser el primero, a no ser que uno lo sea realmente y que no haya nadie más.

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