albert camus
Llega siempre un momento en el que hay que elegir entre la contemplación y la acción. Eso se llama hacerse hombre. Esos desgarramientos son espantosos. Pero para un corazón orgulloso no hay término medio.
Reescribir los textos de Camus en el ordenador es un placer maravilloso. Los momentos que más disfruto en el blog son aquellos en los que escribo los textos de otros. De alguna manera saboreo cada palabra, mientras que al leer hago algo diferente, con más calado pero menos intensidad. La lectura es una red en la que se me quedan los pensamientos prendidos. La reescritura es como hacer barro con la boca. Te pringas de algo viscoso, pero el sabor a tierra húmeda hace que te exploten los sentidos. Para un corazón orgulloso no hay término medio. Habría sido un buen escriba, un amanuense entregado. Eso se llama hacerse hombre. Sin embargo, los textos ajenos no deben ser demasiado largos o uno se empacha de ellos, como cuando de niño te dejan tomarte los dos pisos de las cajas de galletas surtidas. Al llegar al final de la segunda bandeja intuyes que lo que estás haciendo va contra la raíz de tu deseo. Esos desgarramientos son espantosos. Hace calor y aún no he elegido. Sí que lo he hecho. No estoy contento.
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