Cuando era niña, mi vida era música que sonaba cada vez más fuerte. Todo me conmovía. Un perro siguiendo a un desconocido. Cosas así me conmovían mucho. Un calendario colgado por el mes equivocado. Podría haber llorado por eso. Lo hice. El punto donde terminaba el humo de la chimenea. Una botella volcada justo en el borde de la mesa.
Me pasé la vida aprendiendo a sentir menos.
Cada día sentía menos.
¿Eso es madurar? ¿O es algo peor?
Uno no puede protegerse de la tristeza sin protegerse al mismo tiempo de la felicidad.
(Jonathan Safran Foer, Tan fuerte, tan cerca)
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