Vuelvo de Barcelona del viaje de fin de curso con mis alumnos de 4º de ESO. Sin tiempo para pensar demasiado me invade una poderosa sensación de acabamiento. Este año escolar se me ha pasado a tal velocidad que sólo soy capaz de asustarme otro poco más. Cada vez que veo a mis ya ex-alumnos despedirse en mitad de la noche al volver de estos viajes experimento algo parecido a una furia incontrolable contra el paso del tiempo. Esa ira sin objeto se desvanece con rapidez y deja un poso de extrañeza y melancolía que se me adhiere como algo pegajoso mientras me voy para casa. La primera noche que duermo de nuevo en mi cama me siento descolocado. Como si mi sitio se hubiera movido de lugar y yo estuviera en alguna parte en la que no debo estar. Aunque, si lo pienso, nunca he sentido que estuviera en el lugar en el que debería estar. Todo es tan raro.
23 de xuño de 2008
otro final de curso
Vuelvo de Barcelona del viaje de fin de curso con mis alumnos de 4º de ESO. Sin tiempo para pensar demasiado me invade una poderosa sensación de acabamiento. Este año escolar se me ha pasado a tal velocidad que sólo soy capaz de asustarme otro poco más. Cada vez que veo a mis ya ex-alumnos despedirse en mitad de la noche al volver de estos viajes experimento algo parecido a una furia incontrolable contra el paso del tiempo. Esa ira sin objeto se desvanece con rapidez y deja un poso de extrañeza y melancolía que se me adhiere como algo pegajoso mientras me voy para casa. La primera noche que duermo de nuevo en mi cama me siento descolocado. Como si mi sitio se hubiera movido de lugar y yo estuviera en alguna parte en la que no debo estar. Aunque, si lo pienso, nunca he sentido que estuviera en el lugar en el que debería estar. Todo es tan raro.
Vuelvo de Barcelona del viaje de fin de curso con mis alumnos de 4º de ESO. Sin tiempo para pensar demasiado me invade una poderosa sensación de acabamiento. Este año escolar se me ha pasado a tal velocidad que sólo soy capaz de asustarme otro poco más. Cada vez que veo a mis ya ex-alumnos despedirse en mitad de la noche al volver de estos viajes experimento algo parecido a una furia incontrolable contra el paso del tiempo. Esa ira sin objeto se desvanece con rapidez y deja un poso de extrañeza y melancolía que se me adhiere como algo pegajoso mientras me voy para casa. La primera noche que duermo de nuevo en mi cama me siento descolocado. Como si mi sitio se hubiera movido de lugar y yo estuviera en alguna parte en la que no debo estar. Aunque, si lo pienso, nunca he sentido que estuviera en el lugar en el que debería estar. Todo es tan raro.
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