Este libro es una auténtica caja de sorpresas. Cine, psicoanálisis, filosofía, crítica marxista, cultura popular, millones de citas a toda clase de sociólogos, pensadores contemporáneos, antropólogos y otras especies, retos intelectuales cada dos páginas, desafíos continuados a nuestra capacidad de cuestionarnos la realidad. Hitchcock, Kieslowski, Tarkovski, Lynch, y -especialmente- Matrix. Sacar petróleo de los cuatro primeros está al alcance de cierto número de personas. Pero lo que saca Zizek de Matrix es absolutamente increíble (de bueno).
Pongo aquí uno de los miles de párrafos sobre los que podría estar discutiendo durante horas. Zizek. Zizek. Zizek.
Tal como sabe cualquier persona razonable y educada, la verdadera grandeza y el legado histórico del cine italiano, su contribución histórica a la cultura europea y global del siglo XX no consiste en el neorrealismo ni en ninguna otra rareza apta sólo para intelectuales degenerados, sino en tres géneros únicos: los spaghetti-westerns, las comedias eróticas de los años setenta, y (el más grande de todos) los espectáculos históricos peplum (Hércules contra Maciste, etc). [Tras explicar el argumento de Conviene hacer bien el amor, una comedia erótica en la cual un doctor descubre que la energía desprendida en el acto sexual sirve para
solucionar los problemas energéticos de la humanidad, siempre que no se haga por amor, con lo cual se crea un cuerpo de funcionarios encargados de velar grandes salas colectivas donde las parejas deben hacer el amor sin amor dos veces a la semana:] No puede menos que saltar a la vista del parecido con Matrix. La verdad de ambas películas es que, en el tardocapitalismo actual, la política es cada vez más una política de la jouissance [el goce], centrada en los modos de solicitar, controlar y regular la jouissance (aborto, matrimonios gays, divorcios...)
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