16 de mar. de 2009

resaca post-electoral (I)
Temos catro anos. Saber o que hai é fundamental para darlle a volta. A realidade non mola. Pero adaptarse comodamente ás súas reglas co pretexto da insignificancia do propio actuar é situarse no campo da reacción radical. Xoguemos a algo.

La política parlamentaria, tal como se practica hoy, no consiste en absoluto en fijar objetivos derivados de algunos principios y en darse los medios para alcanzarlos. Consiste en transformar en opinión consensual resignada (aunque evidentemente inestable) el espectáculo de la economía. Por sí misma la economía no es ni buena ni mala; no es el lugar de ningún valor (salvo el valor de la mercancía y el dinero como equivalente general). Como tal, "va" más o menos bien. La política es el momento subjetivo o valorizante de esta exterioridad neutra. Pues las posibilidades cuyo movimiento pretende organizar están, en realidad de antemano circunscritas y anuladas por la neutralidad externa del referente económico. De tal manera que la subjetividad general se remite inevitablemente a una suerte de impotencia malhumorada, cuya vacuidad encubren las elecciones y las frases hechas de los jefes de partido.

[Alan Badiou, la ética, fragmento do cap. III "la ética, figura del nihilismo"]

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