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derek kirk kim, la misma diferencia y otras historias




¿Qué ocurriría si el sarcasmo de joe matt se mezclase con la mirada gélida de adrian tomine y le diéramos a todo ello un acabado gráfico a caballo entre el manga y cierto underground yanqui de la línea fantagrapchis? Posiblemente que saldría algo muy parecido a este la misma diferencia y otras historias, del norteamericano-coreano derek kirk kim.

El cómic recoge una historia larga y varias breves que el autor ha ido publicando en periódicos y revistas norteamericanas y en su propia página web. Es la primera de ellas la que da título al libro y la que hace que la compra valga la pena. Su punto de partida es el típico planteamiento slice of life que puede tirar para atrás de entrada (debe ser el género comiqueril más manoseado y maltratado de los últimos diez años). Sin embargo, la acidez del autor para con su alter ego, la brillantez de los diálogos y la capacidad para crear un tempo narrativo vibrante, hacen que el cómic se lea con interés y emoción. Los dos protagonistas, situados en esa edad de la vida que precede al aburrimiento adulto (sobre los 25 años), se debaten entre la necesidad de tomar decisiones y la falsa sensación de permanecer en un estado continuo de indefinición. Juegan a pensar que están más cerca de la adolescencia que de la madurez y miran de reojo a sus compañeros de generación que han tomado el tren de las ataduras: familia, hijos, casa, trabajo estable. Sin embargo no son especialmente felices, sienten las punzadas de la nostalgia de por su adolescencia y buscan referencias en las series de televisión y en las canciones que han alimentado sus sueños de primera juventud. Con este telón de fondo, se desarrolla una anécdota aparentemente trivial que a medida que va creciendo muestra un retrato de ellos mismos plagado de contradicciones, de errores vitales y aciertos inesperados. El autor sorprende por su combinación de frescura -en el planteamiento de los temas y situaciones- y experiencia en el manejo de los recursos narrativos.




Tras su lectura me vino a la cabeza un párrafo de David Michelis que leí en los textos que complementan el segundo tomo de las historias de Charlie Brown:

En un dibujo de [Jules] Pfeiffer de finales de los cincuenta un adolescente enumera el horror de la madurez: atascarse en un matrimonio, vivir en una zona residencial en las afueras, morir de aburrimiento. Un hombre hace frente al adolescente: "¿Por qué no creces?" El adolescente replica: "negarse a crecer es un signo de madurez de nuestra generación".

Algo de eso hay en este cómic.

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