(Amo a Yves Chaland)
Si el primer tomo de su obra completa traía cuatro historias que ya obraban en mi poder desde hace tiempo, este segundo ofrece dos narraciones que no conocía de nada y que me han dejado levitando de pura felicidad. En ellas, el Chaland más amante de lo paródico, del absurdo y de los cortocircuitos narrativos de orden onírico, deja paso a otro Chaland más "clásico" que emerge con personalidad propia de entre las alargadas sombras de Hergé y Edgar P. Jacobs para dar forma a un mundo que se mueve entre cierta calculada ambigüedad temporal y un universo estético fascinado por el look "años cincuenta" y los sueños futuristas de esa época.
Quizás, acostumbrado a esa ironía ochentera que dejaba traslucir un homenaje a la línea clara tradicional al tiempo que una necesidad de reinvención de las convenciones narrativas de dicha escuela, lo que más me ha sorprendido es la carga histórica del primero de los relatos (vacaciones en Budapest), una personalísima aproximación a los sucesos que en octubre de 1956 llevaron a la revuelta popular en Hungría contra la ocupación soviética y al posterior aplastamiento de ésta ante la pasividad occidental en el mundo preapocalipsis de la guerra fría.
La segunda de las historias (F52) es una especie de homenaje en clave de thriller claustrofóbico a los ingenuos sueño de progreso tecnológico del occidente post segunda guerra mundial encarnados en un avión supermoderno capaz de hacer el vuelo París-Melbourne sin escalas. Una tenue intriga detectivesca sirve de excusa para enfrentar en un espacio cerrado y aislado a un grupo de personajes separados por el abismo de la clase social -ilustrado por las dos plantas del avión- que, parece decir Chaland, en igualdad de condiciones resultan ser peores cuanto más ricos son.
En ambas historias el autor exhibe una maestría narrativa poco común, dibuja en pocos trazos una galería de personajes que resultan extrañamente verosímiles
y da algunas lecciones magistrales sobre como se planifica una página, como se dosifica una intriga y cómo se atrapa al lector reventando adecuadamente toda la estructura narrativa común (esa que dice: planteamiento-nudo-desenlace) mientras se permanece aparentemente fiel a ella. Maravilloso.
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