10 de set. de 2007

vida en el coche
Bajo temprano al centro de la ciudad. Envueltas en retazos de niebla las luces de los semáforos son indicadores flamígeros que parecen desprender nubes de vapor por sus bordes. Con la ventanilla bajada me dejo aspirar por los penachos húmedos que invaden las calles. Delante de mí un coche se detiene bruscamente ante un paso de cebra, piso el freno mecánicamente mientras cambio de emisora de radio y, a unos 0,5 kilómetros por hora, escucho el sonido apagado de una defensa impactando contra otra. Sin creérmelo bajo del coche corriendo, sale el conductor de delante, nos miramos, no ha pasado nada, me disculpo mientras mi cara le hace la competencia al semáforo de atrás. Subido de nuevo al coche, escucho a PJ Harvey, aporrea un piano mientras lanza gemidos fantasmagóricos. Lejos de los hachazos de su guitarra eléctrica, su voz resulta igual de dolorosa pero en una modulación diferente, como si el filo de la navaja que son sus canciones estuviera algo mellado y en vez de cortar produjera desgarros. Por la ventana entra el olor a café recién hecho de una cafetería próxima. La niebla comienza a levantarse.

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