el viernes tuve un día horrible, de esos en los que te gustaría decir adios a las tizas, a los borradores, a las pizarras, al olor de 30 personas en una clase con la calefación elevada, al vaho en las ventanas, al griterío y a la mala educación, al infantilismo y a la chulería de algunos adolescentes malcriados;
al salir de clase a última hora le hice una foto con el móvil al encerado; mejor no olvidar qué soy; mejor no olvidar que lejos de esa tabla verde apenas soy algo;
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