11 de nov. de 2004

salamanca
estoy de viaje con mis alumnos de 4º de la ESO (hasta mañana, viernes, que volvemos por la noche); después de patear toda la ciudad, visitar catedral, universidad, colegios menores, casa de las conchas, etc, etc, nos damos media hora para echarnos en la habitación del hotel y descansar hasta la hora de la cena; mi habitación es pequeña, estrecha, desvencijada, invadida por el calor asfixiante de una calefacción fuera de sí; me echo en cama, pongo la tele, apago la tele tras un breve zapping; me levanto de la cama, salgo del hotel y entro en el primer cyber que encuentro;

sentado frente a la pantalla del ordenador, su resplandor apagado en esta inmensa sala casi en penumbra, me siento más cerca de estar en casa que en ningún otro lugar; afuera hace frío; se acaba mi media hora; estoy escribiendo estas líneas, pero mi cabeza ya está de vuelta a la realidad del hotel, el bullicio de los chavales, las cadenas de televisión insoportables en la tele diminuta; espero que la cena esté bien;

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