días de coche
atrapado en uno de los innumerables atascos que salpican la ciudad durante estsa fechas recuerdo un frase de agustín garcía calvo en un libro cuyo nombre ya no recuerdo: "el automóvil sólo aumenta el volumen de nuestra soledad"; con la música ligeramente cerca de lo que se podría considerar como molesto para un peatón cercano, miro a mi alrededor y veo soledades infladas hasta límites insospechados, otras diminutas ocupadas por personas que parecen simplemente un fastidio ambulante, y las demás, como la mía, absortas en las bandas sonoras de su aburrimiento, extraviadas en el paisaje absurdo de miles de semejantes con los mismos gestos de impaciencia, hartazgo, cansancio y autodesprecio;
en algún momento, rodeado por miles de peatones que se tiran a la calzada para cruzar, con el horizonte de mi visión colapsado por filas y filas de tubos de escape humeantes, y la música etc etc, me vienen a la cabeza algunas líneas de un artículo de manuel delgado que leí en la revista archipiélago de hace un par de meses dedicada a las ciudades y el urbanismo: "el arquitecto se empeña en ver la ciudad como un texto, cuando ahí sólo hay una textura", y, unas líneas antes, el propio delgado citando a henri lefebvre: "La ciudad es un sitio. Lo urbano algo parecido a una ciudad efímera, obra perpetua de los habitantes, a su vez móviles y movilizados por y para esa obra."; desde el coche se ve claramente esa textura, esa mezcla de materiales orgánicos e inorgánicos en permanente desplazamiento, con "ese sitio" mutante y polimorfo sirviendo de telón a sus proyectos de vida; desde la soledad amplificada del propio automóvil uno puede sentir la tensión que recorre la ciudad, todas esas soledades discurriendo violentamente por las calles, en flujos hipnóticos de silencio y ruido;
(lo sé, el coche es un sitio magnífico para hacer sociología de todo a cien)
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