cosas que se desintegran
A medida que me hago más y más mayor (algunos días el proceso se dispara a una velocidad poco explicable, algunos meses el proceso se ralentiza y casi puede llegar a creerse que sí, que puede detenerse) me encuentro con una contradicción que he acordado declarar irresoluble: el mundo, que carece ya de todo misterio, me resulta, sin embargo, totalmente inexplicable. Cómo puede ser que un lugar sin misterio sea inexplicable. Echo de menos la simultaneidad de las dos cosas a la vez, la existencia de misterio y también las explicaciones. Y ya he asumido que no tendré ni lo uno ni lo otro. En una existencia que se puede equiparar geográficamente a una planicie desértica, el misterio garantizaría la expectativa ante lo que estaría por venir, las explicaciones servirían para descifrar el presente. Ni lo uno ni lo otro asoman por estos días y ya la primavera se agotó en su presentimiento. Yo que sé.
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