la vida en una cara
Voy a ver "promesas del Este" esperando algo y, a cambio, me vuelvo para casa sin nada, apenas. Me pregunto si es que Cronemberg está entrando de cabeza en esa cosa horrible que se llama "período de madurez" y quiere ganarse un oscar o alguna otra chorrada por el estilo. La factura visual de la peli, vale, OK, un Londres extremo tanto en el lujo mafioso que crece paralelo al lujo neocapitalista como en la mugre y la miseria que devoran sin piedad a a mareas de inmigrantes. El guión, repleto de agujeros y concesiones sentimentaloides, me recuerda -por su tendencia a hacer el ridículo en los momentos claves- a aquella "Crash" (no la de David, claro), que imitaba en plan guay a "Vidas Cruzadas" y, a otro nivel -por aquello de las pretensiones no logradas- a "Babel", aquella cosa que aspiraba a darnos lecciones de moral mientras bostezábamos en las butacas de nuestro Cineplex. De todo este desastre filmado con profesional pulcritud -uno no se aburre, pero se irrita continuamente- se salvan los rostros de los actores. El de Viggo Mortensen, modelado en alguna clase de sustancia extraterrestre que le permite ser siempre el personaje que le toque, da igual que sea el rey andarín de "el señor de los anillos" o el hombre-con-un-pasado de "una historia de violencia" y el de Naomi Watts, la mujer de perfecta belleza imperfecta, ante la cual sólo cabe quedarse en estado de shock, mirando sin creérselo. Yo hubiera tirado media película, dejando sólo las escenas en las que aparecen Viggo y Naomi sin sonido y sin orden de ningún tipo. Hubiera salido algo mucho más interesante, seguro. (También pondría las escenas de Armin Mueller-Stahl, tipo de mirada inquietante y elegancia considerable que merecía un papel algo menos ridículo).
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