los atardeceres de esta última semana me han tenido en vilo durante días: el cielo empedrado de adoquines de algodón, incendiado por los cuatro puntos cardinales, plomizo como si fuera a caer sobre nuestras cabezas (tutatis no lo quiera)... cada día un espectáculo mejor que el anterior, y gratis (vamos, casi igual que GHV)
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