15 de abr. de 2008

normalidad temblorosa
La normalidad para mí es una línea recta. Algo que doy por supuesto y que discurre de manera imaginaria en paralelo con la línea del horizonte. A veces, los acontecimientos la sacuden con intensidades que van desde "perturbación ligera" a "temblor catastrófico". Cuando eso ocurre, cuando la línea de la normalidad se curva y pierde su paralelismo con la línea del horizonte entro en crisis con gran rapidez. Hoy la línea de la normalidad se ha combado de una manera tal que durante unos instantes la ví fracturada en dos partes. Como un imbécil, con cada trozo en la mano, me preguntaba cómo repararla, como devolverla a su condición anterior de línea inexistente que sólo se manifiesta cuando se rompe. Con el paso de las horas -la cosa ocurrió de mañana- la línea fue volviendo sola a su posición inicial. Sin embargo, antes de marcharme definitivamente la miré por el rabillo del ojo y presentaba un temblor ligero, una oscilación arrítmica, un vaivén levemente caótico, como si estuviera acumulando energías para un nuevo latigazo. Volví a casa de vuelta del trabajo. Me conecté a internet. Puse en Google "enfermedades típicas del profesor de secundaria". Buscaba algo parecido a una excusa. La primera referencia era un entrevista a una historiadora sobre la violencia escolar. La segunda era un post del blog "las corrientes salvajes" de septiembre de 2007. Sonreí para la pantalla. Mañana, cuando mire la línea, espero que esté como debería, rectísima, paralela al horizonte, un solo trazo tranquilizador. Mañana.

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