de ladrillos y ratas
Vía menéame accedo a esta reseña de un artículo del periódico británico the economist dedicado a la fiebre constructora que -supongo- tendrá en mente convertir todo el territorio español en una gigalópolis rodeada de autopistas de veinte carriles que la circunvalarán para poder ir de Francia a Portugal evitando los atascos del centro.
Al leer la noticia -en la que se nos recuerda que en España en 2005 se han construído 715.000 viviendas nuevas, frente a las 225.000 británicas, donde hay unos 20 millones de habitantes más- me he acordado de una conversación de este fin de semana en la que se me hablaba de los planes de la constructora de Villar Mir -con su cara amable, Emilio Butragueño, al frente- para construir 6000 viviendas en la zona de Noia (provincia de A Coruña) en los próximos cinco años.
El modelo está claro: Marbella, Seseña, seguir los pasos de ilustres mafiosos -Jesús Gil-, o de pícaros carne de las revistas del corazón que actualmente "descansan" en asépticas prisiones andaluzas. A la vista de los hachazos brutales que se prometen sobre el paisaje gallego en los próximos tiempos, queda la pregunta en el aire ¿qué hay que hacer para evitar la marbellización de nuestras costas y el ascenso de constructores metidos a políticos -como el alcalde de Sanxenxo, cabeza de la constructora Construcuatro, actual candidato del PP a la alcaldía de Pontevedra para el 2007-?
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