mundo áspero
la tarde del sábado me voy a ver hero, la última de zang yhimou a los nuevos multicines de mi ciudad, los yelmo cineplex del centro comercial travesía; la película regular (ultimamente no veo otra cosa), estéticamente subyugante pero sepultada por un exceso de efectos especiales demasiado cantosos que te echan de la historia a empujones en sus mejores momentos... pero no pensaba hablar de la película sino de lo que me impactó de veras que fue el centro comercial, lleno de tiendas más o menos cutres, con un parking desmesurado que te obliga a memorizar la letra y el número de tu plaza so pena de no volver a encontrar el coche, y, sobre todo, la cantidad de gente que pululaba por allí, en especial las pandillas de niños de unos diez a doce años embarcados en rituales sociales que hasta hace poco eran patrimonio de los adolescentes quinceañeros: amagos de peleas, insultos de grueso calibre, carreras por las plantas del centro comercial, huídas por las escaleras mecánicas apartando a la gente, todo ante la mirada estupefacta de unos adultos que, en fin, miraban (mirábamos) para otro lado horrorizados (debo decir que mi padre, con quien iba al cine, junto a mi madre y A., le dijo a dos de los chavales: "los niños no tienen que pegarse", mientras éstos lo miraban con cara de asombro absoluto y continuaban su carrera persecutoria). En la cola del cine, una pequeña reconciliación con el género humano: una pareja mayor tenía esta conversación con la taquillera:
- queríamos dos entradas
- ¿para?
- para el cine, para que va a a ser
- ya, pero para que película
[la pareja se sonroja simultáneamente, se miran, sonríen con timidez]
- ... para alguna que esté bien, que sea de amor o así, de risa
- ¿de amor o de risa?
- [habla la señora] de amor, de amor
(y les dieron dos entradas para love actually, que no sé si era alguna de las dos cosas)
Al salir del cine, el centro comercial seguía abarrotado, sus amplios pasillos, a causa del bullicio, casi parecían calles de verdad, quitando que no se veía el cielo ni ningún espacio abierto alrededor; supongo que cuando se inicie en serio la conquista del espacio acabarán enviando centros comerciales de avanzadilla: ellos representan y recogen mejor que ninguna otra institución el momento actual de nuestra civilización, son como pastillas concentradas en las que la ideología dominante y los modos de vida hegemónicos aparecen fusionados con mayor limpieza, siendo a la vez simbólicos objetos de deseo (como garantes de un estilo de vida) y los contenedores de las mercancías que permiten acceder a la forma de vida que promocionan. Marcianos, preparaos para la oferta de la semana de carrefour...
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